Relato incompleto: La vida de un adicto

Humo83

Floración
29 Mayo 2014
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LA VIDA DE UN ADICTO

Se despertó con una sensación de pesadez y espesura en la mente, al levantarse de la cama notó que su cuerpo también estaba algo dormido y al andar hacia la cocina se notaba flotando pero para nada era algo agradable. Se preparó un café con leche y azúcar y con el primer trago ingirió un comprimido de 40mg de metadona que era su dosis diaria en un programa de mantenimiento y la tomaba inmediatamente al despertar porque no quería que luego se le olvidase y ser sorprendido por una diarrea o un dolor de espalda. Contó todo el dinero que tenía, eran 20€ así que salió a la calle con un vacío en el corazón que era su estado normal y que solo las drogas llenaban dando unas horas de alivio de ese aplastante dolor existencial. Fue a una parada de autobús a esperar el 31 que era su transporte a aquel lugar que era una liberación y una condena a la vez. Llegó el bus, subió y se sentó. Por el camino iba rezando por que no hubiera policía y por que la heroina y la cocaína base fueran de suficiente calidad como para darle la analgesia emocional que requería. Llegó a la parada del desahogo, se bajó y mientras caminaba hacia el piso donde Encarna, la gitana que le daba el oxígeno existencial, comprobó con alivio que todo estaba normal, no había malos. Llamó a la puerta y le abrió un gitano ya conocido, pasó al la estancia de la compra-venta y se puso a la cola teniendo dos personas delante. Cuando estuvo ante el dispensario Encarna le recibió con un "¿Que pasa payo? ¿Que vas a querer?" en tono impersonal y sin mirarlo. Él respondió "Dos de jaco y una de base". La gitana abrió una bolsa como de 50 gramos de heroina y fue colocando muy poco a poco en la balanza digital hasta que marcó 0'22, lo metió en una bolsita de plástico que hizo sobre la marcha con un trozo de plástico arrancado de una bolsa y luego hizo lo mismo con una bolsa más o menos de la misma cantidad de cocaína base hasta que la tana marcó 1'01 y lo envolvió igual. Él le dio los 20€ mientras cogía las dos bolsitas y ella le devolvió 2€. Se guardó la heroina y la cocaína en el calcetín y se fue. Al salir a la calle fue a la ventana enrrejada de un bajo donde compró un mechero y un trozo de papel de aluminio que le dejó sin un céntimo. Volvió a su casa andando y temiendo cada segundo que la policía lo registrase, no le importaban los problemas legales sino que le arrebataran su droga que era lo que haría evitar el suicidio un día más. Llegó a su casa y entró respirando aliviado... estaba en casa y con su único soporte en la vida. Se sentó en la cama, preparó un trozo de papel albal y puso sobre el la mitad de la heroina y un tercio de la cocaína base, con un mechero por debajo convirtió el polvo en un líquido viscoso, es decir, hizo la gota. Entonces calentando la gota con un mechero por debajo (ni muy lejos porque no calienta ni muy cerca porque quema el rebujao) e inclinando el papel de aluminio en vertical a uno y otro lado iba aspirando hacia sus pulmones los vapores que despedía con un tubo hecho de papel de aluminio en la boca. Fumó la micra de heroina con la pizca de base lentamente disfrutando el sabor de cada calada y cuando quedaba una calada se la dio y la droga se carbonizo. Continuará...


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LA VIDA DE UN ADICTO

Se despertó con una sensación de pesadez y espesura en la mente, al levantarse de la cama notó que su cuerpo también estaba algo dormido y al andar hacia la cocina se notaba flotando pero para nada era algo agradable. Se preparó un café con leche y azúcar y con el primer trago ingirió un comprimido de 40mg de metadona que era su dosis diaria en un programa de mantenimiento y la tomaba inmediatamente al despertar porque no quería que luego se le olvidase y ser sorprendido por una diarrea o un dolor de espalda. Contó todo el dinero que tenía, eran 20€ así que salió a la calle con un vacío en el corazón que era su estado normal y que solo las drogas llenaban dando unas horas de alivio de ese aplastante dolor existencial. Fue a una parada de autobús a esperar el 31 que era su transporte a aquel lugar que era una liberación y una condena a la vez. Llegó el bus, subió y se sentó. Por el camino iba rezando por que no hubiera policía y por que la heroina y la cocaína base fueran de suficiente calidad como para darle la analgesia emocional que requería. Llegó a la parada del desahogo, se bajó y mientras caminaba hacia el piso donde Encarna, la gitana que le daba el oxígeno existencial, comprobó con alivio que todo estaba normal, no había malos. Llamó a la puerta y le abrió un gitano ya conocido, pasó al la estancia de la compra-venta y se puso a la cola teniendo dos personas delante. Cuando estuvo ante el dispensario Encarna le recibió con un "¿Que pasa payo? ¿Que vas a querer?" en tono impersonal y sin mirarlo. Él respondió "Dos de jaco y una de base". La gitana abrió una bolsa como de 50 gramos de heroina y fue colocando muy poco a poco en la balanza digital hasta que marcó 0'22, lo metió en una bolsita de plástico que hizo sobre la marcha con un trozo de plástico arrancado de una bolsa y luego hizo lo mismo con una bolsa más o menos de la misma cantidad de cocaína base hasta que la tana marcó 1'01 y lo envolvió igual. Él le dio los 20€ mientras cogía las dos bolsitas y ella le devolvió 2€. Se guardó la heroina y la cocaína en el calcetín y se fue. Al salir a la calle fue a la ventana enrrejada de un bajo donde compró un mechero y un trozo de papel de aluminio que le dejó sin un céntimo. Volvió a su casa andando y temiendo cada segundo que la policía lo registrase, no le importaban los problemas legales sino que le arrebataran su droga que era lo que haría evitar el suicidio un día más. Llegó a su casa y entró respirando aliviado... estaba en casa y con su único soporte en la vida. Se sentó en la cama, preparó un trozo de papel albal y puso sobre el la mitad de la heroina y un tercio de la cocaína base, con un mechero por debajo convirtió el polvo en un líquido viscoso, es decir, hizo la gota. Entonces calentando la gota con un mechero por debajo (ni muy lejos porque no calienta ni muy cerca porque quema el rebujao) e inclinando el papel de aluminio en vertical a uno y otro lado iba aspirando hacia sus pulmones los vapores que despedía con un tubo hecho de papel de aluminio en la boca. Fumó la micra de heroina con la pizca de base lentamente disfrutando el sabor de cada calada y cuando quedaba una calada se la dio y la droga se carbonizo. Entonces desenrrollo el tubo de papel de aluminio sabedor de que en el quedaban restos de heroina, heroina muy concentrada y tras dejarlo hecho una superficie llana con un tubo de plástico en la boca fumó la heroina reconcentrada del papel de aluminio del tubo en tres caladas que le dejaron un fuerte y orgasmico sabor a heroina en la boca. Continuará...

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