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Desde Uruguay: Instrucciones para liberar al cannabis de la clandestinidad

16 October, 2020, 19:00 PM
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El ex titular de la Junta Nacional de Drogas de Uruguay, Julio Calzada, es otro de los participantes de la ExpoWeed online 2020.

En la charla que el uruguayo mantuvo con Claudio Venegas, realizó un detallado recordatorio sobre cómo y por qué la hierba se hizo ley en el pequeño país sudamericano.

Porque no todo es cuestión de pasar la lengua y hacer un porro.

Según Calzada, la emergencia de la regulación del cannabis para todos sus usos (recreativo, medicinal e industrial) estuvo marcada por un reclamo popular de endurecimiento.

“En el año 2012, cuando la empezamos a discutir, tuvo que ver con una corriente en la sociedad que hacia hincapié en el tema del narcotráfico”.

“Era el mal de todos los hombres y la forma de solucionarlo era con más punitivismo y mano dura”.

Sobre la mesa había diferentes posiciones, más en la línea de soportar y recortar libertades y otros, como Calzada, que pensaban que era hora de dar vuelta la pagina e otro camino.

Ese camino se llamó Propuesta por la vida y la convivencia, constaba de 15 puntos y uno de ellos era la regulación del cannabis en todos sus usos.

El resto de la historia es conocida.

En el mundo no gubernamental y en el mundo académico de Uruguay se venía trabajando en buscar caminos diferentes.

Ya desde fines de los 80 y principios de los 90 había surgido un movimiento fuerte que cuestionaba la violación de los derechos civiles.

También el mezclar los temas de salud con los judiciales, algo común entre los países prohibicionistas.

Uruguay, sin embargo, tiene una larga tradición en el tema porque nunca estuvo legalmente prohibido el uso de drogas.

En el año 1934, incluso, Uruguay fue el primer país de la región en regular el consumo de   alcohol, en momentos en que EEUU prohibía su acceso.

En los años 70, existió una corriente muy fuerte en la política internacional norteamericana con toda la región para intentar imponer la doctrina Nixon.

Esa corriente fue la que diseñó la mayoría de las normas anti drogas de la región.

Uruguay, incluso ya con la dictadura instalada y el parlamento disuelto, aprueba una ley que no prohíbe el consumo y la tenencia para consumo.

Esa ley de octubre de 1974 toma una legislación que se venia discutiendo en el periodo democrático y la aprueba casi sin tocarla.

Para el ex cargo, esto “tiene que ver con una tradición de legislación liberal que tiene Uruguay”.

ACTIVISMO

A los efectos de la regulación de 2012, fueron importantes los movimientos cannábicos, que aparecieron a principios del siglo XXI.

Algunos de ellos son Planta tu planta y Movimiento liberación del cannabis.

Ni más ni menos, grupos de personas que se creen iguales entre ellos y que no los dividen la necesidad de figurar.

Si algo positivo tuvo el proceso cannábico en Uruguay fueron activistas serios y que, sin perder de vista que la planta es quien comanda, supieron trabajar codo a codo.

Encuentros, fumatas (incluso en pleno centro de la ciudad) y otras actividades generaron un salir de la caja o del indoor, en este caso.

“A partir de ahí el uso público se fue naturalizando y en los estadios de fútbol o en los tablados de carnaval comenzó a ser más normal oler marihuana que tabaco”, evoca Calzada.

El panorama hacía que nadie recordara que, durante la dictadura militar, muchas personas fueron enviadas a la cárcel oa los neuropsiquiátricos por consumir marihuana y hasta eran sometidas al electro shock.

Sin embargo, en Uruguay, las corrientes duras no lograron hegemonizar prácticas médicas ni punitivas.

“Acá hay una reglamentación de la internación obligatoria que viene de los años 30 y dice que para internar a una persona necesitas la firma de dos psiquiatras que no tienen relación entre sí y de un juez que defina la necesidad de confinamiento”, describe.

DÉCADA GANADA

Fue de 2000 a 2010 que se construyó un movimiento favorable a la regulación.

Esto hizo que se meta dentro de los partidos políticos la necesidad de modificar las políticas de drogas.

En consecuencia, en el año 2010 se presentaron dos proyectos de ley que tenían el respaldo de los cuatro partidos con representación parlamentaria.

