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La marihuana y los trastornos de la conducta alimentaria

5 August, 2015, 9:00 AM
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Durante milenios, se ha sabido que el cannabis es una forma de estimular el apetito y favorecer el consumo de alimentos, y se ha utilizado como tratamiento para la anorexia y otros trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Actualmente, la investigación está descubriendo que la relación existente entre el sistema endocannabinoide y las enfermedades como la anorexia es mucho más profunda de lo que nunca se había creido.

Investigación del cannabis para los trastornos de la conducta alimentaria

Aunque durante décadas se han realizado investigaciones sobre el cannabis como posible tratamiento para la anorexia y los trastornos de la conducta alimentaria relacionados, los resultados no siempre han sido positivos. Uno de los primeros estudios, un estudio doble ciego, cruzado y publicado en 1983, comparaba el efecto del THC con un placebo activo, el diazepam, sobre el apetito de enfermos de anorexia nerviosa, y se descubrió que la administración de THC no conducía a un aumento de la ingesta de calorías o la ganancia de peso en general sino que, de hecho, provocaba una “perturbación psíquica significativa” en algunos pacientes.

Sin embargo, en un estudio más reciente, doble ciego cruzado, se averiguó que el dronabinol, el análogo sintético del THC, producía un aumento de peso “pequeño pero significativo” en pacientes de anorexia nerviosa del sexo femenino, en comparación con el placebo, y sin causar efectos psicotrópicos negativos ni importantes.

Varios estudios de investigación sobre la anorexia en modelos animales también han demostrado que la administración de THC, u otros agonistas de los receptores cannabinoides, provocaba un aumento de peso y mejoraba el apetito en los sujetos que participaban en la prueba. Uno de los estudios reveló que, en ratones con anorexia inducida por actividad, la administración diaria de 0,5 mg de THC “disminuía la supervivencia” en el grupo de prueba, pero aumentaba la cantidad de alimento ingerido en los supervivientes. La administración diaria de un análogo sintético de la anandamida, OmDM-2 (3 mg/kg), incrementaba la cantidad de alimento ingerido sin afectar a las tasas globales de supervivencia, pero no lo suficiente como para revertir la pérdida de peso.

El cannabis como estimulante del apetito

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Los trastornos de la conducta alimentaria pueden ser muy debilitantes e incluso mortales (© S)

Aunque hay pocos estudios disponibles que investiguen, específicamente, el efecto del cannabis en el apetito de los enfermos de anorexia nerviosa, existen múltiples estudios sobre el efecto del cannabis y los cannabinoides en la forma de anorexia que puede afectar a las personas que sufren de ciertas enfermedades debilitantes, como cáncer, SIDA o hepatitis.

En un estudio de fase II sobre el efecto del THC en el apetito de pacientes con cáncer de 1994, se reveló que, de dieciocho sujetos, trece comunicaron una mejoría en el apetito tras el uso de THC, y sin sufrir efectos negativos importantes. Sobre esa base, se consideró que el cannabis era un estimulante del apetito, eficaz y seguro, para pacientes con cáncer. Sin embargo, un estudio más reciente, doble ciego controlado con placebo y realizado en 2006, no se detectaron diferencias significativas en la calidad de vida, tanto en lo que respecta al extracto de cannabis como al THC, en comparación con el placebo.

Mientras que los resultados de los diferentes estudios existentes pueden variar mucho, resulta evidente que el sistema endocannabinoide desempeña un papel importante en el control del apetito y de la alimentación. Estos estudios, realizados en el pasado, han permitido a los científicos comprender, de una manera mucho más profunda, los mecanismos subyacentes del sistema endocannabinoide y el amplio papel que desempeña en la regulación de procesos biológicos esenciales, como el apetito, la ingestión de alimentos y la saciedad.

El sistema ECyla regulación de la ingestión de alimentos

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Aunque se cree que existe un elemento psicológico, los trastornos de la conducta alimentaria también pueden tener una base genética (© S)

A medida que nuestra comprensión del sistema endocannabinoide avanza, empieza a tomar forma el papel que juega en el desarrollo y control de enfermedades como la anorexia.

Un estudio, publicado en 2005, descubrió que los niveles sanguíneos del cannabinoide endógeno anandamida aumentaban significativamente en los enfermos de anorexia nerviosa y trastorno por atracones, mientras que se mantenían normales en los pacientes con bulimia nerviosa. Los investigadores también averiguaron que los niveles de anandamida estaban relacionados, inversamente, con los niveles de grelina, otra molécula que participa activamente en la regulación del apetito y la ingesta de alimentos.

La relación entre la señalización de la grelina y el sistema endocannabinoide se ha estudiado ampliamente, y se ha observado que el THC puede actuar, con eficacia, como sustituto de la grelina en los pacientes con cáncer que reciben quimioterapia. El papel de la grelina consiste en estimular el sistema nervioso periférico y finalmente el cerebro, con el fin de producir sensaciones de hambre cuando el estómago está vacío. Si se produce una ausencia de grelina por alguna razón (en pacientes que reciben quimioterapia, ciertos medicamentos inhiben la liberación de grelina), no se manifiesta la sensación de hambre, ni siquiera cuando el estómago está vacío, y el paciente puede convertirse en anoréxico.

