En este sexto capítulo vamos a tratar de las personas que son como Fefa (de Josefa), personas que EVITAN LA TRANSGRESION. Consideran que la vida está regida por leyes, reglas y normas. Aparte de la responsabilidad ante las exigencias que la vida les plantea, tratan de evitar el incumplimiento de sus obligaciones. Se preocupan por la observancia de todas las reglas, en especial por las dictadas por las personas revestidas de autoridad o de las fijadas por escrito. Contemplan esta actitud en términos de LEALTAD al grupo o grupos a los que pertenezcan.
Este tipo de personas consideran que la vida les plantea grandes exigencias, que suelen provenir de las expectativas de los demás, en especial del grupo a que pertenecen. En consecuencia, viven con grandes aprensiones y muchos temores.
Es probable que de niños tuviesen la experiencia de un padre o figura paterna muy estricto. La escuela suponía adaptarse a las exigencias y a las indicaciones de su profesor. Crecieron con la actitud de la autoridad externa ha de decidir todas las cuestiones. Se preocupan mucho por la OBEDIENCIA a cuanto exija la ley.
Necesitan la total ausencia de ambigüedad respecto a lo que está bien y lo que está mal. Para lograr esto, apelan a reglas o documentos de la institución que sea. Aparte de tal autoridad o legitimación, carecen de autoconfianza para tomar decisiones. Este apego a la autoridad se produce, por supuesto, para conseguir seguridad. Que la autoridad defina lo que hay que hacer y lo que no, y cómo han de ser los demás. Dentro del marco de la ley, se mueven con libertad, pero es muy probable que se queden inmovilizados ante cualquier cosa que vaya más allá de las normas. Dicen: “Eso es ir demasiado lejos, es pasarse de la raya”.
Como se identifican con las normas del grupo, necesitan pertenecer a uno específico. Quieren saber quién pertenece al grupo y quién no. De este modo, propenden a dividir el mundo en “ellos” y “nosotros”. Incluso tienden a ser paranoides respecto de las posibles amenazas al bienestar de su grupo, dado que las amenazas pueden venir de cualquier parte. Son muy cuidadosos para que no se produzcan desviaciones de las reglas y normas del grupo. Perciben cualquier desviación de los otros como un grave error y no dudan en señalar a quien se desvía o a la misma desviación. Están muy seguros de sí mismos cuando exigen a todos los miembros de su grupo que se ajusten a las reglas. Aunque ellos mismos transgredan esas reglas y normas, no lo admitirán con facilidad, ni siquiera a sí mismos.
Tardan en saber qué hacer con el tiempo libre y consideran que el tiempo ha de emplearse en cumplir con alguna responsabilidad encargada por una autoridad exterior. Quieren utilizar todo el tiempo de manera responsable, pero, si no les dicen con claridad lo que se les pide, se muestran inseguros. Cuando quieren comprar algo en una tienda dudan mucho antes de decidir qué escoger y sienten la necesidad de pedir la opinión de alguien, aunque sea un desconocido. Con frecuencia encubren su incertidumbre buscando qué hacer de forma hiperactiva, haciendo poco o nada.
Los tipos como Fefa no son emprendedores, aunque estén dispuestos a trabajar mucho, y necesitan una dirección externa. Para ellos es MUY IMPORTANTE NO TOMAR DECISIONES ERRONEAS, esto les hace muy cautelosos. A menudo evitan tomar una decisión, aunque “no decidir sea ya decidir”. Rehuyen riesgos hasta el punto de perder muchas oportunidades en la vida.
Problema muy importante para ellos es LA INSEGURIDAD. Experimentan mucho miedo y ansiedad. Parece que siempre hay algo ante lo que ser aprensivo. Con frecuencia temen lo desconocido, el futuro incierto. Se sienten mucho más seguros con “lo probado y comprobado” del pasado que experimentando nuevas formas de hacer las cosas. Lo que otros verían como una aventura o desafío ellos lo verán como una amenaza. Prefieren repetir lo que han hecho muy bien en el pasado. Les falta confianza en las capacidades que en realidad tienen y les asusta el cambio. Esto es la consecuencia de su profunda falta de confianza en su propia capacidad de tomar decisiones o ensayar cosas nuevas. Esto significa que “deben ser muy cuidadosos” en todo lo que hagan de acuerdo con sus responsabilidades, necesitan “precaución”.
Cuando leen un libro, se sienten responsables de conocer todo lo que leen, consideran importante cada palabra, como si les plantease alguna exigencia. Esta compulsión a sentirse responsables de lo que leen supone para ellos un gran obstáculo para el aprendizaje y, a menudo, les impide leer mucho.
Con frecuencia sienten que la mejor forma de afrontar un peligro es un “fuerte ataque”. Como se sienten inseguros, es fácil que consideren que cualquier oposición a ellos mismos o al grupo es muy peligrosa e incluso maliciosa. Para protegerse, combaten vigorosamente, a menudo con argumentos en forma de amenazas “en nombre de la ley”. Otra forma de tomar la ofensiva es mediante la palabra “nunca”. Dicen: “Nunca lo permitiré”, o “nunca cambiaré”.
Esta inseguridad ante las exigencias que perciben en la vida tiende a hacer de este tipo de personas individuos muy serios y bastante carentes de humor. Tal vez no deseen tomarse la vida tan en serio, pero su compulsión a la responsabilidad les lleva a adoptar esa postura. Aparecen la aprensión y el miedo. Aunque en el fondo sepan que sus miedos son infundados y las cosas marchan bien, siguen temiendo al futuro.
Son personas muy hospitalarias y leales, y se dedican en cuerpo y alma al grupo al que pertenecen. Pareja a esta lealtad surge un calor de devoción y compañerismo. Dan gran importancia a la vida del grupo y hacen grandes sacrificios por él. Por su sentido de la responsabilidad y dedicación al grupo, pueden desenvolverse muy bien en puestos ejecutivos o de dirección, si bien necesitan líneas orientadoras adecuadas, claras y carentes de ambigüedad. Cuando saben lo que se espera de ellos son muy buenos trabajadores y los demás se suelen quedar atónitos ante la velocidad, precisión y finura de su trabajo. Son muy puntuales y no tienen inconveniente en trabajar más que el resto, siempre que lo sepan los jefes.
