Con motivo de la ansiedad y de las manifestaciones de varios foreros que expresaban su angustia vital, no sabiendo muy bien si era debida a consumo de marihuana (no me parece correcto comparar la marihuana con la cocaína, por ejemplo, metiéndola en el mismo concepto: drogas; ya que, incluso desde el ámbito jurídico, se distingue entre "drogas blandas" y las que "causan grave daño a la salud") o a una causa anterior o distinta; digo, como motivo de la ansiedad puse en este foro varios artículos o capítulos sobre la psicoterapia basada en la razón, comenzando por el tema de la emociones.
Me consta que es largo, pero no se trata de leerlo todo forzosamente de una vez, es mejor detenerse y analizar el contenido.
En líneas generales, hace tiempo que los biólogos sociales, tras exhaustivos estudios, determinaron que los factores que contribuyen a la salud, en sentido amplio, y del bienestar son: biológicos (14%), medio ambiente y estilo de vida (66%), asistencia sanitaria (20%).
Se observa que los factores biológicos han ido perdiendo importancia, en tanto nuestros propios comportamientos (comer y beber en exceso, consumir sustancias dañinas, vida sedentaria, relaciones sexuales irresponsables, vida malvivida entre la prisa y el estrés, etc.) suponen las dos terceras partes de las causas que pueden perjudicar nuestra salud.
Más concretamente, nuestra salud mental depende de:
1) El lote de desgracias que nos caiga en suerte en la vida. Los especialistas les llaman "Acontecimientos Vitales Estresantes" (AVEs).
2) Los recursos personales con que contamos para hacerles frente.
3) Las válvulas de escape con que contemos y los hombros sobre los que podamos llorar. Los especialistas les llaman "Red de Apoyo Social" (RAS).
4) Nuestra constitución biológica, hoy por hoy inmutable, tal vez mañana pueda ser objeto de manipulación genética.
Las desgracias vienen solas y cada uno tenemos nuestro lote de AVEs preparado, que nos llegarán, tarde o temprano. Nuestros recursos personales hacen que nos enfrentemos a ellas de uno u otro modo (cómo resolvemos los miedos y angustias, cómo afrontamos nuestras dificultades interpersonales, cómo desconectamos del trabajo y de las preocupaciones, cómo nos relajamos y descargamos tensiones con el deporte, etc.), porque sí son cultivables estos recursos, potenciando nuestra RAS.
Cuando a una persona le cae un lote excesivo de AVEs, debe acudir a un psicólogo clínico, pasando por el médico de cabecera, que suele derivar a un psiquiatra en vez de a un psicólogo clínico experimentado, y probablemente el psiquiatra tirará de receta, por falta de tiempo para analizar adecuadamente el caso. Si el afectado es menor de 16 años, accede primero, obligatoriamente, al psicólogo clínico especialista.
Concluyo: En España, la psicología clínica, amparada por la cobertura del sistema público de salud, está en pañales, por razón de la carencia de médicos suficientes, lo que hace que no se pueda dedicar a cada afectado el tiempo suficiente.
Ante estas carencias, que no son resolubles ni a medio plazo, cada uno de nosotros tenemos que intentar saber cómo podemos superar los problemas que nos surgen, esos acontecimientos vitales estresantes (AVEs), que podemos aumentar o disminuir en sus efectos para con nosotros si sabemos controlar nuestras emociones, al menos parcialmente.
Estamos sujetos y destinados irremisiblemente a ver morir a nuestros seres queridos (a no ser que nosotros lo hagamos antes o nos vayamos a una isla desierta), a sufrir enfermedades propias y ajenas, a tener reveses de todo tipo en la vida, a que no nos acepten personas queridas y desconozcamos la razón de ese rechazo, a no desarrollar un trabajo plenamente deseado, etc.
Para evitar nuestro derrumbamiento interior, deberemos reforzarnos internamente teniendo una noción del modo en que las ideas negativas se introducen en nuestro pensamiento, trocándolas por el método de la confrontación en ideas menos destructivas y más realistas.
Cuando se deja de ser un niño caprichoso, se sabe perfectamente que no es posible tenerlo todo, y que la vida nos espera con sus AVEs, con sus amarguras, pero tenemos la obligación de superarlas. Un rechazo amoroso puede llevar al suicidio a una persona que sólo basa su existencia en la presencia del otro, del que rechaza, y es lo que conviene evitar. No digo que sea agradable el rechazo, no, es algo inconveniente, pero no es el fin del mundo y ese rechazo puede servir de aprendizaje, al menos en el sentido de que los demás no tienen por qué querernos, ni aunque fuésemos los más esbeltos, ricos, inteligentes y santos.
La marihuana aumenta, como una lupa, el estado interior, pero no lo modifica.
La marihuana afectaría, en todo caso, a la voluntad, estimulando la pasividad y el aislamiento en personas con esta tendencia.
Es decir, considero que la marihuana no tiene nada que ver con la angustia, simplemente sacaría a relucir al exterior un estado prelatente ya existente, o aumentaría un estado de ánimo prevalente en la persona en ese momento.