Mi mayor viaje sin duda fue el día que probé por primera vez (y hasta ahora la única vez) el brownie de hierba (usamos la Super Lemon Haze). Me comí dos trocitos del brownie como a eso de las 23.30. Pasó una hora y yo no sentía nada, por lo que decidimos fumarnos un peta, a ver qué pasaba. En el momento en el que el petardo se terminó, comenzó mi viaje.
En primer lugar sentí los efectos de los coloques normales pero un poco aumentados: muchísimas risas, poca coordinación de movimientos, imposibilidad por seguir un tema de conversación. Luego se me fue un poco la bola y comencé a hablarle a un pedacito de tarta de cheesecacke de chocolate que mi novia había hecho y a partir de ahí, comencé a volar casi literalmente: miraba a los árboles de la casa de mi novia y veía formas en las ramas que iban cambiando. Era espectacular.
Cuando ya pensaba que no podía estar más colocado, las conversaciones con mis amigos se volvieron de lo más incoherentes. Yo me imaginaba mi realidad dividida en dos: yo, estando muy colocado en casa de mi novia, echándome unas risas con mis amigos (primera realidad) y un mundo de 2D, como si estuviera volando a través de un fondo de un juego de Mario, fondo que iba cambiando y que cada vez se volvía más psicodélico (segunda realidad). Experimentaba transiciones periódicas entre ambos mundos, lo cuál me imposibilitaba saber qué es lo que había hecho en un período de tiempo determinado (me acuerdo que en un momento fui al baño y al volver al salón no tenía ni puta idea de donde había ido).
Luego me fui a dormir porque ya era demasiado. Me desperté a las 9.00 colocado todavía.
Sé que suena muy flipado y poco creíble, pero fue así. Espero repetir la misma experiencia cuando vuelva a comer el brownie
Paz