Es probable que las personas como Fefa se muestren de acuerdo con la mayor parte de los siguiente enunciados:
Básicamente, soy una persona moderada.
Es muy importante para mí la lealtad al grupo.
Me es muy difícil ir en contra de lo mandado por la autoridad.
Antes de tomar una decisión, obtengo información adicional para estar seguro de que estoy preparado.
Pienso durante mucho tiempo porque necesito explorar exhaustivamente las diversas opciones.
Me pregunto a menudo si tengo suficiente valor para hacer lo que hay que hacer.
Con frecuencia estoy lleno de dudas.
Me gusta estar muy seguro antes de actuar.
Sin leyes estrictas, es difícil decir lo que tienen que hacer las personas.
Con frecuencia, suelo actuar con sentido del deber y responsabilidad.
Me gusta que esté delimitado lo que hay que hacer.
Me parece que siento el peligro y la amenaza más que otros.
Tiendo a dividir el mundo en bandos y me preocupa de qué lado están las personas.
Suelo ser consciente de las contradicciones y muy sensible a ellas.
Prefiero que las cosas tengan establecido el principio y el fin a que se dejen abiertas en su realización.
Con frecuencia me encuentro evaluando a los demás en relación con la posibilidad de que constituyan o no una amenaza para mí.
La “prudencia” es una virtud muy importante para mí.
Me da la sensación de que siempre estoy luchando contra mis miedos.
Me da la sensación de que me preocupo más que los otros de defenderme a mí mismo o a mi posición.
Con frecuencia fantaseo sobre mi asunto como si desempeñara el papel u ocupara el puesto de “héroe”.
LEALTAD, LEGALISMO Y RECTITUD NEUROTICA:
Con su gran insistencia en la lealtad, las personas como Fefa caen con frecuencia en la trampa del legalismo. Suelen hacer de la observancia de las leyes un fin en sí mismo, en vez de un medio para alcanzar un fin. Por eso viven la vida como el cumplimiento de “exigencias”. Perciben la moralidad y la religión centradas en la observancia de las leyes. Incluso, suelen juzgar la relación personal con Dios por la observancia externa de leyes y reglamentos.
La razón de poner el centro en la observancia externa de las leyes es la SEGURIDAD. Este legalismo suele impulsarles hacia la RECTITUD NEUROTICA. Como la observancia externa de las leyes les proporciona seguridad, cualquier desviación de esas obligaciones socava su seguridad. Si se les acusa de incumplir las normas, lo negarán, poniendo de manifiesto los fallos aún más graves de los demás.
Además de la estricta observancia de las leyes, este tipo de personas puede encontrar seguridad obedeciendo a alguien revestido de autoridad. Si tienen dificultad en decidir, prefieren que la respuesta venga de una autoridad externa. Obedeciendo se sienten seguros de que lo que hacen es lo correcto y nadie puede reprocharles nada por ello.
La observancia de las normas está bien en general, pero no se puede anteponer la letra al espíritu de la ley, ni las leyes al amor al prójimo.
EL YO COMPULSIVO FRENTE AL MUNDO:
Este tipo de personas consideran que “deben adaptarse al mundo” y, además, son personas “dependientes”, es decir, van hacia el mundo.
Como su autoconcepto supone que deben adaptarse al mundo para ser dignos de confianza, dan una gran importancia a la adaptación a las normas y leyes vigentes. Consideran que su propio valor depende de hacer frente a las responsabilidades que se les encomienden. En su contexto, “ser” es “ser responsable”.
EL FALSO SENTIDO DE LA REALIDAD:
Estas personas ven la realidad como armonía entre lo interior y lo exterior. Quienes dicen: “Debo adaptarme al mundo” ven la vida real como armonía o integración entre ellos mismos y el mundo externo. Dicen: “Para realizarme, debo satisfacer las demandas que me plantean”. Consideran que la satisfacción de esas demandas asegura la armonía entre ellos mismos y su medio. Dado que experimentan la realidad de la vida como el constante planteamiento de demandas, sólo sienten que están en contacto con la vida cuando tienen aprensiones, o sea, miedo sobre el cumplimiento de lo que se espera de ellos. Esas aprensiones los mantienen preocupados por todas sus responsabilidades y centrado en lo que para ellos es la realización de la vida. Dejar de lado tales preocupaciones supondría, desde su punto de vista, no afrontar lo que la vida les demanda.
FALSO SENTIDO DE LA VIRTUD Y EL VICIO:
Las personas como Fefa se centran también en adaptarse al mundo para poder considerarse a sí mismos buenas personas. Viven con aprensión y miedo las exigencias de la vida en forma de responsabilidades. Para ser personas valiosas, les es importante cumplir todos los deberes externos con una fiel obediencia a las leyes y reglamentos dados por la autoridad. Convierten la obediencia a la ley en un fetiche, como si todas las virtudes fuesen simplemente cuestiones de obediencia a las leyes y todos los vicios se resumieran en la transgresión de las mismas. Al restringir la virtud a la obediencia externa exclusivamente, tienen un falso sentido de la virtud. En realidad, la verdadera virtud es una respuesta comprometida a los valores que se consideran absolutos, como el amor o la misericordia. Pero, este tipo de personas que ahora estudiamos, tienen la propensión a caer en el VICIO DE LA AUTOCOMPLACENCIA, forma clásica de tomar el vicio por virtud, ENORGULLECIENDOSE DE QUE ELLOS NUNCA COMENTEN NINGUN PECADO AUTENTICO.
LA EXPERIENCIA DEL TIEMPO:
Para estas personas, el tiempo es el que manda. El reloj es una autoridad con la que hay que contar. Se someten a él aunque les cree conflictos internos. El tiempo constituye un conjunto de amenazas. Como creen que hay que despachar las cosas con urgencia, trabajan increíblemente rápido. Temen cometer errores si se entretienen. Los plazos son muy importantes, tratan de observarlos con empeño, de lo contrario se verían en apuros. El tiempo juzga su fidelidad a su cometido. El problema consiste en responder a las demandas que constantemente les hacen. Es típico que lleguen y se marchen en punto. El tiempo no les pertenece personalmente. En cambio, es una medida de la responsabilidad hacia otros.
