Para ser un auténtico patriota, se empieza por emigrar. Es totalmente alucinante el concepto que uno se hace de la tierra que lo parió en cuanto pones aire de por medio. ¿Y por qué esto? Simple, porque al no ver y escuchar el alimento mediático diario, de repente te haces tu propia idea en base a los buenos recuerdos. Uyyyy, como se us pinen les foreyes
. No, no digo que no tengáis ideas propias, digo que las fuentes de información están tan manipuladas que las referencias para plantear las posturas parten de principios subjetivos, o lo que casi es lo mismo, de intereses individuales o de grupúsculos, entran subliminalmente en nuestras mientes e inconscientemente las adoptamos como propias.
Poned la tele sin sonido, observad la cinética de los talking heads y observaréis un macaco rhesus reclamando atención, de quien sea. Quien reclama atención sobre un hecho, es porque ese hecho no es lo suficientemente transcendente como para recabar atención por si solo. Es el macaco quien lo hace importante. Todo esto sin escuchar una palabra.
Así, la guerra civil española en su día era un concepto incomprensible, nadie sabia nada y todo el mundo que la padecía quería salir de la situación. Hablamos ahora de la guerra civil como un concepto concreto, mientras que para quienes la vivieron en pleno uso de sus facultades, siempre fue un abstracto. Las "posturas" sociales en referencia a esa guerra, vinieron después de la muerte de Frankenstein. La división actual es fresca, de nuestras generaciones, lo del "pasado" es una disculpa, un invento, una enajenación colectiva. Hacemos de la "historia oficial" parte de nuestra memoria individual, guardamos un rencor que nunca estuvo allí, que viene sin más motivación que la arenga de un "tercero", sea el político de turno, el partido o quien sea. Los protagonistas, bien o mal, ya lograron adaptarlo a sus vidas, no sienten esa división. Sienten el enemigo, pero el enemigo familiar, el que te tira a dar. No es odio intrínseco hacia un antagonista ideológico, es miedo.
Eso es innato en el ser humano. Si existe unidad política territorial nacional o eso, la división aparecerá por otro lado, como por ejemplo... ¡fútbol!
Cuando vives lejos de tu país y te encuentras con un paisano, te da igual que sea vasco, catalán, galego o de Motril, porque lo que buscas son afinidades, no diferencias. Así es normal buscar recuerdos comunes infantiles, que afloran por doquier, aunque uno jugase con tirachinas y otro con gomeru, aunque se discuta la ventaja del pimentón ahumao en el embutido, los vinos y el trasvase del Ebro, siempre hay un fondo de afinidad, de agarrarse a ese clavo ardiendo emocional que es reconocer a un animal de tu manada, aunque no sea de la misma raza. Y aunque sea gay, homosexual o maricón, versiones patológica o militante.
Somos animales domados, no lo olvidemos. Tu naces y tienes una máquina de percepción preparada para confrontar todas las amenazas naturales menos aquella que te matan (hablo a partir del "experimento prohibido"). Entonces te dedican un sonido linguopalatalmente armonizado (tu nombre) que utilizan cada vez que se dirigen hacia tu persona (Luisramón). Eso consigue que toda la información que recibes pase por su interacción con el hecho de responder al sonido luisramón.
No es lo mismo decir, "vamos a la guerra a defender la patria" que decir, "vamos a la guerra a defender la patria, luisramón". Cambia inmediatamente el concepto de patria.
Y a partir de ahí, con la disculpa de educarle para convertirse en un miembro de provecho (lenguaje puramente esclavista) empezamos a imbuir al niño y la niña con el guión que le va a tocar vivir, sin tener ni puta idea de si le va bien el nuestro o no, y a menudo sin saber nosotros mismos cual es ese
nuestro, pero no por ello menos dedicaos.
A los niños les enseñamos lo siguiente: Paga o te matan, Luisramón.
Y eso nadie lo reconoce individualmente.
Claro que, tal es el orden de las cosas, cualquier alteración pasa por el derrumbe y reconstrucción de todas las civilizaciones, y ni siquiera es garantía de que vaya a salir bien.
A un ibérico se le reconoce de lejos. Son esos que no hay manera de que entren juntos al corral y cada uno entona de una manera. Como se caliente el capataz, van a empezar otra vez los palos. Los papeles de esta opereta son perfectamente intercambiables, Luisramón mismo podría ser capataz.
"Cuando yo tengo una idea, no me la cambia ni Dios" (fiscal García-Ancos del "caso Nevenka" dixit). Acto seguido se retractó y cambió de idea, pero ya era tarde y le echaron. Eso para mi resume todos los nacionalismos.
Y no son ni las nueve...