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CANNABIS ANALGÉSICO, ANTIINFLAMATORIO E INMUNOMODULADOR
Ricardo Navarrete
Aunque son escasos los ensayos clínicos que se han llevado a cabo con humanos para comprobar la eficacia terapéutica del cannabis como analgésico, conocemos perfectamente esta propiedad (1). Contamos con numerosos trabajos en laboratorio que relacionan el sistema cannabinoide con el control del dolor.
Así, se sabe que hay una mayor presencia de receptores específicos (los CB1 y CB2, lugares o “interruptores” donde ejercen su acción estos compuestos) en aquellos circuitos neuronales encargados de la transmisión del dolor, tanto en el sistema nervioso central como en la médula espinal. Hemos comprobado que, en situaciones fisiológicas álgicas, se produce un aumento de ligandos endógenos, cannabinoides que sintetiza el propio organismo, como la anandamida, en respuesta defensiva analgésica. En animales de experimentación se han comprobado los estudios realizados in vitro, mediante estímulos dolorosos, como por ejemplo al calor o a la electricidad en el test de la placa caliente y en el de la retirada de la cola. Parece ser que no sólo hay un efecto cannabinoide analgésico propio, sino que contribuye a este efecto un sinergismo o sumación de efectos entre el sistema endógeno opioide (2), de conocido carácter analgésico, y el efecto psíquico de estas sustancias. También se conoce la existencia de cierto “tono basal endocannabinoide” que actúa permanentemente, ya que la administración de antagonistas, sustancias que bloquean los receptores e impiden que actúen los agonistas, da lugar a dolor aun en ausencia de estímulo doloroso.
Cuando se han reproducido estos estudios en humanos, vemos como los cannabinoides no son igualmente eficaces para todo tipo de dolores. Eso era de esperar, pues este síntoma es muy complejo, con muchos factores etiopatológicos y diversos mecanismos implicados. Se sabe que es especialmente beneficioso en la migraña (un tipo muy característico de dolor en el que están tan implicadas estas sustancias que se ha llegado a definir como “trastorno del sistema endocannabinoide”), en las neuropatías (no olvidemos que el sistema endocannabinoide es un neurotransmisor y, por lo tanto, tan relacionado con las neuronas como la adrenalina, la acetilcolina, la serotonina, entre otras), el dolor de tipo oncológico y, especialmente, el mediado por un proceso inflamatorio (3), sobre todo si su origen es por un aumento de actividad del sistema inmunitario. Es lo que se conoce como “efecto analgésico-antiinflamatorio-inmunomodulador”.
La inflamación, aparente fenómeno desagradable y doloroso, no es más que una respuesta fisiológica de carácter defensivo y, por lo tanto, beneficiosa del organismo ante determinadas situaciones adversas. Fundamentalmente se produce por la necesidad de que lleguen a la zona dañada células defensoras y reparadoras. Para ello el tejido recurre a un aumento del aporte de sangre mediante una vasodilatación local, tornándose rojo, caliente y doloroso. Uno de los principales componentes defensivos del cuerpo y copartícipe de esta inflamación es el sistema inmunitario. Es el responsable de la defensa del organismo frente a ataques extraños, fundamentalmente gérmenes, y está formado por células (leucocitos, macrófagos, polimorfonucleares, que literalmente se comen al extraño), anticuerpos o inmunoglobulinas (verdaderos “misiles” que lanzan las células para destruirlo, en vez de actuar la célula directamente), el tejido inmunitario (principalmente ganglios y bazo, fábrica de todo este arsenal defensivo) y las citoquinas o enzimas de carácter proteínico y últimas responsable del proceso químico que se necesita para que ocurra dicha respuesta inflamatoria-inmunológica. Hay muchos tipos de citoquinas, agrupadas en distintas categorías, pero básicamente la respuesta inmunitaria puede seguir dos tipos o esquemas determinados, denominados Th1 y Th2. La relación entre los cannabinoides y el sistema inmunitario parecía confusa y no seguir un esquema fijo. Se sospecha un importante papel, pues hay presencia de receptores cannabinoides en la práctica totalidad de los elementos implicados en este sistema, tanto en células inmunológicas como en tejidos ganglionares. Ahora se sabe que los cannabinoides tienen la propiedad de desviar la respuesta inmune Th del patrón 1 al 2 (4).
Hay un tipo de situación en la que la respuesta inflamatoria-inmunitaria, en lugar de dirigirse hacia un elemento extraño al organismo, reacciona frente a diversos elementos de él mismo. Son las denominadas enfermedades autoinmunitarias. No se conoce el motivo por el que las defensas reconocen tejido propio como extraño y lo atacan, aunque se sabe que tienen un gran componente hereditario y psicológico. Dentro de las enfermedades autoinmunes provocadas por una respuesta exagerada hacia el patrón Th1 frente al Th2, se encuentran, dependiendo del tejido reconocido como extraño y atacado, la esclerosis múltiple, que cursa con destrucción de la vaina protectora de las neuronas (la denominada mielina), lo que origina un deterioro en la conductividad del impulso nervioso de la célula afectada; la artritis reumatoide, en la que el tejido destruido es el cartílago de las articulaciones (dando lugar a un importante cuadro de inflamación y deformación); la diabetes mellitus insulinodependiente con déficit de insulina por destrucción de las células del páncreas encargadas de sintetizarla; la enfermedad de Crohn, que cursa con inflamación intestinal, y la psoriasis, enfermedad con brotes inflamatorios en la piel y/o articulaciones. El hecho de que los cannabinoides mejoren los síntomas (dolor, inflamación) corrigiendo el trastorno base (la desviación inmunitaria) nos permitiría clasificarlos en estas enfermedades como tratamiento curativo. De esta forma, se ha comprobado en ratas con esclerosis múltiple que el tratamiento con THC no sólo mejoró los síntomas, sino que regeneró la vaina de mielina destruida y causante de la enfermedad (5). De forma similar, se ha observado una tendencia del modelo Th1 al Th2 de forma fisiológica durante la gestación, por lo que en estas pacientes es frecuente una mejora de los síntomas cuando quedan embarazadas.
Cabe destacar también que no todas las enfermedades autoinmunes están mediadas por una respuesta Th1. Así, para los trastornos por una respuesta predominantemente Th2, como es el caso de la esclerosis sistémica, en el que es atacado el tejido conectivo, o la enfermedad de Graves, que cursa con inflamación de tiroides, el tratamiento con cannabinoides no sería eficaz, incluso podría agravarlo. Otros tipos de enfermedades, como el lupus eritematoso sistémico, no tienen un patrón claro Th1 o Th2, comportándose según el caso hacia una u otra forma, siendo por lo tanto la respuesta a la administración de cannabinoides variable.
Notas
1 “Potencialidad terapéutica de los cannabinoides y mecanismo de acción antinociceptiva”, J.A. Fuentes, en Derivados del cannabis: ¿drogas o medicamentos? Universidad de Deusto.
2 “Efecto analgésico del THC y su relación con los opioides endógenos”, M. Cox, Simposium del 2001 de la ICRS.
3 “Actividad analgésica y antiinflamatoria de los constituyentes del Cannabis sativa”, L.E. Formukong, en Inflamation, vol. 12, núm. 4, 1988.
4 “Mecanismo terapéutico en las enfermedades autoinmunitarias”, R. Melamede, en Cannabis y cannabinoides, Haworth Herbal Press, 2002.
5 Marihuana, conocimiento científico actual, L. Iversen, Ariel, 2001, pág. 206.
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