EL TÓTEM COMPULSIVO:
Este tipo compulsivo es como un conejo. Los conejos están siempre atentos y crispados. Cuando están asustados, escapan corriendo con una histeria tal que a menudo se aproximan a su perseguidor. Aunque son luchadores belicosos, pelean solos y a menudo acaban en el estómago de algún depredador. Se hacen notar porque reproducen lo mismo una y otra vez. Como los conejos, este tipo de personas se sienten en extremo vulnerables y viven con gran aprensión e indecisión.
EL YO DESEQUILIBRADO. LAS PASIONES:
El amor apasionado de este tipo de personas trata de adaptarse a la realidad externa del mundo respondiendo a todas sus exigencias. Experimentan la realidad con inquietud, por lo que suelen estar dominados por LA PASION DEL MIEDO. La aceptación de todo lo que se les exige significa que con frecuencia les impulsa la inquietud. Les asusta pensar que los demás crean que no cumplen con sus obligaciones, en especial cuando se enfrentan con la incertidumbre sobre si hacen las cosas bien o mal. A veces estos miedos se traducen en ANSIEDAD, es decir, en MIEDO A LO DESCONOCIDO. Por eso temen los cambios y consideran que lo hecho en el pasado, ya conocido, es la mejor garantía de seguridad y de no caer en el error. Su pasión del miedo se pone muchas veces de manifiesto en su excesiva seriedad ante todo tipo de desviación de las leyes o tradiciones, y en el carácter absoluto y obstinado con que suelen afirmar su autoridad en las decisiones que toman y en las órdenes que dan. Este “juego a la defensiva” nace de las profundidades de un apasionado amor por la conformidad.
HACIA LA COMPULSIÓN:
Cuando este tipo de personas experimenta una inseguridad grande, se orientan de acuerdo hacia la tendencia a la hiperactividad y la agresividad característica de la vanidad de los tipos como Carlos, vistos en el Capítulo III. Estos últimos son muy conscientes de su imagen, se meten de tal manera en su papel que se pierden a sí mismos. El intento de poner en evidencia su valor y de encontrar su identidad les lleva a la obligación de hacer y de lograr éxito. La eficiencia se convierte en un dios. Al tender hacia la vanidad de los tipos como Carlos, las personas como Fefa pueden adoptar algún rol idealizado, complicando su indecisión con la actividad frenética y una falsa capacidad de decisión. Se trata de una tentativa para encubrir su incertidumbre con una conducta agresiva. Así, estos tipos pasan de la falsa esperanza a la PRESUNCION, es decir, a una confianza en sí mismos falta de base.
EL CENTRO RECTOR:
Este tipo de personas se rige por el centro rector de la cabeza, escogiendo como forma preferida su centro de pensamiento. Cuando llegan a un lugar, entran, retroceden y preguntan. “¿Cómo se integra todo esto?”
Al encontrarse en el punto central del centro rector de la cabeza, lo utilizan para desempeñar las funciones de los otros dos centros rectores (instintivo o visceral y sensitivo o del corazón). Tienen problemas respecto al “conocer”, pero lo niegan. Tienden a obstaculizar los conocimientos nuevos que haría menos exigente o amenazadora la vida. Mantienen el conocimiento adquirido con gran convencimiento y consideran los conocimientos nuevos como amenazadores, porque se sumarían a sus responsabilidades. Los conocimientos que poseen les dan seguridad y un conocimiento nuevo atentaría contra esta seguridad, porque provocaría conflictos con lo que ya saben. En consecuencia, se resisten a hacer lecturas serias o a escuchar sobre nuevas orientaciones del pensamiento, despreciando estas cosas como “extravagantes”, al considerarlas amenazadoras.
Sus movimientos corporales suelen estar regidos por el centro de la cabeza. No se expresan a sí mismos mediante movimientos corporales, sino por lo que la cabeza les dice que ha de hacerse en relación con lo que se les exige. Esto provoca una RIGIDEZ en su conducta, por ejemplo en las reuniones. No se preocupan si gustarán o no a los otros, como hacen las personas de corazón, sino que creen que serán queridos por el trabajo que hagan. Puede que ni se les ocurra que el nivel del sentimiento es fundamental para amar. Los padres de este tipo considerarán que sus hijos les querrán por las cosas materiales que les proporcionen, sin necesidad de expresiones de afecto ni conversaciones íntimas. Estos tipos tienen dificultad para abrir sus corazones y tienden a explicar sus vidas a partir del rol o responsabilidad que se les ha encomendado, ajenas a cualquier tipo de sentimientos.
Ordinariamente, no dicen a otro que lo está haciendo bien “porque eso es lo que tiene que hacer”. Piensan que las personas han de adaptarse a las normas del grupo o, de lo contrario, “ser despedidas”, aunque el grupo sea la familia, la empresa o la nación.
LA ACCION CONTRA LA COMPULSIÓN:
Este tipo de personas actúan contra su dependencia compulsiva de conformarse con la realidad externa moviéndose en dirección a las características de las personas que estudiaremos en el Capítulo IX, quienes suelen manifestar: “Estoy bien”. Es raro que este último tipo de personas esté incómodo por conflictos interiores y se preocupan de que quienes les rodean vivan en paz, son excelentes reconciliadores. Por naturaleza son objetivos, imparciales y desapasionados y les gusta que todo el mundo quede contento.
Al moverse en esta dirección, los tipos como Fefa conceden mayor autoridad a sus propios instintos viscerales, haciéndose, por tanto, más confiados y menos ansiosos respecto a lo que piensan los demás. Necesitan la tranquilidad interior de los tipos del capítulo noveno. Esto proviene de vivir menos de su centro de la cabeza y más de sus reacciones viscerales. Se hacen menos cautos y circunspectos respecto a probar cosas nuevas. En vez de preguntarse: “¿Cómo me adaptaré a la situación?”, dejan de lado su aprensión diciendo: “Aquí estoy, atreveos conmigo”.
