Hola amigos estoy subiendo estos artículos de la revista cáñamo que son muy interesantes y creo que es su sitio
Bienvenidos a esta nueva serie de artículos sobre crianza cannábica. Como breeder o criador de semillas de marihuana necesitas conocer los entresijos de la genética y la reproducción sexual de plantas alógamas. Estos conocimientos son imprescindibles para seleccionar y mantener los rasgos deseados en las semillas de marihuana. Desde este primer artículo y en adelante, nos gustaría compartir esos conocimientos con la comunidad cannábica y, especialmente, con los lectores de la revista Cáñamo.
Antes que nada debería tenerse claro qué tipo de planta es la marihuana, desde un punto de vista reproductivo. En la naturaleza, las plantas de cannabis raramente se autopolinizan, sino que suelen cruzarse ejemplares distintos porque los machos y las hembras son ejemplares separados (excepto en el caso de las hermafroditas). Desde un punto de vista botánico se conocen como plantas alógamas, que significa que se reproducen con otros ejemplares y no se autopolinizan.
En estado natural, las poblaciones de plantas alógamas se reproducen y cruzan entre ellas al azar, sin la intervención del hombre. Esto quiere decir que la proporción de las distintas versiones de sus genes se mantiene bastante estable, generación tras generación. Esto es cierto siempre que no aparezca una mutación favorable, que haga que una planta con un determinado gen tenga superioridad sobre las demás.
Desde que el ser humano descubrió la agricultura, ha trabajado contra esa reproducción al azar, seleccionando los mejores genes (aun sin saber qué era un gen) y transmitiéndolos a las siguientes generaciones. Este trabajo es muy distinto de la selección natural, y sobre todo más rápido, ya que en unas pocas generaciones se puede fijar un carácter en una población. En la naturaleza, la selección natural favorece la transmisión de genes superiores, pero en un tiempo infinitamente mayor.
Que un gen sea superior a otro depende en nuestro caso de las necesidades del cultivador, y es el criador quien decide qué rasgos quiere transmitir a la descendencia. Por tanto, el breeder se aleja de la selección natural y pasa a ejercer una tarea de selección humana, en la que no sobreviven los ejemplares mejor adaptados, sino los más demandados por el mercado.
Evidentemente, durante este proceso de selección humana la variabilidad genética de las especies, entre ellas la marihuana, ha ido disminuyendo. En el caso de algunas especies vegetales dedicadas a la alimentación, dicha variabilidad es prácticamente nula, si tenemos en cuenta las variedades disponibles a nivel comercial. Es obligación de los breeders mantener la variabilidad de la marihuana, recolectando y guardando semillas de todo el planeta, a partir de las cuales crear sus cruces.
Quizás hoy en día nos preguntemos por qué guardar esa genética, si con unos pocos clones de Critical, OG Kush, Northern Lights y Amnesia Haze se tiene un amplio abanico de variedades comerciales. Estos clones han dado lugar a multitud de polihíbridos, algunos de ellos tremendamente exitosos. Sin embargo, según mi punto de vista, eso no es crianza ni selección, simplemente polinización cruzada y ganas de hacer un buen business.
Los avances científicos en el campo de los cannabinoides y terpenos, y su relación con los usos medicinales del cannabis, nos obliga a preservar las genéticas más antiguas. Quizás el día de mañana esas plantas proporcionen un determinado principio activo que pueda servir para paliar una enfermedad, quién sabe. No debe menospreciarse lo que la naturaleza es capaz de ofrecernos, ya que sabemos que la mayoría de los medicamentos tienen su origen en principios activos presentes en algunas especies vegetales.
Las poblaciones alógamas, como el cannabis en estado natural, presentan una gran variabilidad genética. Esto permite al breeder seleccionar contra los genes desfavorables y aumentar la presencia de genes favorables en la descendencia. De esta manera, las variedades de marihuana han ido mejorando en cuanto a producción, potencia, velocidad de floración, etc.
En estado natural es frecuente la presencia de genes desfavorables, que se mantienen en las poblaciones por ser recesivos, quedando ocultos por una versión del gen más favorable a los intereses del cultivador, que al ser dominante sí se manifiesta.
Si se tuviera un determinado carácter dominado por un solo gen, con dos versiones A y a, la eficacia de la selección dependería de la dominancia de estos alelos. Si la planta con genotipo aa (recesivo) es totalmente distinguible de otra con genotipo AA y Aa (dominantes), será fácil eliminar la versión A del gen en una sola generación.
