Ya sean filósofos, sabios o profetas, parte de quienes dicen saber el camino a una infinita gloria y una recompensa interior, de un rasgo alucinante y satisfactorio, encubriendo la oscuridad de un ser taciturno arraigado a la noción de un sentimiento efímero, mi conciencia es la raíz de un árbol seco, superficialmente muerto, pero dentro un inmenso ciclo de vida yace consciente en un sueño intermitente, inundado por un mar de voces y pensamientos abstractos.