Saludos, yo soy el hombre Universal, y más les vale que así lo crean porque vine sobre el lomo de un pegaso blanco.
En mi más reciente encuentro con un poco de marihuana, la situación se dió de una manera que ya me esperaba. Después de haber fumado varios cigarrillos, almacené las colillas en un pequeño "receptáculo de colillas". Eran cuatro, les saqué a todas la poca marihuana que tenían, la puse en un papel y formé el cigarrillo con mis dedos. Subí al techo, miré al cielo y lo encendí, déjenme decirles: esas colillas tenían mucho aceite de marihuana pegado, ya saben, del que queda después de haber fumado.
Y ahora me encuentro en la dilemática casual del fumador de marihuana frecuente: ¿qué hacer? ¿qué decir?...
Pero para mí lo más importante es pensar, porque al habla solo he de hacerle ocasión cuando haya pensado lo suficiente, y solamente entonces me oirán hablar.
Mis modales me impiden continuar con esta exposición ególatra que estoy haciendo al presentarme frente a todos los que estén leyendo esto, así que prefiero despedirme de momento por un rato indefinido hasta que haya leído una cantidad de publicaciones y respuestas de este foro que me resulte suficiente para poder lograr comentar adecuadamente. Porque es descortés hablarle a un grupo de desconocidos a menos que uno esté planeando dar un espectáculo, cosa que no es mi caso.
A pesar de esto, también me parece descortés unirme a un grupo y no dar señales de vida hasta que llegue el momento de decir "Los he estado espiando durante meses...".
Así que aquí tienen mi ligero intento de saludar dentro de los límites establecidos por los policías de mi fantasía esquizofrénica también llamada mente también llamada conciencia social.
En mi más reciente encuentro con un poco de marihuana, la situación se dió de una manera que ya me esperaba. Después de haber fumado varios cigarrillos, almacené las colillas en un pequeño "receptáculo de colillas". Eran cuatro, les saqué a todas la poca marihuana que tenían, la puse en un papel y formé el cigarrillo con mis dedos. Subí al techo, miré al cielo y lo encendí, déjenme decirles: esas colillas tenían mucho aceite de marihuana pegado, ya saben, del que queda después de haber fumado.
Y ahora me encuentro en la dilemática casual del fumador de marihuana frecuente: ¿qué hacer? ¿qué decir?...
Pero para mí lo más importante es pensar, porque al habla solo he de hacerle ocasión cuando haya pensado lo suficiente, y solamente entonces me oirán hablar.
Mis modales me impiden continuar con esta exposición ególatra que estoy haciendo al presentarme frente a todos los que estén leyendo esto, así que prefiero despedirme de momento por un rato indefinido hasta que haya leído una cantidad de publicaciones y respuestas de este foro que me resulte suficiente para poder lograr comentar adecuadamente. Porque es descortés hablarle a un grupo de desconocidos a menos que uno esté planeando dar un espectáculo, cosa que no es mi caso.
A pesar de esto, también me parece descortés unirme a un grupo y no dar señales de vida hasta que llegue el momento de decir "Los he estado espiando durante meses...".
Así que aquí tienen mi ligero intento de saludar dentro de los límites establecidos por los policías de mi fantasía esquizofrénica también llamada mente también llamada conciencia social.