Vaya vaya, veo que gustan los clavelitos. Entonces primero saludo y luego os cuento. Cada año tenemos, unos amigos y servidor, en el norte de España una amapolillas que salen casi solas, lo único que hacemos es quitar algunas si salen muchas juntas. El caso es que nos pegábamos unas buenas fumadas o comíamos una boliya y quedábamos muy a gusto, con un buen puntiyo tranquilo y tal. Esto cambió para mi hace unos meses, cuando fui invitado pòr una familia de jipis a un bautizo persa. El pelotazo que pillé fue descomunal, el sabor dulce y rico, como dicen los noruegos, spettacolare grande internazionale coloconi. Nada que ver con las otras.
El opio venía de Irán, y me contaron que incluso allí es difícil conseguir esta calidad. No tengo ni idea del color, si morado o blanco, ni de sus condiciones precisas de cultivo, pero eso es fácil de arreglar con un poco de paciencia, ya que me regalaron unas semis y quiero plantarlas.
Me dijeron que es mejor plantarlas en otoño, esperar que pase el invierno y que brotan llegando la primavera para recogerse luego en mayo. Una de las razones es que las semis necesitan frío primero y luego un cambio de temperatura para activarse, pataciencia que no me han sabido razonar o probar, ya que la información me la dieron en un teeppee en lo alto de la sierra donde solo existe la palabra, luego te lo crees o no.
Por eso como alternativa propusieron que las metiese un par de días en el congelador y acto seguido las plantase, tal vez lograr así el efecto. Las consideraciones de una docena de peludos en esa situación rara vez son reflejadas en la revista Science, pero por probar no pasa nada. Nada más que echar a perder un puñao de semis, pero tengo alguna más por siaca.