Hola, este post veo que sigue vivo, y os voy a contar mi experiencia con asociaciones, en una que me metí cuando tenía veinte años.
Pues resulta que en Navarra hay varias asociaciones de montañeros, pero conocí a un par de tíos ya cuarentones, que eran albañiles, a otro que tenía una tienda y a tres o cuatro más que querían todos ellos formar un club de montaña "aparte", con su propio local. En el casco antiguo de Pamplona se buscó un local o bajera que estaba cochambroso y lo alquilamos, si bien no pagaríamos durante el primer año renta ya que estaba todo para limpiar, tirar, desinfectar y reconstruir. Compramos todo de nuestro bolsillo: escobas, palas, pintura, betún de judea, radiadores, cristales, etc. Gracias a los albañiles, que pusieron sus herramientas, y a la labor de unos cuantos, metiendo horas y horas, dejamos un local con un bar en la entrada, con su barra; su WC, su cocina y su comedor-sala de reuniones, incluso con una cabina de cristal para el diskjockey. Una vez terminado, lo inauguramos y pagábamos nuestra cuota anual, además de que, cada uno, tomaba su cerveza o su vaso de vino y lo pagaba religiosamente, dejando el dinero en la caja y recogiendo los cambios, si se terciaba. No pasaron ni quince días y fue apareciendo gente nueva, que no eran socios, así que tuvimos que ponernos en turnos en la barra para servir a la gente que venía atraída por el nuevo local, primero una persona, luego dos, para servir y cobrar. En menos de un mes ya comenzaron los follones, entre los que querían el comedor para ellos solos (traían a sus amigos a cenar el sábado y querían que la cocina fuese para ellos), muchos comenzaron a venir porque creían que estaba abierto al público, etc. A los tres meses ya habíamos descubierto que había gente que se había llevado bastante dinero y bebidas, y sabíamos quiénes eran, unos chavales jovencitos que habían entrado nuevos, pero negaban incluso con amenazas ser ellos los ladrones. Los dos albañiles y los fundadores de todo, los que hicimos el trabajo y levantamos aquello nos fuimos antes de cumplirse el año, aburridos, cansados, asqueados de la gentuza que teníamos que soportar. Se politizó el club y lo tomaron cuatro trepas del barrio que lo querían como escaparate para organizar movidas políticas. Dejamos de ir al monte y nos salimos del club.
Esta es la vida misma: unos trabajan y otros se aprovechan del trabajo de los demás. Yo estoy con lo que dijo Gommer en su día: colaboro en lo que sea, pero no me comprometo a dejar mi tiempo, porque tengo poco; no me importa pagar una cuota pero no me comprometo a estar diez años en la asociación. Yo confío en los más veteranos y, si existen ya asociaciones, por lo menos intentaré probar a ver si hay alguna que me satisfaga más o menos. Lo de crear una asociación nueva, hablo por experiencia, es una labor ingrata a la que hay que dedicar mucho tiempo y energía, seguramente con el pago final del ejemplo que he puesto arriba: que otros se aprovechen de lo que tú has trabajado y te tengas que ir por no soportar lo que están haciendo con tu obra.
Lo que sí me parece fundamental es que la asociación que sea tenga delegaciones en todas las provincias y locales en cada capital para poder reunirse. Por ejemplo, el que decía Roger, el cannabiscafé, pues si tiene en Pamplona un local para reunirse los socios, pues ahí me apunto. Si no hay ninguna asociación con local en Pamplona, pues ahí estamos para trabajar para abrir uno, buscar la bajera o el piso, contratar el arrendamiento, etc.
Creo que mi punto de vista sobre esta cuestión ha quedado más o menos claro.