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“Eco” y Cannabis : ¿al alcance de todos?

22 December, 2013, 19:00 PM
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Comer ecológico es sano. Consumir alimentos, que no hayan sido cultivados bajo el impertinente y peligroso halo de los pesticidas, que hayan crecido como antaño, en el seno de los recursos naturales, que no hayan sido modificados genéticamente, que sean nutritivos y sobre todo saludables.  Comer ecológico es comer sin químicos de por medio, consumir nutrientes resultado de procedimientos sostenibles y vivir de todo aquello que, aunque imperfecto, sea real.

Comer ecológico es bueno para nuestra salud, para nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestro entorno y, en general, para nuestro mundo.

El problema acaece cuando comer de ese modo se convierte en un lujo. De repente,  todo  a lo que estábamos acostumbrados desde niños (y que ahora se ha etiquetado como “eco”) ha duplicado y hasta triplicado su precio. Los  paladares más exquisitos y sofisticados (los mismos paladares que no ven sus bolsillos afectados por casi nada) podrán saborear de nuevo aquella tortilla de patata, que de verdad sabía a patata y aquellas ensaladas repletas de tomates rojo sangre, que de verdad sabían a tomate. Esos afortunados podrán comer “pollo de granja”, “ternera de vaca que solo come pienso”, “pescado sin mercurio”, “fruta del tiempo”, y un largo etcétera de alimentos, que no hace mucho, estaban al alcance de todos.

Es curioso cómo puede evolucionar una sociedad y en qué dirección. Como podemos comprobar nosotros mismos que lo que resultaba antes fácil y corriente es ahora complicado y fuera de lo común. Como puede el hombre, con su propia mano, lanzar piedras sobre su tejado.

De hecho, lo que está sucediendo con los alimentos “eco “me recuerda bastante a lo que sucede con el uso y consumo del cannabis.

Dejando aparte leyes, conflictos políticos, regulaciones tardías, argumentos dispares, contradicciones, etc, el cannabis es una planta. Simple y llanamente eso. Una planta. No hay más secreto. No hay trampa ni cartón. El cannabis sale de la tierra y forma parte de la naturaleza, como nosotros, como los pollos de corral, como los pescados sin mercurio, como las fresas sin genes de salmón, como los tomates sabrosos y como tantas otras cosas.  Entonces ¿por qué tanta complicación? ¿por qué sucede con el cannabis lo mismo que con los llamados “alimentos ecológicos”? ¿por qué se ha convertido en una odisea acceder a él, y en algo aún más complicado si cabe, cultivarlo y consumirlo con libertad?  Pues bien. Como suele decirse, todos los caminos llevan a Roma y, en este caso, todas las respuestas llevan a dos motivos. Los motivos más antiguos de todos: el dinero y el poder.

Si volvemos la vista atrás, a hace mucho, muchísimo tiempo, la planta del Cannabis no era más que una fuente inagotable de beneficios y recursos.  Por un lado , la marihuana tenía un sinfín de usos medicinales, sociales e incluso rituales. No estaba satanizada ni era extraño que formase parte de la vida cotidiana de cualquier pueblo. Era normal fumarla en las cantinas y tabernas, que fuese fuente de inspiración para cualquier artista que se preciara, que curara (en el sentido más literal de la palabra) varias dolencias y que su consumo en general, estuviese aceptado por todos. En cuanto al cáñamo, sucedía exactamente lo mismo. Su existencia era imprescindible para fines industriales y económicos y su cultivo era muchísimo mejor que el del algodón:  más barato, más resistente y sin plagas conocidas. Se utilizaba para hacer papel, tejidos e incluso como sustituto de la madera. Nadie lo señalaba como algo malo, sino todo lo contrario.

¿Qué sucedió?

La cuestión es  ¿Cómo fueron los primeros pasos hacia la prohibición? Pues simplemente que, como tantas otras cosas a lo largo de la historia, el cannabis empezó a estorbar a la clase más poderosa y adinerada.

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William Randolph Hearst

Casi todos conocemos la historia de la Marihuana Tax Act de 1937 con la que se dio el primer paso hacia una prohibición sin sentido, que todavía se palpa a día de hoy, pero podemos remontarnos a tiempos aun más tempranos.

Cuenta la historia que Randolph Hearst, famosísimo magnate de la prensa,  perdió muchísimo dinero cuando empezaron los primeros cultivos de cáñamo. Hearst se dedicaba a la producción de papel por lo que  el cáñamo que empezaron a plantar sus vecinos mexicanos, rompió todos sus esquemas. Perdió no solo dinero sino gran cantidad de terrenos y por ende, gran parte de su negocio.

