¡¡¡ERA MENTIRA!!!

zarbel

Cogollito
25 Agosto 2004
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Près de la France
www.erowid.org
Hace muchos, muchos años, en las postrimerías del franquismo, allá a finales de los sesenta y comienzos de los setenta, recuerdo que corría la idea entre muchos jóvenes y adolescentes de que la culpa de vivir entre prohibiciones era una característica propia de España, por la falta de democracia y del predominio del estado policial, consecuencias inevitales de la dictadura. Como la inmensa mayoría no habíamos salido al extranjero, salvo las visitas esporádicas a Bayona o a Biarriz, teníamos del extranjero una visión idílica, en que las chicas hacían el amor libremente y las drogas circulaban sin limitaciones ni prohibiciones. Relacionábamos democracia con libertad.
Por otro lado, me llamaba la atención cómo, teniendo tanta libertad, estaba todo en Francia tan limpio y tan cuidado, veía a los chicos y chicas divertirse, se notaba que se lo pasaban bien en Francia, se respiraba color, libertad, pero parecían responsables y no se veían vomitones en las aceras, ni orines, ni gente pidiendo en las calles. Todo parecía más limpio, más moderno, más luminoso.
Cuando murió Franco, el ambiente era de incertidumbre, suponíamos que el nuevo rey desempeñaría el papel que desarrolló Franco y que nunca tendríamos elecciones libres y partidos, como el resto de la Europa libre, como Francia. No nos dimos mucha cuenta, pero hubo elecciones al año y medio de morir Franco, fueron como de mentirijillas, se presentaban muchos elegidos por el rey para senadores, señores muy mayores y que sonaban mucho: Areilza, Cela y otros señores muy importantes, de mucho nombre. Salió elegido un partido, llamado la UCD, mientras empezaban a hacer acto de presencia en televisión señores como Tarradellas, como Carrillo, que decían cosas igual que las podría decir Fraga y no pasaba nada, no les detenían.
Año y medio más tarde el pueblo español fue a las urnas para votar por la nueva Constitución, pero también me pareció como de mentirijillas, como si fuese una democracia de segunda. Fue a partir de 1983 cuando comencé a ser consciente de que la democracia era un gran negocio... para los que hurgan y residen en sus instituciones. La democracia es un sistema de gobierno en que sus dirigentes forman una clase política intraspasable e inalcanzable, garantizándose el poder por muchos años, seguramente por dos o tres generaciones de su casta, amparándose en su elección como representantes del pueblo para disponer en beneficio propio o de sus clientes y allegados de las exacciones fiscales y otros ingresos estatales, ayudados por un ejército de funcionarios, dirigido por secuaces sobre asalariados.
Dicho lo anterior, parece de sobra decir que no les interesa en absoluto la salud pública, al menos en cuanto no perjudica al caudal económico del que podrán disponer los políticos y clientes, sino perpetuar el cargo y las prebendas. Así, algunos llegaron a ganar las elecciones de 1982 despenalizando las drogas y sacando a miles y miles de presos a las calles. Estas medidas generaron a mediados de los ochenta una inseguridad ciudadana que nos marcó a los españoles, pues ya no se pudo volver a salir a la calle en libertad. Las drogas y el ambiente que se desenvuelve con ellas convirtió en los años ochenta espacios familiares en guetos para bandas y personas que creen que la calle es suya.
El mismo partido que en 1982 prometía despenalizar las drogas promulgaba y aprobaba, en 1992, la Ley de seguridad ciudadana, perseguidora del consumidor, de la persona, bajo multas y arrestos, como en los peores tiempos de la Ley de Peligrosidad o de la de Vagos y Maleantes.
Vuelven a hacer lo mismo, cada vez que pueden, pues buscan y suelen conseguir el voto de jóvenes que no tienen porqué conocer lo que ocurrió en 1982 o 1992 con este mismo partido. Lo tienen perfectamente estudiado. Una vez conseguidos los votos, las promesas de legalización de la marihuana quedan en nada, igual que hicieron hace veinte años, pero ya se han llevado los votos de los incautos que les creen.

Termino con unas palabras textuales de la revista Soft Secret (Nº 5/2005, pág. 2):

"Corren malos tiempos para la lírica. La inicial tibieza socialista hacia el cannabis se ha quedado congelada en posiciones similares a las mantenidas antes por los populares. Incluso el uso terapéutico del cannabis apenas sí parece avanzar en una dirección más útil a la industria que a los pacientes..."


Recuerdo, hace año y medio, a los profetas defensores del PSOE que auguraban que, tras acabarse el PP, vendría la legalización del cannabis.
Las promesas electorales y el voto, según parece, siguen siendo de mentirijillas, igual que las cuentas públicas y los salarios del pueblo.
 
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