El dolor que le ocasioné al doctor Leopoldo Regirozzi

[claudioacuna]

Durante la época en que hacía mi experiencia terapéutica grupal con
el doctor Leopoldo Regirozzi, sucedió una vez que, en los minutos
previos a nuestra reunión semanal, nos encontramos, algunos de mis
compañeros y yo, con este médico psicoterapeuta, en la verededa
frente a
nuestra sala de sesiones. Cuando me tocó saludar al doctor, ocurrió
algo ligeramente grotesco. Como yo continuaba, como podía, enfundado
dentro del personje que venía a practicar asertividad, y queriendo
mostrar buena onda, saludé al
doctor con una amplia sonrisa, al mismo tiempo que le extendí
francamente mi mano. Regirozzi respondió automáticamente mi saludo en
la misma manera, pero después de unos pocos segundos de iniciado
nuestro
apretón de manos, y mientras continuaba éste, su sonrisa se transformó
en una horrible mueca de dolor, dolor espiritual que lo llevó,
finalmente, a tratar de evitar mi mirada, bajando la vista y torciendo
su cabeza hacia un costado, de forma de terminar nuestro sonriente
contacto visual. Como yo no era para nada una persona asertiva,
inmediatamente me sentí culpable de la penosa situación de Regirozzi
por lo que retiré mi mano, tan rápidamente como me fue posible, para
finalizar, sin más daño, el torturante
sufrimento que yo le infligía con mi terriblemente feliz presencia
ante él.

Claudio Acuña
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