Cuando yo le comento a mi madre que yo soy fóbico a las
mujeres, aunque me gusten con locura, desde sus acosos sobre mi a
los 15, 16, y 17 años, ella reacciona diciéndome que soy puto y que
hable como un hombre y no con esa voz aflautada que me sale cuando
elevo un poco mi tono de voz. Ella era habitual que cuando yo era
chico le dijese a todo el mundo que yo no hablaba porque era raro
como todos los capricornianos, aunque en secreto me insultase por ese
motivo para que no la hiciese quedar mal delante de todos. Yo le
contesto actualmente que no hablaba porque no le gustaba lo que yo
decía ya que ella era una psicótica muy acomplejada que me fajaba si
emitía alguna oración de mi propio coleto fuera del discurso
habitual. La señora me respondeentonces diciéndome que yo soy un
mentiroso compulsivo, que vaya uno a saber que quiere decir con eso,
y que le pregunte a la chanta de mipsiquiatra si yo no lo se. Según
ella yo si que estoy loco porque voy al psiquiatra y ella es cuerda
porque se da el lujo de no ir. Cuando mi hermano Eduardo se apareció
con un revólver, después de un fallido intento de abandonar nuestro
patológico entorno familiar, yo les dije a mis padres que el tipo,
que la jugaba de loco, necesitaba
ayuda psiquiátrica, aunque yo pensase, para mis adentros, que el
problema psiquiátrico eran mis propios padres, que nos eloquecían a
todos con su hipócrita psicopatía, por parte de padre y la psicósis
por parte de madre. Yo predendía, en secreto, ya que hacía de raro y
no de loco, que el psiquiatra tratase a mi hermano para que le
enseñace a éste como defenderse de la locura combinada de mis padres
homofóbicos, filicidas, golpeadores y misóginos, además de posesivos
y abandónicos, una vez que salían a flote las cagadas que se habían
mandado con nosotros cuando posesivos. Pero parece que ellos se
dieron cuenta de la trampa en que iban a caer y no lo mandaron a
psiquiatra, dado que en la familia no había ningún loco ni querian
admitir que tenían uno por lo menos, sino a médicos clínicos comunes
que los trataron del asma, la prostatitis y de los nervios y no de su
desequilibrio mental que era lo más grande que tenía como se veía
desde un principio.
Claudio Acuña
mailto:claudioacuna@yahoo.com
mujeres, aunque me gusten con locura, desde sus acosos sobre mi a
los 15, 16, y 17 años, ella reacciona diciéndome que soy puto y que
hable como un hombre y no con esa voz aflautada que me sale cuando
elevo un poco mi tono de voz. Ella era habitual que cuando yo era
chico le dijese a todo el mundo que yo no hablaba porque era raro
como todos los capricornianos, aunque en secreto me insultase por ese
motivo para que no la hiciese quedar mal delante de todos. Yo le
contesto actualmente que no hablaba porque no le gustaba lo que yo
decía ya que ella era una psicótica muy acomplejada que me fajaba si
emitía alguna oración de mi propio coleto fuera del discurso
habitual. La señora me respondeentonces diciéndome que yo soy un
mentiroso compulsivo, que vaya uno a saber que quiere decir con eso,
y que le pregunte a la chanta de mipsiquiatra si yo no lo se. Según
ella yo si que estoy loco porque voy al psiquiatra y ella es cuerda
porque se da el lujo de no ir. Cuando mi hermano Eduardo se apareció
con un revólver, después de un fallido intento de abandonar nuestro
patológico entorno familiar, yo les dije a mis padres que el tipo,
que la jugaba de loco, necesitaba
ayuda psiquiátrica, aunque yo pensase, para mis adentros, que el
problema psiquiátrico eran mis propios padres, que nos eloquecían a
todos con su hipócrita psicopatía, por parte de padre y la psicósis
por parte de madre. Yo predendía, en secreto, ya que hacía de raro y
no de loco, que el psiquiatra tratase a mi hermano para que le
enseñace a éste como defenderse de la locura combinada de mis padres
homofóbicos, filicidas, golpeadores y misóginos, además de posesivos
y abandónicos, una vez que salían a flote las cagadas que se habían
mandado con nosotros cuando posesivos. Pero parece que ellos se
dieron cuenta de la trampa en que iban a caer y no lo mandaron a
psiquiatra, dado que en la familia no había ningún loco ni querian
admitir que tenían uno por lo menos, sino a médicos clínicos comunes
que los trataron del asma, la prostatitis y de los nervios y no de su
desequilibrio mental que era lo más grande que tenía como se veía
desde un principio.
Claudio Acuña
mailto:claudioacuna@yahoo.com