Aporto algunos datos objetivos (extraídos de mis libros de la carrera de Ciencias Económicas, que cursé en su momento):
Finales del siglo XVI, población española: 8.000.000 de personas.
Reparto:
Corona de Castilla (Galicia, Asturias, Cantabria, Castilla-León, Castilla-La Mancha, Murcia, Extremadura y Andalucía): 6.000.000 largos.
Corona de Aragón (Aragón, Baleares, Cataluña y Valencia): 1.335.000
Navarra, País Vasco y Canarias: 400.000 personas.
Comienzos del siglo XVIII: La población total española había disminuido a unos 7.000.000 de habitantes en total, por las guerras, el hambre y las pestes, así como el excesivo número de religiosos.
Habitantes en ciudades:
Bilbao (s. XVI) no llegaba a 10.000 habitantes.
La sociedad estaba conformada por campesinos y nobles, llamados éstos en Aragón y Navarra infanzones y en Cataluña barones. Pagaban solamente tributos los plebeyos y más de la mitad de los exentos señores vivían en la franja norte peninsular, entre Cataluña y Galicia.
Por Cataluña pasaron enormes sumas de dinero en el s. XVI, de tránsito hacia Italia (dinero procedente de América, desde Castilla), estimulándose el Consulado de Barcelona a partir del s. XVII. En tiempo de Felipe IV comienzan las dificultades para la Corona española (Guerra de Mantua, 1627-1628), sobre todo económicas. En 1640 se sublevan Portugal, Cataluña, Aragón y Andalucía. La batalla de Recroy (1643) y la derrota ante el ejército francés marca el inicio de la decadencia española.
En 1626 se habían reunido las Cortes de Cataluña en Lérida a fin de recaudar fondos para la Corona. En 1632 se impone en Vizcaya el impuesto sobre la sal, que provocó revueltas. A finales del s. XVII la situación económica es de quiebra en casi toda España, excepto en Cataluña, cuyo puerto principal, Barcelona, exporta vinos, avellanas, etc. a Cádiz y Lisboa (destino América). Vemos cómo Castilla y la Corona, a través de América, son beneficiosas para la economía catalana, en tanto en el resto del reino la gente se muere literalmente de hambre, no hay trabajo y los impuestos y las quiebras económicas del Estado han liquidado el país.
Siglo XIX:
Por iniciativa del gobierno de Isabel II se fundó, en 1845, el Banco de Barcelona y se inauguró la primera línea férrea (1848) entre Barcelona y Mataró.
Población:
A lo largo del s. XX se fueron despoblando las dos mesetas, Andalucía y Extremadura, ya que muchos campesinos se fueron a trabajar a las zonas industriales de la periferia (Barcelona, Vizcaya...)
El porcentaje de población no nacida en Barcelona evolucionó del siguiente modo:
1887 ............... 20,5%
1900 ............... 22,2%
1910 ............... 26,2%
1920 ............... 29,3%
1930 ............... 36,0%
1950 ............... 37,8%
Entre 1950 y 1965 emigraron de sus provincias natales casi dos millones de personas. Un vistazo a la guía telefónica de Barcelona y provincia delata el origen de las personas por sus apellidos.
La desamortización de la mayor parte de los bienes mostrencos, de 1855, afectó a la mayor parte de España, no así a Cataluña, cuyos industriales se beneficiaron al poder adquirir bienes a bajo coste, convirtiéndose en latifundistas fuera de Cataluña.
Frente al liberalismo comercial imperante a partir de finales del s. XVIII y frente al intento de las Cortes de Cádiz de liberalizar el comercio (se unía de forma indisoluble la libertad política a la economía), es decir, del librecambismo, en Cataluña existía la "Comisión de Fábricas de Hilados, Tejidos y Estampados del Algodón del Principado de Cataluña", defensora del proteccionismo de los tejidos catalanes. Estos tejidos se imponían al resto de los españoles, es decir, no se podía comprar sino textil catalán y los textiles extranjeros, más baratos y de mejor calidad, no podían entrar a España gracias a este proteccionismo industrial. No es casual que, entre los opositores al librecambismo, estuviesen Eudaldo de Jaumeandreu o Carlos Aribau, por ejemplo.
Es este proteccionismo el germen del nacionalismo catalán, tal y como expuso Tristán la Rosa.
De Cataluña salieron los mayores opositores a la subida de impuestos (entonces llamado arancel) a los productos, entre ellos Juan Güell y Ferrer. Ante el nuevo arancel de 1849, Cataluña se deshizo en peticiones masivas de mantenimiento del proteccionismo. De este modo los partidarios de la protección se agruparon en el "Instituto Industrial de Cataluña", creando posteriormente (1869) la "Fundación del Fomento de la Producción Nacional" a instancia de Bosch Labrús y presidido por el antedicho Sr. Güell.
Como se observa, la industria catalana precisaba, continuaba necesitado, de un "mercado español reservado" al que no tuvieran acceso determinados productos extranjeros. Cada vez que el mercado intentaba abrirse, los industriales catalanes trataban de asegurar la continuidad de las prácticas arancelarias restrictivas. En esta lucha se fraguó el nacionalismo catalán, sentimentalmente preparado por los poetas e historiadores de la Renaixença e ideológicamente dispuesto por Valentí Almirall y Joan Mañé.
