CONOCERSE A UNO MISMO I

zarbel

Cogollito
25 Agosto 2004
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Près de la France
www.erowid.org
Bueno, hace algún tiempo que no escribo sobre cuestiones relacionadas con la salud mental e interior y me gustaría que los escasos conocimientos que puedo tener sobre algunas materias fuesen compartidos por todos los que estén interesados. Al igual que en los capítulos relacionados con el autoconocimiento, que puse hace tiempo, la finalidad de esta nueva serie es dar a conocer cuestiones básicas que nos serán de utilidad para toda nuestra vida, para conocernos mejor a nosotros mismos y a superar nuestros momentos de ansiedad, angustia, depresión y dolor, que sin duda experimentaremos a lo largo de nuestra vida.
Para evitar un lenguaje técnico o difícil, daré un nombre propio a cada uno de los personajes que os iré presentando, teniendo en cuenta que son imaginarios pero, sin duda alguna, todos y cada uno de nosotros estamos irremisiblemente representados por alguno de ellos. Me gustaría que les fuérais conociendo y analizando, para saber exactamente con cuál os identificáis realmente y cuáles son las soluciones para corregir los defectos de cada uno de ellos, o, lo que es lo mismo, de cada uno de nosotros, personajes reales.

Este conocimiento es muy interesante porque proviene del mismo lugar del que proviene la marihuana y el mejor hachís: Afganistán. Es un conocimiento que ha permanecido oculto durante miles de años y que, afortunadamente hoy podemos saber de él, porque era conocimiento sólo para los iniciados y, además, sólo lo conocían parcialmente cada uno de ellos. Ahora podemos saber de él en su integridad.
Y, sin más preámbulos, os presento al primer personaje imaginario y que se corresponde en su tipo con el de millones de personas reales, que se llama ANA.

ANA es PERFECCIONISTA. Está muy ocupada en ser perfecta y en hacer las cosas bien. Por eso, está dispuesta a trabajar mucho preparando sus tareas, limpiando la casa, etc. Le contrarían las cosas mal hechas, ya se deba a ella o a los demás. En su afán por ser perfecta y a pesar de percibir con claridad lo que le molesta o trastorna le es muy importante no airarse ni expresar su cólera frente a otros. Para ella el airarse supondría una "imperfección", por eso ha suprimido la ira y no la siente de manera consciente. A menudo su voz denotará un tono de irritación y su conducta será nerviosa. Con frecuencia expresará a sus íntimos amigos RESENTIMIENTO respecto de las faltas de los demás y el daño inferido por ellos.
Por su forma de ver la vida y las expectativas de que todo sea perfecto, tiende a mostrarse preocupada porque las cosas nunca son como deberían ser. Siente resentimiento por ello, pero suele reaccionar poniendo doble empreño en hacer las cosas bien. Pasa mucho tiempo revisando y preparando lo que hay que hacer, arreglando la casa, etc.
Es la perfecta ama de casa o la profesora que insiste en que hay que repetir las lecciones si la primera vez no lo ha hecho bien. Siempre está dispuesta a emplear más tiempo en una tarea, ya que para ella es muy importante que esté bien hecha. Como cree que la perfección es alcanzable, trabaja con empeño en ese fin.
La gran importancia que le da a la perfección le lleva a menudo a la frustración y a la insatisfacción con lo que ve en sí misma y a su alrededor. Sobrevalora en gran medida la perfección, en especial ante las limitaciones del tiempo y de la naturaleza humana, pero no está dispuesta a aceptar esta verdad. Para ella no está bien hacer las cosas imperfectas. Siempre se ve a sí misma tratando de hacer lo que está bien y espera que los demás hagan lo mismo. Le molesta que otros no procuren corregir lo que está mal y hacerlo bien con el mismo empeño que pone ella.
Una buena pregunta es: ¿Por qué necesita siempre que las cosas estén perfectas? Según el punto de vista de Ana, la respuesta es que sólo es aceptable como persona cuando es perfecta. Ha crecido con la idea de que "salvo que sea perfecta, no resulta aceptable". De niña ha sido la típica "buena chica". Dispone de una "crítica interna" que comprueba continuamente posibles faltas, del mismo modo que el presentador de TV lleva un auricular y está constamente supervisado por Control. Por esta crítica interna, a menudo responde a críticas de sí misma que parecen no provenir de ninguna parte. LLega a interrumpirse en medio de una frase para responder a una objeción. Se inclina a revisar el pasado con todo detalle, en especial el día recién pasado, hasta el punto de analizar lo sucedido en cada momento. Le gustan los detalles del pasado y es probable que anote en un diario la hora exacta, el minuto, de despertarse o cuando alguien se ha reunido con ella. Todo esto hay que ponerlo en relación con sus comprobaciones sobre "si actuó bien o mal". También tiende a hacer lo mismo cuando se reúne con otros. Es rigorista buscando los detalles del pasado por temor a que se pase por alto algo que deba considerarse. Mientras tanto, los demás se morderán las uñas esperando seguir con el orden del día y tomar algunas decisiones respecto al futuro.

