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México también tiene su museo cannábico

19 July, 2019, 18:00 PM
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En medio de la controversia sobre la legalización del consumo recreativo de la marihuana, en la nación latinoamericana ya existe una muestra dedicada a esta planta.

En el primer Museo del Cáñamo y la Marihuana de México se exhiben medicamentos, cervezas, ropa, cosméticos, autopartes y materiales de construcción, según publica RT.

El museo funciona en un antiguo edificio en la que es considerada la calle más transitada de América Latina con el paso diario de 350.000 personas, en pleno corazón de Ciudad de México.

En ese edificio dedicado al cáñamo y la marihuana de ese país, es donde continúa el debate legislativo sobre la posible legalización del uso lúdico y recreativo de la planta.

Se trata de una muestra reunida en 20 años con alrededor de 100 objetos, dispuestos en un espacio de aproximadamente 40 metros cuadrados, en el número 28 de la calle de Madero.

El local abrió sus puertas al público de manera permanente en diciembre de 2018, casi un mes después de que una iniciativa de ley fuera presentada en el Senado mexicano por legisladores afines al presidente Andrés Manuel López Obrador, para regularizar el consumo, la comercialización y el uso de los derivados de la marihuana con fines medicinales.

Una vida en el museo

Julio Zenil es el fundador del Museo del Cáñamo y la Marihuana, primero en su tipo en México, que tiene como objetivo educar a las personas en los diferentes usos de la planta.

“Lo que pasa aquí es que los chavos tienen su primer contacto con la marihuana en la calle, en lugar de que primero les llegue la información y que puedan tener un consumo informado, sobre todo, cuando es un tema ilegal y no te quieres meter en problemas, pero ni siquiera las facultades de Medicina han tocado el tema de manera seria”, explica.

Según el Reporte Mundial de Drogas 2018, realizado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), México es el mayor productor de marihuana a nivel global, con 6.574.104 toneladas en 2016.

Le sigue Estados Unidos, con 5.346.721 toneladas, y Marruecos, con 35.652 toneladas para el mismo año.

El museo, inspirado en los de Barcelona (España), Berlín (Alemania) y Montevideo (Uruguay), es el último intento de Julio por impulsar la educación respecto al uso del cannabis.

En el año 2000 realizó el documental “Mundo Cannábico Europa”, en el cual diversas personalidades expertas en el tema sostienen que el consumo de la planta no está asociado ni al crimen ni a la violencia.

Después vino la organización de la marcha por la despenalización, que se ha seguido realizando de manera regular en México.

Además, desde hace 4 años, el país cuenta con la muestra ExpoWeed y la publicación de la revista Cáñamo, que enfrenta una controversia en la Suprema Corte al considerar que su contenido es “contrario a la moral pública y a las buenas costumbres”.

Consumo informado

“Yo fumé antes de tener información y debía haber sido al revés”, dice claramente Julio.

Parte de la población mexicana ha estigmatizado una planta sobre la que cada vez hay más evidencia de que, bajo supervisión médica, representa una opción en pacientes que no responden a terapias convencionales.

“Es parte de una campaña mediática que se ha implementado desde los Gobiernos, que es satanizar una planta que tiene miles de usos, el fumar es uno de ellos, y el gravísimo error que se comete es compararla con drogas como la cocaína”, comenta Julio.

Un espacio fijo

El Museo del Cáñamo y la Marihuana se promociona a través de redes sociales, además de tener deambulando por las calles del centro histórico de Ciudad de México a un chico disfrazado de la planta repartiendo publicidad.

Anteriormente, estuvo instalado por un par de meses en la colonia Roma de la capital mexicana.

También tuvo una muestra itinerante en las cámaras de diputados y senadores de México “para educar a los tomadores de decisiones acerca de las bondades de la planta”, según señala Julio.

“Creo que los legisladores, en general el Gobierno, si no ve un beneficio directo o la forma de tener el control de las cosas por completo, no va a regular su consumo. Y eso está perjudicando a muchas personas que realmente necesitan tratamientos”, afirma. 

El museo recibe alrededor de 300 visitas al mes, entre niños y adultos.

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