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Cultivos indoor con iluminación artificial, ¿suponen un riesgo real para la salud?

7 February, 2014, 12:00 PM
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Hace ya un tiempo atrás que visitando un cultivo me llamó la atención, y mucho, las medidas de prevención que tomaba el breeder que lo cuidaba. Antes de entrar a un cultivo de indoor dotado de un sistema de iluminación artificial, este cultivador se ponía una bata, guantes, gorra y gafas de protección como las que usan los soldadores. En un principio al ponerse la bata y los guantes di por hecho que lo hacía para impedir trasladar una plaga al interior del cultivo, donde las condiciones son idóneas para que prolifere una posible plaga que se pueda introducir a través de las personas que cuidan el cultivo.

Claro que en cuanto vi como el cannabicultor además se ponía gorra y gafas de protección entendí que este cultivador estaba tomando medidas de prevención. Al preguntarle asintió y afirmó sentirse preocupado por las posibles consecuencias que pudiera sufrir como resultado de estar expuesto a las radiaciones que emiten los focos de luz artificial. En un principio, aquello me dejó un poco parado y claro está, a aquella persona la vi más como un tipo algo maniático. No obstante, debo reconocer que me despertó cierta curiosidad sobre la posibilidad que realmente los focos de luz puedan repercutir sobre la salud derivando en algún tipo de patología.

¿Por qué debemos preocuparnos por la luz artificial de nuestro cultivo?

Es un hecho probado por la investigación fotobiología que una carencia o un exceso crónico de iluminación puede ser causa de diversos trastornos de la salud. Así una carencia lumínica puede ser la causa de depresión, como es el caso del conocido Trastorno Afectivo Estacional, así como otras alteraciones como son el insomnio, estrés, ansiedad, cefaleas, mareos, fatiga crónica, raquitismo, incluso inapetencia sexual, impotencia e infertilidad. Los excesos de luminosidad pueden causar trastornos oculares como daños en la retina (que es la parte más sensible del ojo ante las radiaciones lumínicas) e incluso daños dermatológicos como melanomas cancerígenos. Pero analicemos un poco la composición de la luz artificial para ver el alcance de las lesiones que puede conllevar el estar expuestos a este tipo de radiaciones lumínicas.

¿Qué aspectos de la luz pueden resultar dañinos para nuestra salud?

Los diversos estudios realizados a lo largo de los últimos años muestran como la luz afecta de forma directa sobre nuestra salud. La luz La luz artificial se compone de luz visible y de radiaciones ultravioletas (UV) e infrarrojas (IR). Tanto se trate de luz natural como de luz artificial ambas pueden alterar el reloj biológico humano y el sistema hormonal, que como ya hemos dicho pueden causar problemas de salud. Los espectros ultravioletas y azules de la luz son los que resultan potencialmente más dañinos para los cannabicultores de indoor.

Una prolongada exposición a distancias cortas de lámparas fluorescentes compactas deja expuestos a los usuarios a unos niveles de UV cercanos al límite de protección laboral establecido para evitar lesiones del tipo cutáneo y ocular. Por ello la distancia al foco emisor de la radicación debe ser lo más amplia posible, hecho que no se da en nuestros cultivos donde las lámparas las tenemos prácticamente a la altura de la cabeza, incidiendo de forma intensa sobre sistema ocular y la piel de nuestro cuerpo. Es por ello por lo que para garantizar la seguridad de ojos y piel, el testado de las diferentes lámparas del mercado se realizan basándose siempre en el peor de los supuestos, es decir, con una distancia a la lámpara de solo 20 cm. Según el resultado obtenido en este tipo de prueba estándar, las lámparas se pueden clasificar en cuatro grupos de riesgo: las conocidas como “exentas de riesgo” (RG0), las de “bajo riesgo” (RG1), las que ya suponen un “riesgo medio” (RG2) y las más evitables de “alto riesgo” (RG3). Pero claro, este tipo de pruebas y de clasificación sólo se hacen contemplando períodos muy breves de exposición, por lo que no se tiene en cuenta el riesgo que puede suponer una exposición continuada a estas radiaciones lumínicas.

Si se utilizan medidas de precaución durante la exposición de las radiaciones lumínicas, como son el cubrir nuestra cabeza y manos para evitar que queden desnudas y expuestas, así como mantener las lámparas alejadas de nosotros más de 20 cm. Por ejemplo, las lámparas de halogenuros metálicos empleadas en la iluminación de la fase de crecimiento pueden suponer un riesgo si se utilizan a menos de 20 cm, pero su uso resulta normal y sin ningún tipo de peligro si respetamos esta distancia de seguridad.

Tanto el sol como las lámparas de iluminación artificial emiten luz visible y radiación invisible, como son las radiaciones ultravioletas (UV) y las infrarrojas (IR). La longitud de onda de la luz visible determina su color, así una longitud de onda más corta indica tonos violetas y una mayor longitud de onda nos indica niveles de rojo. Aunque el sol emite radiaciones en el rango completo de longitudes de onda, la atmósfera terrestre se encarga de bloquear gran parte de estas radiaciones UV e IR. Así el propio efecto que la luz cause va a depender del tipo de radiación y de su longitud de onda, del tipo de célula, de las moléculas que absorban la luz y de la reacción química que se produce.

