PSICOTERAPIA USANDO LA RAZON (IX) La culpa es de los demás

zarbel

Cogollito
25 Agosto 2004
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Près de la France
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Hace tiempo conocí a Lydia, una joven extranjera. Por su cabeza rondaban unas cuantas ideas no-razonables, pero me di cuenta de que la principal de ellas, la que más le perturbaba, era una que no cesaba de repetirse interiormente con el siguiente enunciado: "Las desdichas de los seres humanos nos vienen del exterior, y somos relativamente incapaces de deshacernos de nuestras penas y de nuestras aflicciones".

Esta idea es muy tentadora, porque nos descarga de la responsabilidad de nuestra propia vida y nos permite permanecer pasivos, mientras culpamos a otros de nuestros trastornos. De este modo, nos eximimos de tomar las riendas de nuestro destino, del duro trabajo de hacer frente lúcidamente a la realidad y de poner manos a la tarea de resolver nuestras emociones desagradables.

Por razones que no están del todo claras, pero que parecen proceder de nuestra tendencia a la gratificación inmediata, consideramos muchas veces preferible volcarnos en la depresión y en la desesperación, en vez de esforzarnos por ver hasta qué punto contribuimos nosotros a nuestra propia preocupación y cómo podemos aplicarnos a purgar nuestro espíritu de las insensatas ideas que lo habitan.

Volviendo a Lydia, cuando la conocí estaba viviendo en su vida momentos muy desagradables, habían muerto sus padres no hacía mucho tiempo y su afán era realizar sus estudios universitarios, una carrera de tres años, pagándose los estudios con el dinero que podía ganar trabajando. Echó su solicitud de admisión a la universidad y, tras varios meses sin respuesta, le contestaron negativamente. La reacción de Lydia fue muy negativa, se consideraba muy desgraciada y estaba convencida de que su futuro no pasaba por la universidad.
No es que no tuviera razones Lydia para sentirse decepcionada, pero sus ideas no-realistas aumentaban aún más el sentimiento interno negativo, aportándole un suplemento de sufrimiento del que muy bien podía prescindir.

Ya hemos comentado en otro capítulo que las palabras ajenas nos causarán daño en la medida en que les demos importancia, en la medida en que las interioricemos; que sólo pueden hacernos daño físico los demás, pero el daño derivado de un gesto, de una mirada, de una palabra, no está en manos de nadie, está en poder de nosotros mismos.

Es evidente que es más fácil ser razonable cuando recibimos cumplidos que cuando nos insultan, pero merece la pena invertir tiempo y esfuerzo en evitar las ideas no-razonables y muchos trastornos interiores derivados de ellas.

Cuando abordas problemas matrimoniales, o relaciones interpersonales, en general, es muy frecuente escuchar frases como éstas: "Mi marido me ha dicho que no valgo para nada y eso me molesta mucho... Mi mujer me ha dicho que soy un inútil y me trata como a un pelele... No soporto la forma de ser de mi socio, se cree superior a mí..., etc.

El otro día, tocando con una cliente un tema concreto, la vi hundida en un estado depresivo, porque no escucha las cosas que le gustaría oir. Le dije que es imposible que una hormiga le aplaste, que es imposible que nadie pueda hacer tanto daño sólo con sus palabras, lo que ha ocurrido realmente es que ella ha "aprovechado la ocasión" para decirse interiormente frases como: Mi marido me encuentra estúpida; no tiene derecho a decir eso; debería amarme y aceptarme como soy... Debe de tener razón, y yo no soy capaz de soportar eso, es intolerable; es un imbécil por tratarme así, está claro que es una mala persona...".

ESAS son las frases que causan la perturbación de esta mujer, las que motivan su depresión y su ira. La cuestión es que ESAS FRASES SON FALSAS, porque no se ajustan a la realidad. En honor a la verdad, a lo que las cosas realmente son, debería haberse dicho: "Mi marido me encuentra estúpida; están en su derecho a pensarlo y a decirlo; no tiene ninguna obligación de amarme y de aceptarme como soy... Puede que tenga razón o puede que no, es lo que tengo que analizar... De todos modos, aunque tuviese razón, nada prueba que yo tenga que tener la razón siempre y, aunque constate que tiene razón y que soy una estúpida, soy perfectamente capaz de de soportarlo y de continuar cometiendo errores. Haré mejor incluso si intento no volver a repetirlos, siendo consciente de que es probable que nunca lo logre del todo. El hecho de que me encuentre estúpida no significa que mi marido sea un imbécil o un malvado, simplemente me dice las cosas a la cara y nada le obliga a tener que escoger las frases más delicadas para decírmelo, ni yo tengo por qué vivir atormentada por su opinión sobre mí".

Argumentando de este modo, esta mujer se evitaría buenas dosis de desazones emotivas.

Quien argumenta que no puede controlar sus emociones, se engaña abiertamente. Comete el elemental error, aunque frecuente, de creer que sus trastornos emotivos vienen causados por acontecimientos o personas externos a él, siendo así que, de hecho, provienen de su espíritu repleto de pensamientos no-realistas. Puede ser que se haya contado a sí mismo tal cantidad de esas ideas que haya llegado a perder el control de sus emociones y que, durante algún tiempo, no consiga dominarlas instantáneamente. Por eso es mucho más fácil y más eficaz no esperar, para someterse a CONFRONTACION, a haber alcanzado el punto de ebullición emotivo. Es mejor apagar la llama antes de que se extienda mucho.

Nos preguntaremos cómo nos podemos dar cuenta de albergar pensamiento irracionales y emociones desagradables, si nos las proporcionamos inconscientemente; ¿cómo combatir algo de lo que ni siquiera soy consciente?
Es verdad, al principio, al menos, no se puede combatir eso. Hay que habituarse primero, cuando nos sintamos emotivamente turbados, a llegar hasta la fuente de nuestros sentimientos. Si indagamos con cuidado e intentamos dar con los pensamientos que ocupan nuestro espíritu en el momento en que empezamos a sentirnos turbados, no hay razón para no llegar eventualmente a identificarlos. Con tiempo y ejercicio, nos haremos cada vez más hábiles en descubrir la presencia en nosotros de esos pensamientos desde su aparición. De esta forma nuestras confrontacione serán cada vez más fáciles y más eficaces, y nos sentiremos desdichados durante menos tiempo.

