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Observando el entorno. ¿Malas hierbas o plantas bioindicadoras?

21 February, 2014, 13:00 PM
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Antes de realizar enmienda alguna en nuestro cultivo es de vital importancia conocer el mayor número posible de características físico-químicas. Sabiendo el tipo de flora que crece sobre un suelo también podemos averiguar en cierto modo algunos caracteres que nos ayudarán a afinar nuestro diagnóstico.

En muchas ocasiones durante la visita a cultivos de marihuana, percibes que el cannabicultor propietario no ha escatimado en gastos. Encuentras todo tipo de abonos y acondicionadores, que en muchos casos son incluso antagonistas entre ellos. Por ello, a pesar del generoso gasto en productos sus cultivos continúan presentando anomalías de carácter nutricional consecuencia de una mala enmienda del suelo de cultivo, casi siempre fruto del desconocimiento total de sus propias características. Claro que así se hace harto difícil poder acertar de forma precisa a menos que la fortuna se alíe con nosotros y nos permita dar con la fórmula correcta que permita una cosecha productiva sin problemas previos que subsanar.

Pero, como la fortuna no es buena compañera cuando lo que buscamos son resultados, mejor intentar conocer el mayor número de aspectos que nos puedan ayudar a conocer en mayor profundidad nuestro suelo. Sólo conociendo sus características sabremos que puede hacerle falta porque adolece de ello, o por el contrario que actuación no debemos realizar en él para evitar que se produzca algún tipo de bloqueo de nutrientes por antagonismo. Pero claro, la única forma de conocer a fondo un suelo es realizar un completo estudio edafológico, que al tiempo de resultar económicamente inviable nos podría ocupar toda una vida dada la complejidad y constantes variantes a la que están sometidos los suelos.

Ahora, ¿cómo podemos conocer de una forma sencilla el tipo de suelo que tenemos sin tener que hacer un estudio edafológico? Hay una forma de averiguar el tipo de suelo ante el que nos encontramos y la calidad del mismo, y es por medio de los bioindicadores que nos ofrece la naturaleza, sólo cabe ser un buen observador y tomar papel y lápiz para realizar las oportunas anotaciones de nuestras observaciones.

Los Bioindicadores

Los bioindicadores son organismos que pueden ser utilizados para poder conocer algunas de las propiedades del medio donde se desarrollan, como pueden ser factores climáticos, edáficos, contaminantes, etc., y que resultan determinantes para saber a qué atenernos. Es una forma de analizar la zona de cultivo a partir de los organismos presentes.

Existen diversos tipos de bioindicadores, atendiendo a su tamaño cabe distinguir entre los bioindicadores microscópicos (B. micro) y los macroscópicos (B. macro). Los B. micro son los bioindicadores más precisos, y están integrados por los propios microorganismos que se hayan presentes en la composición del suelo de cultivo. Es evidente, que precisaríamos de un buen microscopio y de un amplio saber en entomología edáfica para poder descifrar el tipo de suelo a través de ellos, cosa que no es así por lo que este método con B. micro tampoco nos puede ayudar. Pero otra cosa bien distinta son ya los B. macro, ya que son más fáciles de identificar por el ojo humano pero también es bien cierto que su diagnóstico es menos preciso ya que intervienen determinados factores que pueden influenciar en la presencia de este tipo de indicadores.

Nuestros bioindicadores aliados son las plantas que integran las llamadas malas hierbas o hierbas adventicias. Lo que para la Malherbología es un quebradero de cabeza, nosotros lo debemos entender como claves interpretativas del medio de cultivo. Sin embargo el uso de la flora como agente bioindicador requiere tener en cuenta determinadas precauciones a la hora de hacer interpretaciones lo más precisas posibles:

  1. Las especies estenoicas (exigentes en cuanto a sus requerimientos) dan mejores resultados que las eurioicas (mucho más tolerantes y que presentan rangos ecológicos mucho más amplios).

  2. Las grandes especies dan mejores resultados que las pequeñas puesto que su ritmo de renovación es inferior.

  3. Vamos a obviar este apartado, aunque cabe citarlo para saber la importancia de otros factores que también pueden influenciar en la aparición de las hierbas adventicias: Antes de confiar en determinadas especies o grupos de especies como indicadoras, deberían tenerse abundantes pruebas de campo y, de ser posible, la confirmación experimental de que el factor en cuestión es limitante.

  4. El conjunto de individuos, especies o comunidades enteras proporcionan indicadores más seguros que individuos aislados o las especies singulares. Las especies de malas hierbas que sólo pueden vivir en lugares que reúnen ciertas características ambientales (ej.: relaciones entre ciertas plantas y las características del suelo) pueden ser empleadas como especies indicadoras.

 hierbas adventicias

Bioindicadores del tipo de suelo: las hierbas adventicias.