Al analizar su pasado, Ana vuelve una y otra vez a los mismos argumentos, planteando con frecuencia las mismas dudas y objeciones, aunque los demás hayan dado por zanjada la cuestión. Para ella es difícil dejar de lado una cuestión sobre "lo bueno o lo malo" de algo. Esto se debe a que la crítica interna está siempre dispuesta a destapar las antiguas objeciones y no parece nunca satisfecha sobre la bondad o corrección de algo. Las objeciones a la conducta pasada pueden surgir en cualquier momento, incluso fuera del contexto con el presente. Esta insatisfacción le causa intranquilidad y nerviosismo, parece "hipertensa".
La frustración reprimida le provoca irritabilidad en la voz. Lo que en el pasado constituyó una falta lo guarda dentro y las nuevas faltas de ella misma o de los demás se añaden a la colección que conserva para pensar en ellas.
Por supuesto que Ana no es consciente de que reprime su ira, aunque le molesten las imperfecciones. Considera inaceptables las faltas y los defectos de los demás, pero ella no dice a nadie cuáles son sus faltas. Espera de las personas que sean conscientes de sus faltas y las corrijan. Esta postura frente a los demás hace que Ana se adapte mal a su entorno. Experimenta una intolerancia no manifestada por la forma de ser de las cosas. Piensa constantemente en las mejoras necesarias tanto en ella como en los demás, por lo que las demás personas piensan que los tipos como Ana ESTAN INSATISFECHOS POR ALGO.
Ana se obstina también en hacer las cosas a su modo. Tiende a mostrarse impaciente con los procedimientos tradicionales, probados con el paso del tiempo. Cuando ve una forma simple y directa de hacer algo trata de manipular a los demás para que lo hagan de ese modo. Los detalles de "cómo se hace algo" le resultan tan importantes que puede cegarle sobre valores superiores: "El árbol no suele dejarle ver el bosque", perdiéndose de tal manera en los detalles que llega a no percatarse de que algunas cosas deberían hacerse más rápido.
Esta "meticulosidad" le hace ser muy lenta para tomar decisiones. Insiste en que una decisión no debe tomarse hasta que no se hayan estudiado "todos los detalles". Cuando se trata de lograr su cooperación, no conviene apremiarla para que tome una decisión instantánea, porque, en ese caso, es fácil que su respuesta sea negativa. Le parece que no hay tiempo suficiente para pensar si algo "está bien o mal".
Si Ana es jefe de grupo, no es capaz de comenzar una reunión de trabajo mientras no hayan llegado todos los participantes, porque, desde su punto de vista, el grupo no puede funcionar hasta que no sea perfecto, o sea, hasta que no estén todos los miembros presentes.
Con frecuencia Ana se excusa ante los demás diciendo: "En esto no soy experta... No hubiera hecho esto de este modo... No había tiempo suficiente para hacerlo bien...", expresando de este modo su insatisfacción consigo misma.
Nunca le parece que haya suficiente tiempo para hacer las cosas bien y no soporta el desorden, dice: "Hay un sitio para cada cosa y cada cosa debe estar en su sitio".
En teoría, se encontraría psicológicamente bien en la medida en que pueda tratar de hacer las cosas de acuerdo con sus propias normas de perfección. Sin embargo, cuando se siente superada por una montaña de trabajo, surge un problema real, cuando ve que carece del tiempo o la energía necesarios para desarrollar sus tareas verdaderamente bien, y es probable que se sienta muy desanimada, pudiendo caer incluso en la melancolía y en la depresión. En consecuencia, acabará por no hacer nada, salvo sentirse resentida contra los demás y pisoteada por ellos.
Ana, además de la compulsividad indicada, tiene muchas cualidades atractivas, porque es admirable que intente siempre ser perfecta.
Es probable que de niña fuese muy fiel a la realización de su trabajo escolar, aun en el supuesto de que tuviera que sacrificar aspectos festivos. Hará cualquier sacrificio con tal de que las cosas salgan bien y está dispuesta a trabajar muchas horas extraordinarias trabajando en la preparación de algo, prestando gran atención a la limpieza y el orden.
Como compañera, Ana puede ser muy divertida, porque los tipos como ella son a menudo muy entretenidos y agradables, animados hablando y de una sencillez encantadora en su forma de hacer una observación e ir al grano. Con frecuencia estos tipos señalan cuando hablan.
Su insistencia en tomar en serio todos los detalles puede hacer de hechos ordinarios, como el momento exacto en que ocurre algo, cosas significativas sobre las que hablar y recordar. Están estos tipos en contacto muy directo con la vida cotidiana, y el hecho de que piensen en todo lo necesario para hacer mejor las cosas puede estimular a los demás a tratar de hacer más esfuerzos por mejorar. Su preocupación por el orden y la limpieza hace a la gente como Ana muy adaptable y atractiva para vivir con ella.
El tipo de Ana ha de ser apreciado de modo especial por su "honradez y carácter directo". Hace hincapié en la justicia para todos, y, aunque se suele atender mejor a quien posee poser o riqueza, los tipos como Ana pasan por alto las pretensiones de superioridad y tratan por igual a todas las personas, porque eso mismo esperan de los demás.