Hay un indicio que puede ayudarnos a captar nuestras frases irracionales al vuelo. Toda frase que, a excepción de algunos casos especiales, contenga las expresiones "es preciso", "debo", habría que", tiene toda la traza de ser no-realista. Estos términos indican "necesidades absolutas", y tales necesidades, por naturaleza y lógica, son inexistentes, salvo tomadas en los términos absolutos, que son conceptos filosóficos e ideales, pero que no se dan en la realidad. Yo puedo decir legítimamente: "Para ir a Barcelona tengo que dejar Madrid", ya que, en este caso, el "tengo que" expresa sencillamente una consecuencia lógica del principio de no-contradicción; dado que no puedo estar en dos sitios a la vez, y para estar en uno tengo que dejar el otro.
En cambio, la frase "es preciso que yo vaya a Barcelona" tiene todas las probabilidades de ser inexacta. ¿Por qué va a ser preciso? Se puede contestar: -porque me he comprometido a ello-. Pero nada obliga a mantener el compromiso. -Me dirán que soy informal-, se contestará. ¿Y qué más da que digan o piensen lo que quieran? Porque lo digan o lo piensen yo no voy a ser un inconstante, lo seré o no con independencia de su pensar o decir, no está en sus manos que yo sea lo que soy realmente. Además, ¿es una catástrofe ser informal? -No, pero trae inconvenientes en las relaciones-, de acuerdo.
Por lo tanto, si no queremos evitar los inconvenientes en las relaciones es mejor ser formal e ir a Barcelona, pero entonces no diremos que vamos a Barcelona por obligación, sino por opción personal, por conveniencia, porque obtenemos ventaja de ello.
De este modo, si surgiera cualquier imponderable que nos impidiese ir a Barcelona, no nos causaría el impacto interno que nos provocaría ese impedimento si nos hubiésemos forjado interiormente la idea de deber o de obligación imperativa.

Guardémonos, pues, de creer que "es preciso" que nuestra cita aparezca, pues nada en la tierra le obliga a ello y, si no apareciese, o lo hiciera con cara alargada, tampoco está escrito en el universo que deba esbozar una sonrisa o haga el amor con nosotros.

Expulsando sistemáticamente de nuestro lenguaje interior y de nuestro pensamiento todas esas grandilocuentes expresiones de nuestros pseudo-absolutos, de nuestra manía de jugar a dios, nos veremos libres de muchas consecuencias infortunadas.

Finalmente, es muy frecuente que critiquemos a los demás, a la sociedad, a la comunidad que nos acoge, porque vemos todo ello anclado en el tiempo. Por ejemplo, se dice de la Iglesia, que debería ponerse al servicio de los pobres y de los débiles, pero que posee riquezas y viven entre ellas. Se califica de intolerable tal exhibición de majestad y bienes valiosos, de absurdo que intenten vender la idea de caridad y unión, cuando la realidad es todo lo contrario. Que no existe libertad en su seno y que decir la verdad no trae sino la reprobación de la curia, que eso es peor que una prisión, porque al menos en la prisión se puede pensar lo que se quiera, y en la Iglesia no permiten la libertad de pensamiento.

Todavía sería más tolerable la Iglesia si no fuera por el poder y la influencia que ejercen en ella personas ancladas en el tiempo, prevaticanistas, que son como una rémora que impide modernizar la institución.

Podría seguir ad libitum y, leyendo estas críticas sobre la Iglesia, a primera vista todo puede parecer lleno de buen sentido y hasta razonable; pero, considerándolo más en detalle, observaremos que se trata de un cúmulo de absolutos, de exigencias y de exageraciones. No es de extrañar que, solamente la idea de Iglesia, provoque emociones desagradables en las personas que albergan esas ideas.

Todos los esfuerzos que dedicamos a modificar directamente las acciones y las actitudes de los demás, que nosotros consideramos la fuente de nuestros males, estarían mejor empleados en cambiar nuestras propias ideas no-razonables. Ninguno de nosotros podrá, jamás, forzar a un ser humano a cambiar uno solo de sus pensamientos. No sólo es imposible, sino inútil, ya que, de todos modos, no son esas ideas y esas actitudes las que nos hacen desdichados, sino nuestras propias ideas. Podemos cada uno de nosotros, en cualquier momento y en cualquier circunstancia, aunque nos resulte más o menos difícil, ser el dueño de nuestro propio destino emotivo y dirigir nuestro propio barco emotivo adonde mejor nos parezca.

Nos tenemos que dar cuenta, convencernos, estar completamente seguros, de que interiormente somos inalcanzables, inviolables; y que, si queremos y nos ejercitamos en ello, no hay nada exterior, fuerza alguna en el mundo, que pueda turbar nuestra serenidad.
 

Pinafazo

Semilla
18 Abril 2004
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The Falklands Island
hey zarbel, tendra algo k ver....?
saludos tio...esta puñetera vida...juasssssss
es un poema zen




Sosan (tercer patriarca Zen, falleció el 606 d.C.)

El Método Perfecto no conoce dificultades
Salvo que rehusa hacer preferencias;
Sólo cuando está libre de odio y amor
Se revela plenamente sin disfraz;
Basta la diferencia de un décimo de pulgada
Para que cielo y tierra se separen;
Si deseas verlo con tus propios ojos,
No fijes tu pensamiento en su favor ni en su contra.

Alzar lo que te gusta contra lo que te disgusta
Es la enfermedad de la mente:
Cuando no se entiende el profundo significado (del Método),
La paz de la mente se perturba para nada.

