Ya dije en el capítulo II que en este tercer capítulo iba a comentar sobre la neurosis. Como sabéis, sobre la neurosis se han escrito océanos de tinta y decenas de miles de libros encaminados a su esclarecimiento.
Todo ello con el fin de explicar cómo una persona, aparentemente sana de espíritu, puede enredarse en comportamientos que no le proporcionan sino malestar.
Por ejemplo: El típico estudiante brillante que termina su carrera y decide preparar el doctorado. Está en ello, pero no hay modo de que escriba su tesis, a pesar de que ha elegido un tema que le apasiona, de que ha investigado profundamente y posee miles de fichas con miles de datos.
No sabe qué le pasa, lleva un tiempo en que se levanta tarde, cerca del mediodía, siempre está cansado, ya no estudia ni repasa sus libros y fichas sobre el tema de la tesis, y se dedica a leer novelas y a ver la televisión durante gran parte de la noche. Lleva varios meses sin escribir una sola línea sobre su tesis. Lo ha intentado en algunas ocasiones, sentándose frente al ordenador, escribiendo una o dos páginas, y..., borrando acto seguido lo escrito, tras leerlo. No le gusta lo que escribe, está pensando en mandar a la mierda todo, de dedicarse a otra cosa, pero no sabe bien a qué.
Lo cierto es que no sabe lo qué le pasa. Siempre ha sido un hijo modelo, con un brillante currículum de estudios, inteligente, formal, amante de la lectura y hogareño. Siempre le habían dicho que llegaría lejos, que sería alguien famoso, hasta el punto de creérselo él mismo.
Lo cierto es que se ha acostumbrado a destacar en cuanto emprende, no tolera cometer errores y lo que hace ha de ser perfecto.
Este modo de pensar le ha servido muy bien mientras su trabajo intelectual no ha exigido demasiado de su inteligencia, mientras pudo responder a las exigencias limitadas de sus profesores.
Pero en esta cuestión de la tesis es todo diferente: es él mismo quien fija las exigencias para organizar su investigación, para profundizar más o menos, para redactar de forma más o menos completa.
Dado que está acostumbrado a hacer todo PERFECTO, lo que escribe y lo que hace NO ES SUFICIENTEMENTE BUENO a sus ojos, por lo que no le queda más que una salida: no escribir dicha tesis, ya que no sería la tesis perfecta.
Nuestro protagonista, para resolver su problema, necesita darse cuenta de que no se debe a dificultades objetivas presentes, sino que tienen su origen en el pasado, en su mentalidad, en la imagen que tiene de sí mismo, desarrollada a partir de su adolescencia.
El consideró que debía ser alguien importante, alguien famoso, formándose interiormente sus propias frases encaminadas a este logro.
Una vez que se haya dado cuenta del punto anterior, de la intución nº 1, necesita dar un paso más para abandonar su estado neurótico, necesita alcanzar la intuición nº 2.
Esta intuición consiste en que se dé cuenta de que su comportamiento neurótico no se debe al pasado, sino en que continúa creyendo firmemente en las absurdas ideas que adquirió durante su adolescencia, repitiéndoselas interiormente de forma más o menos consciente, de forma incansable, durante mucho tiempo, durante años.
Si se da cuenta de la intuición nº 2, si llega a alcanzarla, vigilando de cerca su lenguaje interior, descubrirá que su espíritu se alimenta con frecuencia de frases como éstas: "TENGO QUE escribir una tesis notable.
NO TENGO DERECHO a decepcionar a cuantos creen en mi inteligencia. Si hiciera una tesis mediocre SERIA UNA VERGÜENZA...".
De darse cuenta de estas frases interiores, vería que con tales pensamientos SE BLOQUEA A SI MISMO mucho más de lo que pudiera hacerlo cualquier agente externo.
No hay bloqueos más eficaces que los que nos construimos nosotros mismos con nuestras ideas no-realistas.
