Gracias al tiempo libre gratis concedido por la putada del covid y a que un amigo me había regalado un poco de aceite CBD, que en su día me fue bastante bien, decidí plantar una mata de cannabis CBD. No era plan de ir pidiendo aceite. Compre la semilla en el grow y me regalaron tres más y la cosa se complicó. Algunas semillas germinaron y se murieron al poco tiempo y otras crecieron. Con la moral por los cielos gracias al crecimiento de una planta que cada día se ponía más bonita compré una auto para disfrutar de unos cogollos antes del largo periodo de crecimiento y floración de las feminizadas. La auto creció, se puso bonita y dio unos 40 gramos de cogollo. 30 gr los elaboré en forma de aceite para hacer una crema y un bálsamo (que ha quitado el dolor de rodilla a todo el grupo de whatsapp de octogenarias de mi madre 
). En eso que mi colega, conocedor de mi nuevo amor por la jardinería, me pide maría para fumar un porro. Yo le dije que ya no estamos para eso y que no quería la maría para fumarla sino solo como aceite terapéutico y, algún día, haría unas madalenas para hacer la broma. Pero mi amigo dijo las palabras mágicas "a que no hay huevos". Vaya.... huevos sobran para eso y para más .
En este mismo foro había leído que las autos no colocan, que si tal o cual. Por eso, para no hacer el ridículo, y porque la esposa de mi amigo es muy aficionada a las mutuas y a los médicos y a entrar en pánico, por si nos pasamos, me decido a hacer una prueba. Por si acaso. Ya he pasado el hawai 5-0 y el último porro me lo fumé en los 80
. Ni corto ni perezoso, aviso a mi santa esposa de mis planes. Ella me mira con esa cara de ya verás la que va a liar. Cojo el grinder que me habían regalado en el grow, trituro la maría y lleno el canutillo preelaborado con un papel de colores de sandía con un poco de mi preciada royal jack auto. Me siento en la terraza y me fumo el porro. Ciertamente, me dio bastante asco volver a fumar, pero por un amigo uno hace lo que sea. Aquel porro no me hizo nada y me levanté para ir a la sala, me senté en la butaca para poner la tele y de repente me doy cuenta de que no soy capaz de mover los dedos. Al cabo de un tiempo, noto como mi santa esposa me da unos guantazos para despertarme. Me había encontrado sentado en la butaca con la cabeza caída hacia delante con dificultades para respirar por la posición antiergonómica y babeando. Cuando ella me levantó la cabeza tenía los ojos abiertos pero en blanco, como Gandalf durmiendo. Yo la oía pero no la veía. Eso la asustó a ella y me confundió a mí. Siguió con los guantazos. Mi santa esposa es muy bruta. Yo solo quería que me dejara tranquilo pero no podía decírselo. Me había quedado completamente inmovilizado y ni siquiera podía hablar. Ahora es cuando empieza un pequeño calvario. Le había dicho a mi santa esposa que los malos viajes se quitaban con pimienta. Lo había leído en una de las páginas de algún banco de semillas de Internet. Ella, santa entre santas, se va a la cocina, coge el bote de pimienta negra, saca unos granos, los tritura en un mortero y me los mete en la boca. Yo sin poder impedírselo. Físicamente estaba mareado, sudaba como un gorrino y no podía moverme. Pero de mente estaba bien y consciente de mi situación intentaba aprovechar el "viaje". Algo que no conseguí porque estaba con la pimienta en la boca e intentando pedir agua mediante unos gruñidos incomprensibles. Ella, quería meterme más pimienta en la boca. En un momento dado pude mover la cabeza y entonces entendió que estaba harto de pimienta. Finalmente, usando toda mi concentración pude emitir un gruñido que se entendió. Me trajo agua, bien fresquita. Qué alivio. Me levantó la cabeza y me la acomodó con un cojín. Luego se sentó en la otra butaca. Pero después del mal trago de la pimienta le cogí miedo a mi esposa, santa entre santas. En mi paranoia agudicé el oído y solo me concentré en los movimientos de mi mujer, a la que no veía. Ella dice que tenía espasmos. Pero la verdad es que era yo que me intentaba defender de sus ataques moviendo una mano cada vez que creía oír como se iba a acercar a mí. Así estuvimos una hora. Después ya me sentí mejor, fui a la cocina y me comí un melón entero. Pero esa "pálida" me duró nada menos que unas dos horas. Os aseguro que las autos también colocan.
