Si a mi me quedase alguna duda sobre la importancia del curado, ayer me las despejaron de golpe. Pruebas un maría bien curada y ni comparación, huele a producto noble, acentúa el sabor y suaviza el paso del humo, perfuma más que huele, al deshacerla es todo homogéneo, no se cruza una calada de una hojiya mal manicurada ni el leve restrayido de un palitroke, es el despliegue coral de un canto a la paciencia, es un homenaje a los sentidos, cristobendito, se prueba una vez y te cambia el concepto. Un cultivo dura un año desde semilla a humo, espero poder cosechar la cantidad necesaria para seguir ese ritmo.
¿Y cómo se cura?
En principio igual que se seca, pero quitándole oxígeno, o más concretamente, reduciéndolo a mínimos. Una vez que está seca, se mete por ejemplo en un bote de cristal y procurando que mantengan la temperatura igual, como en las bodegas pero sin humedad. Se abren los botes de vez en cuando también, al principio a diario y si está correcto con una vez a la semana vale, y por fin una vez al mes basta, pues siempre conservan algo de humedad con la condensación. Hay mil métodos, hasta quien lo entierra en una caja de metal del ejército, otros lo preservan con miel, otros lo envuelven de no se qué manera en hojas de banano, hay quien gusta de las cajas esas para puros con higrometriyo por fuera, pero está claro que la marihuana seca es una cosa y la curada otra muy diferente.
La culpa de esta extensa y cuestionable explicación la tiene el mago Luchewar, que con su marihuana mágica ha conseguido abrirme los ojos y ponerme ciego a la vez.