Hola, perdón por intervenir de nuevo, pero es que tiene que ver con la búsqueda de la verdad por parte del ser humano y los efectos de la marihuana o de cualquier otra sustancia. En definitiva, la búsqueda del bien verdadero o de la verdad es lo que llevó al hombre a salirse del rito pagano, basado en la obediencia ciega al jefe de la tribu, al hechicero, a que el dios terrible vivía en lo alto de la montaña prohibida y crear, sin saberlo, la filosofía.
Si nos paramos a pensar, en el mundo más primitivo la religión animista llevaba al hombre a considerar cada cosa, animal o vegetal como algo con espíritu propio, con su dios encarnado en cadas una de ellas. El concepto individualizado y particular de todas las cosas les impedía filosofar, porque filosofar en comenzar preguntándose por ¿quién soy? o ¿es verdad lo que mis sentidos me expresan?
Nos reíriamos seguramente con sonrisa compasiva si viésemos a un niño pequeñito, de cuatro o cinco años, diciéndonos que él puede ya mismo construir un coche, una nave espacial o hablar cien idiomas en la ONU. En la imaginación del niño puede existir esa verdad, tomarse la vida como un juego y, si se equivoca, sus padres y todos le sonreirán complacidos por la travesura. Permanecer en dicha edad comporta un doble problema: Uno, el primero, interior, pues revela un complejo de Peter Pan de negarse a reconocer la realidad que nos rodea, ser conscientes de nuestra incapacidad y de nuestra ignorancia, algo que no podíamos saber de pequeños, por nuestra inconsciencia; el segundo, afecta a terceros, sobre todo a las personas más allegadas y, más que nada, a los hijos que tengamos o a las personas que están bajo nuestra responsabilidad.
No otra cosa que un irresponsable con mente infantil es aquél que afirma poder hacer de todo, que no hace falta estudiar ni aprender; iría haciendo el ridículo por sus afirmaciones sobre el Derecho, sobre la Medicina, sobre las Matemáticas, sobre la Química, sobre la Ingeniería, y se partirían en Filosofía o en Teología con sus afirmaciones, propias de un loco o de un necio ignorante. Para hacer algo bien hay que tener una de las dos cosas: o suerte o conocimientos. Hay cosas en las que la suerte intuitiva funciona: alguien que no ha visto nunca un balón va y le pega una patada por instinto y consigue meter un gol por la escuadra a Casillas, por ejemplo, que casualmente se encontraba en la portería; tal vez influya la suerte en alguien que acude a un casino, no ha jugado ni sabe jugar a la lotería y, por imitación, coloca una ficha en el 33, va y sale, repite al mismo número y sale de nuevo; en ambos casos muchos pensarán que han visto a un fenómeno futbolista o a un gran estratega de la ruleta.
Con el mundo del pensamiento sucede lo mismo. Mucho antes que las Ciencias Económicas, mucho antes que la ingeniería espacial, estaba la Filosofía. Esta es una ciencia y se estudia en la Universidad, desde siempre. Las preguntas eternas del hombre son las mismas siempre, por ejemplo, en el libro X de La República de Platón se pregunta: ¿Por qué tienen que estudiar matemáticas los niños de la escuela? Los puritanos de la Reforma se preguntaron: ¿Por qué la pintura, la música y el rito espléndido de la Iglesia Católica?
