Yo siempre creí que el bonsái provenía del tradicional sadismo japonés y era completamente artificial. Verlos me produce una contradicción, por un lado son fascinantes y por otro, algo extraño. Algo que me recuerda a Blade Runner, a Frankenstein, a aquella cosa que es lo que no debió ser. El poderío de un árbol reducido a la delicadeza de una flor. Un alma descomunal puesta en un cuerpo claustrofóbico, como un genio atrapado en una lámpara, aquella alma original se vuelve resentida. Al ver un bonsái detenidamente se transluce un alma perversa. Esta sensación me produce temor y atractivo al mismo tiempo, algo así como encontrarse frente a frente con la lámpara de Aladino, y el genio perverso presto a tentarnos con cumplirnos nuestros sueños a cambio de su libertad vengadora. Quizá me ponga a aprender esas técnicas complejas, pagando el precio de andar atrofiando almas gigantes en post de iluminar las partes oscuras de la mía.
Hueso tenés bibliografía para recomendar al respecto, talleres, lugares donde se aprendan las técnicas?
Saludos