:lol: Hola a todos. Os voy a contar mi iniciación, que seguro que ha sido diferente a la de la mayoría. Bueno, cuando tenía 17 ó 18 años me había fumado algún canuto con los amigos. Casi nunca me agradaron, tal vez porque en estas primeras ocasiones lo hacíamos invitados por gente que no conocíamos bien, en sitios cerrados, con poco o ninguna ventilación y poco espacio en el que moverse. Es decir, en ambientes un poco "clustrofóbicos". En varias ocasiones me dieron taquicardias, por lo que relacionaba "porros" con malestar. Por lo tanto, al no resultarme una experiencia grata, la deseché. Por otra parte veía que algunos de mis compañeros "porretas" estaban siempre colgados, con caras de zombis, apáticos, y que nunca les apetecía hacer nada.
Pasaron los años, empezé a vivir con mi pareja. Íbamos a visitar a su padre que vive en la comunidad Valenciana, y que cultiva su propia "María". Me invitaba a fumar un porrito de cuando en cuando y yo lo aceptaba porque estaba de vacaciones (no hay que madrugar al día siguiente), en buena compañía y sabía que en el peor de los casos tenía cerca una cama en la que tirarme. Al fumar me daban pequeños bajones (tengo tendencia a tener la tensión baja, e incluso el tabaco rubio ya me la baja). Pero estos bajones eran cortos, y una vez superados, lograba tener una velada relajada y agradable. De todas formas, no me moría por fumar. Me daba lo mismo.
Pero un día ocurrió algo totalmente diferente. Mi "suegro" después de cenar me dijo: "Tengo aquí un regalito para ti". ¿Ah si?, le dije yo. ¿Y qué es?. Me contestó: "Tómate esta galletita que hace un amigo mio". ¿Pero de qué esta hecha? le pregunté. "Tu tomatela, que sino no tiene gracia" me dijo. Y así lo hice, pensando que nada malo me pasaría. Mi suegro es artista, y estaba haciendo una escultura mientras hablábamos. En la habitación estabamos él, su mujer, la mia, mi hijo de un año y yo. Tardé en sentir alguna sensación. Lo primero que sentí es una enorme sequedad (además teníasmo puesto un fuego que secaba más el ambiente). Cuando me levantaba a buscar agua notaba que la mente se me iba, pero no gran cosa y tal vez cierta torpeza de movimientos. De golpe y a lo bestia me sentí "invadido" por una gran niebla. Ahí todo fué confusión. No podía ordenar las ideas, y mucho menos hablar. Tomé conciencia de que si me dirigían la palabra, no podría contestar nada. Cogí un sonajero de mi hijo, e intenté taparme con él la cara disimulando. Me sentía observado por todos. Sentía con una vividez increible que yo observaba la escena que estaba teniendo lugar desde fuera, pero me hacía gracia estar fuera y dentro al mismo tiempo, y de golpe no pude contener un enorme estallido de risa que mi escudo protector (El sonajero) no pudo disimular. Así estuve como 9 horas. Iba al baño y me enrollaba media hora. Todo lo miraba con ojos nuevos, las cosas tenían vida propia. Cerraba los ojos y tenía dentro de mi un "caledoscopio" gigantesco, lleno de luces, colores, imágenes increibles que se sucedían como en el más bestial de los videos. Fue una flipada increible. Al día siguiente como nuevo, relajado y feliz con la única excepción de las enormes agujetas agujetas producidas por la risa.
Desde entonces hago mis propias hornadas de galletitas sabrosas. Ahora las consumo con mi chica y nos lo pasamos en grande. Como tengo 2 niños y no podemos salir mucho por ahí, los fines de semana solemos hacernos nuestra "degustación". Disfrutamos viendo buenas películas, conciertos, oyendo música, haciendo análisis de situaciones, etc. Y como no, haciendo el AMOR. Es realmente maravilloso. La María le ha dado un nuevo color a nuestras vidas.
Sólo tengo una pena. Como nosotros nunca nos movimos en ambiente de gente consumidora, los amigos que tenemos no comparten con nosotros estas vivencia, lo que nos da mucha pena, ya que en Valencia sí que tenemos amigos con quien marcarnos una noche de risa, y es genial. Pero en Galicia, donde vivimos, nos encantaría hacernos amigos de otra pareja en iguales o parecidas circunstancias a nosotros (es decir, atados por los niños), con los que podernos ir algún fin de semana ha hacer turismo rural y tener nuestro momento "especial". Yo sólo consumo por las noches, cuando ya he acabado toda la actividad, ya que cuando estoy colgao no me gusta tener ninguna obligación, ya que me relajo mucho, y lo que me gusta es charlar y reirme.
Un saludo a todos. Ser felices y buena cosecha