A raíz de las investigaciones en torno a los atentados del 11- M, vienen apareciendo en los medios de comunicación noticias que relacionan el tráfico de hachís y la financiación del grupo terrorista que lo perpetró. Según los datos conocidos hasta el momento, los terroristas se financiaban vendiendo drogas, traficando con tarjetas robadas y, al parecer, tenían relación con la venta de vehículos robados. A partir de estos datos se ha vuelto a poner de manifiesto que el tráfico de hachís en el estrecho esta controlado, por definición, por organizaciones delictivas. El comisario general de la policía judicial, José García Losada, comentó recientemente a la prensa: "El terrorismo internacional se alimenta del crimen organizado y de la delincuencia común. el norte de África nos preocupa sobremanera. las cantidades ingentes que se intervienen en España generan enormes plusvalías a las bandas que operan desde Marruecos y pueden desviarse a la financiación del terrorismo islamista" . Además, el comisario expreso sus dudas respecto a la posibilidad de controlar policialmente estos movimientos de droga destinados a financiar a los terroristas: "Adquirir 40 o 50 kilos de hachís es lo mas fácil del mundo. Hay que tener en cuenta que es una droga de uso masificado.
Excepciones aparte, en nuestro país aun no se ha querido explotar esta relación entre trafico de drogas y terrorismo como argumento para justificar la prohibición del cannabis. Pero en estados unidos se ha usado y abusado al máximo de la equiparación aunque algunos creían que tras el 11 de septiembre iban a cambiar allí las prioridades, y que se retraerían recursos destinados a perseguir drogas para dedicarlos a perseguir criminales y terroristas. Pero los prohibidores estadounidenses optaron por culpar a los consumidores de sustancias prohibidas de los ataques terroristas, asegurando precisamente que la financiación de estos grupos se financiaba en el tráfico ilegal de drogas y, por tanto, quien participaba en el como comprador era, de alguna manera, cómplice y en consecuencia, traidor y antipatriota. El portavoz republicano Rob Portman señaló, por ejemplo: "los americanos que gastan dinero en sus hábitos de drogas están ayudando al gobierno taliban y, en consecuencia, al terrorismo" . La campaña llego al punto de que el gobierno federal financio anuncios, emitidos en momentos de máxima audiencia, en los que se intercalaban imágenes de consumidores de cannabis con los cuerpos mutilados resultantes de atentados. Los anuncios explicaban que encender un porro equivalía a ser cómplice de los terroristas y corresponsable de sus actos.
La lección estadounidense debería servirnos de ejemplo. es evidente que los grupos criminales aprovecharan cualquier fuente de ingresos, lícita o ilícita, para conseguir sus objetivos. La absurda e ineficaz Prohibición que pesa sobre re el cannabis ha conseguido que atravesar unos pocos kilómetros de mar con unos kilos de hachís sea un negocio formidable del que no se aprovecha el estado sino las mafias y los funcionarios corruptos. Igual que en el chicago de la "ley seca" florecieron las mafias, mantener al margen de la regulación legal el comercio del cannabis solo les pone las cosas mas fáciles a quienes necesitan dinero para comprar dinamita. Hay que evitar que, como ocurrió en estados unidos, se utilice aquí el miedo al terrorismo como coartada para justificar los recortes de las libertades civiles. ponerle las cosas mas difíciles a los terroristas es un motivo mas para legalizar. J.C.
Artículo publicado en el numero 79 ( 07/04 ) de la revista impresa CAÑAMO.
Excepciones aparte, en nuestro país aun no se ha querido explotar esta relación entre trafico de drogas y terrorismo como argumento para justificar la prohibición del cannabis. Pero en estados unidos se ha usado y abusado al máximo de la equiparación aunque algunos creían que tras el 11 de septiembre iban a cambiar allí las prioridades, y que se retraerían recursos destinados a perseguir drogas para dedicarlos a perseguir criminales y terroristas. Pero los prohibidores estadounidenses optaron por culpar a los consumidores de sustancias prohibidas de los ataques terroristas, asegurando precisamente que la financiación de estos grupos se financiaba en el tráfico ilegal de drogas y, por tanto, quien participaba en el como comprador era, de alguna manera, cómplice y en consecuencia, traidor y antipatriota. El portavoz republicano Rob Portman señaló, por ejemplo: "los americanos que gastan dinero en sus hábitos de drogas están ayudando al gobierno taliban y, en consecuencia, al terrorismo" . La campaña llego al punto de que el gobierno federal financio anuncios, emitidos en momentos de máxima audiencia, en los que se intercalaban imágenes de consumidores de cannabis con los cuerpos mutilados resultantes de atentados. Los anuncios explicaban que encender un porro equivalía a ser cómplice de los terroristas y corresponsable de sus actos.
La lección estadounidense debería servirnos de ejemplo. es evidente que los grupos criminales aprovecharan cualquier fuente de ingresos, lícita o ilícita, para conseguir sus objetivos. La absurda e ineficaz Prohibición que pesa sobre re el cannabis ha conseguido que atravesar unos pocos kilómetros de mar con unos kilos de hachís sea un negocio formidable del que no se aprovecha el estado sino las mafias y los funcionarios corruptos. Igual que en el chicago de la "ley seca" florecieron las mafias, mantener al margen de la regulación legal el comercio del cannabis solo les pone las cosas mas fáciles a quienes necesitan dinero para comprar dinamita. Hay que evitar que, como ocurrió en estados unidos, se utilice aquí el miedo al terrorismo como coartada para justificar los recortes de las libertades civiles. ponerle las cosas mas difíciles a los terroristas es un motivo mas para legalizar. J.C.
Artículo publicado en el numero 79 ( 07/04 ) de la revista impresa CAÑAMO.