Desgraciadamente, la mayoría de las cualidades que se desean en una variedad dependen de varios genes, por lo que el proceso de selección se prolonga durante varias generaciones, hasta lograr cierta uniformidad en la descendencia. Estos caracteres son llamados poligénicos, y corresponden a expresiones fenotípicas como altura, producción, potencia, sabor, olor, etc.
Por este motivo, la crianza cannábica es una mezcla de arte y ciencia, en la que se debe estudiar la descendencia obtenida desde un punto de vista estadístico, a la par que afinando los sentidos. El breeder debe conocer bien sus plantas, en busca de esa anomalía que haga destacar un ejemplar sobre los demás, e intentar transmitir esa cualidad a la siguiente generación de semillas.
A veces, una determinada variedad se distingue de las demás por una simple mutación, como puede ser la variedad Duckfoot, con esa hoja en forma de aleta. Un caso similar es el de las variedades autoflorecientes, cuya capacidad para florecer de forma independiente del fotoperiodo depende de un solo gen recesivo.
En otras ocasiones, las cualidades se deben a una serie de terpenos que produce la planta, como puede ser el sabor a chicle de fresa de una Bubblegum. Otro carácter cuantitativo deseable es la producción, como en el caso de la variedad Matanuska Tundra. Este tipo de caracteres, llamados poligénicos, tardan más en fijarse en la descendencia.
Según el tipo de carácter que se desee transmitir, el trabajo se alargará durante más o menos generaciones. Desgraciadamente, hoy en día hay pocos bancos que puedan permitirse el lujo de dedicar varios años a desarrollar nuevas variedades, y esta tarea queda reservada a unos pocos frikis de la marihuana, que normalmente ni se ganan el pan con ello.
Para saber cómo alcanzar los objetivos deseados y tener éxito en el mercado cannábico, será necesario un trabajo de selección y crianza muy concienzudo. Pero no hay que desesperar, después de esta introducción a la crianza, en el próximo artículo enseñaremos cuál es el punto de partida para la selección en plantas a partir de variedades autóctonas.
Bienvenidos a esta nueva serie de artículos sobre crianza cannábica. Como breeder o criador de semillas de marihuana necesitas conocer los entresijos de la genética y la reproducción sexual de plantas alógamas. Estos conocimientos son imprescindibles para seleccionar y mantener los rasgos deseados en las semillas de marihuana. Desde este primer artículo y en adelante, nos gustaría compartir esos conocimientos con la comunidad cannábica y, especialmente, con los lectores de la revista Cáñamo.
Antes que nada debería tenerse claro qué tipo de planta es la marihuana, desde un punto de vista reproductivo. En la naturaleza, las plantas de cannabis raramente se autopolinizan, sino que suelen cruzarse ejemplares distintos porque los machos y las hembras son ejemplares separados (excepto en el caso de las hermafroditas). Desde un punto de vista botánico se conocen como plantas alógamas, que significa que se reproducen con otros ejemplares y no se autopolinizan.
- Poblaciones alógamas
En estado natural, las poblaciones de plantas alógamas se reproducen y cruzan entre ellas al azar, sin la intervención del hombre. Esto quiere decir que la proporción de las distintas versiones de sus genes se mantiene bastante estable, generación tras generación. Esto es cierto siempre que no aparezca una mutación favorable, que haga que una planta con un determinado gen tenga superioridad sobre las demás.
Desde que el ser humano descubrió la agricultura, ha trabajado contra esa reproducción al azar, seleccionando los mejores genes (aun sin saber qué era un gen) y transmitiéndolos a las siguientes generaciones. Este trabajo es muy distinto de la selección natural, y sobre todo más rápido, ya que en unas pocas generaciones se puede fijar un carácter en una población. En la naturaleza, la selección natural favorece la transmisión de genes superiores, pero en un tiempo infinitamente mayor.
Que un gen sea superior a otro depende en nuestro caso de las necesidades del cultivador, y es el criador quien decide qué rasgos quiere transmitir a la descendencia. Por tanto, el breeder se aleja de la selección natural y pasa a ejercer una tarea de selección humana, en la que no sobreviven los ejemplares mejor adaptados, sino los más demandados por el mercado.