(El Método es) perfecto como el vasto espacio,
Con nada que falte, con nada superfluo:
En realidad, debido a que se escoge
Su talidad se pierde de vista.

No persigas las marañas externas,
Mora en el vacío interno;
Sé sereno en la unidad de las cosas,
Y (el dualismo) se desvanecerá por sí solo.

Cuando te esfuerzas por ganar la quietud, deteniendo el movimiento,
La quietud así ganada está siempre en movimiento;
Mientras te demores en el dualismo,
¿Cómo puedes realizar la unidad?

Y cuando la unidad no se entiende cabalmente,
De dos modos se soporta la pérdida:
La negación de la realidad es su afirmación,
Y la afirmación del vacío es su negación.

Verbosidad e intelección...
Cuando más les hacemos compañía, Más nos extraviamos;
Fuera, pues, con la verbosidad y la intelección,
Y no habrá lugar por donde no podamos pasar libremente.

Cuando volvemos la raíz, ganamos el significado;
Cuando perseguimos los objetos externos, perdemos la razón.
En el instante en que nos iluminamos por dentro,
Atravesamos el vacío de un mundo que nos enfrenta.

Las transformaciones que se suceden en un mundo vacío que nos enfrenta
Parecen reales en su totalidad debido a la Ignorancia;
Procura no ir en pos de lo verdadero,
Cesa tan sólo de no abrigar opiniones.

No mores en el dualismo,
Evita cuidadosamente perseguirlo;
Tan pronto tengas lo correcto y lo erróneo,
Sucederá la confusión, y la Mente se perderá.

Los dos existen por causa del Uno,
Pero no te aferres siquiera a este Uno;
Cuando la mente no está perturbada,
Las diez mil cosas no prodigan ofensa.

No se prodiga ofensa, no hay diez mil cosas;
No se produce perturbación, y ninguna mente es puesta a trabajar:
El sujeto se aquieta cuando el objeto cesa,
El objeto cesa cuando el sujeto se aquieta.

El objeto es un objeto para el sujeto,
El sujeto es un sujeto para el objeto:
Has de saber que la, relatividad de los dos
Reposa, en última instancia, en un solo Vacío.

En un Vacío los dos no se distinguen,
Y cada cual contiene en sí la totalidad de las diez mil cosas;
Cuando no se hace discriminación entre esto y aquello;
¿Cómo puede surgir un criterio unilateral y prejuicioso?

El Gran Método es calmo y longánime,
Para él nada es fácil, nada es árduo;
Los criterios pequeños son irresolutos,
Cuando más se apresuran, más lentamente avanzan.

El apego jamás se mantiene dentro de límites,
Con seguridad se va por el camino equivocado;
Abandónalo, y las cosas siguen sus propios rumbos,
Mientras la Esencia ni se marcha ni permanece,

Obedece a la naturaleza de las cosas y estarás en concordia con el Método,
Calmo, cómodo y libre de molestias;
Mas cuando tus pensamientos están atados, te apartas de la verdad,
Crecen más pesados y torpes, y para nada son sanos.

Cuando no son sanos, el espíritu se altera;
¿De qué sirve entonces ser parcial y unilateral?
Si quieres recorrer el curso del Vehículo Único,
No seas prejuicioso contra los seis objetos sensorios.

Cuando no tienes prejuicios contra los seis objetos sensorios,
Entonces eres uno con la Iluminación;
Los sabios son no-activos,
Mientras los ignorantes se atan;
Mientras en el Dharma mismo no hay individuación,
Ignorantemente se apegan a los objetos particulares.
En su propia mente que crea las ilusiones,
¿No es ésta la máxima contradicción?

Los ignorantes abrigan la idea de sosiego y desasosiego,
Los iluminados no tienen gustos ni disgustos:
Todas las formas de dualismo
Son urdidas por los ignorantes mismos.
Se parecen a visiones y flores en el aire;
¿Por qué perturbarnos en asirlas?
Ganancia y pérdida, verdad y error,
¡Fuera con ellos de una vez por todas!
Si la Mente retiene su absoluto,
Las diez mil cosas son de la Talidad única.

Cuando se sondea el hondo misterio de la Talidad,
De improviso olvidamos las marañas externas;
Cuando las diez mil cosas se ven en su unidad;
Volvemos al origen y permanecemos donde siempre estuvimos.

Olvida el origen de las cosas,
Y alcanzaremos un estado que trasciende lo análogo;
El movimiento se detiene, y no hay movimiento,
El reposo se pone en movimiento, y no hay reposo;
Cuando el dualismo no subsiste más,
La unidad misma no mora.

El fin último de las cosas donde no pueden ir más adelante
No está ligado por normas ni medidas;
En la Mente armoniosa (con el Método) tenemos el principio de la identidad,
En el que hallamos que todos los esfuerzos se aquietan;
Las dudas e irresoluciones están completamente desechadas,
Y se fortalece la fe correcta;
Nada se deja detrás,
Nada se retiene,
Todo es vacío, lúcido, y auto-iluminador;
No hay ejercicio, ni derroche de energía...
Esto es donde el pensamiento nunca llega,
Esto es donde la imaginación no logra medir.

En el reino superior de la Talidad verdadera
No hay "yo" ni "otro":
Cuando se busca la identificación directa,
Sólo podemos decir "No dos".

En ser "no dos" todo es lo mismo,
Todo lo que es, está comprendido en él;
Los sabios de los diez sectores
Entrarán todos en esta Razón Absoluta.

Esta Razón Absoluta está más allá (del tiempo)
Que se apresura y (del espacio) que se extiende,
Para ella un instante es diez mil años;
Véasela o no,
Se manifiesta por doquier en la totalidad de los diez sectores.

Las cosas infinitamente pequeñas son tan enormes
Como las cosas enormes pueden serlo,
Pues aquí no subsisten condiciones externas;
Las cosas infinitamente enormes son tan pequeñas
Como las cosas pequeñas pueden serlo,
Pues aquí los límites objetivos no se consideran.

