El THC no se disuelve en agua, si se pone a hervir la hoja es para que pierda el sabor amargo de la clorofila, el THC se disuelve en grasa, bien sea aceite o mantequilla, y, en menor medida, absorbe también el alcohol el THC. Una mantequilla canábica precisa de hojas limpias, ya pasadas por agua hirviendo, dejadas en solución de agua nueva con mantequilla y dejando durante una hora, más o menos, a fuego suave, que se vaya disolviendo el THC en la mezcla de agua con mantequilla. Se retira del fuego todo, se exprimen bien las hojas y se mete el agua con mantequilla en el frigorífico. Al enfriarse, queda en la parte superior una capa que se retira poco a poco, ésa es la mantequilla. Si queda con color verdoso es que no se quitó bien la clorofila en el primer hervor, y tendrá un sabor amargo. Si apenas queda con color verde, es que se quitó bien la clorofila y es mantequilla idónea para cocinar.
La dosis es la clave, pero no hay reglas fijas, porque depende de cada planta y la misma dosis puede dejarte sin efecto alguno o estar pasado de forma peligrosa y con un mal rollo que te cagas, así que conviene ir probando, poco a poco, hasta dar con la dosis exacta para esa concreta planta. Si alguno sabe más, ya contará. No obstante, ¡cuidado con la marihuana ingerida! Sobre todo evitad estar solos cuando se consuma o evitad gente que no sea de toda confianza y lugares públicos, puede ser el peor viaje de vuestra vida.