Evidentemente, durante este proceso de selección humana la variabilidad genética de las especies, entre ellas la marihuana, ha ido disminuyendo. En el caso de algunas especies vegetales dedicadas a la alimentación, dicha variabilidad es prácticamente nula, si tenemos en cuenta las variedades disponibles a nivel comercial. Es obligación de los breeders mantener la variabilidad de la marihuana, recolectando y guardando semillas de todo el planeta, a partir de las cuales crear sus cruces.
Quizás hoy en día nos preguntemos por qué guardar esa genética, si con unos pocos clones de Critical, OG Kush, Northern Lights y Amnesia Haze se tiene un amplio abanico de variedades comerciales. Estos clones han dado lugar a multitud de polihíbridos, algunos de ellos tremendamente exitosos. Sin embargo, según mi punto de vista, eso no es crianza ni selección, simplemente polinización cruzada y ganas de hacer un buen business.
Los avances científicos en el campo de los cannabinoides y terpenos, y su relación con los usos medicinales del cannabis, nos obliga a preservar las genéticas más antiguas. Quizás el día de mañana esas plantas proporcionen un determinado principio activo que pueda servir para paliar una enfermedad, quién sabe. No debe menospreciarse lo que la naturaleza es capaz de ofrecernos, ya que sabemos que la mayoría de los medicamentos tienen su origen en principios activos presentes en algunas especies vegetales.
Las poblaciones alógamas, como el cannabis en estado natural, presentan una gran variabilidad genética. Esto permite al breeder seleccionar contra los genes desfavorables y aumentar la presencia de genes favorables en la descendencia. De esta manera, las variedades de marihuana han ido mejorando en cuanto a producción, potencia, velocidad de floración, etc.
En estado natural es frecuente la presencia de genes desfavorables, que se mantienen en las poblaciones por ser recesivos, quedando ocultos por una versión del gen más favorable a los intereses del cultivador, que al ser dominante sí se manifiesta.
Si se tuviera un determinado carácter dominado por un solo gen, con dos versiones A y a, la eficacia de la selección dependería de la dominancia de estos alelos. Si la planta con genotipo aa (recesivo) es totalmente distinguible de otra con genotipo AA y Aa (dominantes), será fácil eliminar la versión A del gen en una sola generación.
Desgraciadamente, la mayoría de las cualidades que se desean en una variedad dependen de varios genes, por lo que el proceso de selección se prolonga durante varias generaciones, hasta lograr cierta uniformidad en la descendencia. Estos caracteres son llamados poligénicos, y corresponden a expresiones fenotípicas como altura, producción, potencia, sabor, olor, etc.
Por este motivo, la crianza cannábica es una mezcla de arte y ciencia, en la que se debe estudiar la descendencia obtenida desde un punto de vista estadístico, a la par que afinando los sentidos. El breeder debe conocer bien sus plantas, en busca de esa anomalía que haga destacar un ejemplar sobre los demás, e intentar transmitir esa cualidad a la siguiente generación de semillas.
A veces, una determinada variedad se distingue de las demás por una simple mutación, como puede ser la variedad Duckfoot, con esa hoja en forma de aleta. Un caso similar es el de las variedades autoflorecientes, cuya capacidad para florecer de forma independiente del fotoperiodo depende de un solo gen recesivo.
En otras ocasiones, las cualidades se deben a una serie de terpenos que produce la planta, como puede ser el sabor a chicle de fresa de una Bubblegum. Otro carácter cuantitativo deseable es la producción, como en el caso de la variedad Matanuska Tundra. Este tipo de caracteres, llamados poligénicos, tardan más en fijarse en la descendencia.
Según el tipo de carácter que se desee transmitir, el trabajo se alargará durante más o menos generaciones. Desgraciadamente, hoy en día hay pocos bancos que puedan permitirse el lujo de dedicar varios años a desarrollar nuevas variedades, y esta tarea queda reservada a unos pocos frikis de la marihuana, que normalmente ni se ganan el pan con ello.
Para saber cómo alcanzar los objetivos deseados y tener éxito en el mercado cannábico, será necesario un trabajo de selección y crianza muy concienzudo. Pero no hay que desesperar, después de esta introducción a la crianza, en el próximo artículo enseñaremos cuál es el punto de partida para la selección en plantas a partir de variedades autóctonas.