Hasta tal punto llegaba la cosa que, cuando en 1826 López Ballesteros promulgó el arancel de Fernando VII con una lista de ¡¡¡657 artículos!!! cuya importación del extranjero estaba prohibida, los proteccionistas catalanes la consideraron perjudicial a los intereses del Principado, porque la lista tenía que contener muchos más que esos 657 artículos.
En el Arancel de 1841 se rebajó la lista de artículos prohibidos a la importación. La visita a España del secretario inglés de la Liga Librecambista, Mr. Cobden, favoreció la constitución en Madrid de una Asociación para la reforma de los Aranceles, ya que España no podía progresar si continuaba con su política proteccionista. Y se encrespó la polémica. Hubo roces con la burguesía catalana. Juan Güell y Ferrer, que dirigía varias industrias y que, como se ha dicho, fundó el Instituto Industrial de Cataluña, fue el portavoz del bando proteccionista. El Arancel de 1841 fue reformado en 1849, siendo Bravo Murillo ministro de Hacienda. Los 83 artículos del arancel anterior fueron reducidos de nuevo hasta 14. CATALANES Y VIZCAINOS consiguieron imponer elevados derechos a los productos extranjeros que compitieran con los españoles, situación que se mantuvo hasta 1865, en que se redujeron los derechos aduaneros de algunos artículos.
La Primera República era ferviente defensora del librecambismo, Prim era proteccionista. Los catalanes fundaron la asociación "Fomento de la Producción Nacional", antedicha, en que afirmaban "defender los intereses de España", y proteccionismo y catalanismo comenzaron a ser considerados como una misma cosa, llamando los catalanes a los castellanos "la gandulería". En marzo de 1869 recorrió las calles de Barcelona una importante manifestación proteccionista, en la que participaron varios miles de obreros industriales y en la que habló, entre otros oradores, Valentí Almirall.
El llamado "Arancel Figueroa", de julio de 1869, suprimía las restricciones comerciales y establecía tres clases de derechos aduaneros, con un tipo máximo del 35% y los ordinarios fiscales del 15%. Se establecía que, a partir de 1875, todos los derechos se tasarían por el tipo fiscal. Esta normativa fue tachada por Bosch y Labrús como "un plazo para liquidar la industria catalana". Almirall se enfrentó con Madrid, así como Mañé y Prat de la Riba, a través de sus escritos. Es decir, es el liberalismo y el librecambismo el origen del nacionalismo catalán.
Por eso, la burguesía catalana apoyó la Restauración, regresando Alfonso XII a España por Barcelona. El Instituto Industrial pidió a sus socios que acudiesen al recibimiento y el rey fue recibido con gran entusiasmo en las calles de Barcelona, visitando el "Fomento", diciendo: "Sabía cuánto vale la producción catalana y tendré en gran gloria que, durante mi reinado, las demás provincias imiten a Barcelona", contestando al discurso pronunciado por Bosch y Labrús. Seis meses después quedaban sin efecto las leyes arancelarias librecambistas, bajo el gobierno de Cánovas, pero las industrias vizcaínas y catalanas no quedaban exentas de riesgo.
En 1882 fue modificado el arancel de 1877 en sentido librecambista. La burguesía catalana se sintió ofendida. Hubo nuevas manifestaciones en Barcelona, coincidiendo con la discusión en el Parlamento de Madrid de la ratificación de un tratado hispano-francés. Bosch y Labrús y el obispo Urquinaona llevaron la voz cantante de los proteccionistas, afirmando: "pueden batir palmas los proteccionistas del trabajo extranjero" (dicho por Fomento de Producción Nacional). A estas alturas, a los proteccionistas catalanes y vizcaínos se les habían unido los intereses de los mineros asturianos del carbón.
En 1890 Cánovas anulaba el arancel y, ese mismo año, publicaba un trabajo titulado "De cómo he venido yo a ser doctrinalmente proteccionista", y a partir de entonces el proteccionismo quedó vinculado a los programas del partido conservador.
En el arancel de 1891 quedaron suprimidas todas las franquicias y se elevaron todos los derechos. Dos años despúes, estando Sagasta en el poder, se extendieron a muchos productos los derechos reducidos o las ventajas arancelarias resultantes de los convenios internacionales, suscitándose de nuevo tempestades parlamentarias y descontento de los proteccionistas. Los industriales catalanes, hartos del vaivén político, comenzaron a pensar en el catalanismo como instrumento de regeneración nacional.
Nuevamente, en 1906, llegó la "Ley de Bases Arancelarias", de signo muy proteccionista y que estuvo en vigor hasta 1960, proteccionismo vinculado íntimamente a la ley de 1907 "Ley de Protección a la Industria Nacional".
Es decir, el nacionalismo catalán y el proteccionismo nacen vinculados a intereses económicos que favorecían expresamente a algunos catalanes y perjudicaban a todos los españoles. Este interés proteccionista está vinculado también al conservadurismo y a la derecha, incluyendo el periodo franquista hasta los años sesenta, en que se hicieron tratados internacionales (España comienza a despegar económicamente a partir de 1959) de libre comercio. Casualmente, es a partir de los años sesenta cuando se recrudecen los nacionalismos catalán y vasco, casualmente.
Ahora, decidme, ¿qué deuda histórica tenemos con Cataluña?