Anoche tuve un sueño muy horrible. Me molaría compartirlo aquí.
"Todo iba relativamente bien un día normal en la universidad. La facultad estaba llena de gente de todas las carreras que se impartían en la isla. No sé cómo se desenvolvió la situación como para llegar a lo que me pasó a continuación, pero de repente vi a Mila. Ella estaba caminando por los pasillos de techo inexistente (el escenario era psicodélicamente indescriptible) con seguridad y confianza; parecía una persona muy fuerte mentalmente, atractiva y hermosa. Yo estaba saliendo con ella y todo era normal, como en la vida real: llevábamos cuatro años, éramos una pareja feliz y la gente asumía que estábamos juntos. Muchos chicos la miraban, y en especial dos: yo y un tal Ramesh Melwani (que por cierto, fuera del sueño, este es un tío que me quiere agregar al facebook y yo no tengo ni zorra idea de quién es).
La sensación que no quiero volver a experimentar, la angustia, la desolación y un vacío descomunal empezaron a abrirse camino en el momento en el que fui consciente de las miradas de complicidad entre este chico y Mila. Sin embargo, cuando estas sensaciones alcanzaron su punto más álgido fue en el momento en el que Mila pasó al lado mío sin hacerme caso, en dirección a Ramesh, para besarlo y abrazarlo con pasión. Se me cayó el mundo a los pies.
No entendía qué había pasado; se suponía que todo era normal entre nosotros y yo no tenía ni idea de la existencia de este chico (al menos no en el sueño). Por cierto, cabe decir que era un tío bastante feo: era bizco, tenía manchas en la cara, muchos granos y los rasgos duros y un poco deformes. No sé si fue precisamente por eso por lo que todo el mundo empezó a observar mi cara de idiota contemplando el espectáculo entre Ramesh y Mila… y comenzaron todos a reírse de mí.
Decidí que esto necesitaba una explicación, por lo que fui directo a Mila. Pero ella se alejaba de mí. Se separó de Ramesh y siguió caminando, tan natural, dejando una estela de gracia que a muchos embelesaba. La alcancé y tuvimos una conversación de la cual no me acuerdo muy bien, pero en la que básicamente Mila me confesaba que tenía que compensar un vacío que yo le había creado en su vida, vacío que paliaba “viéndose” con Ramesh (por lo visto llevaban bastante tiempo viéndose y yo no tenía ni idea).
Ella seguía caminando mientras yo le hablaba, pero como que no terminaba de hacerme mucho caso. Yo no paraba de preguntarle cosas, de pedirle explicaciones, de gritarle, de gritarle muy fuerte, de llorar, de sentir vergüenza porque todo el mundo se iba riendo de mí, de estar confuso porque el mundo se había vuelto muy caótico. En cualquier caso, conseguí convencerla de que viniera conmigo al coche a hablar del asunto, y aceptó. No obstante, cabe decir que todo el tiempo que estuvo hablando conmigo lo hacía como si yo le importara bastante poco (por no decir nada), con una sonrisa obvia (para ella) en la cara y mirando a otro lado que no fueran mis ojos.
Yo seguía preguntándole cosas y gritándole, de hecho estaba empezando a notar que me estaba fallando la voz. No me acuerdo muy bien en qué quedó la cosa, pero yo arranqué el coche por algún motivo, y pasamos de estar hablando en las afueras de la facultad a estar en la Rambla de Santa Cruz. Estábamos parados en un semáforo, todavía hablando. Bueno, yo hablando y ella con la misma actitud que antes. Yo seguía oyendo barullo a mi alrededor, en el que distinguía claramente las burlas hacia mí. De repente, el semáforo se pone verde y yo voy a embragar, pero el coche se monta sobre las ruedas traseras y damos unas vueltas hacia atrás. Lo primero en lo que pensé fue en Mila, y lo segundo fue en la bronca que me iba a llevar cuando llegara a mi casa.