Quien pertenezca a este tipo estará de acuerdo con la mayor parte de los siguientes enunciados:

Me esfuerzo mucho por corregir mis faltas.
A menudo me molesta que las cosas no marchen como debieran.
Odio malgastar el dinero.
Con frecuencia me enfado conmigo mismo por no hacer mejor las cosas.
A menudo el defecto final arruina el conjunto.
Me cuesta relajarme y estar alegre.
Con frecuencia mis propias críticas y las de otros pululan en mi cabeza.
Parece que me preocupo más que otros.
Casi me siento obligado a ser honrado.
A veces siento en mí mismo un toque puritano.
Para mí, es importante actuar correctamente.
Frecuentemente siento que el tiempo pasa deprisa y que queda demasiado por hacer.
Siento la necesidad de responsabilizarme de la mayor parte de mi tiempo.
Es fácil que sea, o ya lo soy, una persona escrupulosa.
Me es fácil identificarme con los luchadores contra el mal.
Si algo no está bien, realmente me molesta.
Me siento casi compelido a mejorarme a mí mismo y lo que hago.
Me da la sensación de que tengo que ser perfecto para que otros me amen o me aprueben.
Con frecuencia me siento frustrado porque ni yo ni los demás somos como debiéramos.
Parece que veo todo en términos de correcto o equivocado, bueno o malo.


PELIGROS DEL IDEALISMO:

Tener el autoconcepto de ser idealista puede generar mucha energía y proporcionar abundante autorrespeto. Los tipos como Ana son muy trabajadores, prestan atención a los detalles y perciben con claridad y rapidez el bien y el mal. Tratan de hacerse mejores y emplean mucho tiempo en la preparación de lo que tienen que hacer para hacerlo bien. Sin embargo, ese idealismo puede convertirse en obsesión, llevándoles a ser intolerantes con las faltas de los demás y muy impacientes consigo mismos.
Ya hemos dicho que al tratar de ser siempre perfectos, evitan la ira por todos los medios. Sin embargo, su ira sigue dentro de ellos aunque reprimida en su subconsciente, pudiendo manifestarse como resentimiento y aflorando en un tono de voz irritado, porque les molesta constantemente que los demás no sean como deben. Tratan siempre de corregirse a sí mismos en vez de aceptarse como imperfectos, y tampoco aceptan las imperfecciones de los demás, pero piensan que deben superar estos defectos para que su conducta puede considerarse aceptable.
A veces, estos tipos de personas se encuentran a sí mismos tan llenos de faltas que se entristecen y se desaniman, sobre todo al comprobar que carecen del tiempo y de la energía suficientes para hacerlo todo como debieran. Como pretenden que todo esté siempre en orden, cualquier trastorno puede enfermarlos e irritarlos. Por esas y otras razones, su idealismo puede causarles escrúpulos y tenerlos constantemente en un sin vivir, en un brete. Pueden preocuparse en exceso, por lo que a los demás les resulta difícil vivir con ellos y especialmente se les hace difícil a ellos vivir consigo mismos.