¿Como podía ser que aquellos ciudadanos de “segunda clase” le arrebataran lo que tenía? Por supuesto Hearst no iba a permitirlo, así que decidió utilizar sus propios periódicos para atacar al cannabis. Él sabía perfectamente que si lo presentaba como una droga maligna y peligrosa el cultivo de cáñamo que llevaban a cabo sus competidores, acabaría. De eso modo, no se lo pensó dos veces y atacó  por el lado fácil, por el que más duele, pero el que más impacta. Hearst  afirmaba que quien fumaba cannabis se convertía en una bestia asesina bajo sus efectos y alentaba a la opinión publica a acabar con cualquier resquicio de la planta. Además se dedicó a inventar  (por supuesto, publicándolas en las portadas de sus diarios) teorías racistas relacionando a los criminales mexicanos con el consumo de marihuana. La sociedad, como ya se sabe, es de manual y por supuesto las reacciones no se hicieron esperar. Como si de un efecto dominó se tratase, Hearst destruyó cualquier intento de mantener a flote el cultivo de cáñamo.

Claro está que no lo hizo solo. Tenía a peces gordos de su parte: Harry J. Anslinger de laFederal Bureau of Narcotics (FBN)/Oficina Federal de Narcóticos, el banquero Andrew William Mellon, la familia Du Pont ( ¿Quién no conoce sus relojes?)…y una larga lista de gente de “pasta”. Obviamente, uniendo sus fuerzas, ¿ como no iban a acabar con la industria del cáñamo y de todo lo relacionado con la planta del cannabis? Si hubiesen querido hubiesen acabado con absolutamente cualquier industria.

Si a eso le sumamos la llegada de la industria químico farmacéutica, que por intereses lógicos, también veía amenazada su fortuna, la historia aún se complicó más y era todavía más difícil de resolver.  Lo que sucedió a partir de ahí, ya lo sabemos todos y las prohibiciones absurdas que estamos viviendo hoy en día no son mas que las consecuencias de antaño.

La cuestión no es señalar determinados nombres, total, toda esa gente ni siquiera está viva. La cuestión es destapar el problema de raíz, tirar de la manta y ver lo miserable que es el ser humano en el fondo. Da igual que el cáñamo sea más ecológico, más duradero, más resistente y más barato. Da igual incluso que el cannabis  llegue a curar dolencias y a ser una luz al final de túnel de muchísimas enfermedades.  Como siempre, cuando llegas a la ultima página del libro,  lo importante es (y seguirá siendo) el poder y el dinero. Lo que siempre está por encima de todo y de todos.

Hora de reflexionar

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Harry Jacob Anslinger

Desde aquí animo a todos a reflexionar, a preguntarnos porqué permitimos que esto suceda. Porqué los de arriba nos ponen las cosas tan difíciles y porqué, por un momento, las personas no ocupamos el primer puesto.

Por eso me parece tan grave lo que sucede con la comida. Porque despejando la “x” pasa  exactamente lo mismo que sucedió hace años con el Cannabis. Como ciertas empresas farmacéuticas pagaron las campañas políticas del inepto de turno que nos gobierna, ahora ni Dios sabe lo que comemos y la gran mayoría de cultivos transgénicos de Europa se encuentran aquí, en España.

Entonces, si están haciéndolo con los alimentos básicos, ¿ como no van a hacerlo con el cultivo, uso y consumo del cannabis?

Debe existir una forma de acabar con esta barbarie, de frenar a las clases políticas, de luchar contra el poder del dinero y de concebir de nuevo un mundo normal, ético y justo en el que vivir. Debe existir una forma y es nuestra obligación hacer lo que esté en nuestra mano para encontrarla.

Y todavía tengo muchos más que compartir con vosotros, como por ejemplo la bofetada brutal que ha dado Uruguay a la Política Antidroga actual, legalizando la producción, cultivo y venta de cannabis en el país. Y también lo que está sucediendo en España con la nueva Ley de Seguridad Ciudadana , donde algunos de sus artículos partirán en dos los derechos fundamentales de los ciudadanos una vez más… Pero, todo eso lo dejo para mi próxima columna. Para entonces  ¡espero que sigáis al otro lado!

Por Diana

Fuente Sensi Seeds

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