El tipo que estamos estudiando en este capítulo sexto necesita la confianza de las personas viscerales, las cuales, siguiendo el flujo de los acontecimientos, se encontrarán bien como personas en su entorno. Confían en sus instintos interiores para reaccionar adecuadamente a las situaciones a medida que se producen. Para hacer esto, necesitan reducir su superresponsabilidad. Compulsivamente, magnifican la importancia de realizar lo que diga alguna autoridad o alguna forma tradicional de hacer algo, como si tales normas externas fuesen fines en sí mismas. Es conveniente que actúen con espontaneidad ante lo realmente importante que es la armonía entre las personas y en el interior de cada uno. A menudo, los conflictos interiores de las personas tipo Fefa se proyectan sobre los demás, exagerando la importancia de algunas observancias externas en detrimento del valor superior de la paz. Moviéndose hacia los tipos del capítulo noveno (“vivo tranquilo”) configuran sus conciencias en relación con los valores del amor, de la paz y de la armonía, más que con la estricta obediencia a normas y leyes.
LA AYUDA DEL AMIGO:
Como el obstáculo para el crecimiento de este tipo de personas es EL MIEDO, un amigo puede ayudarles pidiéndoles que prueben su valor de diversos modos. Es importante actuar sin avisarles. Necesitan que se les estimule a tomar sus propias decisiones. Una buena pregunta podría ser: “En realidad, ¿tú, qué quieres hacer?” El amigo refuerza cualquier decisión que tomen y permanece junto a ellos mientras tratan de llevarla a cabo, aunque no lo hagan bien. Hace falta paciencia para ayudarles a tomar una decisión personal. Si están en un grupo y son los primeros a quienes se pide que la tomen, su compulsión les llevará a escoger lo que creen que quieren los demás. Necesitan tiempo para aclarar las cosas de su mente antes de responder. Asimismo, necesitan ayuda para enfrentarse a sus miedos. Se enfrentan con el miedo a diario. Cuando detentan alguna autoridad, temen cualquier voz que disienta y tienden a ser autoritarios para demostrar a los demás quién es el jefe. Un amigo puede ayudarles a ver otras formas constructivas de ejercer la dirección y hacerse más conscientes de que la responsabilidad no tiene por qué caer sólo sobre sus hombros, sino que puede compartirse con los demás sobre la base de la confianza.
LA CONVERSIÓN INTELECTUAL:
Este tipo de personas se encuentra atrapado por su idea de SEGURIDAD, basada en la obediencia a la autoridad, personas o normas. La lealtad al líder les promete protección en sus dudas e indecisiones. El miedo inhibe su libertad para actualizarse. En cambio, son extremadamente cautos y se bloquean ante la comunicación y la acción. La ortodoxia se enmascara como valor y el autoritarismo como decisión. Cuando el abandono de las expectativas que introyectan se les hace intolerable, estos tipos se rebelan proyectando su resentimiento y su falta sobre los demás. Perciben la puesta en tela de juicio de sus ideas o procedimientos como un ataque personal porque se identifican en exceso con sus propios pensamientos. Se sienten como personificaciones de los grupos o instituciones a los que pertenecen, por tanto, la crítica dirigida a los valores del grupo se considera como una afrenta personal.
El abandonarse en la voluntad de un Ser Superior significa para ellos confiar en el amor paterno de Este como seguridad última de sus vidas.
LA CONVERSIÓN AFECTIVA:
Mediante este abandono en el Ser Superior, este tipo de personas se mueve desde la pasión del miedo a la virtud del VALOR. Al hallar su seguridad en la adopción divina, descubren que muchos de sus miedos anteriores parecen desvanecerse. Las estructuras cambiantes, las regulaciones indeterminadas e incluso las actividades ilegales llegan a resultarles menos amenazadoras porque ven que lo que se les pide nunca está completamente indicado por las instituciones y preceptos humanos. Llegan a descubrir que el Creador quiere que promuevan los valores más que las leyes y normas probadas y comprobadas. Descubren a sí mismos el valor de hacer cosas nuevas por su cuenta y de tomar decisiones cuando las cuestiones son provisionales y arriesgadas.
LA CONVERSIÓN INSTINTIVA:
Ya hemos dicho que la consolación está en el Centro Visceral, porque crecen positivamente al moverse hacia el tipo del capítulo IX. Su consolación consiste en ver las cosas en el contexto del Creador, que ama a todo y a todos. Se INFLAMAN con su seguridad en sí mismos y son más espontáneos y entusiastas.
La desolación de estos tipos está en el Centro de la Cabeza, porque avanzan hacia los tipos como Carlos (capítulo III) al ir a favor de su propia compulsión. La experiencia es de AGITACIÓN, que se expresa en una actividad frenética. Vacilan incluso ante una tarea bien definida. Por ejemplo, para ellos rezar sería un manoseo frenético del misal o de la Biblia.
EL TÓTEM REDIMIDO:
Este tipo de personas redimidas se parecen al ciervo que siempre está alerta. Sus orejas pueden orientarse para situar el sonido. Dotados de un hocico largo y sensible que capta gran variedad de olores, tienen la habilidad de arrugar la piel y sacudirse las moscas. Sus patas son como muelles dispuestos a saltar ante cualquier peligro y sólo necesitan dar unos pocos saltos gráciles para ponerse a salvo. Allí se detienen e inspeccionan al intruso. Los ciervos están excepcionalmente dotados para la supervivencia. En invierno, si no se dispone de otro alimento, pueden comer la corteza de los árboles. Una cierva hambrienta reabsorbe uno de sus dos fetos para asegurar el nacimiento de una cría viva. Los ciervos hacen frente a los depredadotes en manada y es raro verlos solos. Como los ciervos, estos tipos redimidos están siempre preparados y alerta para evitar el peligro. Tienen gran habilidad para sobrevivir en medio de las dificultades de la vida porque se basan en la fuerza del grupo. Han aprendido a vivir de forma relajada al descubrir que ese “santo abandono” en el Creador, que es leal y digno de confianza, les permite conocer que su salvación no depende simplemente de ellos mismos.