HACERSE MAS OPTIMISTAS:

Por su afán en buscar la perfección, los tipos como Ana deberían evitar este idealismo, ACEPTANDO A LA GENTE TAL Y COMO ES, siendo compasivo y optimista, ante los seres humanos y ante las situaciones, pensando en que las cosas mejorarán. La compasión reconoce que el primer paso para ser mejor consiste en SENTIRSE AMADO Y ACEPTADO TAL COMO ES UNO MISMO.
Por la autoaceptación deben decirse a sí mismos: "NO TENGO QUE SER PERFECTO PARA SER AMADO, DIOS ME HA HECHO Y NO HACE TONTERIAS", pensando que nadie se hace perfecto a base de grandes esfuerzos, porque el crecimiento proviene del interior.
Este pensamiento convierte a la gente como Ana en personas mucho más pacíficas, dotadas de un esquema general que no les haga perderse en detalles y minucias.

EL YO FRENTE AL MUNDO de Ana:

Por medio de la intersección del autoconcepto y de la conducta, en los tipos como Ana resulta que se autoconsideran "más pequeños que el mundo" y actuán "contra el mundo".
Estos tipos expresan su conducta mediante la agresividad, criticándose a sí mismos, pues creen que necesitan trabajar mucho para hacer las cosas bien y, así, dar pruebas de su valor como personas. Asimismo, proyectan también su crítica sobre los otros, esperando que trabajen mucho para hacer bien las cosas y corregir en ellos lo que no está bien. Su agresividad les enfrenta con quienes les rodean e, incluso, consigo mismos, porque, para ellos, "ser" es "ser perfectos". Como se sienten más pequeños que el mundo y van contra él, emplean gran cantidad de energía intentando llegar a la cúspide del mundo.
Experimentan la vida como un constante TRABAJAR PARA SUBIR.

FALSO SENTIDO DE LA VIRTUD Y DEL VICIO:

La gente como Ana está ciega ante su propio RESENTIMIENTO, que es, en realidad, el pecado capital de la IRA. En vez de verlo como tal vicio, piensan que sus propias normas críticas son expresiones de gran virtud. No aprecian lo suficiente la virtud de la AUTOACEPTACION, en cambio, creen que el vicio mayor es no intentar ser mejores o hacer mejor las cosas.

LA EXPERIENCIA DEL TIEMPO:

Las personas del tipo Ana se sienten dominadas por el tiempo. Lo experimentan como una fuerza que los empuja o tira de ellos en contra de su voluntad. Como tienen la sensación de que no disponen de tiempo suficiente para hacer las cosas bien, están resentidas contra el tiempo. A menudo les parece que sus pies están presos de la rueda del tiempo y gritan: "¡Espera un momento!", tratando de detener su paso. En realidad querían decir: "Hagamos esto despacio para hacerlo bien; hagámoslo de nuevo para estar seguros de que está bien". Pretender volver atrás, llevar a los demás a su propio marco temporal, hasta que les parece que el aspecto sobre el que insisten está terminado a su gusto. Entonces pretenden pasar al siguiente elemento más significativo.

EL TOTEM DE LA COMPULSION DE ANA:

Dada su forma de relacionarse con el mundo, el tipo compulsivo de la personalidad de Ana, igual que el de otros que veremos en el futuro, puede compararse con algunos tipos de animales. En el caso que nos ocupa, este tipo compulsivo de las gentes como Ana se parecen a un Terrier.
El Terrier es un perro pequeño que puede causar terror. Primero muerden y luego ladran. No están seguros de que el otro sea un adversario, pero, por si acaso, primero le muerden. Nunca descansan y siempre están preocupados por lo que ocurre a su alrededor. Tienden a sobreestimar la bondad de su manera de hacer las cosas. Como este tipo de personas imponen sus propias normas de perfección a los demás, tienden a hacer suyo el oficio, como los terriers, de "aferrarse a los talones", denunciando todo lo que no está bien hecho.
Cuando alguien les hace daño, se lo dicen a todo el mundo, excepto a quien se lo infirió, porque les parece que no es bueno enfrentarse y esperan que el otro sepa lo que conviene y lo haga.

LAS PASIONES:

Los tipos como Ana ven la realidad como orden externo, porque consideran que la plenitud está centrada en el medio ambiente, por lo que su amor apasionado se centra, a su vez, fuera de la persona.