El principal efecto de la radiación infrarroja es el exceso de calor que puede provocar, penetrando en las capas más profundas de piel y ojos, y pudiendo alcanzar la retina, que es muy sensible y puede verse dañada. El espectro UV lo que conlleva es a un exceso de luminosidad que afecta directamente a la visión pudiendo conllevar a casos extremos a la ceguera. Aunque el cuerpo humano está dotado de mecanismos de protección ante daños que puedan producirse por sobreexposición, a dosis más altas de radiación puede conllevar a la formación de niveles tóxicos de estas sustancias químicas reactivas.

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¿Qué efectos sobre la salud puede causar la luz artificial?

La exposición a la luz por la noche puede alterar el ritmo circadiano y conllevar a trastornos como el Trastorno Afectivo Estacional. Es poco probable que las radiaciones visibles e infrarrojas procedentes de lámparas tengan efectos sobre la salud, a menos que sean extremadamente intensas y se utilicen a corta distancia, como es nuestro caso, por lo que deberíamos tomar medidas de protección dada nuestra continua exposición a las lámparas.

Aquellos que gustan de tomar el sol en la playa son sabedores que la sobrexposición a los rayos UV puede provocar quemaduras de forma inmediata pero si la exposición se prolonga se aumenta de forma considerable el riesgo de desarrollar un cáncer de piel (tanto melanoma como carcinoma). En el peor de los casos, los niveles más altos de emisiones UV procedentes de lámparas utilizadas en nuestros cultivos podrían aumentar el número de casos de carcinoma de células escamosas.

No existen pruebas que indiquen que una exposición breve a lámparas artificiales provoque daños oculares, pero el componente azul de la luz visible puede dañar la retina, caso que puede suceder por exposición a lámparas de muy alta intensidad, como son nuestras lámparas de halogenuros metálicos, vapor de mercurio, vapor de sodio… Del mismo modo está claramente relacionada la exposición prolongada a los rayos UV del sol con la aparición de daños en la córnea y de cataratas.

5. ¿Cuáles son los efectos en personas que sufren enfermedades que les hacen sensibles a la luz?

¿Quiénes son los grupos de mayor riesgo?

Muchas personas fotosensibles padecen afecciones cutáneas causadas por la luz solar, pero se han visto casos que además también reaccionan a la luz artificial. Es el espectro azul o UV el que agrava las lesiones cutáneas de la dermatitis actínica crónica y la urticaria solar y, en caso de otras enfermedades como el lupus eritematoso hace que empeoren tanto las erupciones cutáneas como la propia enfermedad. Una opción para algunas personas puede ser el uso de LED, ya que no emiten UV, pero también es verdad que no producen la misma intensidad lumínica que las luminarias que se utilizan para crecimiento y floración, por lo que no resultan tan productivas.

Los pacientes con afecciones oculares deberían usar gafas protectoras especiales que filtren las longitudes de onda dañinas. Las lámparas compactas fluorescentes modernas no presentan un parpadeo perceptible pero la posible presencia de un parpadeo residual puede ser captada por el cerebro. No hay pruebas científicas para evaluar si las lámparas que utilizamos en cannabicultura tienen efectos sobre patologías como el síndrome de Meares-Irlen, la encefalomielitis miálgica, la fibromialgia, la dispraxia, el autismo y el VIH, pero de todos modos los pacientes que presenten estas enfermedades deben extremar las medidas de protección.

Entonces ¿existen realmente riesgos potenciales para la salud vinculados a la exposición a la luz artificial?

Los efectos de la exposición breve a rayos UV procedentes de luz artificial resultan en su mayoría insignificantes, pero una exposición prolongada a niveles bajos de este tipo de radiaciones puede hacer que aumenten las probabilidades de desarrollar carcinoma de células escamosas, pudiendo ser causa de un incremento ligero del número de casos totales entre la población.

Como ya hemos dicho, hay personas que padecen afecciones que las hacen especialmente fotosensibles y vulnerables a los fotones. A pesar que la luz solar parece ser el principal factor desencadenante de fotopatologías, la luz artificial también pueden influir en algunos casos. Los cannabicultores deben exigir que los fabricantes de lámparas, que se usan para el cultivo de cannabis, cumplan la normativa y proporcionen información detallada sobre la luz emitida por cada modelo, de tal modo que los usuarios puedan elegir la lámpara más adecuada en caso de ser fotosensibles. Las las longitudes de onda cortas e intermedias afectan especialmente a pacientes con distrofia retinal, insistimos en la necesidad de usar gafas protectores con filtros solares especiales.

Se necesitan más datos reales sobre la influencia de una exposición corta o prolongada a la luz UV/UVC y azul procedente de luminarias artificiales en la posible aparición de enfermedades cutáneas y oculares, y además es necesario que se investigue los posibles efectos para la salud del parpadeo y de la exposición a luz artificial en los cultivos de interior.  Por Miguel Gimeno

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