Lo que es lo mismo como lo que no lo es,
Lo que no lo es, es lo mismo que lo que es:
Donde este estado de cosas no logra subsistir,
Ciertamente, no hay que detenerse allí.

Uno en Todo,
Todo en Uno...
Si sólo se comprendiese esto,
¡No te preocuparías más por no ser perfecto!

Donde la Mente y cada mente creyente no están divididas,
Y donde están sin dividir cada mente creyente y la Mente,
En donde las palabras fallan;
Pues no es del pasado, del presente ni del futuro.
 

zarbel

Cogollito
25 Agosto 2004
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Gracias Pinafazo por aportar tan precioso texto. Tras su lectura, me quedan un montón de interrogantes, debidos, sin duda, a no haber alcanzado el Za Zen. Para nuestra mentalidad, y sin tener conocimientos de Budismo, no resulta sencillo comprender el Zen. Supongo que cuando habla de vehículo, se referirá al Gran Vehículo o corriente doctrinal, desconociendo por mi parte expresiones tales como "los seis elementos" y alguna otra, ya que hace muchos años leí algo de Zen, incluso pretendí practicarlo por mi cuenta, abandonando porque soy demasiado occidental.

Sabes que hace ya semanas que comencé a tocar estas cuestiones de Psicoterapia usando la razón, y que abordé el tema ya que había preguntas en el foro relacionadas con la depresión y la ansiedad, por lo que me pareció interesante esbozar, al menos superficialmente, que es posible afrontar la depresion y la ansiedad, en los casos menos graves, si somos conscientes de nuestras emociones y pensamientos internos.

Casualmente, el domingo, día 28 de noviembre, se ha repartido con una parte de la prensa española un artículo en la revista semanal, que da a conocer el libro publicado por el profesor en Psiquiatría de la Universidad de Pittsburg y adjunto de la Facultad de Medicina de Lyon, David Servan-Schreiber, que se ha convertido en un best-seller.
La verdad es que desconocía por completo la existencia de ese libro y de esa persona, pero el artículo dice que el libro se ha traducido ya a 25 idiomas, y se titula en español "La curación emocional" (Edit. Kairos).

Este autor estuvo muchos años en Estados Unidos analizando a los pacientes y las causas de las enfermedades, llegando a la conclusión de que existe una relación directa entre las enfermedades y nuestra mente.
Es posible, por lo tanto, curar muchas enfermedades con la psicoterapia, y que aprender a controlar las emociones estimula el proceso de curación.

Es interesantísimo el artículo: http://www.clubelsemanal.com/web/articu ... edicion=94

Queda cada vez más claro que el ser humano es mucho más complejo de lo que pensábamos.
 

Pinafazo

Semilla
18 Abril 2004
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Hola Zarbel, hay un libro que explica el poema palabra por palabra, en si es bastante complicado pero se llega a comprender lo tengo en forma digital, si te interesa te lo mando x mail seguramente te va a interesar. No tengo conocimientos académicos de ningun tipo, solo me dedico a investigar un poco la mente humana y con la mia tengo para un ratito...je, tampoco me dedico al budismo ni al zen pero lo intento poner en practica. Lei el articulo de David Servan-Schreiber, muy interesante pero solo esta redescubriendo lo que han dicho los místicos hace milenios, habla de las endorfinas, adrenalina, cortisona muy toxica cuando se trata de una persona sedentaria. Hace siglos no se conocían esta sustancias pero si su esencia espiritual-fisica. Lo que dice David Servan-Schreiber es totalmente acertado, pero no le coviene a la medicina occidental ni a los laboratorios farmacéuticos, para mi hay k seguir trabajando sobre la mente ya que no hay enfermedades sino enfermos. Tambien cita una frase k se usa en AA: dios(dios como c/u lo interprete) concedeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar valor para cambiar las k si puedo y sabiduría para reconocer la diferencia..una frase bastante antigua, pero no tan facil de interpretar..por lo menos a mi me costo un monton....coño ke soy bruto para escribir...juassssss

Soy un junky de las endorfinas y para mi no hay mejor droga ya ke la produce el organismo en forma endogena 100% natural pero tambien se puede uno apegar y convertirse en una adiccion asi k tambien hay k estar despierto...digamos que es mi forma de meditar en este presente, ayer domingo corri un ½ ironman, asi k la pase como los dioses luego si heche un poco de humo y me tome un par de litros de cerveza.
Las personas no se dan cuenta que la felicidad esta en uno y no en las drogas o bienes materiales o poder político, miran hacia afuera en vez de mirar hacia adentro y eso es causa de su depresión, ansiedad, problemas, cardiacos..etc. Ni hablar que estoy totalmente deacuerdo con el auto cultivo de cannabis y otras plantas entogenas y medicinales.
Hay una tecnica muy sencilla de controlar el stres ,ansiedades, las emociones y parar los pensamientos estupidos o cortar adicciones en base a la respiración kundalini y son técnicas mas viejas que matusalén.....pero hoy en dia esta de moda tomarse una pastilla.
Fijate en sigmud freud con un alto coeficiente intelectual, pero no podia parar la mente era un enfermo adicto a la nicotina k le causo un cancer de mandibula y tenia k usar una protesis dolorosisima y segia hechando humo como una locomotora, su medico lo mata con una sobredosis de morfina..eutanasia, fue un tio muy inteligente pero no pudo con su propia mente.

Uffff como me cuesta escribir...que vago que estoy

saludos tio
 

zarbel

Cogollito
25 Agosto 2004
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Servan Schreiber lo descubrí este domingo, pero es que no dice, en efecto, nada nuevo. Lo que yo estoy colocando por capítulos sobre psicoterapia no es sino el fruto de los trabajos de Albert Ellis, autor de la Psicoterapia Racional Emotiva (Rational-Emotive Therapy).
El propio Ellis se reconoció tributario de un pensamiento muy antiguo, muy anterior al de Freud, Jung, Adler o al de otros analistas modernos. Se trata, en efecto del pensamiento de la Escuela Estoica, fundada por Zenon de Citium (336-264 a. C.). El pensamiento estoico quedó expuesto en escritos de Epícteto y de Marco-Aurelio, entre otros.