Su pasión, según se ha dicho, es la IRA, pero la evitan constantemente y, sin embargo, no suelen ser conscientes de ello y lo negarán si se les insinúa. Por causa de la ira deforman la realidad, niegan albergar en sus corazones cólera alguna, aunque su auténtico enfoque de autorrealización canaliza su amor apasionado hacia los sentimientos iracundos.
La perfección que buscan consiste en HACER LAS COSAS A LA PERFECCION, porque consideran que no están en orden, ni se hacen limpia y correctamente. El resultado es una reacción de ira. Expresan a menudo esa ira con la crítica que se vuelve con frecuencia contra ellos porque tienen el autoconcepto de ser menores que el mundo. A su modo de ver, su realización está en que las cosas sean perfectas; pero el mundo no es perfecto y ellos se resienten. Esa cólera manifiesta a los demás que la gente como Ana considera más importante hacer las cosas bien que el hecho de que las personas vivan en armonía. Su cólera proviene del error de considerar que la perfección es más importante que la aceptación de los dones que la vida ofrece, aun siendo imperfectos. Cuando el bien absoluto se pone en la perfección exterior, el deseo del bien ilimitado se ve continuamente coartado por cualquier falta o inmadurez. El resultado es que ese amor apasionado se pone tenso en detalles relativamente poco importantes, haciendo hincapié en corregir las cosas que trastornan la capacidad de los tipos como Ana para vivir en armonía con los demás que, a su vez, se sienten molestos por su agitación y meticulosidad.

EQUILIBRIO Y DESEQUILIBRIO:

Contra las compulsiones internas que todos tenemos, la única solución es, en primer lugar, descubrirlas y, a continuación, equilibrarlas en la dirección adecuada. Para ello, en los tipos como Ana, agresivos, igual que en los demás que iremos viendo, hay que seguir unas direcciones en función de la pauta general basada en el modo de conducta perfecto del yo. Así, por ejemplo, los tipos agresivos complican sus problemas de compulsión reprimiendo su conducta agresiva y moviéndose hacia la conducta de retirada. Esto viene provocado por su creciente conciencia de presunción o la falsa confianza que tienen en sí mismos. Ven que su autoconfianza no se basaba en algo cierto y dejan de ser agresivos, con lo que su conducta de retirada les lleva a la oscuridad de la DESESPERACION.
Los tipos como Ana pueden encontrarse con una montaña de trabajo y sentirse incapaces de hacer nada. Su reacción puede consistir en dejar de lado por completo todos sus intentos de ser perfectos siguiendo el sentido de la compulsión y adoptando la conducta de retirada típica de la MELANCOLIA, más propia de otros tipos de personas, que ya comentaremos. Los tipos como Ana no suelen estar deprimidos y, en general, tienden a disfrutar mucho de la vida, pero, cuando sienten que no pueden alcanzar la perfección, pueden acabar sin hacer nada, lo que les lleva a desesperarse, adoptando esa melancolía mencionada.

TIPOS DE PERSONALIDAD Y CENTROS DE FUNCIONAMIENTO:

El desequilibrio del yo causado por la compulsión se pone en evidencia con la teoría de los tres centros, porque el yo funciona mediante tres centros de funcionamiento que utilizan la energía consciente y dinámica: centro visceral, centro del corazón y centro de la cabeza. Característica de estos centros es la capacidad de ejercitar no sólo su propia función, sino de sustituir a uno o a los otros dos centros. Se suele poner el ejemplo del recluta novato y del soldado experimentado en un ejercicio de tiro. El recluta novato realiza los ejercicios con el centro de la cabeza, pensando cada uno de los movimientos, en tanto el soldado experimentado realiza el ejercicio por instinto, de modo que lo hace mejor. El mismo fin tendría poner el ejemplo de quien acaba de aprender a conducir un vehículo y quien lleva años manejándolo.
Véase que la conciencia del yo escoge uno de los tres centros como MANERA DE SER DE LA PERSONA en detrimento del funcionamiento de los otros dos, y esto se traduce en un desequilibrio en el ser humano, si bien ningún centro absorbe plenamente las funciones de los otros dos.

Las personas que funcionan por el centro visceral entran en escena y dicen: "Aquí estoy, enfrentaos conmigo".
Las personas que funcionan por el centro del corazón se introducen en la situación y preguntan automáticamente: "¿Me gustáis o no?"
Las personas que funcionan por el centro de la cabeza entran, retroceden y preguntan: "¿Cómo se integra todo esto?

Las personas del tipo Ana escogen como su centro preferido el institivo o móvil. Típicamente, se introducen en una situación, se plantan y dicen: "Aquí estoy, enfrentaos conmigo". Esperan que los demás se fijen en ellos. Buscan hacerse con el control por la fuerza del mero "estar allí". Parecen decirse a sí mismas: "Me encontraré bien en esta situación si me dejo llevar simplemente por el flujo de energía, de ese modo sabré cómo actuar". Esta actuación instintiva les da sensación de dignidad y realización. Se concentran en estar presentes y ser ellos mismos. Como el instinto se construye con las experiencias pasadas, el pasado tiende a ser dominante en ellos. Asimismo, su energía está dominada por lo que debería hacerse y mantienen elevadas expectativas y exigencias respecto a los demás y a sí mismos.

