Debido a mis intereses filosóficos y musicales y
culturales en general, y mi condición de alcoholico recreativo
que lucíamos en un Montevideo de final de dictadura con
una efervecencia en la que la única rebeldía autorizada era
emborracharse mucho mientras huíamos de las razzias policiales
y de evangelizadores de votantes,
hacía rato que andaba haciendome el drogón a ver si pescaba algo.
Al final, un amigo ex compañero de oficina que hacía rato curtía,
un día de onda me pasó un papel con marihuana como para armar
un buen porro.
Yo lo metí en el bolsillo y arranqué para 18 al sorocabana a
chupar cerveza y ver que pintaba. Ahí me encontré con una amiga
y decidimos ir a algún tugurio a curtir música.
Yo le dije que tenía marihuana y se cagó de risa y me dijo:
-y bueno, vamo a fumarla. Ella tampoco la había probado.
Me fuí al baño del boliche y en el reservado del cagadero armé un porro
sin dificultades porque yo fumaba tabaco armado, aunque luego entendí
que desperdicié una cantidad.
Arrancamos para la alianza francesa que en su sótano en esa época
funcionaba el hot club jazz montevideo, que todos viernes tenían jam sesion.
http://hotclubmontevideo.blogspot.com.uy/
En ese espacio, parecido a una cantina de universidad pero con pocas luces,
y chupando alcohol y fumando tabaco estaba toda le gente apretujada
curtiendo ambiente y jazz.
Yo saqué el porro, lo prendí y lo empezamos a fumar.
La gente nos miraba pero no nos importó.
A los pocos segundos apareció un loco que cuidaba la puerta
y me dijo: ¿qué estás fumando?
y le respondo: Coronado ¿por? (Coronado es una conocida marca de cigarros)
-no por nada, solo te informo que por acá pasa narcóticos todas
las noches.
-a, bien gracias por avisar.
No le dimos la menor pelota, seguimos fumando y riendonos en
nuestro mambo particular, y cuando quedaba la colilla la tire
al piso y la apagué con el pié.
Cuando la cosa dió para partir nos fuimos relocos y cagados
de risa a tomar un taxi para seguirla a solas como pintaba.
Al tiempo me dí cuenta de la demencia de la situación y
la suerte que tuvimos de pasarla de largo envueltos
en nuestra nube de marihuana y amor.
En cuanto al pegue y la lucidez, fuí encandilado por el
profundo y devastador efecto de los hongos sobre la percepción
y sus posibilidades para aprehender conocimiento,
por lo cual para mí la marihuana siempre fué
un bálsamo, una cura perceptual para descansar y reponerse
luego de los intensos viajes con psiloscibina que
realicé en esas épocas.