España tiene bastante de estoica, yo creo que el Mediterráneo en general, el mundo latino en particular, se ha debatido siempre entre el sentido estoico y la violencia e intolerancias que hicieron nacer ese sentido estoico de la vida.
Cuando te toca batallar, día a día, con un ser intolerante, agresivo, que no mide sus palabras, que no reflexiona, que es pura sangre, ira y violencia, te vuelves estoico, a la fuerza.

En mi época de la veintena, sobre los veintidós o veintitrés años, me interesé mucho por el mundo del pensamiento oriental, budismo y esas cosas. Se llega, tras tiempo practicando la cuestión, a concluir que el budismo es para los occidentales un enigma, atrayente, pero enigma. Cuanto más se estudia, menos se comprende, más perplejidad causa. No se sabe si hay o no una divinidad y se cree en ella, los monjes participan de un monacato sin iglesia; es una religión de libro religioso, pero sin revelación, sin inspiración divina; es un sistema de liberación salvadora sin intervención divina; se valora un esfuerzo absoluto del hombre por salvarse, sin que apenas cuente el individuo en cada una de sus múltiples reencarnaciones; no se admite la existencia del alma individual, por lo que se está negando al individuo, que a su vez se ha de reencarnar individualmente, asido a una serie de anillos de asistencia terrena; tiene una forma específica de religión, pero es tan dúctil que se adapta a cualquier otra religión.
En mi caso, el acercamiento al budismo me sirvió para reencontrarme con las religiones del Libro, más en concreto con el Cristianismo.

En cuanto a la frase de los AA, es estoica: "Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar... valor para cambiar aquéllas que sí puedo... y sabiduría para reconocer la diferencia".

En cada sesión de AA se reza en grupo esta frase, es como un himno.

Me ha interesado mucho este mundo de AA, con sus doce tradiciones y sus doce pasos. De hecho, cuando dejé el hachís, hace ya quince años, me volví íntegramente hacia el alcohol, del cual dice mucha gente que le sienta muy bien, que hay que saber dejarlo cada noche, que el que bebe en exceso es un borracho, pero el que lo hace moderamente es muy majo, y tal y tal.
Yo siempre había bebido mucho, me gustaba beber hasta la borrachera, me hacía vivir un mundo distinto: yo era más fuerte, más rápido, más intrépido, podía hablar con cualquiera y de cualquier cosa en cualquier momento. No me daba cuenta de que los tiempos iban cambiando y que la gente ya no bebía como cuando yo era muy joven y me emborrachaba por los puertos. Ahora estaba en una ciudad de provincias y la gente controlaba mucho el alcohol y a los demás. El salir de noche era para mí salir a emborracharse, ¿a qué, si no? Lo típico: terminas saliendo solo.
Noches y noches comencé a salir solo para emborracharme, incluso ni me divertía, pero me tenía que emborrachar. Mucha gente nunca me ha visto sereno, no me conocen, sólo soy un borracho para ellos, sin mente y sin alma, un degenerado.
Un día, volviendo a las tantas del día, me sentí muy mal, con la sensación de que estaba echando mi vida por la ventana. Pasé por AA y me hicieron llegar un cuestionario con veinte preguntas:

1.- ¿Es necesario el alcohol para afianzarse en las tareas cotidianas?

2.- ¿Se siente obsesionado por el deseo de beber en ciertos momentos del día?

3.- ¿Desea tomarse una copa al día siguiente?

4.- ¿Tiene dificultad para dormir después de haber bebido?

5.- Ha disminuido sus aptitudes desde que bebe?

6.- Compromete la bebida su posición o su negocio?

7.- ¿Bebe usted para eludir las preocupaciones o las molestias?

8.- ¿Bebe usted a solas?

9.- ¿Ha sufrido amnesia a causa de la bebida?

10.- ¿Le ha tratado su médico contra el alcoholismo?

11.- ¿Es la bebida causa de su ausencia en su trabajo?

12.- ¿Hace desgraciada a su familia el hecho de beber?

13.- ¿Bebe usted porque se siente a disgusto con la gente?

14.- ¿Bebe hasta el punto de afectar su reputación?

15.- ¿Ha experimentado alguna vez remordimientos después de haber bebido?

16.- ¿Ha experimentado dificultades financieras por el hecho de haber bebido?

17.- Cuando bebe, ¿frencuenta malas compañías o un ambiente de condición inferior?

18.- ¿Se olvida del bienestar de su familia cuando bebe?

19.- ¿Desde que bebe, carece usted de ambición?

20.- ¿Ha estado usted internado en un hospital o en una institución a causa del alcohol?

Si se contesta afirmativamente a una de estas preguntas, es posible que se sea alcohólico; si se contesta afirmativamente a dos, hay grandes posibilidades de serlo; si se ha contestado afirmativamente a tres o más preguntas, se es indudablemente un alcohólico. (Cuestionario utilizado por el Hospital de la Universidad de Baltimore).

Cuando leí el cuestionario: ¡Respondí afirmativamente a las veinte!

Así que comencé mi ciclo de desintoxicación con el alcohol, ya sabes -"me llamo Zarbel y soy alcohólico"- y todas esas cosas. Me sirvió de mucho, entre ello para dejar de beber, que no era poco, pues llevaba bebiendo desde los trece años. A los catorce me echaron de una ciudad, por borrachera y escándalo; a los quince estaba borracho con frecuencia; a los dieciséis me emborrachaba a diario, hasta que me fui al ejército, con dieciséis años. Mi vida ha sido: bebida, broncas, exclusión social, darle a toda sustancia (opio, heroína, cocaína, anfetaminas, hipnóticos, LSD y cannabis), bien mezclada con alcohol.