LA ACCION CONTRA LA COMPULSION:

Cualquier persona sometida a una compulsión necesita ayuda, que viene de tres fuentes: uno mismo, los demás y Dios. Quienes tienen personalidades compulsivas pueden ayudarse a sí mismos comprendiendo su problema y poniendo la correspondiente solución con sus propios esfuerzos. Pueden obtener ayuda de otros, en especial algún amigo íntimo que comprenda su compulsión y le ayude a liberarse de su influencia. Asimismo puede conseguir la ayuda de Dios a través de la fe.
Las tres son formas de redención, en el sentido de pago de un rescate para liberarse de la esclavitud. Las compulsiones provocan un tipo de esclavitud, porque consisten en IMPULSOS INTERNOS que impiden que las personas vivan en la libertad de la humanidad plenamente integrada.

La autoayuda para la redención se centra en moverse contra las direcciones de las compulsiones, orientándose hacia otro tipo distintivo de personalidad.

Los tipos, como Ana, agresivos actúan contra su compulsión a la agresividad moviéndose hacia la conducta dependiente, de modo tal que, en vez de situarse en la ofensiva contra la realidad social, empiezan a aceptar el mundo como es. Actúan contra su agresividad compulsiva acercándose a la característica de otro tipo de personalidad cuya expresión típica es: SOY ENCANTADOR. Esto les hace ser más optimistas y entusiastas ante el futuro, acercándose a las personas y enfocando las situaciones sin engaños ni suspicacias. Hacen participar a todos de su contagioso disfrute de la vida contando relatos de interés personal de forma entretenida. Se centran en el lado bueno de la vida y dejan de lado el dolor y la tensión.
Para la gente como Ana es muy bueno disfrutar de la vida como lo hacen los que "son encantadores", porque necesitan ser menos serios, acudiendo a fiestas y disfrutando de lo intrascendente. Necesitan que el sol de la vida brille en ellos, volviéndose bromistas, divertidos, aceptándose a sí mismos y al mundo tal y como es.
Al moverse en la dirección de este otro tipo de personas encantadoras, la gente como Ana se beneficia al hacerse más personas del centro de la cabeza, enfocando la realidad de forma más objetiva y desapasionada.

Es un error estar resentido con el mundo y pensar constantemente en que nada es como debe ser, encontrar constantemente defectos y no satisfacerse nunca con la forma de ser de las cosas. Este tipo de personas se obsesionan habitualmente con aspectos pasados: "¿Estaba bien hecho? ¿Por qué estaba mal?" Necesitan pasar de la ofensiva contra la realidad social para aceptar las cosas tal y como son. Esto significa que deben vivir más en su centro de pensamiento, de la cabeza, dejando que la realidad les hable tal como es, en vez de luchar para hacerla buena.
Al percibir objetivamente el bien que ya existe en torno suyo, pueden escapar de la preocupación, la agitación y la ansiedad.
Adoptando la tendencia a "ser encantador", a divertir y entretener a los demás hablando mucho y contando relatos y anécdotas divertidos, desactivan su cólera y se adaptan mejor a su ambiente. Necesitan concentrarse en ver lo bueno en vez de ser melindrosos ante los defectos.

LA AYUDA DEL AMIGO:

Los tipos como Ana, perfeccionistas y rigurosos en la hipercrítica de sí mismos y de los demás, con frecuencia su compulsión los fija en un aspecto y ellos se vuelcan en él. La mejor forma de hacer intervenir a un amigo consiste más en PLANTEARLES CUESTIONES que en decirles cosas. El amigo muestra interés por sus dotes personales y les ayuda a encontrar nuevo uso para sus talentos. Necesitan que se les escuche en su propia onda, de otro modo, dirán que no han oído. Un amigo escuchará tomando en serio lo que plantean una y otra vez, y dirá: "Esto es realmente importante para ti porque lo repites mucho". Hay que animarles a que se rían y les beneficia que lleguen a reconocer sus propias extravagancias como cosas divertidas. Bromear es una forma natural de iluminar su extrema seriedad. Les gusta recibir bromas, pero su forma de devolverlas puede ser más acerada que despreocupada.

