PSICOTERAPIA USANDO LA RAZON (VIII) ¡Esto es una catástrofe!

zarbel

Cogollito
25 Agosto 2004
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Près de la France
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Si un ser humano cree falsamente que ha de recibir amor y aprobación de casi todas las personas importantes de su entorno, si está convencido de la necesidad de tener un perfecto éxito en cuanto emprende, si tiene por cierto que él mismo y los demás deberían ser severamente censurados por sus faltas, podría parecer que tiene ya en la cabeza cuanto hace falta para llevar una vida completamente desagradable.

Sin embargo, puede, desgraciadamente, complicarse aún más la existencia adhiriéndose además a nuestra cuarta idea no-razonable, a saber, que el que las cosas no marchen como él desearía es algo terrible, horrible, catastrófico e insoportable.

Las verdaderas catástrofes son extremadamente raras en la vida en el común de las personas y, sin embargo, no es infrecuente escuchar que la situación vivida era insoportable, a personas que llevan años y años diciendo lo mismo. Por lo general es una errónea valoración hecha sobre algo que es molesto e inconveniente, pero no insoportable.

Ante un acontecimiento desagradable de mi vida, tengo la opción de decirme: "Detesto lo que me sucede. Vamos a ver lo que puedo hacer para modificarlo o evitarlo. Si no se puede hacer nada, es algo muy desagradable, pero no algo horrible ni catastrófico". Esta frase interior no me hará más feliz ni más alegre, seguiré sintiéndome frustrado, pero no hundido, ni deprimido, ni hostil.

Si me digo: "¡Esta situación es insoportable No puedo aceptarla, es intolerable, me voy a volver loco; o esto cambia o la felicidad se ha terminado para mí!" Con estas frases no resuelvo nada y me proporciono sentimientos de depresión y de agresividad.

La capacidad de soportar, sin destruirse, las adversidades de la vida, es propia de la edad adulta. Un niño tiene mucha menos capacidad para tolerar la frustración: depende casi totalmente de su entorno y es todavía incapaz de proyectarse en el futuro para prever el momento en que el elemento frustrante dejará de ser algo presente. El niño se encuentra todo él confinado en el presente y, si no se siente gratificado inmediatamente, no sabe aceptar que se difiera el momento de la gratificación. El adulto, por el contrario, puede aceptar con filosofía lo que no puede cambiar, y trabajar por modificar pacientemente lo que sí puede, todo ello sin sentirse terriblemente abatido.

Recuerdo que Natalia tenía un problema en una pierna desde su infancia y la tenía unos centímetros más corta que la otra. La sometieron a varias operaciones, pero no consiguieron evitar que tuviese que continuar llevando un zapato especial, y aún así cojeaba ligeramente.
Durante años rehusó aceptar la situación y aceptarse a sí misma como una enferma. En consecuencia, había intentado hacer lo mismo que las demás, correr, jugar al balón, saltar a la cuerda y subir las escaleras de cuatro en cuatro. Pero sólo conseguía agotarse y situarse en un estado tal de ansiedad psicológica que terminó por fin en una depresión.

No era el estado de su pierna quien le causaba la depresión, no, sino su negativa a aceptarlo, pues lo consideraba como algo terrible y catastrófico. Era imposible conseguir los resultados de un fórmula uno con el motor de un utilitario, pero no quería aceptarlo. Sus irreales deseos se veían aún más frustrados, pues hubiese querido ser bailarina de ballet clásico.

No podía Natalia echar por tierra toda su vida con absurdas demostraciones, como si no tuviera una pierna más corta que otra; simplemente tenía que aceptarse como era y como algo inconveniente o desagradable su enfermedad y su defecto físico.

Hoy Natalia trabaja en un empleo que respeta sus limitaciones físicas, camina más despacio que los demás y utiliza el ascensor siempre que puede.

De nada sirve lanzar imprecaciones contra los imponderables, sino para gastar energías y facultades que necesitamos para pensar lúcidamente y salir de las situaciones desagradables.

Las lágrimas y las imprecaciones no tienen efecto alguno sobre la realidad. Como ya dijera Marco Aurelio. "Es en vano irritarse contra las cosas, porque ellas no se preocupan para nada de nuestra irritación".

¿Y qué ocurre cuando los demás se portan injustamente conmigo y atentan contra mis derechos? Ni aún así, pues los demás tienen la libertad de portarse de ese modo injusto conmigo, aunque yo preferiría que no lo hiciesen. Haré mejor secándome las lágrimas y espantando mi ira, a fin de poder pensar mejor el modo de defenderme de esa agresión.

Cuanto mayor sea la pérdida o el golpe recibido, mejor haremos en soportarlo con entereza y madurez, evitando que se instalen en nuestro interior los pensamientos catastrofistas. Deberemos recordar lo dicho arriba, que no hay nada catastrófico e intolerable, sino las ideas no-realistas las que nos lo hacen creer así.

