Brote psicótico de libro (más dos conatos)
Es la típica historia que si no fuese porque la viví en primera persona, y conozco muy bien a la afectada, pensaría que me están tomando el pelo.
Sábado mediodía, yo y mi novia estamos en casa tranquilos, recién comidos, una copa de vino en la mano y varias dentro. Estamos "achispados", ese momento alcohólico de moderada euforia, muy buen humor, con ganas de hacer cosas. Termino de fabricar una pipa de agua, mi novia quiere probarla, así que pico un cogollo pequeño de Taskenti, no más de 0.15-0.2 gramos como mucho. Enciendo la pipa, le pego dos chupetones, mi novia le pega otro, y se acaba la combustión.
A ella le entra la tos típica, pero le ha gustado. Me pregunta que si queda más, le digo que sí, pero que espere un poco a que le termine de subir el vino que se ha tomado, y evaluemos la situación. Tengo ganas de hacer cosas, voy pelotazo pero no demasiado, teníamos pensado hacer buñuelos por el día de todos los santos, le digo que se levante, pero empieza a sentirse mal. "Con el ataque de tos, la panzá de comer, y el vino, tiene que ser una bajada de tensión" le digo.
Recuerdo el protocolo de actuación: la tensión baja, el corazón no bombea bastante sangre a la cabeza, te puedes marear y caer al suelo después de abrirte la cabeza en mitad del camino. La tumbo en el sofá para que la sangre llegue fácilmente a todo el cuerpo, la tapo con una manta, voy a la cocina a prepararle algo azucarado (pienso en hacer aguapanela, bebida colombiana a base de agua, canela, y un extracto de la caña de azúcar muy parecido al azúcar moreno, pero más aromático y rico en sabores). Voy a la cocina, pero al instante me llama mi novia, no me da tiempo a hacer nada. La encuentro acurrucada en el sofá, me dice que tiene ganas de vomitar, que cree que se va a marear, que se siente muy mal. Interpreto que lo de que "me siento mal" significa "me he empanoyado con alguna chorrada". Me pide que haga algo para que se le pase ese estado. Vuelvo a pensar en la infusión, pero me repite lo de las ganas de vomitar, y me pongo en modo creativo.
Subo a su cuarto, cojo un peluche que ella adora: un elefante morado que su madre le regaló cuando vino para España. Cojo otro peluche pequeñito de un perrito que le regalé por navidad. Echo mano del portátil, le meto un cd de Juan Sebastián Bach, y bajo al salón con la esperanza de que la música de uno de los más grandes compositores de la historia me saque las castañas del fuego. JS Bach - Brandenburg Concerto No 1 (1 of 3) - YouTube
La encuentro acurrucada, después me dijo que en esos momentos sentía una terrible angustia, tiene la respiración entrecortada, los ojos inundados de lágrimas que no aún no se resbalan por sus mejillas, hasta que la abrazo. Me dice que tiene alucinaciones visuales, que siente cómo las sillas de la mesa se le acercan, y la van a aplastar. Rechaza el peluche, tiene alterado el sentido del tacto y le resulta desagradable, dice que la ropa le molesta muchísimo, le acaricio la nuca como he hecho miles de veces y aparta mi mano porque dice que siente como si le clavara algo. Me suplica entre sollozos que haga que pase, "tú sabes de esto, haz que pare". Le doy al play, Bach suena en la habitación, le digo que cierre los ojos y ella me dice que es peor, que entonces las sillas sí que la aplastarán, y que tienen como cuchillos (luego me puse a pensar, y supongo que la curvatura del respaldo deja un hueco que se parece al perfil de la hoja de una navaja).
Me tumbo en el sofá, entre ella y las sillas, llora intesamente, está en tensión extrema, apenas puede respirar, me dice que se va a ahogar. Le digo que eso no va a pasar, que recuerde sus clases de meditación, y que yo le marco el paso para que me siga. Me pregunta que cuanto tiempo queda de estar así, apenas han pasado 10 ó 15 minutos desde que se apagó la pipa.
Permanecemos abrazados, llorando ella, yo preguntándome qué ha pasado, hasta que 15 minutos después se le pasa todo, se incorpora, y entra en una fase de euforia, no tiene alucinaciones, se rie con mis chistes de las sillas asesinas, voy a la cocina a hacer la infusión aliviado por el fin del ataque. Se sigue riendo sola por nada, con esa risa tonta, contagiosa y sin motivo que dan algunas marihuanas. Yo me río de escucharla reir mientras lleno el cazo con agua, hasta que con una voz llena de miedo me vuelve a pedir que vuelva con ella. Ha entrado en otro ataque igual al anterior.
Tuvo en total como 5 ó 6 ataques de pánico -brote psicótico es el término correcto según ella- de unos 8-10 minutos de duración, todos seguidos de momentos breves de euforia y risa. Cuando pasó el penúltimo (creía que era el último) me pidió que subiera por la cámara, que quiere que documente todo lo que ha vivido. Subo, bajo con el chisme, y empiezo a grabar su testimonio. Le recuerdo algunas cosas que ha olvidado, me confiesa que de no haber estado yo, no descarta que hubiera pensado en salir a la calle para que la atropellaran y acabara ese estado de pánico en el que estaba inmersa. Grabo 4 ó 5 videos de un total de media hora, tengo que parar en algún momento porque vuelve a sentir angustia y miedo, esta vez sin alucinaciones. Termino de grabar, miro la cámara y pienso que probablemente tarde varias semanas en ver los videos.
Todo pasa por fín, es de noche, han pasado varias horas, ella está agotada físicamente por la tensión y la respiración superficial que le han provocado los ataques. La dejo dormir un rato, y mirándola, me pongo a pensar en cómo voy a contarles todo esto a mis amigos del foro, sin que me tomen por un embustero.