LA CONVERSION INTELECTUAL:

La conversión intelectual es el movimiento que va desde la trampa interior a la idea liberadora. Una trampa es un modo habitual de actuar derivado de la consciencia del yo y supone quedar atrapado en una pauta de conducta compulsiva. Estar atrapado de ese modo en la trampa equivale a no ser libre y obstaculiza el crecimiento personal.
Decir: "Yo soy así" y aceptar esa forma de ser permaneciendo cautivo en la trampa es EVADIRSE DE LA RESPONSABILIDAD DE LAS PROPIAS ACCIONES, es dejar de escoger cualquier otro modo de vida distinto de la compulsión. La compulsión es una consecuencia de la postura del yo consciente ante el mundo, diciéndole: "No te necesito para ser una persona plena", y representa una estrategia adoptada por el yo para lograr la autosalvación.
Por medio de la idea liberadora, el yo deja de lado su estrategia defensiva de autosalvación y se abre a la aceptación de la necesidad de algo superior a nosotros mismos para lograr la plenitud personal. Esto es una apertura a la verdad y es crucial para liberarse de la fijación del yo.

En las personas como Ana, su trampa es la idea de PERFECCION, que constituye una obsesión para ellas. La idea liberadora del CRECIMIENTO puede liberarles de su trampa de la perfección, porque el mundo crece de manera evolutiva y el universo evoluciona constantemente, por medio de un PROCESO. La perfección real de las criaturas supone un proceso de "llegar a ser"; existir y estar vivo es una llama de la creación a crecer y madurar. Puede decirse de cualquier organismo vivo, en cualquier etapa de su evolución, que es "perfecto" en la medida en que se encuentra en un momento determinado de su desarrollo. Incluso los errores pueden incluirse como elementos que sirven a este proceso de maduración, como algo que la persona ha de superar. No cometer errores puede indicar que el interesado no trata de hacer nada nuevo por crecer.
Los errores forman parte del proceso de convertirse en personas, que es un proceso de crecimiento la vida y no el mero cumplimiento de normas sobre lo completo y lo correcto. Vistas las cosas de este modo, las personas del tipo Ana podrán vivir en mayor paz y serenidad ante la realidad de las cosas y confiar en la forma en que se rigen los destinos del universo, a través de un proceso, en vez de ir imponiendo su propia idea de la perfección.

LA REFORMA AFECTIVA:

Hemos hablado de pasiones, tales como la ira, y a cada pasión se contrapone una virtud, que cura o rectifica la deformación de la pasión.
Tras la conversión o reforma intelectual sobreviene la conversión o reforma afectiva, porque el centro del corazón responde con amor apasionado al bien de la plenitud, tal como lo ve el centro del corazón.
Si se huye de la autosalvación y se delega ésta en un bien superior, el yo queda liberado de la deformación del amor apasionado causada por la actitud de autosalvación. La deformación específica de cada tipo de personalidad se denomina pasión (v. gr. la ira) y la virtud que cura o rectifica el amor apasionado de cada tipo de personalidad tiene una disposición o actitud dominante del centro del corazón.
La conversión o reforma afectiva supone en cada tipo de personalidad el paso de la pasión específica a la virtud también específica. Este movimiento o conversión se produce cuando se abandona la pasión en beneficio de la virtud.

En el caso de los tipos como Ana, la pasión de la ira pasa a la virtud de la SERENIDAD. Su amor apasionado se centraba en la perfección y la ira o el resentimiento les inundaba cuando las cosas no eran perfectas. Mediante el abandono de la idea de autosalvación, aceptan la idea del crecimiento a través de un proceso como designio de algo superior para la perfección de las criaturas. Esto hace que la imperfección se convierta en aceptable para el amor apasionado de los tipos como Ana porque ahora lo ven como característica de un proceso de crecimiento. En vez de buscar lo erróneo, el corazón busca lo que ya se ha desarrollado como bueno, aunque sea poco, porque a veces el bien se presenta en forma de semilla y oculto. De este modo, la calma o la serenidad llegan al centro del corazón porque en el futuro siempre puede darse un crecimiento mayor y la conversión siempre es posible en el corazón de toda persona. Cuando contemplan en su centro de la cabeza, los tipos Ana, todo el bien que experimentan, toman conciencia de la maravillosa armonía de complementariedad en la creación como danza sagrada de opuestos que se atraen mutuamente, viendo entonces que ese conjunto se mantiene gracias al magnetismo de un Amor que lo invade todo.

