hola,kizás este artículo responda a algunas de esas cuestiones
Quien alguna vez caminó por las calles de Amsterdam, dudosamente haya logrado deshacerse de dos impresiones iniciales. La primera: que la tolerancia sobre la venta y el uso de la marihuana y el hachís se traduce en un escenario de poco control, donde todo está permitido y donde gente "rara" en sitios "raros" inundan la ciudad con sus vahos.
La segunda impresión, probablemente basada en el viejo mecanismo de que lo que no se ve no existe, le indica al observador que hay más consumidores y que una "mafia con licencia" es la dueña de lo que ocurre en las estrechas calles del centro histórico. Pues la realidad demuestra que es poco o nada lo que hay de verdad en estos imaginarios sociales.
La tolerancia implica en realidad mayor control, sólo un puñado de los "traficantes con licencia" tiene algún interés en romper las reglas de juego e incursionar en sustancias o actividades ilegales, y no se consume más cantidad que en lugares donde la venta está prohibida.
Veinte años de legalización de facto.
Desde 1976, Holanda tolera el consumo y la venta minorista de las llamadas "drogas blandas", es decir, de los productos derivados del cannabis como la marihuana y el hachís. Aunque la división entre drogas duras y blandas es sin duda arbitraria, pues como afirma Antonio Escohotado toda sustancia puede ser dura o blanda dependiendo del uso que se le dé, el estado holandés consideraba que se trataba de sustancias menos perjudiciales para la salud que otras como el alcohol, el tabaco o la heroína.
Se tolera entonces, pero no se legaliza. Respecto a la tenencia para consumo personal, se optó por no perseguir a pesar de que la Ley de Opio la mantuvo como falta con un mes de prisión. Aunque España fue más lejos y despenalizó el consumo en 1983, las agendas europeas siguieron más o menos la misma tendencia a lo largo de estos veinte años: el fumador de marihuana fue perdiendo peso ya como "peligro potencial" (abandonando sus connotaciones contraculturales, ideológicas o políticas de antaño) ya como "problema socio-sanitario" (con el aumento en el abuso de otras sustancias que sí planteaban desafíos reales).
La paulatina pérdida de estigma social, la imposibilidad práctica de perseguir a los millones de usuarios y en cierta medida la posibilidad de producir la hierba "en casa", hicieron que incluso países como los Estados Unidos toleraran más y más el consumo.
Pero Holanda avanzó otro paso y extendió la tolerancia al comercio minorista. La idea era "separar" los circuitos de diferentes sustancias, ya fuera para evitar que quienes fumaran un joint no entraran en contacto con otro tipo de drogas, para mejorar su uso (controlando precio y calidades), para evitar "situaciones problemáticas" (alejando al consumidor de ollas o de bares donde no se fuma), o bien para controlar mejor (haciéndolos públicos) posibles excesos. Así aparecieron los llamados coffee-shops.
Vía libre al productor casero.
Pero si ya tolerar la demanda y perseguir la oferta plantea graves problemas de lógica formal, cómo es posible que se "habilite" a un vendedor cuyos abastecedores son perseguidos? Porque evidentemente la marihuana y el hachís no caen del cielo.
El hachís llega fundamentalmente de Marruecos y Pakistán, mientras que la marihuana que ofrecen los 1500 coffee-shops proviene de todo el mundo, pero sobre todo de invernaderos locales que de manera intensiva y con gran soporte tecnológico han conseguido maravillas. La Nederwiet o hierba holandesa, variedad de gran calidad y alta concentración de THC (principio activo del cannabis) ha logrado no sólo hacerse con el 50% del mercado local sino que se ha convertido en producto de exportación.
Aunque el tráfico mayorista, la importación y la manufacturación de drogas blandas se mantuvieron penalizados y perseguidos, la política pragmática también estableció prioridades en este nivel. Por un lado, asediado por las presiones externas, el Ministerio de Justicia aceptó enmarcar la política (penal) de drogas en el contexto de la "lucha contra el delito organizado", sobre todo a escala internacional. Resultado: prioridad de perseguir la importación y la exportación de cannabis. De hecho, son mucho mayores los decomisos y los juicios relacionados con importación de hachís desde Marruecos o Pakistán, que los relativos a la exportación de Nederwiet.
Por otro lado, el Ministerio no oculta sus preferencias por abastecer el mercado con producción local a pequeña escala. En realidad, el gobierno holandés sueña en un reciente memorando oficial, primero, con la legalización a escala mundial, y segundo, con un sistema de permisos a miles de cultivadores pequeños (por supuesto contribuyentes fiscales) que transporten y distribuyan sus modestas producciones bajo control estatal. Resultado: se persigue solamente la gran producción.