Su color simbólico es el beige. Como el beige, estos tipos redimidos se adaptan a todo. Aunque no son ofensivos, tampoco se confunden con la estructura.
Este tipo de personas consideran que la vida les plantea grandes exigencias, que suelen provenir de las expectativas de los demás, en especial del grupo a que pertenecen. En consecuencia, viven con grandes aprensiones y muchos temores.
Es probable que de niños tuviesen la experiencia de un padre o figura paterna muy estricto. La escuela suponía adaptarse a las exigencias y a las indicaciones de su profesor. Crecieron con la actitud de la autoridad externa ha de decidir todas las cuestiones. Se preocupan mucho por la OBEDIENCIA a cuanto exija la ley.
Necesitan la total ausencia de ambigüedad respecto a lo que está bien y lo que está mal. Para lograr esto, apelan a reglas o documentos de la institución que sea. Aparte de tal autoridad o legitimación, carecen de autoconfianza para tomar decisiones. Este apego a la autoridad se produce, por supuesto, para conseguir seguridad. Que la autoridad defina lo que hay que hacer y lo que no, y cómo han de ser los demás. Dentro del marco de la ley, se mueven con libertad, pero es muy probable que se queden inmovilizados ante cualquier cosa que vaya más allá de las normas. Dicen: “Eso es ir demasiado lejos, es pasarse de la raya”.
Como se identifican con las normas del grupo, necesitan pertenecer a uno específico. Quieren saber quién pertenece al grupo y quién no. De este modo, propenden a dividir el mundo en “ellos” y “nosotros”. Incluso tienden a ser paranoides respecto de las posibles amenazas al bienestar de su grupo, dado que las amenazas pueden venir de cualquier parte. Son muy cuidadosos para que no se produzcan desviaciones de las reglas y normas del grupo. Perciben cualquier desviación de los otros como un grave error y no dudan en señalar a quien se desvía o a la misma desviación. Están muy seguros de sí mismos cuando exigen a todos los miembros de su grupo que se ajusten a las reglas. Aunque ellos mismos transgredan esas reglas y normas, no lo admitirán con facilidad, ni siquiera a sí mismos.
Tardan en saber qué hacer con el tiempo libre y consideran que el tiempo ha de emplearse en cumplir con alguna responsabilidad encargada por una autoridad exterior. Quieren utilizar todo el tiempo de manera responsable, pero, si no les dicen con claridad lo que se les pide, se muestran inseguros. Cuando quieren comprar algo en una tienda dudan mucho antes de decidir qué escoger y sienten la necesidad de pedir la opinión de alguien, aunque sea un desconocido. Con frecuencia encubren su incertidumbre buscando qué hacer de forma hiperactiva, haciendo poco o nada.
Los tipos como Fefa no son emprendedores, aunque estén dispuestos a trabajar mucho, y necesitan una dirección externa. Para ellos es MUY IMPORTANTE NO TOMAR DECISIONES ERRONEAS, esto les hace muy cautelosos. A menudo evitan tomar una decisión, aunque “no decidir sea ya decidir”. Rehuyen riesgos hasta el punto de perder muchas oportunidades en la vida.
Problema muy importante para ellos es LA INSEGURIDAD. Experimentan mucho miedo y ansiedad. Parece que siempre hay algo ante lo que ser aprensivo. Con frecuencia temen lo desconocido, el futuro incierto. Se sienten mucho más seguros con “lo probado y comprobado” del pasado que experimentando nuevas formas de hacer las cosas. Lo que otros verían como una aventura o desafío ellos lo verán como una amenaza. Prefieren repetir lo que han hecho muy bien en el pasado. Les falta confianza en las capacidades que en realidad tienen y les asusta el cambio. Esto es la consecuencia de su profunda falta de confianza en su propia capacidad de tomar decisiones o ensayar cosas nuevas. Esto significa que “deben ser muy cuidadosos” en todo lo que hagan de acuerdo con sus responsabilidades, necesitan “precaución”.
Cuando leen un libro, se sienten responsables de conocer todo lo que leen, consideran importante cada palabra, como si les plantease alguna exigencia. Esta compulsión a sentirse responsables de lo que leen supone para ellos un gran obstáculo para el aprendizaje y, a menudo, les impide leer mucho.
Con frecuencia sienten que la mejor forma de afrontar un peligro es un “fuerte ataque”. Como se sienten inseguros, es fácil que consideren que cualquier oposición a ellos mismos o al grupo es muy peligrosa e incluso maliciosa. Para protegerse, combaten vigorosamente, a menudo con argumentos en forma de amenazas “en nombre de la ley”. Otra forma de tomar la ofensiva es mediante la palabra “nunca”. Dicen: “Nunca lo permitiré”, o “nunca cambiaré”.
Esta inseguridad ante las exigencias que perciben en la vida tiende a hacer de este tipo de personas individuos muy serios y bastante carentes de humor. Tal vez no deseen tomarse la vida tan en serio, pero su compulsión a la responsabilidad les lleva a adoptar esa postura. Aparecen la aprensión y el miedo. Aunque en el fondo sepan que sus miedos son infundados y las cosas marchan bien, siguen temiendo al futuro.
Son personas muy hospitalarias y leales, y se dedican en cuerpo y alma al grupo al que pertenecen. Pareja a esta lealtad surge un calor de devoción y compañerismo. Dan gran importancia a la vida del grupo y hacen grandes sacrificios por él. Por su sentido de la responsabilidad y dedicación al grupo, pueden desenvolverse muy bien en puestos ejecutivos o de dirección, si bien necesitan líneas orientadoras adecuadas, claras y carentes de ambigüedad. Cuando saben lo que se espera de ellos son muy buenos trabajadores y los demás se suelen quedar atónitos ante la velocidad, precisión y finura de su trabajo. Son muy puntuales y no tienen inconveniente en trabajar más que el resto, siempre que lo sepan los jefes.
Es probable que las personas como Fefa se muestren de acuerdo con la mayor parte de los siguiente enunciados:
Básicamente, soy una persona moderada.
