Los colocones dependen de la tolerancia y de la predisposición, es decir, no solamente hace el efecto de la planta en sí sino también la parte, digamos, de psicología con que se consume. Así, un placebo, carente de sustancia alguna, acompañado de psicosis curativa, ejerce un efecto que tal vez muchos medicamentos no producirían. Normalmente, en los primeros estadios de consumo, muchas personas niegan que la marihuana o el hachís ejerza en ellos efecto alguno, hasta que se rompe esa "virginidad" y suelen suceder a estos primeros días de consumo los mejores colocones y los mayores ciegos. En esta pérdida de inocencia acontecen los mejores recuerdos para los que, por razones obvias de edad y de sucesión de experiencias, devienen en veteranos. Es decir, la planta que más coloca eres tú mismo, es tu entorno, es la tolerancia que tiene tu cuerpo, es la inocencia que tu físico y tu parte psíquica van a ver violadas por la entrada de los efectos del canabis en tu mente y en tu cuerpo. No hay pócimas mágicas, no existe planta milagrosa, simplemente, existe predisposición y sorpresa; predisposición para tener una buena aventura, con uno mismo y con su entorno; sorpresa para ser capaz de mantener en nuestro interior la inocencia. La marihuana nos puede dar mucho, si somos capaces de respetarla, de tenerla como maestra, porque nos abre el interior, la capacidad de instrospección, el mundo interno que nos puede conducir a nosotros mismos, esa interrogante del dios Abraxas, que lo mismo es el dios del bien que del mal, el dios Jano, de dos caras, cuyo templo sólo permanecía abierto cuando Roma estaba en guerra.
No lo calificaría como pregunta de críos, sino como la eterna pregunta: "¿Cuál es la variedad que más me gusta? ¿Cuál es la variedad que me gustaría que me acompañase en mi pirámide egipcia para poder fumar en el más allá, durante toda la eternidad? Saludos de Keops, o sea, que Keopspasa, colegas.