Esto explica por qué muchos seres humanos han conseguido objetivos casi imposibles y otros, en circunstancias mucho más favorables, quedan bloqueados desde su interior, encerrados en mazmorras cuya llave llevan en su propio bolsillo.
Si nuestro protagonista continúa con su bloqueo no es sino porque sigue reforzando sus ideas, que empezaron a germinar cuando tenía trece años, porque continúa alimentando con leña la llama de sus ideas no-realistas, de un fuego que se encendió durante su adolescencia.
Para resolver su problema, precisa alcanzar el estado de la intuición nº 3, que consiste en que se dé cuenta de que es a él y solo a él a quien corresponde la tarea de examinar, criticar, confrontar y, finalmente, expulsar las ideas no-realistas que le invaden.
Este es un trabajo al que debe dedicarse con empeño, con perseverancia, insistiendo en cambiar las ideas no-realistas por pensamientos razonables.
Sus bloqueos interiores desaparecerán en gran parte el día en que llegue a decirse a sí mismo esta sencilla verdad: "No hace falta que escriba yo una tesis notable. NADA me obliga a ello: ni mis padres, ni mis iguales, ni la sociedad, ni el cielo, ni el infierno. No hay ley alguna que exija que yo escriba esa tesis y ninguna además que exija que, además, sea notable.
YO soy quien puede querer redactar esa tesis y querer que sea una obra perfecta. Tengo perfecto derecho a escribir una tesis incluso mediocre; si otros se molestan por ello, únicamente tendrán que echar la culpa a sus propias ideas no-razonables, a sus exigencias no-realistas sobre mí. si hago una tesis que a sus ojos, e incluso a los míos, resulta mediocre, ello de ninguna forma constituirá una vergüenza o una catástrofe, sino simplemente el resultado normal de la actividad del ser fundamentalmente imperfecto, débil y falible que soy, como todo el mundo".
Manteniendo este mensaje en su interior y pasando a la ACCION, es decir, a sentarse frente al ordenador A ESCRIBIR, es como podrá redactar su tesis, si sigue queriendo hacerlo.
No hay que confundir el realismo, que es el que hemos visto, con el voluntarismo, que considera que cualquier dificultad puede ser vencida con la simple voluntad, ya que éste sería otro pensamiento no-realista.
Lo real no tiene en cuenta nuestra voluntad, las cosas son como son y el derroche de toneladas de voluntad no las cambiará ni un ápice.
Hay que tener en cuenta también que nuestras percepciones o nuestros temores pueden hacer aparecer como inalterables aspectos de la realidad que no lo son de hecho, sino que nos lo parecen. Por ejemplo, el temor tiende a agrandar las dificultades o los obstáculos y a empequeñecer los aspectos más favorables.
Nos ocurre al abordar ciertos temas, que nos sentimos incapaces de expresarlos, por ejemplo a la hora de hablar con nuestros padres o con nuestros hijos. Tememos habitualmente y por adelantado la reacción adversa, encolerizada, del interlocutor. Si consideramos que podemos perfectamente no darnos por enterados de su cólera, enviarle al diablo y marcharnos tranquilamente, seguramente dichos temores no existirían.
No es fácil actuar así, nadie dice que sea fácil, simplemente digo que es posible, que se puede hacer.
Si pasamos tres minutos confrontando nuestras ideas no-realistas y absurdas, nos sentiremos rápidamente mucho mejor. No se pierde nada con probar, si no funciona, si no resulta, lo único que se habrá perdido serán unos minutos de reflexión, que tampoco habrán sido una total pérdida de tiempo.
Salvo casos en que las causas tienen origen fisiológico, por ejemplo imsomnios prolongados o alteraciones hormonales, los comportamientos neuróticos están causados por la persona misma, por sus ideas no-realistas, de las que habitualmente ni se percata.