Es muy importante para mí la lealtad al grupo.
Me es muy difícil ir en contra de lo mandado por la autoridad.
Antes de tomar una decisión, obtengo información adicional para estar seguro de que estoy preparado.
Pienso durante mucho tiempo porque necesito explorar exhaustivamente las diversas opciones.
Me pregunto a menudo si tengo suficiente valor para hacer lo que hay que hacer.
Con frecuencia estoy lleno de dudas.
Me gusta estar muy seguro antes de actuar.
Sin leyes estrictas, es difícil decir lo que tienen que hacer las personas.
Con frecuencia, suelo actuar con sentido del deber y responsabilidad.
Me gusta que esté delimitado lo que hay que hacer.
Me parece que siento el peligro y la amenaza más que otros.
Tiendo a dividir el mundo en bandos y me preocupa de qué lado están las personas.
Suelo ser consciente de las contradicciones y muy sensible a ellas.
Prefiero que las cosas tengan establecido el principio y el fin a que se dejen abiertas en su realización.
Con frecuencia me encuentro evaluando a los demás en relación con la posibilidad de que constituyan o no una amenaza para mí.
La “prudencia” es una virtud muy importante para mí.
Me da la sensación de que siempre estoy luchando contra mis miedos.
Me da la sensación de que me preocupo más que los otros de defenderme a mí mismo o a mi posición.
Con frecuencia fantaseo sobre mi asunto como si desempeñara el papel u ocupara el puesto de “héroe”.
LEALTAD, LEGALISMO Y RECTITUD NEUROTICA:
Con su gran insistencia en la lealtad, las personas como Fefa caen con frecuencia en la trampa del legalismo. Suelen hacer de la observancia de las leyes un fin en sí mismo, en vez de un medio para alcanzar un fin. Por eso viven la vida como el cumplimiento de “exigencias”. Perciben la moralidad y la religión centradas en la observancia de las leyes. Incluso, suelen juzgar la relación personal con Dios por la observancia externa de leyes y reglamentos.
La razón de poner el centro en la observancia externa de las leyes es la SEGURIDAD. Este legalismo suele impulsarles hacia la RECTITUD NEUROTICA. Como la observancia externa de las leyes les proporciona seguridad, cualquier desviación de esas obligaciones socava su seguridad. Si se les acusa de incumplir las normas, lo negarán, poniendo de manifiesto los fallos aún más graves de los demás.
Además de la estricta observancia de las leyes, este tipo de personas puede encontrar seguridad obedeciendo a alguien revestido de autoridad. Si tienen dificultad en decidir, prefieren que la respuesta venga de una autoridad externa. Obedeciendo se sienten seguros de que lo que hacen es lo correcto y nadie puede reprocharles nada por ello.
La observancia de las normas está bien en general, pero no se puede anteponer la letra al espíritu de la ley, ni las leyes al amor al prójimo.
EL YO COMPULSIVO FRENTE AL MUNDO:
Este tipo de personas consideran que “deben adaptarse al mundo” y, además, son personas “dependientes”, es decir, van hacia el mundo.
Como su autoconcepto supone que deben adaptarse al mundo para ser dignos de confianza, dan una gran importancia a la adaptación a las normas y leyes vigentes. Consideran que su propio valor depende de hacer frente a las responsabilidades que se les encomienden. En su contexto, “ser” es “ser responsable”.
EL FALSO SENTIDO DE LA REALIDAD:
Estas personas ven la realidad como armonía entre lo interior y lo exterior. Quienes dicen: “Debo adaptarme al mundo” ven la vida real como armonía o integración entre ellos mismos y el mundo externo. Dicen: “Para realizarme, debo satisfacer las demandas que me plantean”. Consideran que la satisfacción de esas demandas asegura la armonía entre ellos mismos y su medio. Dado que experimentan la realidad de la vida como el constante planteamiento de demandas, sólo sienten que están en contacto con la vida cuando tienen aprensiones, o sea, miedo sobre el cumplimiento de lo que se espera de ellos. Esas aprensiones los mantienen preocupados por todas sus responsabilidades y centrado en lo que para ellos es la realización de la vida. Dejar de lado tales preocupaciones supondría, desde su punto de vista, no afrontar lo que la vida les demanda.
FALSO SENTIDO DE LA VIRTUD Y EL VICIO:
Las personas como Fefa se centran también en adaptarse al mundo para poder considerarse a sí mismos buenas personas. Viven con aprensión y miedo las exigencias de la vida en forma de responsabilidades. Para ser personas valiosas, les es importante cumplir todos los deberes externos con una fiel obediencia a las leyes y reglamentos dados por la autoridad. Convierten la obediencia a la ley en un fetiche, como si todas las virtudes fuesen simplemente cuestiones de obediencia a las leyes y todos los vicios se resumieran en la transgresión de las mismas. Al restringir la virtud a la obediencia externa exclusivamente, tienen un falso sentido de la virtud. En realidad, la verdadera virtud es una respuesta comprometida a los valores que se consideran absolutos, como el amor o la misericordia. Pero, este tipo de personas que ahora estudiamos, tienen la propensión a caer en el VICIO DE LA AUTOCOMPLACENCIA, forma clásica de tomar el vicio por virtud, ENORGULLECIENDOSE DE QUE ELLOS NUNCA COMENTEN NINGUN PECADO AUTENTICO.
LA EXPERIENCIA DEL TIEMPO:
Para estas personas, el tiempo es el que manda. El reloj es una autoridad con la que hay que contar. Se someten a él aunque les cree conflictos internos. El tiempo constituye un conjunto de amenazas. Como creen que hay que despachar las cosas con urgencia, trabajan increíblemente rápido. Temen cometer errores si se entretienen. Los plazos son muy importantes, tratan de observarlos con empeño, de lo contrario se verían en apuros. El tiempo juzga su fidelidad a su cometido. El problema consiste en responder a las demandas que constantemente les hacen. Es típico que lleguen y se marchen en punto. El tiempo no les pertenece personalmente. En cambio, es una medida de la responsabilidad hacia otros.