Mila estaba bien, pero se le había trabado el vestido en algún gancho del coche y se le había bajado el vestido y el sujetador. Normalmente, esto haría que cualquier chica sienta vergüenza, enfado, y prisa en volver a colocar todo en su sitio. Pero ella no, ella simplemente estaba enfadada conmigo; le daban igual los montones de chicos que aparecieron para mirarle las tetas. De hecho parecía que le gustaba.
El problema fui yo. El “accidente” me dejó cojo de una pierna y me creó un problema en el habla. No podía hablar con claridad y me costaba articular palabras. Realmente, creo que no fue que me quedara cojo, sino que algo le pasó a mi sistema nervioso y se me paralizaron algunas funciones del cuerpo. Yo estaba muy asustado; me estaba dando cuenta de una realidad inminente: mi vida ahora va a ser algo completamente distinto con este problema. Teniendo en un segundo plano las preocupaciones que me surgían a raíz de mi invalidez, Mila se iba alejando, como si yo no existiera, y yo veía cómo se reencontraba con Ramesh y desaparecían de mi vista.
Mi único objetivo ya era llegar a mi casa y pensar que todo esto me estaba pasando por estar muy colocado, y que al día siguiente estaría bien… pero no. Mientras caminaba, solo, patético, sin poder hablar bien, sin poder caminar bien, se iban sucediendo distintos escenarios a mi paso: una calle oscura y larga, que dejaba a un lado una urbanización horrible y al otro un barranco; una plaza llena de adictos, jugando al fútbol, con ropas harapientas y sucias; una ciudad en la que estaba perdido y la gente no me ayudaba.
Todo había cambiado y nada tenía sentido. Me había quedado inválido, la chica de mi vida se me había escapado delante de mis narices y no tenía ningún sitio donde caerme muerto. La única solución era obvia. Fue entonces cuando me di cuenta que mi problema de habla era que tenía la garganta seca de haber fumado Original Amnesia y me desperté justo antes de tirarme del puente."
No sé si fue por la hierba pero Dios... hacía mucho que un sueño no me tocaba tanto.
Paz
"Todo iba relativamente bien un día normal en la universidad. La facultad estaba llena de gente de todas las carreras que se impartían en la isla. No sé cómo se desenvolvió la situación como para llegar a lo que me pasó a continuación, pero de repente vi a Mila. Ella estaba caminando por los pasillos de techo inexistente (el escenario era psicodélicamente indescriptible) con seguridad y confianza; parecía una persona muy fuerte mentalmente, atractiva y hermosa. Yo estaba saliendo con ella y todo era normal, como en la vida real: llevábamos cuatro años, éramos una pareja feliz y la gente asumía que estábamos juntos. Muchos chicos la miraban, y en especial dos: yo y un tal Ramesh Melwani (que por cierto, fuera del sueño, este es un tío que me quiere agregar al facebook y yo no tengo ni zorra idea de quién es).
La sensación que no quiero volver a experimentar, la angustia, la desolación y un vacío descomunal empezaron a abrirse camino en el momento en el que fui consciente de las miradas de complicidad entre este chico y Mila. Sin embargo, cuando estas sensaciones alcanzaron su punto más álgido fue en el momento en el que Mila pasó al lado mío sin hacerme caso, en dirección a Ramesh, para besarlo y abrazarlo con pasión. Se me cayó el mundo a los pies.
No entendía qué había pasado; se suponía que todo era normal entre nosotros y yo no tenía ni idea de la existencia de este chico (al menos no en el sueño). Por cierto, cabe decir que era un tío bastante feo: era bizco, tenía manchas en la cara, muchos granos y los rasgos duros y un poco deformes. No sé si fue precisamente por eso por lo que todo el mundo empezó a observar mi cara de idiota contemplando el espectáculo entre Ramesh y Mila… y comenzaron todos a reírse de mí.