Vivimos los seres humanos dos mundos: el de los sentidos y el suprasensorial, porque el alma no depende de los sentidos sensu estricto para sentir o pensar, para perseguir la búsqueda del ideal de la verdad. En el mundo primitivo, la reducción del hombre a su mundo sensorial conducía a éste a un universo de OPINIONES, porque los sentidos sólo nos pueden dar sensaciones subjetivas, así que la deducción lógica de algo subjetivo sólo puede ser una opinión. El mundo ajeno a los sentidos nos lleva al CONOCIMIENTO. El conocimiento comienza desde el momento en que el hombre deja de ver las cosas sólo como entes particulares e IDEALIZA las cosas mediante un concepto, que más tarde el lenguaje desarrollará como el UNIVERSAL. Así, cuando decimos "perro" no nos referimos a ninguno en concreto, es un perro ideal, inexistente, que nuestra mente ha forjado, incluso de tal modo que un perro real será más perro para nosotros en cuanto se asemeje más a la idea que tenemos de un perro. El hombre buscó en el término "perro" una naturaleza general, común a todos los perros, y el lenguaje no puede funcionar sin términos como "perro". Y tal palabra, que se refiere a algo realmente inexistente, no carece de significado, aun sin referirse a algo inconcreto ha creado una especie de "perro universal". No nace con determinado perro ni muere con él, no tiene posición en el espacio ni en el tiempo, es ETERNO.
El hombre llegó a pensar que tales conceptos ETERNOS son conceptos ideales, es decir, creados por un Ser Superior, al que llamó Dios, y los perros concretos participan de la naturaleza del perro ideal, pero más o menos imperfectamente, así que no fue difícil llegar a la conclusión de que el verdadero perro era el perro idea y los demás perros concretos sólo "perros aparentes".
Así, siempre que un número de individuos tenga un nombre común, tendrá también una "idea común" o "forma", como se puede tener una idea en la cabeza sobre la forma del perro ideal, siendo únicamente una y exclusiva la idea de perro.
Del mismo modo que nos vemos en el espejo y la figura aparente es la que vemos, los perros y las cosas, todo lo que vemos, es solamente aparente y no real, por ser todo lo aparente reflejo de las ideas universales de cada una de las cosas que creemos ver, oír, oler, sentir corporalmente y degustar. De la idea real que no vemos, del universal que tenemos en nuestra mente, podemos tener conocimiento, de las cosas aparentes que vemos, de esos perros concretos, sólo podemos tener opinión.
El hombre, al interesarse por la filosofía, no se interesa por los muchos perros existentes en la faz de la tierra, se interesa por el perro universal, ideal, porque no busca tener opinión sino conocimiento. Un joven capaz de ser filósofo se distinguirá de sus compañeros, en la antigua Atenas, por ser justo y amable, ávido de aprender, poseedor de buena memoria y de un espíritu armonioso por naturaleza. Vivirá como un espectador, ajeno a las otras dos clases de hombres que en los juegos acuden a los mismos como participantes o como vendedores, siendo ésta la clase más baja de las tres existentes, por ver sólo las cosas desde el punto de vista del dinero, desde el punto de vista material. La satisfacción del vendedor es ganar dinero, la del jugador el conseguir la gloria por el triunfo, la del espectador ver pasar la vida filosofando. Sólo los filósofos deberían ser gobernantes, políticos, según la filosofía de Platón.
Platón pone estas ideas y estas palabras en la cabeza y boca de Sócrates, hasta que Adimanto interrumpe el discurso diciendo que "los filósofos son monstruos extraños, por no decir bribones, hasta el mejor de ellos se hace inútil por la filosofía". Sócrates admite que esto es cierto en el mundo tal y como es, pero a quien hay que reprender es a la gente, no a los filósofos; en una comunidad sabia, el filósofo no parecerá tonto; es entre los tontos donde el sabio es juzgado como exento de cordura.
Así que no se podría gobernar la ciudad de La República por filósofos ya que éstos serían impopulares, en todo caso un gobernante capaz de ser filósofo podría llegar a gobernar la ciudad.
La filosofía es una especie de visión, la "visión de la verdad"; no es puramente intelectual, no es sólo sabiduría, sino AMOR A LA SABIDURIA. El "amor intelectual de Dios" de Spinoza es la misma unión íntima de ideas y de sentimientos.
