Tauromaquia. Es que es mucho tema, y lo de matar al toro, si bien un dato importante, no es el sentido exclusivo. Si fuese el sentido exclusivo, entonces a protestar por la tauromaquia a las carnicerías mundiales, no al último en el escalafón de los asesinos de toros que es el paisaniyo ese tan retieso y colorío que llaman torero. Es quien menos peca es esta cadena mundial de asesinos de toros, pero también quien más se deja ver.
Falla la práxis en la queja, porque ¿cuál es la alternativa? Lejos están ya los tiempos en que "condenar" verbalmente tenía otro efecto que el piar de los pollos. Un pro-taurino es un asesino de toros, y un anti-taurino entonces es un genocida, puesto que de cancelarse la fiesta... ¿quién iba a criar toros bravos? ¿a alguien le apetece guardarlo en casa? ¿una ong apadrine un toro de lidia pa los restos? Si yo fuese toro y hubiese una votación, votaría por la continuación, de otro modo mi futuro cambiaría y es probable que mi vida transcurriese en una cuadra, viviera apenas un año, me metiesen en un camión junto con 200 compañeros, atados y bien atados para que no nos ataquemos unos a otros, arrancarían y me llevarían en un penoso viaje de 72 horas a través del continente y acabaría en una cadena alimenticia en Sebastopol. También podría ser que me cortasen los cojones y me cebasen a presión con piensos transgénicos mezclados con harinas animales, dicen que así da más carne, a pesar de algunas chorradiyas espongiformes.
En realidad, el sentido de la fiesta es ese, matar al toro y comérselo, pero antes de eso vamos a cansarle, porque verán, uno no se acerca a un toro y le rebana el gaznate y ya está maricarmen con el guiso preparao. Se agota al toro y se le da la puntilla. Triunfa el que lo hace bien y rápido. Luego está todo el circo alrededor, circo al que permanece ajeno el animal, pues si fuera consciente del espectáculo que protagoniza, habría que sacarle a la plaza a rastras por el rabo y no creo que plantase mucha batalla, solo pónganse dentro de su pellejo, una plaza, un tío en pelotas en medio y media docena de toros a por él, con miles de toros y vacas alrededor reclamando tu sangre a mugidos. A mi entender, no sería un buen momento para heroicidades.
La fiesta hoy ha degenerado mucho. No creo que debiésemos renegar de ella, pero si empezar un progresivo decrecimiento puesto que ya ha perdido su sentido en favor del negocio puro y duro, todos esos apoderaos buscando paquetes para su figura a la mierda, todos esos cuernos limados o de puntas reblandecidas. A mi no me gustan los toros, pero me gusta la tauromaquia, como me gusta que me den tapa en los bares pero no me gusta la historia bélica que hizo que en mi país sea posible hoy tomar una birra y te den una tapiya. Es que es lo que es, y si niegas la tauromaquia, le cortas un apéndice a la cultura solo porque no te gusta, como si te cortas las orejas porque las tienes de sopliyo, o un brazo porque tuviste meningitis de chico. Es lo que hay. Como mucho, una prohibición sería cirugía estética, puesto que dudo mucho que a partir de una hipotética prohibición la gente de repente se haga buena.
No sé, ¿qué se ganaría? Quizá dentro de dos generaciones no existiese ya ni el recuerdo, ni los toros ni nada más que la ineludible parafernalia mercantil, pero el público de las plazas encontraría rápido sustitución, tal vez con los pollos, tal vez con peleas entre moskitos, ¿la importancia de la vida es directamente proporcional al tamaño del ser vivo? otro debate, eh? El público antitaurino también encontraría sustituto rápido.
Entonces la praxis sería acabar con la crueldad humana. Y claro, el que le apetezca filosofar en profundidad, que se haga una idea de una sociedad sin crueldad con los ingredientes actuales.
Opino que las cosas son así porque no pueden ser de otra manera. José Tomás se pone delante del toro y si ese día le toca que se lo lleven por delante se le pone tiesa. Ya sabe él cuando le va a pillar el toro, imagino que lo presiente antes de entrar al coso. En el público hay de todo, pero abundan los que van con la esperanza de que el toro le haga picadiyo, algo que desgraciadamente no ocurre todos los días, pero hey, a veces van al bingo y tampoco ganan, ese es el punto.
La tauromaquia es un arte que se adorna con la muerte. Arte Mayor, pon una Muerte a tu cuadro y alehop, atención popular inmediata. Es un ingrediente arriesgado, pero disponible, entonces se usará. No puede no gustar ni lo contrario, es cosa del instinto y el instinto, más o menos atrofiado, mantiene un diálogo directo con las fuerzas de la naturaleza sin parar a dar cuentas a nuestra torpe razón. ¿Combatirlo? No sé, ya de echarse al ruedo, que te traigan el toro más grande, ya de protestar por injusticias sangrientas, empezad por la gente y solo así llegará el día en que se le pueda aplicar clemencia al animal. Pero eso está muy lejos, el homo necesita quince o veinte sapiens más en el apellido que se auto otorga para ello.
Todo este rollo para acabar diciendo que me gustaría que pasaran página y se dedicasen a rememorar las grandes faenas al modo de los historiadores, cambiando la figura del torero por la del antropólogo audiovisual. Me pasa un poco como a Gustavo Bueno con la religión, él dice que es ferviente católico, pero que no cree en Dios.