Para gente como yo, que ya de mayores, con cuarenta y cinco o cuarenta y seis años te percatas de lo que has hecho con tu vida, es muy duro, muy duro. En AA suelen llegar los derrotados, con la cabeza agachada, generalmente obligados o conducidos por sus familiares o por alguna institución. Es muy duro encontrarte con gente que te conoce y sabe de tu posición, para ir comentando luego que eres un borracho porque estás en AA, eso es muy duro, sobre todo si, como yo, vives de tu clientela, día a día, habiendo partido de cero en su momento.

Un alcohólico no puede cambiar el pasado, ni las consecuencias de ese pasado que aún perduran. Muchos de los alcohólicos han perdido su trabajo, su mujer, sus hijos y hasta a los padres y a los amigos; están completamente solos, ante ese reconocimiento de "soy fulano de tal y soy alcohólico". Sólo le cabe estoicismo, serenidad, que se la pide a Dios para que le ayude a tenerla.

Un alcohólico tiene que partir de cero, en la mayoría de las ocasiones, rehacer su vida de nuevo: nueva casa, nuevo trabajo, nuevo cónyuge, nueva vida..., casi hasta nueva identidad o ciudad distinta, para empezar de la nada. Es muy duro comenzar de nuevo, de la nada, con el único bagaje de la humildad de reconocer que "se es alcohólico", es decir, un enfermo que no puede tomar lo que más desea su cuerpo, que no se puede impregnar de lo que más desea su mente enferma: el alcohol.
Para partir de cero hace falta valor, valor para cambiar la propia vida, para cambiar el propio destino, para modelar al hombre nuevo, y se lo pide a Dios, para que le ayude a tenerlo.

Un alcohólico ha vivido siempre en su nube, en su necesidad etílica, en su fantasía de hombre libre y grande, independiente; como ese tipo de borracho que entra en un lugar y se mete con todo el mundo: "sois todos unos cabrones", puede llegar a decir. Ese tipo no acepta un no de una mujer y puede decir por esos labios manchados de blanco en las comisuras "¿quieres que lo hagamos aquí mismo o en el báter?", creyéndose irresistible. No se da cuenta del entorno, de que no pega, de que ahí no debe de estar, que está de sobra, que está molestando, que no ve la realidad.
Cuando se deja de beber, se tarda tiempo en darse cuenta de la realidad, se cae en una especie de reino silencioso, de extraña paz interior, enigmática, misteriosa. Ese hombre, tan poco acostumbrado a distinguir en su borrachera los lugares a dónde ir, no recupera el rumbo fácilmente y no encuentra sencillo distinguir entre lo posible y lo imposible. Los hay que, habiendo dejado de beber, ven posible recuperar a su esposa y a sus hijos, pero éstos no quieren saber nada ya de él y la esposa hace tiempo que se fue a vivir con otro hombre, que es bueno y quiere mucho a los niños, despúes del infierno vivido. Este hombre puede empecinarse en tener el derecho de recuperar a su familia, sin querer darse cuenta de que la ha perdido para siempre. Para él, es muy duro reconocer la realidad, darse cuenta de la diferencia existente entre el deseo, el mundo ideal, y la cruda realidad, fruto de la vida pasada.
Este hombre necesita distinguir esa diferencia. Para distinguirla le pide ayuda a Dios, que le de la sabiduría para ver la verdad, para impactar con toda su alma contra la dura realidad y no encontrarse solo.

Es una frase repetida todos los días en todo el mundo por miles y miles de personas, que han caído en una enfermedad que se alimenta de alcohol, que los hombres producen y venden, anuncian y cantan, sin saber que hay gentes que enferman con ello. Para esas gentes no son enfermos, son borrachos, son indeseables, perros sin control.

En AA han estado médicos, ingenieros, arquitectos, abogados, comerciantes, industriales, amas de casa, prostitutas, sacerdotes, presidiarios, estudiantes... La enfermedad del alcoholismo no pregunta quién eres, a qué te dedicas o cuánto dinero tienes; se engendra en ti y te camela: ¿ves cómo aguantas bebiendo más que los demás? ¿Ves cómo te sientes mejor cuando bebes? ¿Cómo vas a estar sin beber en un sitio así? ¿No te tomarán por marica si no bebes? ¿Casi te tomas un par de copas antes de decirle nada?
El Año Nuevo se comienza bebiendo, se bebe en Reyes, en las Fallas, en la Feria de Abril, en Semana Santa, en Sanfermines, en agosto, en la vendimia o en Navidad. Cavas y vinos alternan con rones y ginebras, brandies y güisquies, ajenos muchos al drama que se les avecina, al día en que vayan y digan: "soy mengano y soy alcohólico".

Claro, hay que mirar hacia dentro "introspección", siguiendo la recomendación de San Agustín, porque sólo en nuestro interior habita la verdad. Hay mucha gente que no ve a Dios y dice que no existe, pero es que Dios no se ve, no es visible, sino notable, experimentable.
Dios es más audible que visible, porque podemos escuchar, si cerramos los ojos y meditamos, una voz interior que nos señala, desde el primer día de nuestra vida, las cosas que debemos o no debemos hacer; esa, es la voz de la conciencia, el eco de la voz de Dios, que tanta gente no escucha, carente de conciencia, porque no miran sino afuera.
¡Cuánta gente atenta a todo y a todos, para que no se le vaya el rebaño, del que forma parte! ¡Cuánta gente a la moda, vestida igual, para no sobresalir de la grey, no vaya a ser que se fijen en él y no sepa qué decir si no habla el rebaño por él!
¿Que ahora hay que ser azul? ¡Azul seré!
¿Que ahora no está de moda ser religioso? ¡Ateo seré!
Ya sabes, yo, lo que diga la mayoría, lo que diga el jefe, yo no entiendo de esas cosas, bastante tengo con trabajar y pagar gastos, que este año nos tenemos que ir al Caribe, que está de moda y vale una pasta.