Los indicadores para distinguir pequeños y grandes son relativamente sencillos: uso mensual de luz, agua y calefacción. "Con más de dos lámparas ya puedo tener problemas. Los vecinos ni se enteran porque el filtro de aire es de buena calidad. Invierto en total unos 3.000 dólares y saco 6 cosechas de Super-Skunk al año. Un amigo tiene los contactos en los coffee-shops. En unos meses podré sacar entre 1.000 y 1.500 dólares mensuales y dedicarme a lo que realmente me gusta: la música", afirma uno de los más de 35.000 home-growers (cultivadores caseros) que se calcula existen en Holanda.
La lógica del coffee-shop.
Desde un principio, las reglas para obtener licencia fueron bien claras: prohibido hacer publicidad más allá del cartel de la entrada, prohibido vender a menores de 16 años, prohibido vender drogas duras, prohibido provocar "molestias" en el entorno (basura, ruidos, congestión de tránsito, etc.) y prohibido vender más de 30 grs. por persona por día. Y como cualquier otro negocio, pagar impuestos.
Durante los ochenta crecieron en número y no se vieron acosados más que con esporádicas acciones policiales y amenazas ministeriales. Hacia 1995 se inicia un período de mayor presión sobre los coffee-shops: ante la crítica "europea" se elige por continuar el modelo vistos los incontestables resultados positivos, aumentando reglas y controles para su funcionamiento, y bregando por una futura legalización a escala mundial.
Un primer cambio importante fue la descentralización del control. Desde 1996 son las municipalidades las que, en consenso con el ministerio público y la policía local, definen criterios y ejercen controles para abrir y cerrar coffee-shops. En muchas ciudades, por ejemplo, se bajó el número de establecimientos de la noche a la mañana.
El ministerio público definió nuevos criterios generales, que se agregaron a los ya existentes:
a) prohibición de vender alcohol. Ante esto, algunos coffee-shops optaron por transformarse en bares comunes.
b) aumento de la edad límite, tanto para comprar como para estar en un coffee-shop, de 16 a 18 años.
Dirigida supuestamente a ahuyentar escolares, esta restricción fue muy criticada por su efecto opuesto: en la calle quedan a merced de traficantes ligados al circuito criminal.
c) disminución de la cantidad máxima para vender, que pasó de 30 grs. a 5 grs. por cliente por día. Esto no representa cambio alguno, pues dicha cantidad supera ampliamente lo que un consumidor habitual compra diariamente.
d) un coffee-shop no puede tener más de medio kilo de stock diario. Otra medida simbólica, pues no hay forma de controlar lo que el vendedor guarda en otros sitios, que simplemente aumenta la frecuencia de viajes entre la caleta y el local.
Quienes creen que se trata de un sistema laxo se equivocan. Los dueños de coffee-shops saben perfectamente que la policía los controla regularmente. A la primera, cierre temporario. A la segunda, clausura definitiva. Los vendedores que además trafican con drogas duras, en general no usan el coffee-shop como sitio de venta. Y son ellos los primeros en controlar que no entren menores o que se produzcan peleas o "molestias". Cadenas como la conocida Bulldog cuidan su "reputación" y su imagen como cualquier almacén de ropas.
The Grasshopper informa a sus clientes en un folleto elaborado con instituciones de prevención de drogas: "Usa cannabis por placer, pero no te "fumes" el stress o las inseguridades. No se resuelven los problemas encendiendo un bareto... No uses en la escuela, en el trabajo o si aún tienes que estudiar. No manejes. No mezcles con alcohol. No fumes cannabis si tomas medicinas, si eres diabético, epiléptico o si estás embarazada. No compres en la calle. Entra siempre a un coffee-shop y hazte informar sobre lo que vas a comprar. Evita problemas: no lleves marihuana cuando cruzas fronteras."
Menos delincuentes, mejores consumidores.
Porqué insiste tanto el gobierno en mantener el modelo, y porqué cada vez más funcionarios, operadores o políticos del ámbito europeo miran con buenos ojos alguna forma de normalización del cannabis? En principio, el caso holandés demuestra tres cosas. Primero, que el prohibicionismo no reduce los delitos relacionados con drogas, al contrario, los aumenta. Segundo, que la política de drogas no guarda relación con la cantidad de consumidores. Y tercero, que una política normalizadora sí mejora las "condiciones" del consumo, esto medido en términos de salud, edad de entrada, uso de otras sustancias, calidad de lo que se consume, etc.
En primer lugar, los delitos relacionados con drogas (robo, homicidio, abusos, etc.) son aquellos que cometen los consumidores para obtener la droga o, en menor medida, como efecto de lo que consumen, y los que cometen los traficantes para "regular" un negocio que es ilegal y que deja ganancias extraordinarias. A pesar de que estos delitos muestran en Holanda un crecimiento importante desde principios de los noventa (15 años después de la legalización de facto del cannabis!), es claro que este aumento no se relaciona con el modelo de venta minorista tolerada.
