Yo también he visto el programa de Redes y se afirma en él que no es cierto que se dejen de generar neuronas a partir de cierta edad (antes se decía que a partir de los quince años envejecía el cerebro porque ya no se regeneraban las neuronas). Parece ser que durante toda la vida se generan nuevas neuronas y que el tema del envejecimiento es cuestión distinta, porque conozco a personas mayores que tienen un cerebro privilegiado y una memoria excelente, así como a otras que de jóvenes ya dan muestras de no acordarse ni de su madre. Por lo menos, se derriba el mito del envejecimiento neuronal precoz.
Roger tiene razón en cuanto afirma que la memoria se recupera, lo digo por propia experiencia, ya que la perdí casi por completo cuando me di al fumeteo diario y a todas horas durante casi dos años, pero dejé de fumar por completo y... ¿de qué estaba hablando? ¡Ah, sí! Vamos, que se recupera, pero queda algo por ahí y de esto es de lo que quiero realmente escribir.
Es muy cierto que hay personas que reciben mejor un tipo de sustancia que otras, que a su vez reciben mejor la sustancia que las primeras reciben mal. Por ejemplo, el alcohol. En Alcohólicos Anónimos hay personas muy jóvenes que no han bebido ni la décima parte de lo que lo han hecho personas ya adultas y que llevan una vida normal, que son capaces de beberse una botella de vino, dos escoceses, y continuar la noche bebiendo wiskies, cubatas o gin tonics, sabiendo en todo momento cuando decir BASTA. Y la palabra clave es ésta: "Saber cuándo decir NO".
Un alcohólico es alguien que bebe igual que los demás pero no sabe cuándo ha de parar, su compulsión le lleva a seguir bebiendo hasta la borrachera y el ridículo, hasta perder su noción de sí mismo y convertirse en un pelele del alcohol.
Con las drogas sucede lo mismo. Hay personas que mentalizan previamente el efecto que les va a producir y les otorgan a las drogas efectos previos que ya les van a condicionar mentalmente en el resultado. Una fumada de canabis pensando que va a haber mal rollo es garantía de mal rollo. Una fumada de canabis pensando que el entorno va a criticarte es garantía de paranoia. Una fumada de canabis pensando que los demás van a aprovecharse de ti es garantía de pasar un rato de miedo, de pavor, peor que la película de miedo más espantosa.
Y es muy cierto que hay gente que el canabis no lo disfruta. Yo tengo un amigo, desde hace muchos años, al cual el canabis le daba muermo mientras los demás nos partíamos de risa, sobre al verle tan amarillo y desmejorado. La clave era, por un lado, que las movidas las hacíamos los sábados a la tarde y él trabajaba los sábados desde las seis hasta las tres de la tarde en tanto los demás los sábados nos levantábamos tarde. Por otro lado, todos teníamos estudios superiores y él no, con lo que en muchas ocasiones las conversaciones y el humor le venían un tanto extraños y no le hacían gracia las mismas cosas que a los demás. Finalmente, su carácter un tanto hosco no le convertía precisamente en un buen conversador, ya que, al ser muy nervioso, tartamudeaba con frecuencia y se acomplejaba por ello, pero mucho más cuando se sentía inseguro al haber fumado marihuana. En muchas ocasiones me comentó que sentía rabia por no haber podido disfrutar de unos porros y que le hubiese gustado haberlo conseguido.
Y como colofón, yo creo que casi todos hemos tenido malos rollos con la marihuana, porque no somos máquinas y dependemos de nuestro estado de ánimo. De ahí que sea absolutamente desaconsejable consumir marihuana cuando tenemos problemas serios, cuando el entorno no es el adecuado, cuando pensamos que estamos inseguros, porque ese consumo y el efecto que nos cause va a tener más de negativo que de positivo, y es una bobada fumar para estar peor que sin fumar. De ahí la importancia de saber decir NO, de saber decir BASTA, cuando notamos que la marihuana no nos da satisfacciones sino depresiones.