Fray Luis de León desmenuza estas cuestiones de forma fantástica, bellísima, desde su soledad y bajo el cielo, contemplando las estrellas.

Fíjate, el alcohol le hace sentir al hombre más fuerte de lo que es, pero no le hace sentir más bondadoso; por el contrario, la marihuana a mí me hace sentir bueno, no tengo necesidad de agredir a nadie porque me hace sentir bien conmigo mismo.
Con el alcohol no puedes pensar bien, no puedes hablar bien, no puedes escribir bien, salvo excepciones de personas a las que sienta bien y lo controlan perfectamente. Yo siempre he querido ser como ellos: dos litros de cerveza y paro, pero no, si me tomo dos litros de cerveza me quedo con sed y me tengo que tomar otros dos litros, cuatro cubas libres, y seguir bebiendo hasta sentir que no puedo más, y esos son muchos cubatas y mucho dinero, porque siempre he "aguantado" mucho. Hoy, ya con cincuenta años, dos botellas de vino me las puedo beber de una sentada, tranquilamente, y ponerme un cuba de ron de medio litro, para seguir la marcha. Pero que no esperen de mí buen rollo, sino agresivo, faltón, desconfiado...

Ese efecto del alcohol interesa a los gobernantes del mundo: El que se emborracha es porque quiere y será castigado.
¿Por qué no dicen: el que se droga es porque quiere y será castigado?
Porque al borracho lo controlan, pero al que está drogado, no.
De ahí que no se persiga al vendedor de alcohol y sí al vendedor de droga, porque no pueden acusar al drogado.
Un músico en la calle con su guitarra puede cantar, si lo hace borracho la gente se dará cuenta de que lo hace mal, si lo hace fumado la gente de la calle se dará cuenta de que es un músico cojonuno (salvo que sea un imbécil y no sepa ni tocar ni cantar, ni borracho, ni fumado, ni sereno).

Con la edad se aprende, se aprende sobre todo a aprender, a no cometer los mismos errores de antes. El primer error que cometemos es querer ser mayores de lo que realmente somos.
Suelo decir que, cuando se les pregunta a los niños a ver qué quieren ser de mayores, la mayor parte de los niños, en su fuero interno, deberían responder que lo que quieren de verdad es ser mayores.

El niño pequeñito mira a los que son ligeramente mayores que él; el de uno a los de dos, éste a los de tres, y así sucesivamente. Para un niño de siete años uno de catorce es casi un viejo, pero no le importaría tener hasta diez años, crecer, poder hacer cosas que ahora tiene prohibidas.
¡Cuántas veces los padres han de explicar cuándo el niño podrá hacer alguna cosa! -cuando tengas dieciocho años-, por ejemplo.

El niño pequeño se cree mayor enseguida, -"cuando era pequeño"- te dice un mocoso de cuatro años, indicando que ya no es pequeño, que es mayor. La creencia de ser mayores marca la eterna lucha de los padres con los hijos, porque los hijos suelen hablar de cosas que no han vivido y que no conocen, por falta de experiencia. A los siete años se vuelcan en un amigo o una amiga, alcanzando esa amistad su cúspide hacia los doce años, jurándose pacto de sangre y amistad eterna. A los catorce es la cuadrilla la que se ha jurado vencer al mundo. A los dieciséis alguien ha fallado, porque ha encontrado al príncipe azul o a la princesa rosa, el amor eterno, el primer amor, el que deja en el alma una mezcla de sonrisa, de frustración, de torpezas pasadas. Los padres saben que a todos nos pasa eso, exactamente eso, a esa edad concreta, pero los hijos no, y espetan a los padres: ¡¡¡Porque eso te haya pasado a ti no significa que me tenga que pasar a mí. Lo que pasa es que no quieres que tenga amistades, novia, novio, no me dejas vivir, no me quieres, no haberme tenido, yo no he sido consultado para venir al mundo!!! Si intentas explicarle que esa reacción también es de libro, el hijo se cabrea y se va, pensando que le estás tomando el pelo, fuga que, por cierto, también es de libro.

Así que, nuestra niñez nos la pasamos creyéndonos mayores, y nuestra adolescencia, esa esquizofrenia entre el niño que no se termina de ir y el hombre que no termina de llegar, la dedicamos a resaltar nuestro yo y a intentar hacer lo que nos apetece, quizás como venganza de lo que no nos atrevimos o no pudimos hacer de niños. Entre el niño y el adolescente, no se aprende a aprender, no se sacan conclusiones de los errores cometidos, por falta de perspectiva; sólo sacamos, cuando nos equivocamos de niños, la conclusión de que nos tendrán que dar de lo mismo otra vez, que esta vez lo haremos con más cuidado.

Llegamos así a terminar nuestra adolescencia y alcanzar la juventud, esos dieciocho años soñados, míticos, lejanos, a los que costó tánto llegar. Ahora podemos exigir: o me lo das o me voy, que ya soy mayor. Es la edad de los ligues, de la universidad, del carné de conducir, de tener ya el primer título de Enseñanza Media, de creer que ya se saben muchas cosas y que todo es opinable, ¡cómo no! El mundo es fácil de cambiar, pero eso se hará más adelante, cuando se acabe la carrera.

