Existe un Derecho previo a cualquier otro y en el que se basa la noción de Justicia, que es el llamado "Derecho Natural". Existen normas no escritas, pero de uso generalizado, que inspiran el Derecho escrito de casi todas las sociedades: no hacer daño a otro, de la forma que sea, salvo en defensa propia.
La expresión "defensa propia" se manipuló y se convirtió en el concepto "defensa nuestra", es decir, en nuestro interés (evidentemente en el interés de quien manipularon el concepto, que no eran sino los que mandaban sobre la sociedad que fuese en cada momento). El Estado, ese concepto moderno que aglutina una supuesta coexión social en un territorio determinado, con normas comunes de convivencia, se arrogó la exclusividad (el Estado no son sino sus dirigentes y funcionarios dirigidos por ellos pero pagados todos por el pueblo que ni pincha ni corta) de la represión.
Se reprime lo que no interesa a la clase dirigente, es decir, al denominado falsamente "Estado social de Derecho", y se ponen al servicio de la represión todo tipo de funcionarios, con afán castigador y recaudatorio.
A la clase dirigente le da lo mismo que mees con la tapa bajada o levantada, pero, si interesa por demagogia, sacarán una norma obligando a levantar la tapa para orinar, pues las mujeres se quejan de que los hombres ensucian el retrete. Este ejemplo sirve para ilustrar lo que llevan haciendo los políticos desde hace muchos años: legislar, regular, prohibir, indagar en la vida privada..., y lo peor es que disponen cada vez de más medios para escucharnos musitar en voz baja en la intimidad de nuestro hogar o vernos bañarnos desnudos en cualquier apartado del planeta.
Hoy, continúan creando necesidades de protección a la gente dichos políticos. Atrás quedaron los añós cuarenta, cincuenta, sesenta o setenta en que salías por la noche, solo, borracho ciego y te despertabas con el dinero en la cartera tras haber dormido en cualquier lugar de cualquier parte de España. Se fueron creando compromisos internacionales, comenzaron a llegar gentes de otras culturas, incluidas aquéllas en que te pegaban un tiro por menos de nada, se quitaron los serenos nocturnos y se dejó a la población con el culo al aire. Eso sí, se continuó prohibiendo el uso y la adquisición de armas, pues España es tranquilo y el Estado protege a sus amados ciudadanos. Dicho con palabras del expresidente de Volkswagen, López creo que se apellidaba, "el señor ciudadano" es amado y protegido por el Estado.
La clase política española apenas lleva treinta años de experiencia, pero aprendió pronto que, nada mejor que perpetuarse en el cargo bien retribuido, mediante la creación en el ciudadano de la necesidad de su existencia. Que el ciudadano note que somos imprescindibles, se dijeron.
¿Que la gente viene al bar y se sienta toda la tarde con un café? Pues quitemos las sillas. Se fueron quitando los cafés antiguos y se sustituyeron por barras alargadas de estar de pie, así la gente toma el café y se va, que vayan a sentarse a otra parte.
¿Que el ciudadano vislumbra que con este sistema sobrevendrá el paro y los empleos basura? Pues despistémosle con otras cosas: terrorismo, inseguridad ciudadana, espectáculos televisivos que sustituyan a los consabidos fútbol y toros.
¿Que la juventud demanda salarios dignos y empleos de cuarenta horas? Abramos las fronteras y sabrán lo que es bueno.
Y, encima, nos preocupamos por la legalización de la marihuana, en un país sin empresas propias, vendido al capital extranjero, sin cobertura sanitaria en cuestiones elementales como dentadura y vista, un país sin recursos y sin agua suficiente. ¿En Alemania, Francia o EEUU son más tolerantes con la marihuana que en España? Pues de ellos dependemos económicamente: el INI, las industrias propias creadas lentamente a sangre y fuego, la agricultura que durante tantos siglos proporcionó a España los recursos económicos, todo ello se desmanteló en los años ochenta, pasando de apenas un millón de parados a más de dos millones y medio. Si alguna vez en la historia de España ésta se ha visto maniatada y dependiente del extranjero, es ahora. No hará nada ningún gobierno en España que pudiera ofender a Francia o a Alemania, pues la retirada de sus capitales e industrias sumiria a España en millones de parados, que se juntarían con los millones de extranjeros que están entrando y los millones que aún faltan por llegar, que esto está en sus comienzos.