La Navidad es una fiesta de origen religioso, primero pagano y luego cristiano, se celebra el nacimiento del nuevo año, al cesar ya los días más cortos y las noches más largas. Está relacionada con el fuego y el agua. En Navarra, en muchos hogares, ponían en Nochebuena un tronco enorme en la chimenea, para que durase días ardiendo, como símbolo de seguridad, de prosperidad, de salud, de buenas primaveras.
Como no tenemos contacto alguno con el cielo y con la naturaleza, nos pasa desapercibido el solsticio de invierno y las brillantes estrellas del cielo en esta época del año. No entiendo cómo se puede rezar a Dios y no contemplar su obra y extasiarse en El a través de ella.
La Navidad ahora es un negocio urbano, época de cobro de la paga extraordinaria, de compromisos familiares, de estar con personas con las que no te vas a ver el resto del año, de estar con caras amables ante personas que te detestan y no lo ocultan.
Se soluciona con no comprar más de lo que se compra habitualmente, con que las angulas, percebes, cigalas, langostas, a esos precios, se las metan por el culo, y es que los mejillones están tan buenos, o una tortilla de patata o un ajoarriero con sus gambitas... o el sabroso filete con patatas fritas.
Lo del amigo invisible, pues, qué decir, es una costumbre relativamente reciente y hay que morir al palo, pero critico abiertamente el regalo que recibo cada año: "vaya pedazo de gusto que tiene quien ha escogido esto como regalo", "ya sabéis que no uso estas cosas", y a veces le doy el parabién: "es bonito, me gusta".
Si alguien te regala un cortauñas metido en su funda de cuero, lo primero que haces es mirarte las uñas y si realmente necesitas otro cortauñas.
A los hombres nos suelen regalar corbatas, generalmente es una mujer quien nos la regala, normalmente de un estilo que no nos gusta, como indicando: "cambia de estilo, que esas corbatas que llevas no te van", y es lógico, pues, si sólo quería regalarnos una corbata y sin mensaje, debería haber escogido de nuestro estilo, de nuestro gusto.
La otra opción son las colonias baratas, para nosotros los hombres, colonias que te tienes que poner para hacerle el honor a la cuñada, y te pegas oliendo a no se sabe qué durante semanas, rogando al cielo que se acabe pronto el frasco.
Pero también suele haber niños, a los que los regalos les hacen mucha ilusión, porque los niños sólo piensan en que les den, no piensan en cuánto merito han hecho o en los derechos de los demás, sólo en los suyos.
Cuando veo a un sobrinito que coge mi regalo, no me da ni las gracias y me pega si intento acercarme a su regalo, lo comprendo todo: a los niños se les cuenta que los juguetes se los dejan los Reyes o Papá Noel para que los niños sepan que los juguetes son de ellos y que no necesitan pegar a sus padres o a sus tíos para probar su dominio sobre ellos: "Se los ha dado directamente el Rey Melchor, casi nada".
Yo lo siento por mis padres, que ya no están conmigo, y por mis hermanos, que tampoco están, o por mi familia, que no tengo apenas a nadie, salvo a una sola persona. Tengo mis dos amigos, desde la infancia, pero ellos también tienen sus problemas y la Navidad no es para andar dando vueltas a tristezas y a los seres queridos que se fueron para siempre de nuestro lado.
No todo el mundo acude a celebrar la Navidad a El Corte Inglés, incluso algunos salen la noche de Nochebuena, pasando de padres, de abuelos, de tíos y de la familia que sólo se ve una vez al año, pues han quedado son sus amigos de todos los días para pasarlo bien por ahí.
Se enfrentará a su padre si intenta prohibirle salir el día de Nochebuena, después de la cena, y le dará lo mismo si se le cuenta que es la última vez que va a ver vivo a su abuelo, pensará que él no puede hacer nada por su abuelo y que es ley de vida que se mueran los viejos.
Lo veo y no me cabreo, pero le digo a la cara al que abandona la mesa para irse con sus amigos: "Vaya mierda de Nochebuena que tienes montada en tu cabeza, descerebrado, paralítico familiar, cegato, que eres incapaz de hacer feliz a nadie con tu presencia". Y que se vaya a la calle a tomar cava barato, en vaso de plástico, y a fumar mierda mezclada con papel de fumar, en los sucios y desbordados báteres de cualquier bar de hacinamiento juvenil. Que se vaya a demostrar al mundo lo fuerte que es y cómo es capaz de pasar la Nochebuena solo, lo que no sabe es que pronto, muy pronto, las pasará solo de verdad, aunque esté en compañía, pues ya no estarán en la mesa aquellos a los que ahora rechaza estar con ellos en la velada nocturna.
Y en la Nochevieja sucede lo mismo, la gente acude en masa a abarrotar los mismos sitios, a beber mal y pagar mucho por poco, lugares en los que no se puede ni bailar, ni hablar, ni escuchar música, ni siquiera ver a nadie, dada la multitud.
En esto no he comprendido bien a los españoles, que prefieren ir con sus amigos a bares y discotecas, en lugar de montarse su propio lugar e invitar a él a los demás, siendo más barata esta segunda opción.
Finalmente, la Navidad ser reviste de solidaridad, otra palabra vacía de contenido, pues no significa otra cosa que "cualquiera de sus componentes y por su totalidad", es decir, como si la sociedad estuviera compuesta de hombres que pueden disponer cada uno de ellos de la totalidad de los bienes de esa sociedad y sin que los demás le culpen por ello.
Dar un euro no es ser solidario, es dar un euro a otro, simplemente, bien por miedo, por quitárselo de encima, porque te da pena o porque te apetece, sin mayores razones. Un euro no tapa nada, ni siquiera el que lo da sabe si la persona receptora lo merece o lo necesita, seguramente es un aprovechado de los demás, un parásito social. Alimentar a un parásito social no es motivo de orgullo ni se puede decir que se es solidario por dar un euro a un caradura, en todo caso eres alguien que da a quien no debe y priva de ello a otro, quizás más merecedor de ese euro que el que lo ha recibido.
Está bien clamar por los pobres, pero a su vez hay que hacer algo para ayudarles a dejar de serlo, los que se dejen ayudar. Los hay que no quieren dejar de ser pobres y todo el dinero que cae en sus manos lo derrochan, generalmente en pequeñas cosas: máquinas tragaperras, dos paquetes de Winston diarios, cuatro cañas en el bar y algún café que otro. Los hay que compran un jamón cuando cobran el salario y comen de él la primera semana del mes, la segunda semana pasan a huevos o pollo..., y hay apuros para terminar el mes, hasta que llega el siguiente jamón. Si se les da un euro, habrá para una caña o para una apuesta en la máquina, si se les dan cinco, habrá para tabaco y algún café, si se les dan quinientos, habrá un nuevo jamón.
Finalmente, cabe ser feliz en navidades: tomar esta época como cualquier otra del año, salvo que las calles están más iluminadas y que hay gentes que sólo viven gastando, porque tienen alma de pobres.