Dejo de nuevo la palabra a Marco Aurelio: "Todo lo que sucede, o es tal que puedes naturalmente soportarlo, o tal que no puedes naturalmente soportarlo. Si, pues, te acontece lo que puedes soportar naturalmente, no te alteres, sino que, en cuanto seas capaz, sopórtalo. Pero si te sucede lo que naturalmente no puedes soportar, tampoco te alteres, porque pasará disolviéndose. Recuerda, sin embargo, que puedes naturalmente soportar todo aquello que tu opinión es capaz de hacer soportable y tolerable, si tú te haces la idea de que es tu interés o tu deber decidirlo así". (Marco Aurelio, X, 3).

Lo peor, pues, que puede pasarnos, es que terminemos muriendo; pero aún eso mismo es completamente normal y nos pasará a todos. Entonces, ¿Por qué alterarse y deprimirse ante lo que es absolutamente normal?
¿Que la vida es dura? Por supuesto. Nadie ha pretendido jamás que fuese un paraíso. No se nos consultó para venir al mundo, pero, una vez que estamos en la vida, y mientras estamos en ella, ¿por qué no poner los medios más elementales para hacernos la vida lo menos desagradable posible? ¿Qué ventaja hay en pasarse los días deplorando las desgracias que llegan de forma inevitable, llorando su suerte, gimiendo por las injusticias y la iniquidad de los hombres? Esos son pensamientos que, lejos de hacer la vida más agradable, no vienen más que a echar a perder los momentos de felicidad que están a nuestro alcance.

Está bien ser humano y caritativo, y sentir la pena de los que sufren, pero no sirve para nada llorar con los desdichados (cosa que, además, precisa de poco esfuerzo y no da resultados muy positivos), sino más bien en ingeniárselas, a veces penosamente, en poner en sus manos la forma de salir de su pena.

Por lo tanto, cuando la vida te sitúe en circunstancias desagradables y penosas, puedes emplear diversos medios para que no se te deteriore en demasía.

Pregúntate, en primer lugar, si lo que te ocurre es tan paralizante como crees, o si no estás, sin darte cuenta, definiendo la realidad a tu modo.
¿Tan verdad es que tu vida se ha echado a perder porque has perdido tu empleo? ¿Es verdad que no puedes ser feliz sin el automóvil que acabas de perder? ¿Necesitabas de verdad los cien euros que acabas de perder? ¿Pensabas que eras inmortal cuando te diagnosticaron esa enfermedad incurable? Hazte estas preguntas y porfía en responderte con sinceridad y realismo, aunque esto te haga sufrir temporalmente, en lugar de lamentarte de tu desgracia.

Cuida de no aumentar tu frustración convirtiéndote en "frustrado por estar frustrado". Lo que sucede, sucede, y no es razonable pretender que tendría que haber sido de otro modo. Y si crees semejante tontería, te llevarás dos frustraciones por el precio de una: la primera, debida al acontecimiento en sí, y la segunda, por tu tendencia a reivindicar derechos que sencillamente no tienes sobre ese acontecimiento.

Para ayudarte a soportar los inconvenientes de la vida sin hundirte, puedes concentrar tu espíritu temporalmente en otra cosa, como los aspectos agradables de tu vida pasada, jugar a las cartas, leer un libro, visitar a los amigos, ver la televisión, resolver crucigramas, todo menos romperse la cabeza rumiando los infortunios.

Estas técnicas no son definitivas, son solamente una ayuda temporal, pero permiten, al menos, esperar sufriendo lo menos posible a que lleguen momentos más favorables.

El alcohol o los somníferos son remedios paliativos de los que no se puede abusar. Lo mismo ocurre con la marihuana o con atiborrarse de comida, que al final habrán de pasar factura si se abusa de ellas.

Si, finalmente, necesitamos aporrear para liberarnos del estrés, aporreemos cosas, pero no seres humanos. Estos últimos no toleran normalmente por mucho tiempo que les utilicemos como vertederos, y sus reacciones nos podrían causar nuevas frustraciones.

En una palabra, no hay sustitutivos verdaderamente eficaces y sin efectos secundarios peligrosos de la enérgica confrontación de las ideas no-realistas, que son la fuente de la rebelión y de buena parte de la frustración. Dicha confrontación es un medio simple, gratuito, utilizable en todo lugar y que nunca nos reportará malos efectos.
 

Pinafazo

Semilla
18 Abril 2004
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The Falklands Island
hey zarbel me lei los post de la siocterapia estan interesantesy meditativos
muy bien para un occidental y para romper un poco el tema de k si la maria es buena o mala , eso keda en el individuo y su nivel de percibir la realidad, cociencia, etc.......va tu ya lo has dicho 8)


el diablo sabe por diablo pero mas sabe por viejo :wink:

aka viene la pregunta: disculpa mi ignorancia pero k es la eskizofrenia, como se manifiesta y todo ese rollo...?

saludos
 

zarbel

Cogollito
25 Agosto 2004
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Près de la France
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Hola, etimológicamente viene del griego "esquizo" (partido) y "frenia" (mente), es decir "mente dividida". Hoy en día se considera que existen cinco tipos de esquizofrenia: paranoide, desorganizada, catatónica, indiferenciada y residual.

Para saber casi todo sobre la esquizofrenia:

http://www.biop.biz/fichas/page_7599.html
 
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