Decidí que esto necesitaba una explicación, por lo que fui directo a Mila. Pero ella se alejaba de mí. Se separó de Ramesh y siguió caminando, tan natural, dejando una estela de gracia que a muchos embelesaba. La alcancé y tuvimos una conversación de la cual no me acuerdo muy bien, pero en la que básicamente Mila me confesaba que tenía que compensar un vacío que yo le había creado en su vida, vacío que paliaba “viéndose” con Ramesh (por lo visto llevaban bastante tiempo viéndose y yo no tenía ni idea).
Ella seguía caminando mientras yo le hablaba, pero como que no terminaba de hacerme mucho caso. Yo no paraba de preguntarle cosas, de pedirle explicaciones, de gritarle, de gritarle muy fuerte, de llorar, de sentir vergüenza porque todo el mundo se iba riendo de mí, de estar confuso porque el mundo se había vuelto muy caótico. En cualquier caso, conseguí convencerla de que viniera conmigo al coche a hablar del asunto, y aceptó. No obstante, cabe decir que todo el tiempo que estuvo hablando conmigo lo hacía como si yo le importara bastante poco (por no decir nada), con una sonrisa obvia (para ella) en la cara y mirando a otro lado que no fueran mis ojos.
Yo seguía preguntándole cosas y gritándole, de hecho estaba empezando a notar que me estaba fallando la voz. No me acuerdo muy bien en qué quedó la cosa, pero yo arranqué el coche por algún motivo, y pasamos de estar hablando en las afueras de la facultad a estar en la Rambla de Santa Cruz. Estábamos parados en un semáforo, todavía hablando. Bueno, yo hablando y ella con la misma actitud que antes. Yo seguía oyendo barullo a mi alrededor, en el que distinguía claramente las burlas hacia mí. De repente, el semáforo se pone verde y yo voy a embragar, pero el coche se monta sobre las ruedas traseras y damos unas vueltas hacia atrás. Lo primero en lo que pensé fue en Mila, y lo segundo fue en la bronca que me iba a llevar cuando llegara a mi casa.
Mila estaba bien, pero se le había trabado el vestido en algún gancho del coche y se le había bajado el vestido y el sujetador. Normalmente, esto haría que cualquier chica sienta vergüenza, enfado, y prisa en volver a colocar todo en su sitio. Pero ella no, ella simplemente estaba enfadada conmigo; le daban igual los montones de chicos que aparecieron para mirarle las tetas. De hecho parecía que le gustaba.
El problema fui yo. El “accidente” me dejó cojo de una pierna y me creó un problema en el habla. No podía hablar con claridad y me costaba articular palabras. Realmente, creo que no fue que me quedara cojo, sino que algo le pasó a mi sistema nervioso y se me paralizaron algunas funciones del cuerpo. Yo estaba muy asustado; me estaba dando cuenta de una realidad inminente: mi vida ahora va a ser algo completamente distinto con este problema. Teniendo en un segundo plano las preocupaciones que me surgían a raíz de mi invalidez, Mila se iba alejando, como si yo no existiera, y yo veía cómo se reencontraba con Ramesh y desaparecían de mi vista.
Mi único objetivo ya era llegar a mi casa y pensar que todo esto me estaba pasando por estar muy colocado, y que al día siguiente estaría bien… pero no. Mientras caminaba, solo, patético, sin poder hablar bien, sin poder caminar bien, se iban sucediendo distintos escenarios a mi paso: una calle oscura y larga, que dejaba a un lado una urbanización horrible y al otro un barranco; una plaza llena de adictos, jugando al fútbol, con ropas harapientas y sucias; una ciudad en la que estaba perdido y la gente no me ayudaba.
Todo había cambiado y nada tenía sentido. Me había quedado inválido, la chica de mi vida se me había escapado delante de mis narices y no tenía ningún sitio donde caerme muerto. La única solución era obvia. Fue entonces cuando me di cuenta que mi problema de habla era que tenía la garganta seca de haber fumado Original Amnesia y me desperté justo antes de tirarme del puente."
No sé si fue por la hierba pero Dios... hacía mucho que un sueño no me tocaba tanto.
Paz