Otro ejemplo:
El Sr. Pí se dedica a los negocios y está a punto de derrumbarse física y anímicamente por causa de un agotamiento nervioso. Lo atribuye al exceso de trabajo, al peso de las responsabilidades. Sin embargo, un colega suyo que se dedica exactamente a lo mismo está como una rosa.
Pí se está diciendo interiormente que es ABSOLUTAMENTE NECESARIO que no cometa errores, que TIENE que dar el máximo rendimiento, que si la compañía sufre pérdidas por su culpa será UNA CATASTROFE. Estas ideas pondrían nervioso al hombre más tranquilo del mundo, por lo que es normal que Pi esté agotado psíquicamente y tenga este agotamiento consecuencias físicas.
Ha acudido al médico y le ha advertido que es firme candidato a sufrir una crisis cardíaca, por lo que se angustia aún más.
No se planteará analizar las ideas no-razonables, sino cambiar de empleo, anegar su angustia en el alcohol o en los medicamentos. Tras acostarse zoombi por las drogas y el alcohol, se levantará por la mañana volviendo a sus angustias.
Tal vez decida tomarse unas vacaciones, esperándole probablemente sus ajetreos interiores al pie de las escalerillas del avión, tal vez con rigor renovado; vaya a donde vaya, lleva el mal consigo.
La verdad es que, a largo plazo, no existen soluciones alternativas a esta honrada exploración de sí mismo en orden a que desaloje sus pensamientos no-realistas frente a toda turbación. Cualquier otro método no es sino un alivio pasajero, insuficiente para poder cambiar de verdad toda la personalidad y operar una transformación permanente.
Nuestros dos protagonistas podrán terminar escribiendo su tesis o resolviendo su problema de ansiedad, pero éstos son objetivos a demasiado corto plazo. Sería mucho más conveniente para ambos que se transformasen, de personas perfeccionistas y ansiosas que son, en personas realistas y distendidas.
Se dice que es útil contar con medios para salir del agua y no ahogarse, pero es mucho más útil aprender a nadar, así dejaremos de estar constamente en peligro de ahogarnos.
Todo ello con el fin de explicar cómo una persona, aparentemente sana de espíritu, puede enredarse en comportamientos que no le proporcionan sino malestar.
Por ejemplo: El típico estudiante brillante que termina su carrera y decide preparar el doctorado. Está en ello, pero no hay modo de que escriba su tesis, a pesar de que ha elegido un tema que le apasiona, de que ha investigado profundamente y posee miles de fichas con miles de datos.
No sabe qué le pasa, lleva un tiempo en que se levanta tarde, cerca del mediodía, siempre está cansado, ya no estudia ni repasa sus libros y fichas sobre el tema de la tesis, y se dedica a leer novelas y a ver la televisión durante gran parte de la noche. Lleva varios meses sin escribir una sola línea sobre su tesis. Lo ha intentado en algunas ocasiones, sentándose frente al ordenador, escribiendo una o dos páginas, y..., borrando acto seguido lo escrito, tras leerlo. No le gusta lo que escribe, está pensando en mandar a la mierda todo, de dedicarse a otra cosa, pero no sabe bien a qué.
Lo cierto es que no sabe lo qué le pasa. Siempre ha sido un hijo modelo, con un brillante currículum de estudios, inteligente, formal, amante de la lectura y hogareño. Siempre le habían dicho que llegaría lejos, que sería alguien famoso, hasta el punto de creérselo él mismo.
Lo cierto es que se ha acostumbrado a destacar en cuanto emprende, no tolera cometer errores y lo que hace ha de ser perfecto.
Este modo de pensar le ha servido muy bien mientras su trabajo intelectual no ha exigido demasiado de su inteligencia, mientras pudo responder a las exigencias limitadas de sus profesores.
Pero en esta cuestión de la tesis es todo diferente: es él mismo quien fija las exigencias para organizar su investigación, para profundizar más o menos, para redactar de forma más o menos completa.