Dejando de lado el hecho de que el uso de marihuana no genera actitudes agresivas o violentas, el coffee-shop y los precios moderados hacen que el consumidor (pobre) no tenga ni necesidad de robar para fumar, ni que exponerse al riesgo de que le roben o lo agredan. La existencia de "organizaciones criminales" ligadas al gran tráfico, habla simplemente de que a ese nivel Holanda no se diferencia del resto. La tolerancia empieza desde los pequeños productores caseros para abajo, y allí los niveles de delincuencia son los normales.
En segundo lugar, la existencia de coffee-shops no implica mayor consumo local. Por suerte, la normalización también permite que, al romperse los tabúes y los estigmas, las mediciones y las estadísticas sean serias y confiables. Si bien el porcentaje de personas que alguna vez en su vida probaron cannabis creció del 23% en 1987 al 29% en 1994, el de consumidores frecuentes (al menos una vez en el último mes) se mantuvo estable pasando del 5,5% al 6,4%. El primer crecimiento es lógico y se explica por el recambio generacional. Pero la segunda tendencia es más interesante: no sólo no crece la cantidad de usuarios frecuentes, sino que estos representan sólo una quinta parte de los que alguna vez fumaron cannabis. Y tan sólo un 4% la usaron más de 20 veces en el último mes.
Es decir, la inmensa mayoría de los usuarios fuma un bareto de vez en cuando. Incluso en el grupo de 20 a 24 años, que muestra los índices más altos de consumo, el porcentaje de usuarios frecuentes se mantuvo estable. Mientras tanto, en el mismo lapso de tiempo, se multiplicaron los coffee-shops en la ciudad de Amsterdam. Y por supuesto, estas cifras no superan a las de países como Estados Unidos, donde por vender unos gramos de marihuana muchos han pasado más de 10 años en la cárcel.
Finalmente, hay dos desarrollos en el consumo en los que la existencia del coffee-shop sí parece haber jugado un papel muy positivo. El primero refiere a la edad de iniciación. En general, ella oscila entre 13 y 26 años. Pero mientras que el promedio en otras partes se acerca más a los 15 años, en Amsterdam dicho promedio es de 18 años. Amen de otros factores, la transgresión que representa probar o consumir sustancias prohibidas es un ingrediente de interés para los adolescentes. La normalización del cannabis y la institucionalización de los coffee-shops, aún cuando les nieguen la entrada a los mismos, remueve en ellos la atracción por la fruta prohibida.
El otro éxito tiene que ver con la separación de mercados. Uno de los argumentos históricos del prohibicionismo ha sido que el cannabis funciona como "puerta de entrada" para pasar luego a otras drogas más peligrosas como la cocaína o la heroína: la teoría del stepping stone. El truco consiste en constatar que (efectivamente) casi no existen consumidores de cocaína o heroína entre aquellos que nunca probaron la marihuana. Y de allí, por arte de magia, se infiere que el uso de marihuana lleva luego a probar otras drogas. Es decir, lo que aparece como condición necesaria se transforma en condición suficiente.
Sin embargo, en Amsterdam, entre aquellos que alguna vez fumaron un bareto, el 22% probó cocaína y el 4% heroína. Pero sólo un 2% consumió cocaína el último mes, y un insignificante 0,2% usó heroína en los últimos 30 días. Y estos valores se mantienen estables desde hace 10 años. O sea que a la gran mayoría de los fumadores le alcanza sólo con el bareto, y el 98% jamás se vuelven adictos a la cocaína o a la heroína. Aunque hay poca evidencia de que la teoría del stepping stone sea válida incluso en lugares con políticas más represivas, es cierto que este porcentaje es más alto que en sitios donde el vendedor de marihuana y de otras drogas son la misma persona.
Demasiados mitos sobre el humo. Mientras tanto, un mapa "cultural" de Amsterdam recibe al turista y le indica como organizar el tour por los 25 coffee-shops más famosos. "Blue Bird le da la bienvenida a la ciudad de la libertad. Nuestro menú comprende los siete mares del mundo, incluyendo Harim Sharif Afghanistan, Malana Cream y varios tipos de Charas, todos elaborados a mano. Tenemos hachís marroquí de la mejor calidad. Pruebe nuestros Superpollems. Nuestra lista de marihuana incluye Thai Gold, Jamaicana, Santa Marta Gold, Africana y, por supuesto, nuestra Nederwiet..."
por Damian Zaitch
Amsterdam school for social
research.
texto original akí
saludos 8)