Vamos a enumerar una serie de determinadas especies de malas hierbas que requieren unas condiciones especiales para crecer, circunstancia que puede ayudarnos a descifrar el tipo de suelo ante el que nos hayamos. Para evitar confusiones resultado de algunos nombres populares confusos, los nombres de las especies que a continuación vamos a citar van a ir dadas en su nombre científico. También hay que tener en cuenta que algunas especies pueden indicarnos más de un factor del suelo, por ello es mejor ir carácter a carácter citando las especies que nos sirven de indicadores para cada caso. Algunas especies nos indican el estado hídrico, la porosidad o contenido de algunos nutrientes del suelo, lo que nos puede orientar a la hora elegir un lugar u otro para cultivar, e incluso para determinar el tipo de actuaciones que debemos realizar para acondicionarlo.

Los suelos que presentan una asfixia por exceso de agua en invierno y en períodos lluviosos son idóneos para la proliferación de especies hidrófilas como Agrostis alba, Mentha arvensis, Oxalis stricta, Ranunculus repens y Shymphitum officinale. En aquellos suelos de humedad elevada pero con sequías temporales superficiales podemos hallar algunas especies de plantas mesohigrófilas que pueden ayudarnos como Ajuga repens, Cardamine pratensis, Colchium autumnale, Festuca pratensis, Geranium pratense. Ranunculus repens o Veronica serpyllifolia. Otras especies como Gysophila muralis, Hypericum humisufum o Tusilago farfara, nos indican suelos asfixiados de forma superficial en cada período lluvioso. Aquellas especies que son higrófilas estrictas como Gallum palustre, Myosotis palustres, Poa palustris y Shymphitum officinale no toleran la menor desecación indicando suelos encharcados. Para conocer los suelos con excesos de agua basta con hallar Alchemilla vulgaris, Caltha palustres, Carex sp., Equisetum palustre, Glyceria sp., Juncus sp., Phalaris arudinacea, Ranunculus sp. o Saxifraga sp.. Nuestro cultivo se desarrolla en exterior en épocas de calor, por ello es importante para los cultivos de zonas áridas el buscar lugares con suelos que estén mucho tiempo frescos, en verano veremos crecer en este tipo de suelos especies de débil enraizamiento y exigentes en agua, como Convolvulus arvensis, Gysophila muralis o Hypericum humisufum. Muchas veces la humedad no se halla en la capa superficial, sino que hay suelos conagua en perfiles más profundos, los identificaremos a través de especies de raíces profundas como el conocido Equisetum arvense.

equisetum-arvense

La compactación del suelo también es un factor que nos va a obligar a realizar un mayor esfuerzo a la hora de acondicionar nuestra zona de cultivo. Por ello debemos escoger los suelos que presenten una mayor aireación, lo que permitirá un mayor crecimiento radicular y por tanto vegetativo, dando lugar a plantas más vigorosas y productivas. Son bastantes las especies que nos pueden ayudar a conocer los suelos bien aireados en superficie, citaremos algunas por ser quizás las más comunes como Euphorbia peplus, Fumaria officinalis, Heliotropum europaeum, Merculiaris annua, Portulaca oleracea, Ranunculus arvensis, Senecio vulgaris o Unica urens.

Otro factor muy importante es conocer algunos nutrientes en los que pudiera tener riqueza o déficit nuestro suelo de cultivo. Podemos conocer los suelos bien provistos en Nitrógeno (N) detectando la presencia de especies de plantas nitrófilas, a las que les gustan los suelos ricos en este elemento, como Amarantus sp., Artemisia vulgaris, Chenodopium sp., Cirsium arvense, Dactylis glomerata, Fumaria officinalis, Galium aparine, Heliotropum europaeum, Senecio vulgaris o Unica urens. Los suelos ricos en Fósforo (P+) y Potasio (K+) los reconocemos a través de especies indicadoras como Agrimonia eupatoria, Angelica sylvestris, Capsella bursapastoris, Daucus carota, Festuca pratensis o Urtica dioica. Por otro lado, para averiguar suelos pobres en P+ y K+ debemos reconocer Sanguisorba officinalis o Viola canina. Podemos saber qué suelossonricos en Calcio (Ca+) si encontramos Oxalis pes-caprae, muy típica en los naranjales valencianos donde hay mucha cal tanto en el suelo como en el agua de riego.

Con todas estas herramientas a nuestro alcance, sólo nos queda observar nuestro entorno para conocerlo con mayor profundidad. Así podremos reconocer que nos hallamos ante un suelo pobre en P+ y K+ al que tendremos que practicar una enmienda especial para paliar este déficit. Lo mismo que si nos hallamos ante un suelo rico en N al que tendremos que aportar menos cantidad de este macronutriente, ahorrándonos trabajo y dinero. Igual que deberemos huir de los suelos con asfixia, al tiempo que prestaremos suma atención si cultivamos sobre suelos muy húmedos, dónde deberemos aportar tierra silícea que amortigüe en cierta medida la humedad excesiva. En los suelos calcáreos debemos extremar la precaución de no abonar con materiales con pH muy elevado, ello nos puede llevar a un bloqueo, sobre todo de hierro, y padecer así clorosis férricas consecuencia de un bloqueo por antagonismo con el exceso de Ca+ presente.

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