Todo el que ha realizado una obra creadora ha experimentado más o menos fuertemente el estado de ánimo en el cual, después de largo trabajo, la belleza o la verdad se presentan, o parecen al menos manifestarse, rodeadas de una repentina gloria; puede ser una cosa determinada o el universo en general. La experiencia es, por el momento, muy convincente; la duda surge acaso después, pero en el momento hay certeza absoluta. Seguramente las mayores creaciones del arte, la ciencia, la literatura y la filosofía han sido el resultado de tal momento. Pero ello precisa de conocimiento previo, hasta familiarizarse con los detalles; después es preciso tener una visión del conjunto, normalmente al cabo de un tiempo, relacionando todos los componentes debidamente. Una vez conseguido esto, basta con ponerse a escribir lo que se ha visto. Así es como se debe estudiar y así es como se aprende una determinada materia. Del mismo modo que alguien que camina por la niebla de los montes, hasta que todo, sendero, valle, cimas, cada uno por sí, le son familiares y, después, a distancia, percibe toda la montaña en conjunto, brillante a la luz del sol.
Y esta experiencia es necesaria para realizar una buena obra creadora, pero no es suficiente. En efecto, y a esto va el hilo a que me estoy refiriendo, la CERTEZA SUBJETIVA que lleva consigo puede conducir a errores. Willian James (
http://www.emory.edu/EDUCATION/mfp/james.html ) describe a un hombre que experimentó el gas de la risa; cuando estaba bajo su influencia, sabía el secreto del universo, pero cuando volvió en sí lo había olvidado. Por fin, con inmenso esfuerzo, escribió el secreto antes de que la visión se desvaneciera. Cuando estuvo completamente bien, se precipitó a ver lo que había escrito. Fue esto: "Un olor a petróleo domina en todas partes". Lo que demuestra cómo una visión repentina puede ser errónea y tiene que comprobarse en estado normal, cuando la embriaguez divina haya pasado.
La visión de Platón necesita la ayuda de la parábola de la cueva para explicar al lector su naturaleza, partiendo de los supuestos siguientes:
El mundo del intelecto se diferencia del de los sentidos.
El intelecto a su vez se divide en dos clases: Razón y entendimiento. La razón es la de mayor categoría porque es la que se encarga de las ideas puras, y su método es dialéctico. El entendimiento es la clase de intelecto que se ocupa de las matemáticas, y es inferior a la razón en cuanto utiliza hipótesis que no puede comprobar.
Por ejemplo, si decimos: "Supongamos que ABC sea un triángulo rectángulo". Sería contrario a las reglas preguntar si ABC es realmente un triángulo rectángulo, aunque, si es una figura que hemos trazado, podemos estar realmente seguros de que no lo es, porque somos incapaces de trazar líneas perfectamente rectas. Por lo tanto, las matemáticas no nos pueden decir lo "que es" sino lo "que sería". No existen las líneas rectas en el mundo sensible, por lo tanto, si queremos encontrar la evidencia de líneas rectas supersensibles tendremos que buscarlas en el mundo supersensible. Esto no se puede hacer por el entendimiento, sino, de acuerdo con Platón, se hace por la razón, que demuestra que hay un triángulo rectilíneo en el cielo, del cual se pueden afirmar, categórica y no hipotéticamente, las proposiciones geométricas.
Pretende explicarnos la diferencia entre la clara visión intelectual y la visión confusa de la percepción de los sentidos, por medio de la analogía del sentido de la vista, que se distingue del resto de los sentidos en que no sólo requiere los ojos y el objeto visualizado, sino la luz para poder verlo. El mundo de las ideas es cuando el objeto está iluminado por el sol, mientras que el mundo de las cosas pasajeras es un mundo confuso, crepuscular. La vista se compara al alma, y el sol, como fuente de la luz, a la verdad o a la bondad.
Platón nos dice:
"El alma es como los ojos: cuando se posa sobre lo que la verdad y el ser iluminan, el alma percibe y comprende, e irradia inteligencia; pero cuando se vuelve hacia el crepúsculo del devenir y el perecer, entonces sólo posee opinión, y anda guiñando, y tiene tan pronto una opinión como otra, y no parece tener inteligencia. Lo que imparte verdad a lo conocido, y el poder de conocer al que conoce es lo que quisiera que llamaráis la idea del bien y yo lo estimo como causa de la ciencia".
