Frente a las antiguas teorías de que el castellano o español tiene su origen en las Glosas Emilianenses o Silenses, encontradas en San Millán de la Cogolla y en Santo Domingo de Silos, ambas en La Rioja y cuando ésta formaba parte del llamado "Reino de Nájera", bajo la corona del rey de Navarra, hace ya unos cuantos años que los filólogos manifiestan que es imposible que de dichas glosas se derivase la lengua castellana, porque contiene fragmentos de romance navarro-aragonés que hacen sospechar que dichas glosas fueron redactadas en algún monasterio del Pirineo y llevadas posteriormente a La Rioja.
Digo, frente a dichas teorías ha surgido la nueva teoría que establece que la cuna del castellano o español es Alava.
El castellano nació en tierras alavesas:
El franciscano Saturnino Ruiz de Lóizaga rastrea evidencias sobre el origen de la lengua en las abadías fronterizas de Álava y Burgos
(El Correo-Vitoria, 07/09/2003)
Sus desvelos le han llevado a descubrir las primeras trazas de castellano en el Cartulario de Valpuesta, las anotaciones diarias de un monasterio del valle de Valdegovía y un manantial de conocimiento para quien guste de esas delicias.
La diócesis de Valpuesta se funda en 804, cuando las razzias y correrías de los musulmanes hicieron de estas tierras perdidas en el valle, un lugar seguro. La zona bulle de monasterios: Valvanera, San Millán, Oña, Bujedo... ricas fundaciones porque los hombres de la época hacían ingentes donaciones a los monjes para garantizarse un sitio en el cielo. «Lo donaban todo al morir, desde el molino a la módica gallina. Era una garantía de que te salvabas. Y como vivían poco, unos 40 ó 50 años, pensaban sobre todo en el más allá. Daban lo mejor a Dios. Y pedían ser enterrados en el monasterio para ser arrullados por los cantos de los monjes».
En esas daciones -como la que Salvador y su mujer Jimena hacen al atrio de Valpuesta de una tierras en Entrambasguas, en San Millán de Sanzadornil- aparecen las primeras letras castellanas. Ya lo anotó Menéndez Pidal. Lógico. Los textos de San Millán de la Cogolla son posteriores a los de la abadía del valle medianero. Saturnino, que ha publicado 13 libros (algunos pagados de su propio bolsillo) y un centenar de artículos sobre la materia, no tiene dudas al respecto. «Algunas palabras del romance diario se escapan de la pluma que quiere escribir en latín», dice. Las primeras frases en romance datarían del año 935: «potro castanio et pielle», sería una de ellas. Por esas fechas, un monje escribió que una tal Guntroda (¿hermoso nombre!) entregó al convento un «potro castano y una piel». Más claro agua, viene a decir Lóizaga que enumera otras palabras-tesoro como andadura, cabeciles, calçada, casa, corro, cuencas, novillo, orreo, ovelia...
Palabras, apunta, usadas por los repobladores norteños y vascos de estas tierras que aparecen también en el Cartulario del cercano monasterio de Bujedo. «Pero esa historia se está ocultando. La cultura que se enseña a los niños en los colegios es mentira, se les hace renegar de su pasado. No, ya no hay nada que hacer, la intoxicación es demasiado severa. ¿Cómo se atreven a cambiarle el nombre a Salinas, que es el pueblo más castellano de Álava y el menos alavés? Vivo entre el silencio de los corderos, dominado por la angustia y el hartazgo. He pasado muchas noches sin dormir, desvelado por todo este proceso», confiesa. «Aquí, al lado del Ebro, tenemos la mejor cultura del siglo X al XV, pero no se toma en cuenta y la están haciendo desaparecer. ¿Esperanzas? Ninguna. Debería usted haber venido hace 15 años».
http://www.valpuesta.com/NOTICIA-08.php
SIN PALABRAS.
Digo, frente a dichas teorías ha surgido la nueva teoría que establece que la cuna del castellano o español es Alava.
El castellano nació en tierras alavesas:
El franciscano Saturnino Ruiz de Lóizaga rastrea evidencias sobre el origen de la lengua en las abadías fronterizas de Álava y Burgos
(El Correo-Vitoria, 07/09/2003)
Sus desvelos le han llevado a descubrir las primeras trazas de castellano en el Cartulario de Valpuesta, las anotaciones diarias de un monasterio del valle de Valdegovía y un manantial de conocimiento para quien guste de esas delicias.
La diócesis de Valpuesta se funda en 804, cuando las razzias y correrías de los musulmanes hicieron de estas tierras perdidas en el valle, un lugar seguro. La zona bulle de monasterios: Valvanera, San Millán, Oña, Bujedo... ricas fundaciones porque los hombres de la época hacían ingentes donaciones a los monjes para garantizarse un sitio en el cielo. «Lo donaban todo al morir, desde el molino a la módica gallina. Era una garantía de que te salvabas. Y como vivían poco, unos 40 ó 50 años, pensaban sobre todo en el más allá. Daban lo mejor a Dios. Y pedían ser enterrados en el monasterio para ser arrullados por los cantos de los monjes».
En esas daciones -como la que Salvador y su mujer Jimena hacen al atrio de Valpuesta de una tierras en Entrambasguas, en San Millán de Sanzadornil- aparecen las primeras letras castellanas. Ya lo anotó Menéndez Pidal. Lógico. Los textos de San Millán de la Cogolla son posteriores a los de la abadía del valle medianero. Saturnino, que ha publicado 13 libros (algunos pagados de su propio bolsillo) y un centenar de artículos sobre la materia, no tiene dudas al respecto. «Algunas palabras del romance diario se escapan de la pluma que quiere escribir en latín», dice. Las primeras frases en romance datarían del año 935: «potro castanio et pielle», sería una de ellas. Por esas fechas, un monje escribió que una tal Guntroda (¿hermoso nombre!) entregó al convento un «potro castano y una piel». Más claro agua, viene a decir Lóizaga que enumera otras palabras-tesoro como andadura, cabeciles, calçada, casa, corro, cuencas, novillo, orreo, ovelia...
Palabras, apunta, usadas por los repobladores norteños y vascos de estas tierras que aparecen también en el Cartulario del cercano monasterio de Bujedo. «Pero esa historia se está ocultando. La cultura que se enseña a los niños en los colegios es mentira, se les hace renegar de su pasado. No, ya no hay nada que hacer, la intoxicación es demasiado severa. ¿Cómo se atreven a cambiarle el nombre a Salinas, que es el pueblo más castellano de Álava y el menos alavés? Vivo entre el silencio de los corderos, dominado por la angustia y el hartazgo. He pasado muchas noches sin dormir, desvelado por todo este proceso», confiesa. «Aquí, al lado del Ebro, tenemos la mejor cultura del siglo X al XV, pero no se toma en cuenta y la están haciendo desaparecer. ¿Esperanzas? Ninguna. Debería usted haber venido hace 15 años».
http://www.valpuesta.com/NOTICIA-08.php
SIN PALABRAS.