Se terminan los estudios universitarios, se plantea uno si preparar o no oposiciones, se pone uno a estudiar, no demasiado en serio, por lo general, y ya se está en veinticinco de edad. La novia es también de una edad y avisa: o terminas las oposiciones o tú mismo contigo para siempre, que yo me voy. Sobre los veintiséis o veintisiete se alcanza el empleo soñado y se va planeando conquistar el mundo. Se lee a Nietzche, si es necesario, ya se sabe que hay mucho por domesticar y dirigir. El padre avisa: por esos caminos otros burros han pasado, no caigas en el totalitarismo, que en torno a los veintisiete años se suele caer en él, pero el hijo sabe que eso le habrá pasado a su padre, pero no tiene por qué pasarle a él, y llega a la casa paterna a decirles a sus padre lo que deben y tienen que hacer.
Como, afortunadamente, la edad coincide con la del casamiento y del primer empleo, los padres preparan la salida del dictador por medio de la boda, les da la bendición el cura y se van de luna de miel.
En la luna de miel se dan cuenta mutuamente de que hay un totalitario en el otro, que como se descuide le anula, y comienzan los intentos de cambiar al otro. Esta batalla siempre la pierde el hombre, es la batalla en la que la mujer vence, tarde o temprano, es inútil resistirse, sólo aguantan tras las barricadas unos pocos.

Se llega a la treintena, pasan dos o tres años de matrimonio, y se comienza a echar de menos a los padres. Se les hace una visita, les comentas algún problemilla a los viejillos, les dices que echas de menos tu cuarto y tu cama, que tu costilla es dura de pelar y cualquier día se acaba el matrimonio. Se comienza a tener la intuición de que se puede llegar a aprender a aprender.

El trabajo, el día a día, descubre la verdad: ¡El tiempo no es lo que yo creía, es mucho más rápido y las horas más cortas! Te empiezas a preocupar de que ya no cunde el día como antes, que las semanas son más cortas, y recuerdas ¿no era Bergson quien hablaba no sé qué sobre el tiempo? Si sigues casado, suelen venir los niños, sobre la treintena avanzada, esos niños que a los cuatro años ya son mayores, que cuando tienen siete quisieran tener diez, que cuando tienen trece deciden decirle a su padre las verdades de la vida: ¡porque te haya pasado a ti no tiene por qué pasarme a mí! Es que los padres no se enteran nunca.

Los niños crecen y ya estás con los cuarenta, canas, calvas, arrugas, los primeros avisos de por dónde flaqueas. Entre el trabajo y la lucha sin cuartel en casa con los niños no das abasto, las semanas vuelan, ya sólo comienzas a pedir bienestar para ti y los tuyos: economía saneada, trabajo estable, salud para todos. Estos son los años felices, la casa de los abuelitos, la foto de familia en Navidades, las velas de cumpleaños...
Ya sabes, ya comienzas a saber, que se puede empezar a aprender a aprender.

Es cuando descubrimos realmente quiénes somos, qué hacemos y para qué servimos.

Los hay que, encabezaron un movimiento político desde su juventud, son ahora los líderes, pero se han dado cuenta de que ese pensamiento no es válido. No pueden cambiar, no pueden salirse del partido, porque el partido son ellos, y quedan condenados por el resto de su vida a pagar esa vanidad de juventud, esa vanidad de mandar y sobresalir.

Los hay que se basaron en su belleza y en su fuerza para alcanzar su techo, su fama, resistiéndose durante toda la treintena a reconocer su derrota, porque el tiempo pasa y vence a la belleza y a la fuerza. Muchos no pueden cambiar, no pueden verse derrotados y vencidos, y quedan condenados por el resto de su vida a pagar esa vanidad de juventud, esa vanidad de sobresalir por encima de los demás.

Los hay que tuvieron más suerte, la vida les comenzó a dar para el pelo desde que nacieron: palizas, reclusiones, abandonos, disciplina severa, que hacen de un niño alguien que no quiere ser mayor, quiere vengarse; de un adolescente que se venga en los demás, bebiendo para tomar fuerzas para decirles a todos, en un bar, que son unos cabrones. Esos siguen cobrando aún de mayores: una paliza en un bar, la exclusión social, incluso la cárcel.
Estos aprenden a aprender bien, los que aprenden, aprenden bien, muy bien. Saben que se han pasado su vida haciendo el ridículo, despreciados por los políticos, deportistas y mujeres, pero tienen una ventaja: no tienen nada que perder, ni ideas públicamente manifestadas porque no son ningunos personajes, ni músculos de acero o belleza a marchitar.
No tienen vanidad alguna que defender, pueden ser humildes, pueden llegar a AA y decir: soy Zutano y soy alcohólico; pueden decir la oración estoica y pedir a Dios porque le dé serenidad, valor y sabiduría, atributos de los que siempre ha adolecido, desde que nació. Es probable que de su pecho haya desaparecido el deseo de venganza, de rencor, de justicia ciega por su niñez pasada, es probable que Dios haya tenido misericordia de él.
Y se suele decir: Dios escribe recto con renglones torcidos.

Por ahí andarán el político, el deportista y la bella tomándose sus pastillas para sentirse bien, seguramente las necesitan; ya se sabe, vanidad de vanidades...
 

KArlos_GM

Semilla
10 Julio 2004
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hola a todos,

Muy bueno el "cursillo" que estas poniendo zarbel.
Yo tb estoy muy interesado en la filosofía oriental, yoga, zen, etc.
Por supuesto que estoy detrás, supongo que como todos, de eliminar el estres de mi vida.
Soy consciente que el dominio de la mente, causante de las emociones, es un duro trabajo a ralizar, pero no por ello, lo dejaré de intentar.
DAVID SERVAN-SCHREIBER realmente no dice nada que no hayan dicho los sabios tibetanos e indues desde hace siglos y siglos.
Quizas lo diga de un modo mas "occidental" y por ello, mas asequible.
En fin, que lo que está claro es que no debemos supeditr nuestra vida a nada que pueda llegar a obsesionarnos: ya sea Dios, religión, marihuana, etc etc.

Saludos y salud para todos
 

zarbel

Cogollito
25 Agosto 2004
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Près de la France
www.erowid.org
Pues sí, Karlos, en cierto modo, las lecturas que hicimos en su tiempo de Lobsang Rampa nos vinieron bien, tienen que ver en cierto modo con la paz interior, que a mí, al menos, me inspira la marihuana.
 
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