Esto lleva a la famosa metáfora de la cueva, según la cual los que no poseen filosofía pueden ser comparados a prisioneros en una cueva que sólo pueden mirar en una dirección, porque están atados, y tienen tras ellos un fuego y enfrente una pared. Entre ellos y la pared no hay nada; todo lo que ven son sus propias sombras o las de los objetos que se hallan detrás de ellos, proyectadas sobre la pared y por la luz del fuego. Inevitablemente, consideran estas sombras como reales y no tienen noción de los objetos a los que pertecen. Por fin, alguien consigue escaparse de la cueva a la luz del sol; por primera vez ve cosas verdaderas, y se da cuenta de que hasta entonces ha sido engañado por sombras. Si es un filósofo capaz de hacerse gobernante sabio, considerará su deber para con aquellos que antes eran sus compañeros de prisión el bajar a la cueva y enseñarles la verdad y mostrarles el camino hacia arriba. Pero le será difícil convencerles, porque proviniendo de la luz del sol verá menos claras las sombras que ellos, y les parecerá a éstos más tonto que antes de su huída.
Dice Platón:
"Y ahora, voy a mostrar en una larga imagen hasta qué punto la naturaleza humana es iluminada o no. Atended: Los seres humanos viven en una cueva subterránea que tiene una abertura hacia la luz que llega por todo el recinto; aquí han estado desde la infancia, sus cuellos y sus piernas están encadenados de modo que no pueden moverse, y sólo pueden mirar ante sí, pues las cadenas les impiden volver la cabeza. Encima y detrás de ellos arde un fuego a cierta distancia, y entre éste y los prisioneros hay un camino escarpado, y si miras verás una pared baja a lo largo de él, como la pantalla que los jugadores de marionetas tienen ante sí, en la que presentan sus muñecos.
Y ves hombres que pasan por la pared llevando toda clase de recipientes, estatuas y figuras de animales de madera, piedra y distintos materiales que aparecen por encima de la pared. Unos hablan, otros callan.
Como nosotros mismos, solamente ven sus propias sombras o las de otros que el fuego proyecta en la pared opuesta de la cueva".
Este mito fue llevado a la literatura, como sabéis, por Calderón de la Barca, en La Vida es Sueño, en que Segismundo representa el personaje encadenado.
Evidentemente, la filosofía desde Platón hasta el momento actual poco tiene que ver, es una ciencia que ha avanzado muchísimo. De las cuestiones filosóficas relacionadas con la existencia de Dios se encarga la Teología, que también es ciencia y se estudia en las facultades correspondientes.
Decía y termino: De necios es meterse a discernir cuestiones sobre las que se carece de conocimientos previos, tales como disertar sobre anatomía humana sin haber visto jamás un cadáver diseccionado o sin haber estudiado medicina; sobre física cuántica sin conocer siquiera la existencia del átomo; sobre Derecho o Economía sin conocer leyes jurídicas, principios del derecho o teoría económica.
Lo dije en algún post hace tiempo: Muchos extranjeros alucinan con nosotros porque hablamos mucho y opinamos sobre todo; el ser latinos nos hace vivir con intensidad el mundo sensible, el de los sentidos; pero sentir no es conocer. En España se hace la vida en la calle, en el bar; es en el bar en donde se oyen (yo he metido en mi vida años bebiendo solo en la barra de un bar) consejos dados por ignorantes sobre medicina, derecho, economía, psicología, mecánica, electricidad y cuantas materias se pueda uno imaginar. No es fácil discernir al necio que aconseja o al entendido que generosamente presta su ayuda, porque tal distinción depende de nuestro juicio sobre él, y este juicio sólo puede darse correctamente si habla de cosas que afectan a nuestro conocimiento, es decir, si habla de derecho y yo conozco perfectamente la materia sobre la que se pronuncia.