EL TÓTEM COMPULSIVO:
Este tipo compulsivo es como un conejo. Los conejos están siempre atentos y crispados. Cuando están asustados, escapan corriendo con una histeria tal que a menudo se aproximan a su perseguidor. Aunque son luchadores belicosos, pelean solos y a menudo acaban en el estómago de algún depredador. Se hacen notar porque reproducen lo mismo una y otra vez. Como los conejos, este tipo de personas se sienten en extremo vulnerables y viven con gran aprensión e indecisión.
EL YO DESEQUILIBRADO. LAS PASIONES:
El amor apasionado de este tipo de personas trata de adaptarse a la realidad externa del mundo respondiendo a todas sus exigencias. Experimentan la realidad con inquietud, por lo que suelen estar dominados por LA PASION DEL MIEDO. La aceptación de todo lo que se les exige significa que con frecuencia les impulsa la inquietud. Les asusta pensar que los demás crean que no cumplen con sus obligaciones, en especial cuando se enfrentan con la incertidumbre sobre si hacen las cosas bien o mal. A veces estos miedos se traducen en ANSIEDAD, es decir, en MIEDO A LO DESCONOCIDO. Por eso temen los cambios y consideran que lo hecho en el pasado, ya conocido, es la mejor garantía de seguridad y de no caer en el error. Su pasión del miedo se pone muchas veces de manifiesto en su excesiva seriedad ante todo tipo de desviación de las leyes o tradiciones, y en el carácter absoluto y obstinado con que suelen afirmar su autoridad en las decisiones que toman y en las órdenes que dan. Este “juego a la defensiva” nace de las profundidades de un apasionado amor por la conformidad.
HACIA LA COMPULSIÓN:
Cuando este tipo de personas experimenta una inseguridad grande, se orientan de acuerdo hacia la tendencia a la hiperactividad y la agresividad característica de la vanidad de los tipos como Carlos, vistos en el Capítulo III. Estos últimos son muy conscientes de su imagen, se meten de tal manera en su papel que se pierden a sí mismos. El intento de poner en evidencia su valor y de encontrar su identidad les lleva a la obligación de hacer y de lograr éxito. La eficiencia se convierte en un dios. Al tender hacia la vanidad de los tipos como Carlos, las personas como Fefa pueden adoptar algún rol idealizado, complicando su indecisión con la actividad frenética y una falsa capacidad de decisión. Se trata de una tentativa para encubrir su incertidumbre con una conducta agresiva. Así, estos tipos pasan de la falsa esperanza a la PRESUNCION, es decir, a una confianza en sí mismos falta de base.
EL CENTRO RECTOR:
Este tipo de personas se rige por el centro rector de la cabeza, escogiendo como forma preferida su centro de pensamiento. Cuando llegan a un lugar, entran, retroceden y preguntan. “¿Cómo se integra todo esto?”
Al encontrarse en el punto central del centro rector de la cabeza, lo utilizan para desempeñar las funciones de los otros dos centros rectores (instintivo o visceral y sensitivo o del corazón). Tienen problemas respecto al “conocer”, pero lo niegan. Tienden a obstaculizar los conocimientos nuevos que haría menos exigente o amenazadora la vida. Mantienen el conocimiento adquirido con gran convencimiento y consideran los conocimientos nuevos como amenazadores, porque se sumarían a sus responsabilidades. Los conocimientos que poseen les dan seguridad y un conocimiento nuevo atentaría contra esta seguridad, porque provocaría conflictos con lo que ya saben. En consecuencia, se resisten a hacer lecturas serias o a escuchar sobre nuevas orientaciones del pensamiento, despreciando estas cosas como “extravagantes”, al considerarlas amenazadoras.
Sus movimientos corporales suelen estar regidos por el centro de la cabeza. No se expresan a sí mismos mediante movimientos corporales, sino por lo que la cabeza les dice que ha de hacerse en relación con lo que se les exige. Esto provoca una RIGIDEZ en su conducta, por ejemplo en las reuniones. No se preocupan si gustarán o no a los otros, como hacen las personas de corazón, sino que creen que serán queridos por el trabajo que hagan. Puede que ni se les ocurra que el nivel del sentimiento es fundamental para amar. Los padres de este tipo considerarán que sus hijos les querrán por las cosas materiales que les proporcionen, sin necesidad de expresiones de afecto ni conversaciones íntimas. Estos tipos tienen dificultad para abrir sus corazones y tienden a explicar sus vidas a partir del rol o responsabilidad que se les ha encomendado, ajenas a cualquier tipo de sentimientos.
Ordinariamente, no dicen a otro que lo está haciendo bien “porque eso es lo que tiene que hacer”. Piensan que las personas han de adaptarse a las normas del grupo o, de lo contrario, “ser despedidas”, aunque el grupo sea la familia, la empresa o la nación.
LA ACCION CONTRA LA COMPULSIÓN:
Este tipo de personas actúan contra su dependencia compulsiva de conformarse con la realidad externa moviéndose en dirección a las características de las personas que estudiaremos en el Capítulo IX, quienes suelen manifestar: “Estoy bien”. Es raro que este último tipo de personas esté incómodo por conflictos interiores y se preocupan de que quienes les rodean vivan en paz, son excelentes reconciliadores. Por naturaleza son objetivos, imparciales y desapasionados y les gusta que todo el mundo quede contento.
Al moverse en esta dirección, los tipos como Fefa conceden mayor autoridad a sus propios instintos viscerales, haciéndose, por tanto, más confiados y menos ansiosos respecto a lo que piensan los demás. Necesitan la tranquilidad interior de los tipos del capítulo noveno. Esto proviene de vivir menos de su centro de la cabeza y más de sus reacciones viscerales. Se hacen menos cautos y circunspectos respecto a probar cosas nuevas. En vez de preguntarse: “¿Cómo me adaptaré a la situación?”, dejan de lado su aprensión diciendo: “Aquí estoy, atreveos conmigo”.
