Despersonalización psicotropica, relato
Despersonalización psicotropica
Una seca e inmensa oscuridad producto de un corte de luz propio de estas fechas dolorosamente inolvidables, la mesa y en medio una vela encendida a medio morir, en rededor las palabras que daban vida a un dialogo superficial protagonizado por un amigo y yo que le sucedían a una sentida maratón de risas incontrolables en la distorsión temporal acaecida producto de la flor psicotrópica que tomaba nuevas formas al rojizo ardor recientemente aspirado. La pequeña revelación fue desencadenada a raíz de una pregunta de tono personal hacia mi persona, ambos rostros ya deformados, pupilas dilatadas, nula salivación y el corazón a mil por sobre el pecho, todo esto productos del colocón y su reacción química que chispaba las esquinas más recónditas del cerebro. Mientras tanto seguía correspondiendo al dialogo sin mero sentido y efectivamente por inercia frente a mi amigo, yo en algún lugar de mi infinito espacio interior empezaba a visualizar lo que hasta ese entonces había sido mi vida, como si miles de diapositivas biográficas se desplegaran frente a mí, en donde yo era el involuntario protagonista de la historia que nunca quise escribir, esa que de algún u otro modo venia maquillando, estaba siendo testigo de mi mismo, visto por mi desde los ojos ajenos. Vi cobrar vida por unos momentos escenas de lo que en algún tiempo viví, hechos particulares que tenía tan incrustados en alguna grieta oscura de mi cerebro y que no pretendía resurgir, entonces yo estaba frente a mí, juzgándome duramente, exponiendo el desnudo más miserable de todas mis formas y actos, todas las oportunidades que deseché, lo que no fue, lo que no pudo ser, los caminos interrumpidos a voluntad propia, la frecuente detención del mundo que solía protagonizar honorablemente, porque yo siempre me quise bajar, los días en que la almohada comprendía mi desgano y los rostros ajenos y las palabras obligadas eran la peor de las escenas interpretadas en el cuadro social, Así me vi, estrellado duramente contra mi persona. Tan dentro de mí estuve como desde afuera pude verme. Claramente se potenciaba de sobremanera el estado reflexivo en el que solía vivir, y la flor disuelta en mi sangre se comportaba como un ente enérgico y luminoso que me inducia a lo más profundo de mis propias respuestas.
Luego de presenciar lo que hasta el momento era mi lado más miserable, aparece la familia, simbolizada particularmente por la figura materna, quien se proyectaba inmensamente tras mi persona, casi omnipresente, noble e incondicional, una invitación a reconocerle como tal. Todo esto, efervescentemente se dilucidaba en mi interior, yo seguía físicamente en el mismo lugar, manteniendo el mismo dialogo inocuo con esa persona frente a mí, respondiéndole quizá que estupidez a sus vanas interrogantes que débilmente podía sostener. Seguía estando allí sin estar, porque yo estaba viajando por mis entrañas, observando mis demonios. Todo esto cedió a una triste angustia, de querer reivindicar lo antes posible muchos aspectos de mi vida tanto así que al día siguiente, luego de marcharme a casa, dormir y despertar, yo estaba claro de lo que quizá siempre estuve pero que no quería reconocer, y era el hecho de que quizá, no enfrentar el día día de una forma más positiva y más flexible, si no que de querer QUERER tener esas ganas para efectivamente hacerlo, y retomar la capacidad de iniciativa que alguna vez caractericé.
En definitivas, joder! Levántate hombre, el mundo está allí, muchas respuesta residen en ti y tú a pesar de todo sigues vivo.
Jonest
Despersonalización psicotropica
Una seca e inmensa oscuridad producto de un corte de luz propio de estas fechas dolorosamente inolvidables, la mesa y en medio una vela encendida a medio morir, en rededor las palabras que daban vida a un dialogo superficial protagonizado por un amigo y yo que le sucedían a una sentida maratón de risas incontrolables en la distorsión temporal acaecida producto de la flor psicotrópica que tomaba nuevas formas al rojizo ardor recientemente aspirado. La pequeña revelación fue desencadenada a raíz de una pregunta de tono personal hacia mi persona, ambos rostros ya deformados, pupilas dilatadas, nula salivación y el corazón a mil por sobre el pecho, todo esto productos del colocón y su reacción química que chispaba las esquinas más recónditas del cerebro. Mientras tanto seguía correspondiendo al dialogo sin mero sentido y efectivamente por inercia frente a mi amigo, yo en algún lugar de mi infinito espacio interior empezaba a visualizar lo que hasta ese entonces había sido mi vida, como si miles de diapositivas biográficas se desplegaran frente a mí, en donde yo era el involuntario protagonista de la historia que nunca quise escribir, esa que de algún u otro modo venia maquillando, estaba siendo testigo de mi mismo, visto por mi desde los ojos ajenos. Vi cobrar vida por unos momentos escenas de lo que en algún tiempo viví, hechos particulares que tenía tan incrustados en alguna grieta oscura de mi cerebro y que no pretendía resurgir, entonces yo estaba frente a mí, juzgándome duramente, exponiendo el desnudo más miserable de todas mis formas y actos, todas las oportunidades que deseché, lo que no fue, lo que no pudo ser, los caminos interrumpidos a voluntad propia, la frecuente detención del mundo que solía protagonizar honorablemente, porque yo siempre me quise bajar, los días en que la almohada comprendía mi desgano y los rostros ajenos y las palabras obligadas eran la peor de las escenas interpretadas en el cuadro social, Así me vi, estrellado duramente contra mi persona. Tan dentro de mí estuve como desde afuera pude verme. Claramente se potenciaba de sobremanera el estado reflexivo en el que solía vivir, y la flor disuelta en mi sangre se comportaba como un ente enérgico y luminoso que me inducia a lo más profundo de mis propias respuestas.
Luego de presenciar lo que hasta el momento era mi lado más miserable, aparece la familia, simbolizada particularmente por la figura materna, quien se proyectaba inmensamente tras mi persona, casi omnipresente, noble e incondicional, una invitación a reconocerle como tal. Todo esto, efervescentemente se dilucidaba en mi interior, yo seguía físicamente en el mismo lugar, manteniendo el mismo dialogo inocuo con esa persona frente a mí, respondiéndole quizá que estupidez a sus vanas interrogantes que débilmente podía sostener. Seguía estando allí sin estar, porque yo estaba viajando por mis entrañas, observando mis demonios. Todo esto cedió a una triste angustia, de querer reivindicar lo antes posible muchos aspectos de mi vida tanto así que al día siguiente, luego de marcharme a casa, dormir y despertar, yo estaba claro de lo que quizá siempre estuve pero que no quería reconocer, y era el hecho de que quizá, no enfrentar el día día de una forma más positiva y más flexible, si no que de querer QUERER tener esas ganas para efectivamente hacerlo, y retomar la capacidad de iniciativa que alguna vez caractericé.
En definitivas, joder! Levántate hombre, el mundo está allí, muchas respuesta residen en ti y tú a pesar de todo sigues vivo.
Jonest