Dado que está acostumbrado a hacer todo PERFECTO, lo que escribe y lo que hace NO ES SUFICIENTEMENTE BUENO a sus ojos, por lo que no le queda más que una salida: no escribir dicha tesis, ya que no sería la tesis perfecta.
Nuestro protagonista, para resolver su problema, necesita darse cuenta de que no se debe a dificultades objetivas presentes, sino que tienen su origen en el pasado, en su mentalidad, en la imagen que tiene de sí mismo, desarrollada a partir de su adolescencia.
El consideró que debía ser alguien importante, alguien famoso, formándose interiormente sus propias frases encaminadas a este logro.
Una vez que se haya dado cuenta del punto anterior, de la intución nº 1, necesita dar un paso más para abandonar su estado neurótico, necesita alcanzar la intuición nº 2.
Esta intuición consiste en que se dé cuenta de que su comportamiento neurótico no se debe al pasado, sino en que continúa creyendo firmemente en las absurdas ideas que adquirió durante su adolescencia, repitiéndoselas interiormente de forma más o menos consciente, de forma incansable, durante mucho tiempo, durante años.
Si se da cuenta de la intuición nº 2, si llega a alcanzarla, vigilando de cerca su lenguaje interior, descubrirá que su espíritu se alimenta con frecuencia de frases como éstas: "TENGO QUE escribir una tesis notable.
NO TENGO DERECHO a decepcionar a cuantos creen en mi inteligencia. Si hiciera una tesis mediocre SERIA UNA VERGÜENZA...".
De darse cuenta de estas frases interiores, vería que con tales pensamientos SE BLOQUEA A SI MISMO mucho más de lo que pudiera hacerlo cualquier agente externo.
No hay bloqueos más eficaces que los que nos construimos nosotros mismos con nuestras ideas no-realistas.
Esto explica por qué muchos seres humanos han conseguido objetivos casi imposibles y otros, en circunstancias mucho más favorables, quedan bloqueados desde su interior, encerrados en mazmorras cuya llave llevan en su propio bolsillo.
Si nuestro protagonista continúa con su bloqueo no es sino porque sigue reforzando sus ideas, que empezaron a germinar cuando tenía trece años, porque continúa alimentando con leña la llama de sus ideas no-realistas, de un fuego que se encendió durante su adolescencia.
Para resolver su problema, precisa alcanzar el estado de la intuición nº 3, que consiste en que se dé cuenta de que es a él y solo a él a quien corresponde la tarea de examinar, criticar, confrontar y, finalmente, expulsar las ideas no-realistas que le invaden.
Este es un trabajo al que debe dedicarse con empeño, con perseverancia, insistiendo en cambiar las ideas no-realistas por pensamientos razonables.
Sus bloqueos interiores desaparecerán en gran parte el día en que llegue a decirse a sí mismo esta sencilla verdad: "No hace falta que escriba yo una tesis notable. NADA me obliga a ello: ni mis padres, ni mis iguales, ni la sociedad, ni el cielo, ni el infierno. No hay ley alguna que exija que yo escriba esa tesis y ninguna además que exija que, además, sea notable.
YO soy quien puede querer redactar esa tesis y querer que sea una obra perfecta. Tengo perfecto derecho a escribir una tesis incluso mediocre; si otros se molestan por ello, únicamente tendrán que echar la culpa a sus propias ideas no-razonables, a sus exigencias no-realistas sobre mí. si hago una tesis que a sus ojos, e incluso a los míos, resulta mediocre, ello de ninguna forma constituirá una vergüenza o una catástrofe, sino simplemente el resultado normal de la actividad del ser fundamentalmente imperfecto, débil y falible que soy, como todo el mundo".
Manteniendo este mensaje en su interior y pasando a la ACCION, es decir, a sentarse frente al ordenador A ESCRIBIR, es como podrá redactar su tesis, si sigue queriendo hacerlo.
