La Ana María

claudioacuna

Semilla
19 Febrero 2003
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La Ana María


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De Ana María González decían que era mi prima segunda. En realidad
era hija de Delfín, hermano de mi abuela materna y de Dorinda. De
acuerdo a ésto, ella era mi tía segunda a pesar de que tenía dos años
y medio menos que yo. Supongo que no se hacía referencia a que era mi
tía para evitar enjosas explicaciones. Después del matrimonio, la
pareja vivió unos años en el fondo de nuestra casa siendo toda la
propiedad perteneciente a mi abuela materna. Ana María, mi hermano
Eduardo y yo jugábamos los tres como lo hacen los chicos incluyendo
el juego del doctor. Esto último le ponía los pelos de punta a
nuestros padres y esa fue una de las razones que aceleraron la
mudanza de Delfín y Dorinda, los que se llevaron a la hija a una
pequeña vivienda ubicada en el fondo de su negocio que distaba unos
diez minutos en bicicleta de nuestra casa. Medo jala( miedo dejála)
le habían enseñado los últimos meses cuando nosotros avazábamos sobre
ella.


Mis padres Aldo y Carmen habían dicho en su momento que los que
tomaban la decisión era la otra pareja porque eran unos acomplejados
o algo por el estilo, sin admitir el alivio que les provocaba la
nueva situación. Mi viejo decía que Ana María era así de boba porque
era hija de viejos. El problema era que era así de boba y se podía
jugar con ella. De cualquier manera seguimos interactuando con ellos
en todas las fiestas familiares aunque nunca socialicé con mi prima
fuera de éstas reuniones. A pesar de mi entorno misógino y asexuado
en alguna que otra interacción con Ana María aprovechaba, muy
tímidamente y como al descuido, para meter alguna mano aquí y allá
sin decir nada, a los ocho, diez, doce o catorce años. Se podría
llegar a decir que si las cosas seguían normamente la mina con la que
por accidente iba a pasarme algo era con ella ya que la niña era así
de "juguetona". De tan juguetona y mal hablada sexual fue llevada al
Psiquiatra a los 11 años, donde fue acompañada por mi madre, que
volvió horrorizada por el lenguaje sexual de la chica.


Mi mamá estaba simpre aterrorizada con ese asunto del sexo. Para
colmo yo tenía dos primas. A pesar de mi fomentada introversión ella
no creía para nada que por accidente no pudiera pasar algo sexual en
cualquier momento. Eso último por lo boludo, por un lado, y
degenerado sexual que era yo en realidad. Claro que esta realidad se
mantenía en secreto. En la mente de mi madre la combinación de
boludez y degeneración sexual masturbatoria era explosiva. De tan
tonto y pervertido, sin querer podía llegar a engancharme con alguna
mina de cascos flojos por más zoquete que yo fuese. Después del
fallecimiento de mi abuela, cuando yo tenía catorce años, las cosas
estaban listas para un rompimiento definitivo con esa parte peligrosa
de nuestra familia.

Estando de visita Dorinda en mi casa, con mi mamá se pusieron a
charlar en una conversación intrascendente hasta que imprevistamente
mi vieja empezó a gritarle quejándose sobre mi extraño
comportamiento. A los gritos ella comentaba amargamente de que yo era
un tipo muy raro. No hablaba nunca, no tenía novia, ni parecía tener
interés en conseguirme una. Por supuesto que Dorinda se quedó muda y
de una sola pieza hasta que el chubasco pasó, sin siquiera decir esta
boca mía y tragándose la contradicciòn con el pasado. Yo, que
escuchaba desde otra habitación, ya sentía que mi sexo en relación a
las minas iba a ser atacado, como me lo era mi sexo en solitario, y
que estaba siendo vigilado a ese respecto. Algunas semanas después de
este incidente estaba de nuevo de visita Dorinda, esta vez con su
hija. Yo no sabía si habían venido por mi. Al parecer yo estaba
preocupado con algún trabajo escolar y con tanta gente grande
mirándonos la cosa no estaba para juegos, así que terminé no
atendiendo debidamente a mi prima.


Como Dorinda y mi vieja pasaron a hablar cosas de mujeres fue mi
viejo el que quedó desocupado e inesperadamente comenzó la tarea de
entretener a Ana Marìa. Jugaron a corretearse y a las escondidas
siendo muy inusual que mi viejo se dignara a jugar con alguna mujer.
Lo que pasaba es que era la "bobeta" y estaba a pedir de boca. Todo
siguió así hasta que mis parientes se fueron sin ninguna novedad
digna de mención. Un par de días después se desataba el drama. Mi tío
Delfín corría de aquí para allá tratando de componer la situación ya
que no quería perder a la familia de su hermana. Dorinda había
acusado a mi viejo de haber manoseado a Ana María. Todo muy
vergonzoso para una familia misógina y asexuada. No hubo arreglo y
nunca más volvimos a vernos las caras.

Claudio Acuña
mailto:claudioacuna@yahoo.com
 
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