Teniendo en cuenta que la anandamida cumple muchas de las mismas funciones biológicas que el THC, es comprensible que en los pacientes con trastorno por atracones, una gran cantidad de anandamida favorezca una ingesta excesiva de alimentos. No está claro por qué los pacientes con anorexia nerviosa no experimentan (o pueden resistir) el deseo de comer con una cantidad parecida de anandamida.

¿Podría un sistema EC disfuncional causar anorexia?

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El cáñamo con alto contenido en CDB se ha utilizado como supresor del apetito en China durante siglos (© twicepix)

El sistema endocannabinoide no sólo es fundamental para la regulación del apetito y la ingestión de alimentos, sino que, a día de hoy, se cree que la anorexia nerviosa y los trastornos relacionados podrían, de hecho, ser producidos por desequilibrios subyacentes que podrían corregirse con terapias específicas de cannabinoides.

En un estudio reciente, los investigadores examinaron los cerebros de mujeres anoréxicas, bulímicas y sanas, utilizando la topografía de emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés). Descubrieron que las enfermas de anorexia nerviosa presentaban un incremento general significativo en la densidad del receptor CB₁ en las regiones corticales y subcorticales del cerebro, mientras que tanto las bulímicas como las anoréxicas presentaban una importante mayor densidad del receptor CB₁ en una región concreta del cerebro conocida como corteza insular. También se descubrió que los niveles de endocannabinoides de origen natural eran significativamente inferiores tanto en las mujeres bulímicas como en las anoréxicas, especialmente en la corteza insular.

Los investigadores sugirieron que en los enfermos de anorexia, el aumento global de la densidad del receptor CB₁ podría ser un mecanismo de compensación para un sistema endocannabinoide poco activo. También observaron que el aumento de la densidad del receptor CB₁ en la corteza insular de ambos grupos, bulímicas y anoréxicas, es probable que esté relacionado con la disfunción subyacente del sistema de placer-recompensa, ya que se sabe que la corteza insular cumple una función esencial en estos procesos.

También se han realizado varios estudios que investigaban la posibilidad de que las mutaciones en los genes relacionados con el sistema endocannabinoide puedan hacer que los portadores sean más susceptibles a sufrir trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia. En un estudio publicado en 2009, se llegó a la conclusión de que un polimorfismo de un solo nucleótido en el gen CNR1, que codifica la expresión de los receptores cannabinoides del tipo I, así como un segundo polimorfismo en un gen que controla la producción de la molécula de FAAH, que resulta de la degradación de la anandamida, pueden contribuir a presentar una sensibilidad biológica a la anorexia y a la bulimia nerviosa.

El consumo de cannabis por parte de los enfermos de anorexia

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Las mujeres anoréxicas son más propensas a consumir cannabis, alcohol y tabaco que la población general (© shjauzmn)

Existen varios estudios que han evaluado la tasa de uso y abuso de sustancias por parte de las personas que sufren de trastornos de la alimentación, y se han demostrado que la del cannabis es más alta que la media, aunque esto también ocurre con el alcohol, tabaco y otras sustancias. Parece que el cannabis es la droga ilegal más consumida por los enfermos que padecen trastornos de la alimentación, aunque no resulta sorprendente dado que es la droga ilegal más consumida en todos los ámbitos.

No se han realizado estudios sobre la posibilidad de que el consumo de cannabis pudiera provocar anorexia o facilitar a los enfermos su compromiso con la tarea de morirse de hambre, pero hay indicios de que el cannabis puede suprimir el apetito en ciertas circunstancias. De hecho, en China, el cannabis se ha utilizado como un inhibidor del apetito durante siglos.

No obstante, la investigación indica que este efecto depende de la presencia de altos niveles de CDB o THCV, dos cannabinoides que han demostrado sus propiedades para atenuar el apetito. Las investigaciones realizadas por la compañía británica dedicada a la ciencia de los cannabinoides, GW Pharmaceuticals, creadores del spray bucal Sativex a base de cannabinoides, confirmaron que los dos cannabinoides ejercen un efecto supresor del apetito cuando se administra en ratones.

El efecto se deriva del hecho de que los compuestos son un antagonista y un agonista inverso de los receptores cannabinoides, y bloquean los efectos estimulantes del apetito de los agonistas, tales como la anandamida o el THC. GW Pharmaceuticals solicitó en 2008 lapatente para un nuevo medicamento supresor del apetito basado en las dos moléculas, pero no está claro si el medicamento ya se ha desarrollado.

En cualquier caso, es poco probable que los anoréxicos que consumen cannabis consigan cannabis que contenga niveles más altos de CDB o THCV que de THC, ya que es probable que dichas variedades sean de cáñamo. Sin embargo, si se confirma la hipótesis de que la causa subyacente de la anorexia es un sistema endocannabinoide disfuncional, el consumo de cannabis con alto contenido en THC puede proporcionar una mayor recompensa subjetiva a los que carecen, o son incapaces, de utilizar eficazmente la anandamida, el análogo endógeno del THC.

Queda mucha investigación por delante antes de que nuestra comprensión del sistema endocannabinoide sea lo bastante completa como para permitirnos entender totalmente su relación con el desarrollo y el control de enfermedades como la anorexia nerviosa. Sin embargo, está claro que su papel es fundamental, y que una comprensión más profunda nos permitirá desarrollar terapias específicas para la anorexia, la bulimia y los diferentes trastornos relacionados.

Por Seshata

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