Hola Strip, tocas una cuestión crucial y muy vieja: Si el consumo y la razón son compatibles. Quieres poder hacer cosas y estar disfrutando de los beneficios de la marihuana. Hace muchos años que conocemos la respuesta. Baudelaire aborda esta cuestión en "Las flores del mal", y califica al hachís como más peligroso y malvado que el vino y el opio.
El otro día puse un resumen de este libro en la sección de salud.
Mis experiencias personales están en este post:
http://www.lamarihuana.com/foros/tema5243.html
Yo he vuelto a fumar después de quince años de dejar de tomar hachís y de veinticinco de dejar de tomar marihuana. Me convertí en un ser solitario (más de lo que ya era) e incapaz de hacer nuevos amigos. Me cargué mi capacidad intelectual (tenía una excelente memoria y la destruí), arrasé mi capacidad de concentración (que no era mucha precisamente hasta entonces) y me quedé finalmente como una persona a quien le hubieran lavado el cerebro.
Mientras fumaba, pensaba y pensaba cómo sería de maravilloso llevar a la práctica los extraordinarios pensamientos que me inundaban, esas maravillosas ideas que me abordaban. Al pr¡ncipio, solía escribir con gran esfuerzo las cosas que sentía y pensaba, cosas como ésta:
Ser joven y estar vivo es todo un mundo,
un mundo que no manda, pero impera,
es el símbolo de un corazón fecundo,
y el espíritu de una aventura nueva.
Un mundo en que se bordean los abismos
unido a la mano de los padres,
esos seres casi siempre criticados
y que te quieren hasta donde tú no sabes.
Deseas alcanzar la gloria,
pisar el suelo incógnito y remoto,
pero en el fondo es tan breve tu memoria,
que de tu propia gloria estás absorto.
Intrépido y gentil vives tu vida,
abarcando el intelecto de un maduro
pero, en el fondo, estás seguro
que detrás de ti hay más jovenes en el mundo.
Estas palabras me parecían, cuando las escribí, dignas del Parnaso, de la mejor poesía castellana, llenas de profundidad y de belleza.
En lugar de dedicar mi tiempo a prepararme en mis estudios y para la vida, lo dediqué a filosofar, acerca de mi desarrollo como espermatozoide, haciendo un estudio comparativo de la edad de mi padre y de las diferencias entre los hermanos, partiendo de ese dato.
En otra ocasión, en lugar de ponerme a bailar o a disfrutar de la música, desarrollé una teoría sobre las personas y su forma de ser, llegando a la conclusión de que podía establecerse perfectamente el carácter y la personalidad de los humanos por su forma de andar.
Un tiempo más tarde, terminé con depresiones, lágrimas en los ojos, autocompadeciéndome y frecuentando a personas que no me estimaban, pero que tenía en común con ellos que fumábamos hachís. Dejé de tener relación con mis amigos íntimos y me convertí en una persona solitaria, incapaz ya de exteriorizar adecuadamente mis sentimientos, mis pensamientos, carente de ambiciones y de inquietudes.
¿Crees que una persona en tal estado puede estar concentrada y ser útil a sí misma o la sociedad?
Te decía que he vuelto a fumar, soy un sobreviviente del infierno, un preso que escapó de su prisión, un ser libre que regresa a los lugares en los que estuvo hace muchos años. El día 30 me fumé dos canutos de marihuana, suaves, para probar. Es cuando me releí la obra de Baudelaire, casi cien páginas de un tirón, comprendiendo bastante bien, sin que mi mente desvariase más de lo que lo hace habitualmente.
El día 31 me puse los canutos mucho más cargados y ya hizo su aparición la llamada de la pérdida de la voluntad. La tendencia al sofá era inevitable, el quedarme mirando la tele sin verla era otra tendencia clara, así que hice un supremo esfuerzo y me puse a cocinar y a escuchar la radio. Me imaginaba como gran chef de un restaurante y la exquisitez que estaba preparando haría felices a los demás, me imaginaba como uno de la radio haciendo el programa, como uno de los músicos tocando la música que sonaba.
Lo dicho, pues, la marihuana destruye la voluntad y adocena el espíritu, conviene tener mucho respeto a esta planta, fumarla de vez en cuando y sin pasarse; no dejarse llevar completamente por ella, aunque parezca un sacrilegio, luchando por no caer en su molicie, a fin de poder permanecer activo bajo sus efectos.
Los que hemos caído y nos hemos podido levantar de nuevo, tenemos las secuelas y las cicatrices de esa lucha, pero tenemos la experiencia, que no es posible transmitirla en su totalidad, hay que vivirla.
La marihuana tiene dos caras, a mí me enseñó las dos, y su cara amarga lo es más que el vinagre, y su cara dulce no es sino una ilusión. Nadie movería un dedo por disponer de una milésima parte de la felicidad que proporciona la marihuana, ese paraíso está al alcance de la mano, en un solo porro. ¿Para qué trabajar, para qué esforzarse, si no existe nada que pueda superar al paraíso?
Espero haberte contestado, si tienes alguna duda, seré mucho más breve, lo prometo.