Es la típica historia que si no fuese porque la viví en primera persona, y conozco muy bien a la afectada, pensaría que me están tomando el pelo.
Sábado mediodía, yo y mi novia estamos en casa tranquilos, recién comidos, una copa de vino en la mano y varias dentro. Estamos "achispados", ese momento alcohólico de moderada euforia, muy buen humor, con ganas de hacer cosas. Termino de fabricar una pipa de agua, mi novia quiere probarla, así que pico un cogollo pequeño de Taskenti, no más de 0.15-0.2 gramos como mucho. Enciendo la pipa, le pego dos chupetones, mi novia le pega otro, y se acaba la combustión.
A ella le entra la tos típica, pero le ha gustado. Me pregunta que si queda más, le digo que sí, pero que espere un poco a que le termine de subir el vino que se ha tomado, y evaluemos la situación. Tengo ganas de hacer cosas, voy pelotazo pero no demasiado, teníamos pensado hacer buñuelos por el día de todos los santos, le digo que se levante, pero empieza a sentirse mal. "Con el ataque de tos, la panzá de comer, y el vino, tiene que ser una bajada de tensión" le digo.
Recuerdo el protocolo de actuación: la tensión baja, el corazón no bombea bastante sangre a la cabeza, te puedes marear y caer al suelo después de abrirte la cabeza en mitad del camino. La tumbo en el sofá para que la sangre llegue fácilmente a todo el cuerpo, la tapo con una manta, voy a la cocina a prepararle algo azucarado (pienso en hacer aguapanela, bebida colombiana a base de agua, canela, y un extracto de la caña de azúcar muy parecido al azúcar moreno, pero más aromático y rico en sabores). Voy a la cocina, pero al instante me llama mi novia, no me da tiempo a hacer nada. La encuentro acurrucada en el sofá, me dice que tiene ganas de vomitar, que cree que se va a marear, que se siente muy mal. Interpreto que lo de que "me siento mal" significa "me he empanoyado con alguna chorrada". Me pide que haga algo para que se le pase ese estado. Vuelvo a pensar en la infusión, pero me repite lo de las ganas de vomitar, y me pongo en modo creativo.
Subo a su cuarto, cojo un peluche que ella adora: un elefante morado que su madre le regaló cuando vino para España. Cojo otro peluche pequeñito de un perrito que le regalé por navidad. Echo mano del portátil, le meto un cd de Juan Sebastián Bach, y bajo al salón con la esperanza de que la música de uno de los más grandes compositores de la historia me saque las castañas del fuego. JS Bach - Brandenburg Concerto No 1 (1 of 3) - YouTube
La encuentro acurrucada, después me dijo que en esos momentos sentía una terrible angustia, tiene la respiración entrecortada, los ojos inundados de lágrimas que no aún no se resbalan por sus mejillas, hasta que la abrazo. Me dice que tiene alucinaciones visuales, que siente cómo las sillas de la mesa se le acercan, y la van a aplastar. Rechaza el peluche, tiene alterado el sentido del tacto y le resulta desagradable, dice que la ropa le molesta muchísimo, le acaricio la nuca como he hecho miles de veces y aparta mi mano porque dice que siente como si le clavara algo. Me suplica entre sollozos que haga que pase, "tú sabes de esto, haz que pare". Le doy al play, Bach suena en la habitación, le digo que cierre los ojos y ella me dice que es peor, que entonces las sillas sí que la aplastarán, y que tienen como cuchillos (luego me puse a pensar, y supongo que la curvatura del respaldo deja un hueco que se parece al perfil de la hoja de una navaja).
Me tumbo en el sofá, entre ella y las sillas, llora intesamente, está en tensión extrema, apenas puede respirar, me dice que se va a ahogar. Le digo que eso no va a pasar, que recuerde sus clases de meditación, y que yo le marco el paso para que me siga. Me pregunta que cuanto tiempo queda de estar así, apenas han pasado 10 ó 15 minutos desde que se apagó la pipa.
Permanecemos abrazados, llorando ella, yo preguntándome qué ha pasado, hasta que 15 minutos después se le pasa todo, se incorpora, y entra en una fase de euforia, no tiene alucinaciones, se rie con mis chistes de las sillas asesinas, voy a la cocina a hacer la infusión aliviado por el fin del ataque. Se sigue riendo sola por nada, con esa risa tonta, contagiosa y sin motivo que dan algunas marihuanas. Yo me río de escucharla reir mientras lleno el cazo con agua, hasta que con una voz llena de miedo me vuelve a pedir que vuelva con ella. Ha entrado en otro ataque igual al anterior.
Tuvo en total como 5 ó 6 ataques de pánico -brote psicótico es el término correcto según ella- de unos 8-10 minutos de duración, todos seguidos de momentos breves de euforia y risa. Cuando pasó el penúltimo (creía que era el último) me pidió que subiera por la cámara, que quiere que documente todo lo que ha vivido. Subo, bajo con el chisme, y empiezo a grabar su testimonio. Le recuerdo algunas cosas que ha olvidado, me confiesa que de no haber estado yo, no descarta que hubiera pensado en salir a la calle para que la atropellaran y acabara ese estado de pánico en el que estaba inmersa. Grabo 4 ó 5 videos de un total de media hora, tengo que parar en algún momento porque vuelve a sentir angustia y miedo, esta vez sin alucinaciones. Termino de grabar, miro la cámara y pienso que probablemente tarde varias semanas en ver los videos.
Todo pasa por fín, es de noche, han pasado varias horas, ella está agotada físicamente por la tensión y la respiración superficial que le han provocado los ataques. La dejo dormir un rato, y mirándola, me pongo a pensar en cómo voy a contarles todo esto a mis amigos del foro, sin que me tomen por un embustero.