No hay que confundir el realismo, que es el que hemos visto, con el voluntarismo, que considera que cualquier dificultad puede ser vencida con la simple voluntad, ya que éste sería otro pensamiento no-realista.
Lo real no tiene en cuenta nuestra voluntad, las cosas son como son y el derroche de toneladas de voluntad no las cambiará ni un ápice.
Hay que tener en cuenta también que nuestras percepciones o nuestros temores pueden hacer aparecer como inalterables aspectos de la realidad que no lo son de hecho, sino que nos lo parecen. Por ejemplo, el temor tiende a agrandar las dificultades o los obstáculos y a empequeñecer los aspectos más favorables.
Nos ocurre al abordar ciertos temas, que nos sentimos incapaces de expresarlos, por ejemplo a la hora de hablar con nuestros padres o con nuestros hijos. Tememos habitualmente y por adelantado la reacción adversa, encolerizada, del interlocutor. Si consideramos que podemos perfectamente no darnos por enterados de su cólera, enviarle al diablo y marcharnos tranquilamente, seguramente dichos temores no existirían.
No es fácil actuar así, nadie dice que sea fácil, simplemente digo que es posible, que se puede hacer.
Si pasamos tres minutos confrontando nuestras ideas no-realistas y absurdas, nos sentiremos rápidamente mucho mejor. No se pierde nada con probar, si no funciona, si no resulta, lo único que se habrá perdido serán unos minutos de reflexión, que tampoco habrán sido una total pérdida de tiempo.
Salvo casos en que las causas tienen origen fisiológico, por ejemplo imsomnios prolongados o alteraciones hormonales, los comportamientos neuróticos están causados por la persona misma, por sus ideas no-realistas, de las que habitualmente ni se percata.
Otro ejemplo:
El Sr. Pí se dedica a los negocios y está a punto de derrumbarse física y anímicamente por causa de un agotamiento nervioso. Lo atribuye al exceso de trabajo, al peso de las responsabilidades. Sin embargo, un colega suyo que se dedica exactamente a lo mismo está como una rosa.
Pí se está diciendo interiormente que es ABSOLUTAMENTE NECESARIO que no cometa errores, que TIENE que dar el máximo rendimiento, que si la compañía sufre pérdidas por su culpa será UNA CATASTROFE. Estas ideas pondrían nervioso al hombre más tranquilo del mundo, por lo que es normal que Pi esté agotado psíquicamente y tenga este agotamiento consecuencias físicas.
Ha acudido al médico y le ha advertido que es firme candidato a sufrir una crisis cardíaca, por lo que se angustia aún más.
No se planteará analizar las ideas no-razonables, sino cambiar de empleo, anegar su angustia en el alcohol o en los medicamentos. Tras acostarse zoombi por las drogas y el alcohol, se levantará por la mañana volviendo a sus angustias.
Tal vez decida tomarse unas vacaciones, esperándole probablemente sus ajetreos interiores al pie de las escalerillas del avión, tal vez con rigor renovado; vaya a donde vaya, lleva el mal consigo.
La verdad es que, a largo plazo, no existen soluciones alternativas a esta honrada exploración de sí mismo en orden a que desaloje sus pensamientos no-realistas frente a toda turbación. Cualquier otro método no es sino un alivio pasajero, insuficiente para poder cambiar de verdad toda la personalidad y operar una transformación permanente.
Nuestros dos protagonistas podrán terminar escribiendo su tesis o resolviendo su problema de ansiedad, pero éstos son objetivos a demasiado corto plazo. Sería mucho más conveniente para ambos que se transformasen, de personas perfeccionistas y ansiosas que son, en personas realistas y distendidas.
Se dice que es útil contar con medios para salir del agua y no ahogarse, pero es mucho más útil aprender a nadar, así dejaremos de estar constamente en peligro de ahogarnos.