No tenemos ni idea de Filosofía ni de Teología, nos faltan dos materias esenciales para llegar a conocer la cuestión divina que nos planteamos, pero sí sé una cosa y la voy a decir: Los dirigentes políticos envían a sus hijos a estudiar al extranjero para que se preparen correctamente en tanto politizan y limitan el contenido de los estudios en España a asignaturas "de ciencias" o de "sociales". Nadie podrá leer a Homero en griego jónico, en su lengua original; ni podrá leer la Biblia en griego helénico o en latín vulgar; todos los clásicos están vetados para los que no puedan leer y entender en su propia lengua los escritos. Se me dirá que para eso está todo traducido, afortunadamente, y es cierto; pero, no solamente fueron cayendo del listado de materias encaminadas a desasnarnos, a sacarnos de la ignoracia, el latín y el griego; cayeron la filosofía, la religión y la historia, casualmente las tres materias que tratan, sobre todo las dos primeras, del hombre como ente universal y a Dios como bien ideal. Y me pregunto: ¿No será que conviene a unos pocos que no salgamos de la caverna y sigamos viendo sólo la imagen deformada de la realidad que proyectan ante nosotros sus medios de alumbrado que son la televisión, la radio y la prensa?
¿Sabéis que os digo? Que, de los tres tipos de personas que decía Sócrates que había en los Juegos, nuestro mundo de hoy no lo gobiernan los espectadores filósofos, ni siquiera los que participan en los juegos como actores, sino la más vil y baja de las tres clases: la de los vendedores. Si os fijáis bien, constamente están intentando vendernos algo, obtener un beneficio a nuestra costa, no son trabajadores de sol a sol, no, son y visten como los vendedores, las campañas electorales son como las que hacen los vendedores. Nos prometen lo que lo que saben que podemos llegar a creer que van a cumplir, ocupan sus puestos y les pagamos durante cuatro años sueldos increíbles, dietas increíbles, protección increíble de guardaespaldas, coches blindados... ¿para protegerse de nosotros, tal vez?
La leche de marihuana, tomada en exceso o con habitualidad, puede conducir al pasotismo y desinterés por el entorno, a decir eso de: ¿Y a mí, qué? Tomada de vez en cuando, como experiencia sensorial aislada, os llevará con seguridad a preguntaros cosas que jamás os habíais planteado, a curiosear en los libros, a haceros más díscolos dentro de la caverna, a tener unas ganas enormes de soltaros las cadenas y salir a la luz. Hace unos días os explicaba mi experiencia canábica sobre la Gran Luz, igual es eso y me ha pasado lo mismo que a Platón; pero no, no temáis, sigo encadenado buscando la verdad y la luz; al igual que Sísifo estoy condenado a llevar la piedra de la vanidad hasta la cima del monte para, justo antes de coronar la cima, ver que se me cae la piedra para comenzar la ascensión de nuevo. Decía Herman Hesse que "ninguna teoría es buena para quien anda buscando la verdad, para quien la ha encontrado, cualquier teoría es buena". Dichosos aquellos que han encontrado La Verdad, en el sentido universal del término, el que procede de la razón.
Todo esto, relacionado con la transcendencia del hombre, es materia de la filosofía, sin hablar de santos ni de vírgenes, ni siquiera de Cristo. La historia de Occidente es la historia de la Filosofía, los buenos tiempos para Occidente son los buenos tiempos para la Filosofía, los malos, como aconteció entre los siglos VI y VIII, malos también para los filósofos.
Quien de verdad quiera flipar en colores con la marihuana, que compagine el colocón con el estudio y comprensión de la Filosofía, si puede y sale cuerdo de la experiencia.
Y, Haiden, perdona por estropearte el post, pero es que la leche de marihuana a mí me produce estos efectos pseudofilosóficos.