Hombre, a mi esto de prohibir siempre me suena mal desde el principio, pero os voy a contar el origen de esta moda, porque tiene un nombre, y es un chaval menor de 30 años. Se llama Jamie Oliver, es un cocinero de estos de la BBC, muy pijiyo pero con las ideas en su sitio. Digamos que en UK popularmente es "el cocinero de los recién emancipaos".
A este chaval le dio por hacer un programa cocinando para niños en un colegio, y durante la pre-producción se encontró con que los pocos colegios que ofrecían comida a los alumnos daban auténtica mierda frita, palitos de pescao y esas cosas, lo peor de lo peor, pero el resto se alimentaba hasta llegar a casa por la tarde de papas fritas de bolsa y refrescos de esos, hasta seis o siete que se bajaban algunos a diario en el recreo del almuerzo. Como consecuencia, los niños estaban gordos, muy gordos, gordísimos, como los americanos, uno de cada dos mostraba sobrepeso.
El tío cambió el tono lúdico de programa por una especie de campaña en la que se dedicaba a ir por los colegios y contratar empresas de catering, incluso pubs, todo esto con unos cálculos de coste milimétricos que acabaron convenciendo y el ejemplo empezó a cundir. Su programa se convirtió en máxima audiencia. Muy buen programa, por cierto, al final te dan ganas de darle un abrazo de agradecimiento.
No contento con el éxito, se dio cuenta de que había que hacer algo para mantenerlo, y entonces decidió literalmente "acosar" a Tony Blair hasta que le concedió una audiencia, virtualmente chantajeándole vía TV y personalmente acudiendo a las apariciones públicas del PM buscando un minuto.
Por fin se dio la cita y el gran Jamie acorraló de tal manera a Tony Blair que este no tuvo más remedio que llevar el asunto al congreso, o quedar como culpable. Se aprobó un plan para mejorar la dieta de 300 millones de libras hasta el 2010, renovables según resultados, para que los colegios tuviesen cocina.
Y aún no contento con estos resultados, el tío empezó a calcular el origen del daño y se dio cuenta que tres cuartas partes de las calorías venían del enganche nacional a las barritas de chocolate y los refrescos, y que ciertas multinacionales de la alimentación utilizaban medios de presión y lobbying para conseguir contratos de poner máquinas, sobornando rectores y lo que hiciese falta, con lo que el paso más práctico era retirar las maquiniyas de los colegios y universidades.
El resultado actual funciona en forma de "spin" y se ha ampliado a otros sectores además de la dieta colegial, como restaurantes y supermercados que ahora han mejorado la calidad de los productos palpabilísimamente. En Gran Bretaña, hoy, 2006, es posible lo que nunca se creyó posible: COMER BIEN, sin tener que recurrir a los restaurantes indios y pakistanís que, por otro lado, siguen siendo los mejores.
Ese paso puede que para los prohibicionistas sea una vuelta gratis al tren de la bruja, pero a medida que se expande por Europa parece una de las pocas cosas que, sin planteárselo demasiado, están saliendo bien. No van a ser todo palos.