El tipo que estamos estudiando en este capítulo sexto necesita la confianza de las personas viscerales, las cuales, siguiendo el flujo de los acontecimientos, se encontrarán bien como personas en su entorno. Confían en sus instintos interiores para reaccionar adecuadamente a las situaciones a medida que se producen. Para hacer esto, necesitan reducir su superresponsabilidad. Compulsivamente, magnifican la importancia de realizar lo que diga alguna autoridad o alguna forma tradicional de hacer algo, como si tales normas externas fuesen fines en sí mismas. Es conveniente que actúen con espontaneidad ante lo realmente importante que es la armonía entre las personas y en el interior de cada uno. A menudo, los conflictos interiores de las personas tipo Fefa se proyectan sobre los demás, exagerando la importancia de algunas observancias externas en detrimento del valor superior de la paz. Moviéndose hacia los tipos del capítulo noveno (“vivo tranquilo”) configuran sus conciencias en relación con los valores del amor, de la paz y de la armonía, más que con la estricta obediencia a normas y leyes.
LA AYUDA DEL AMIGO:
Como el obstáculo para el crecimiento de este tipo de personas es EL MIEDO, un amigo puede ayudarles pidiéndoles que prueben su valor de diversos modos. Es importante actuar sin avisarles. Necesitan que se les estimule a tomar sus propias decisiones. Una buena pregunta podría ser: “En realidad, ¿tú, qué quieres hacer?” El amigo refuerza cualquier decisión que tomen y permanece junto a ellos mientras tratan de llevarla a cabo, aunque no lo hagan bien. Hace falta paciencia para ayudarles a tomar una decisión personal. Si están en un grupo y son los primeros a quienes se pide que la tomen, su compulsión les llevará a escoger lo que creen que quieren los demás. Necesitan tiempo para aclarar las cosas de su mente antes de responder. Asimismo, necesitan ayuda para enfrentarse a sus miedos. Se enfrentan con el miedo a diario. Cuando detentan alguna autoridad, temen cualquier voz que disienta y tienden a ser autoritarios para demostrar a los demás quién es el jefe. Un amigo puede ayudarles a ver otras formas constructivas de ejercer la dirección y hacerse más conscientes de que la responsabilidad no tiene por qué caer sólo sobre sus hombros, sino que puede compartirse con los demás sobre la base de la confianza.
LA CONVERSIÓN INTELECTUAL:
Este tipo de personas se encuentra atrapado por su idea de SEGURIDAD, basada en la obediencia a la autoridad, personas o normas. La lealtad al líder les promete protección en sus dudas e indecisiones. El miedo inhibe su libertad para actualizarse. En cambio, son extremadamente cautos y se bloquean ante la comunicación y la acción. La ortodoxia se enmascara como valor y el autoritarismo como decisión. Cuando el abandono de las expectativas que introyectan se les hace intolerable, estos tipos se rebelan proyectando su resentimiento y su falta sobre los demás. Perciben la puesta en tela de juicio de sus ideas o procedimientos como un ataque personal porque se identifican en exceso con sus propios pensamientos. Se sienten como personificaciones de los grupos o instituciones a los que pertenecen, por tanto, la crítica dirigida a los valores del grupo se considera como una afrenta personal.
El abandonarse en la voluntad de un Ser Superior significa para ellos confiar en el amor paterno de Este como seguridad última de sus vidas.
LA CONVERSIÓN AFECTIVA:
Mediante este abandono en el Ser Superior, este tipo de personas se mueve desde la pasión del miedo a la virtud del VALOR. Al hallar su seguridad en la adopción divina, descubren que muchos de sus miedos anteriores parecen desvanecerse. Las estructuras cambiantes, las regulaciones indeterminadas e incluso las actividades ilegales llegan a resultarles menos amenazadoras porque ven que lo que se les pide nunca está completamente indicado por las instituciones y preceptos humanos. Llegan a descubrir que el Creador quiere que promuevan los valores más que las leyes y normas probadas y comprobadas. Descubren a sí mismos el valor de hacer cosas nuevas por su cuenta y de tomar decisiones cuando las cuestiones son provisionales y arriesgadas.
LA CONVERSIÓN INSTINTIVA:
Ya hemos dicho que la consolación está en el Centro Visceral, porque crecen positivamente al moverse hacia el tipo del capítulo IX. Su consolación consiste en ver las cosas en el contexto del Creador, que ama a todo y a todos. Se INFLAMAN con su seguridad en sí mismos y son más espontáneos y entusiastas.
La desolación de estos tipos está en el Centro de la Cabeza, porque avanzan hacia los tipos como Carlos (capítulo III) al ir a favor de su propia compulsión. La experiencia es de AGITACIÓN, que se expresa en una actividad frenética. Vacilan incluso ante una tarea bien definida. Por ejemplo, para ellos rezar sería un manoseo frenético del misal o de la Biblia.
EL TÓTEM REDIMIDO:
Este tipo de personas redimidas se parecen al ciervo que siempre está alerta. Sus orejas pueden orientarse para situar el sonido. Dotados de un hocico largo y sensible que capta gran variedad de olores, tienen la habilidad de arrugar la piel y sacudirse las moscas. Sus patas son como muelles dispuestos a saltar ante cualquier peligro y sólo necesitan dar unos pocos saltos gráciles para ponerse a salvo. Allí se detienen e inspeccionan al intruso. Los ciervos están excepcionalmente dotados para la supervivencia. En invierno, si no se dispone de otro alimento, pueden comer la corteza de los árboles. Una cierva hambrienta reabsorbe uno de sus dos fetos para asegurar el nacimiento de una cría viva. Los ciervos hacen frente a los depredadotes en manada y es raro verlos solos. Como los ciervos, estos tipos redimidos están siempre preparados y alerta para evitar el peligro. Tienen gran habilidad para sobrevivir en medio de las dificultades de la vida porque se basan en la fuerza del grupo. Han aprendido a vivir de forma relajada al descubrir que ese “santo abandono” en el Creador, que es leal y digno de confianza, les permite conocer que su salvación no depende simplemente de ellos mismos.
Su color simbólico es el beige. Como el beige, estos tipos redimidos se adaptan a todo. Aunque no son ofensivos, tampoco se confunden con la estructura.