En los 80 los porros no eran así.
Salud y libertad
). En eso que mi colega, conocedor de mi nuevo amor por la jardinería, me pide maría para fumar un porro. Yo le dije que ya no estamos para eso y que no quería la maría para fumarla sino solo como aceite terapéutico y, algún día, haría unas madalenas para hacer la broma. Pero mi amigo dijo las palabras mágicas "a que no hay huevos". Vaya.... huevos sobran para eso y para más .En este mismo foro había leído que las autos no colocan, que si tal o cual. Por eso, para no hacer el ridículo, y porque la esposa de mi amigo es muy aficionada a las mutuas y a los médicos y a entrar en pánico, por si nos pasamos, me decido a hacer una prueba. Por si acaso. Ya he pasado el hawai 5-0 y el último porro me lo fumé en los 80
. Ni corto ni perezoso, aviso a mi santa esposa de mis planes. Ella me mira con esa cara de ya verás la que va a liar. Cojo el grinder que me habían regalado en el grow, trituro la maría y lleno el canutillo preelaborado con un papel de colores de sandía con un poco de mi preciada royal jack auto. Me siento en la terraza y me fumo el porro. Ciertamente, me dio bastante asco volver a fumar, pero por un amigo uno hace lo que sea. Aquel porro no me hizo nada y me levanté para ir a la sala, me senté en la butaca para poner la tele y de repente me doy cuenta de que no soy capaz de mover los dedos. Al cabo de un tiempo, noto como mi santa esposa me da unos guantazos para despertarme. Me había encontrado sentado en la butaca con la cabeza caída hacia delante con dificultades para respirar por la posición antiergonómica y babeando. Cuando ella me levantó la cabeza tenía los ojos abiertos pero en blanco, como Gandalf durmiendo. Yo la oía pero no la veía. Eso la asustó a ella y me confundió a mí. Siguió con los guantazos. Mi santa esposa es muy bruta. Yo solo quería que me dejara tranquilo pero no podía decírselo. Me había quedado completamente inmovilizado y ni siquiera podía hablar. Ahora es cuando empieza un pequeño calvario. Le había dicho a mi santa esposa que los malos viajes se quitaban con pimienta. Lo había leído en una de las páginas de algún banco de semillas de Internet. Ella, santa entre santas, se va a la cocina, coge el bote de pimienta negra, saca unos granos, los tritura en un mortero y me los mete en la boca. Yo sin poder impedírselo. Físicamente estaba mareado, sudaba como un gorrino y no podía moverme. Pero de mente estaba bien y consciente de mi situación intentaba aprovechar el "viaje". Algo que no conseguí porque estaba con la pimienta en la boca e intentando pedir agua mediante unos gruñidos incomprensibles. Ella, quería meterme más pimienta en la boca. En un momento dado pude mover la cabeza y entonces entendió que estaba harto de pimienta. Finalmente, usando toda mi concentración pude emitir un gruñido que se entendió. Me trajo agua, bien fresquita. Qué alivio. Me levantó la cabeza y me la acomodó con un cojín. Luego se sentó en la otra butaca. Pero después del mal trago de la pimienta le cogí miedo a mi esposa, santa entre santas. En mi paranoia agudicé el oído y solo me concentré en los movimientos de mi mujer, a la que no veía. Ella dice que tenía espasmos. Pero la verdad es que era yo que me intentaba defender de sus ataques moviendo una mano cada vez que creía oír como se iba a acercar a mí. Así estuvimos una hora. Después ya me sentí mejor, fui a la cocina y me comí un melón entero. Pero esa "pálida" me duró nada menos que unas dos horas. Os aseguro que las autos también colocan.En los 80 los porros no eran así.
Salud y libertad