Uno de los proyectos los presentó al actual presidente, Luis Lacalle Pou, del derechista Partido Nacional que planteaba la posibilidad del autocultivo para consumo personal.

Sin embargo, esa iniciativa tenía una contra: aumentaba las penas a la tenencia, el uso y la distribución.

Era un proyecto muy liberal en un sentido y muy conservador en otro.

“A mí no me preocupa que planten 10.000 plantas pero no quiero que vendan ninguna”, dijo el entonces diputado Lacalle Pou.

Un grupo de partidos respondió con otro proyecto, que fue presentado con un gran seminario en el que participaron investigadores de todo el mundo.

“Ahí se planteó el tema de la regulación”, evoca Calzada, “Luego se dieron circunstancias políticas, la más importante de ellas, el propio presidente Mujica, que torció el volante y abandonó el camino del punitivismo”.

Él mismo presentó la iniciativa ante el Parlamento.

Podría decirse que ningún otro presidente en la historia de Uruguay podría haberlo hecho posible. Y mucho menos de este modo.

“Teníamos el 27 por ciento a favor y el 67 por ciento de la gente en contra, ademas de un seis por ciento de indecisos. Esta fue una batalla que ganó haciendo política a lo grande ”.

Uruguay tiene tres grandes bloques, uno conservador, que alcanza al 30 por ciento del electorado y otro sector liberal, aunque no todo de izquierda.

Entonces, había un 60 por ciento a disputar.

“Fue casi un balotaje. Había dos opciones: o regulamos esto o definitivamente Uruguay tiene que prohibirlo ”.

“Había datos muy potentes: el 80 por ciento de los adolescentes de 15 a 18 años decían que era fácil o muy fácil conseguir marihuana”.

“La hierba estaba al alcance de quien lo quisiera y nadie que en Uruguay quisiera comprar marihuana en el año 2012 tenía dificultad para hacerlo, lo que sí, era un acto ilegal”, describe el sociólogo.

MODELOS

Los diputados del Frente Amplio estudiaron la experiencia de los clubes cannábicos en España, tanto el vasco que es más social, como el catalán que es mas comercial.

También la regulación que se estaba dando en algunos estados de EEUU, particularmente el proceso de cannabis medicinal en California.

“Con todos esos elementos, más la discusión de las asociaciones de reducción de años de muchos años, adoptamos una forma muy uruguaya, que no es un modelo porque nadie lo ha copiado”, afirma Calzada.

La contraposición para legalizar es la de un modelo de mercado abierto contra uno regulado.

“Un modelo basado en la industria y la competencia y control por las organizaciones empresariales, como el tabaco, o un modelo controlado por organizaciones criminales que es el de las drogas ilegales”, era la disyuntiva de la parieron

Lo que se trataba era encontrar un modelo que estaba en el centro y que, además de cuidar la salud pública, manejara la posibilidad de un mercado.

“Creo que lo que hay que hacer cuando uno se mete en estas cosas es aprender de todos, no es un tema que se puede decidir desde un escritorio”, reconoce.

Y definir: “decidimos no hablar de legalización y sí de regulación”.

RESULTADOS

El apocalipsis que pronosticaban los detractores nunca llegó. Incluso, ya pesar de tener habilitados 40 gramos al mes, la media de consumo per cápita es de 16 gramos mensuales.

“En Uruguay no ves zombies por la calle, y cuando vas a datos duros, ya sea evaluaciones del Gobierno como de tres universidades y el Monitor Cannabis, todo indica que el proceso ha sido más que exitoso”.

Actualmente hay cerca de 60.000 personas que consumen legalmente marihuana en Uruguay que generan 20 millones de dólares de ganancia al año.

En cuanto a la percepción del riesgo, las ultimas mediciones dicen que no aumentó porque entre otras cosas la edad de inicio se retrajo; era de 16 años y pasó a 19 o 20.

Otro dato fundamental lo aporta el propio Calzada: “Le hemos quitado al crimen organizado 20 millones de dólares al año”.

El nuevo Gobierno de Uruguay, con Lacalle Pou a la cabeza ha decidido fomentar la industria del cannabis para convertirla en un nuevo commoditie.

“Si hubiésemos tenido de nuestro lado los actores que hoy están en el cannabis uruguayo seguramente la ley hubiera sido más amplia”, reconoce Calzada.

Al tiempo que celebra que aquella locura de unos pocos, hoy es una referencia universal.

Por Ramiro Barreiro

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