DARLE UN SENTIDO A LA VIDA (II)

zarbel

Cogollito
25 Agosto 2004
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Près de la France
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Hemos sido escogidos para venir al mundo, pero necesitamos sabernos queridos, todos los niños necesitan saberse queridos. Luego crecemos y podemos vivir sin ser queridos o apreciados, pero, para la salud del alma y de nuestro bienestar interior es conveniente que nos bendigan, así como que nosotros también bendigamos a los demás.

En latín bendecir se dice "benedicere". La palabra bendición, que es usada en muchas iglesias, significa literalmente hablar bien, "bene dicere", o decir cosas buenas de alguien. Necesitamos oír cosas buenas de nosotros, afirmarnos los unos a los otros. Sin esta afirmación es difícil llevar una vida satisfactoria. Bendecir a alguien es la afirmación más significativa que podemos ofrecerle, es decir sí a la condición de amado de una persona, es crear aquello que la bendición dice.

Pero el sentimiento de ser bendecido no es el que más anda entre nosotros, muchas personas sufren el sentimiento de ser maldecidos. Nos sentimos víctimas de un mundo que no podemos cambiar, y el sentimiento de ser maldecidos se hace presente más fácilmente que el de ser bendecidos, y encontramos suficientes argumentos para alimentarlo.
Con frecuencia escuchamos voces interiores que nos llaman perversos, malos, corrompidos, inútiles, sin valor alguno, abocados a la enfermedad y a la muerte. Pero todo esto son mentiras, fáciles de creer, pero, al fin y al cabo, mentiras.

Creer que hemos sido elegidos y tomados para venir al mundo por un ser superior y desconocido nos permite también pensar que hemos sido elegidos porque somos amados por El, bendecidos por El. Por eso, debemos ser capaces de ver y experimentar esta bendición de forma bien clara.

Las religiones utilizan el método del trabajo real de la oración, haciendo silencio y escuchar la voz que me dice cosas buenas sobre mí. Tengo tanto miedo a ser maldecido, a escuchar que no soy nada bueno, que fácilmente caigo en la tentación de empezar a hablar y de continuar hablando para dominar mis miedos.

¿Has intentado alguna vez pasar una hora entera no haciendo otra cosa que escuchar la voz que se cobija en el interior de tu corazón?
Con frecuencia, abandonamos el silencio que nos asusta y volvemos al trabajo.
Hay una voz en nuestro interior que nos dice: "Eres mi hijo amado, en ti me complazco". Si nos atrevemos a abrazar nuestra soledad y a amar nuestro silencio, llegaremos a conocer esta voz, voz que puede ser oída por los oídos de la fe, el oído interior de nuestro corazón.

Practicando media hora al día te revela que eres un bendecido y puedes bendecir a otros. Hay quien recita repetidamente la oración de San Francisco: "Señor, haz de mí un instrumento de paz. Que donde haya odio, yo ponga amor".

A menudo, la gente dice cosas buenas de nosotros, pero las despreciamos con comentarios como: "No vale la pena, olvídalo, no es nada" o cosas parecidas. Estas expresiones parecen de humildad, pero de hecho, son señales de que no estábamos realmente preparados para recibir las bendiciones que nos daban, porque se nos ha hecho extremadamente difícil detenernos, oír, prestar atención y recibir, agradecidos, lo que se nos ofrece.

Si escuchamos dentro de nosotros, percibiremos las señales suaves de esa voz hermosa, fuerte y escondida de quien nos llama por nuestro nombre y dice cosas hermosas sobre nosotros.

Para los escépticos, decirles que apenas existe un espacio neutral entre la tierra de los bendecidos y la de los malditos. Tienes que escoger dónde quieres vivir, y es una elección que tienes que seguir haciendo continuamente. La característica de los bendecidos es que adonde quiera que van, siempre dicen palabras de bendición. El bendecido siempre bendice, camina por el mundo y echa bendiciones. No exige gran esfuerzo. Es algo que fluye naturalmente de nuestros corazones. Cuando escuchamos dentro de nosotros la voz que nos llama por nuestro nombre y nos bendice, la oscuridad ya no nos distrae.

Queda claro que la bendición sólo puede darla quien la ha escuchado previamente, bendición imprescindible para afrontar nuestra condición de seres rotos, cuestión que abordaré en el tercer capítulo.
 

Jimmy-jazz

Semilla
24 Mayo 2003
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este

Hay quien recita repetidamente la oración de San Francisco: "Señor, haz de mí un instrumento de paz. Que donde haya odio, yo ponga amor
jeje cuando iba al cole de nano era la oracion que dabas los curas, jeje vaya rollo prefiero hacer mantras jejeje
 

zarbel

Cogollito
25 Agosto 2004
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Me interesa no tanto el rollo curil o monjil cuanto que se entienda la idea de que podemos ayudar a los demás hablando bien de ellos, pero para eso tenemos que saber que se nos bendice a nosotros también, que hemos sido creados por algo y que podemos escuchar la voz interior que nos habla de que somos amados por un Ser Superior, llamémosle como queramos.
 
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