LA CONVERSION INSTINTIVA:

Cuando una persona reacciona ante los demás y las situaciones, su conducta es expresión de las defensas habituales enraizadas en lo que la sabiduría afgana, que intento explicar modestamente, amigo mío, explica como la compulsión de cada tipo. Asi, cuando una persona es capaz de "responder" ante los otros y las situaciones, su conducta manifiesta una conversión institiva en el centro visceral. Se produce un despertar del espíritu: Amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, confianza, cortesía y autocontrol. Estos "frutos del espíritu" son movimientos de "consolación" y hacen más consciente al yo de los movimientos contrarios, que reciben el nombre de "desolación".
El deseo de percatarse y discernir estos movimientos surge de la conversión intelectual y afectiva, moviéndose con el instinto dado por el Espíritu que habita en nosotros. El discernimiento espiritual supone comprobar y seguir estos movimientos de consolación y desolación para elegir qué hacer y qué no hacer. Vivir en este nivel instintivo siguiendo la dirección del Espíritu no sólo da al yo un signo de la voluntad del Creador, sino que se traduce en una notable sensación de bienestar y de alegría interior.
Estos movimientos de consolación y desolación se caracterizan por la "espontaneidad" que se suscita en el interior de nosotros, y surgen de un sentido innato de lo que conviene y de lo que no. La unión con el Supremo mediante el abandono marca al yo con una orientación básica hacia El como fuente de plenitud y cura la deformación del amor apasionado. Se da también un profundo efecto en los instintos del propio ser, reciben del Espíritu connaturalidad con el bien, lo recto, la plenitud, nos hace sentirnos bien. Por el contrario, actuar en contra del servicio al Supremo hace sentirse mal: se experimenta la desolación.

Hay tres experiencias distintas de consolación: Inflamarse, estar agradecido, y paz y fortaleza.

Y tres experiencias contrarias de desolación: Confusión, agitación, y desesperación y egoismo.

Estos tres pares de experiencias de consolación y desolación pueden considerarse correspondientes a las experiencias típicas de los tres centros, antes señalados:

Inflamarse y confusión son típicas del centro visceral.
Estar agradecido y la agitación son típicas del centro del corazón.
Estar en paz y la desesperación son típicas del centro de la cabeza.

Por la conversión, el yo recupera el equilibrio, lo que sucede cuando se mueve contra la dirección de la compulsión. A partir del movimiento en contra surge el sentido de adaptación que representa la consolación. De igual manera, el movimiento a favor de la dirección de la compulsión trae desolación.

Para los tipos como Ana, la consolación consiste en la experiencia de la PAZ, característica de su CENTRO DE LA CABEZA, porque al moverse en la dirección de los tipos "encantadores" o "divertidos", a los que rige el centro de la cabeza, se desenvuelven hacia dicho centro rector. Por ejemplo, siguen trabajando con denuedo, pero relajados. Se dan cuenta de que están en el camino de la perfección al trabajar a diario y están en paz aunque no logren HOY la total perfección.
Por el contrario, la desolación de estos tipos se sitúa en el CENTRO DEL CORAZON porque, al moverse en la dirección de la compulsión, tienden a encaminarse hacia los tipos "especiales" o "únicos" (otro tipo de personalidad que veremos otro día). La experiencia es de DISGUSTO Y AGITACION. Tratando de ser perfectos se desaniman, dejan de intentarlo y se entristecen. Tienen la sensación de que "no merece la pena" seguir probando y dicen: "¡Ya lo he hecho!, pero debería intentarlo otra vez".

TOTEMES Y COLORES PARA LOS TIPOS COMO ANA:

Las personas tipo Ana, ya redimidas de su compulsión (recordemos que hemos comparado a estos tipos con el Terrier) se parecen a la hormiga. Las hormigas son extremadamente activas y se organizan muy bien para lograr un objetivo. Cada una tiene su propio trabajo específico. Son capaces de levantar cargas inmensas que multiplican muchas veces su propio peso. Sólo se comunican de cerca tocándose con las antenas. Como las hormigas, los tipos Ana redimidos están bien organizados: saben qué necesidades hay que satisfacer y rápidamente cooperan con los demás para crear cosas. Se comunican de cerca invitando a las personas a que tiendan al ideal en vez de empujarlas o presionarlas.
El color simbólico de estas personas redimidas es el plateado. Sus personalidades son como diamantes que reflejan la luz, su presencia es clara, definida.

De este modo completo la primera entrega de una nueva forma de ver la vida y a nosotros mismos, nacida como sabiduría hace miles de años en las mismas tierras que hoy se ven asoladas por las guerras y la avaricia de los hombres.
 
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