Unos pocos datos para el debate de 1714
Mirad, conversando con amigos extranjeros que tengo, desde hace años les he oído decir: -Los españoles habláis mucho y hacéis poco, con la capacidad que tenéis tendríais que ser mucho más de lo que sois-.
Claro, analizas la cuestión intentando objetivarla y tienen razón.
Somos muy latinos, muy ardientes, defensores de causas sin saber muy bien por qué, sin informarnos, sin estudiar suficientemente vertemos la opinión y la defendemos sólo porque es nuestra, no porque sepamos de seguro que es la verdadera o la opción más racional o la más justa.
Este es el país de los de Villa Arriba contra los de Villa Abajo, de los del Madrid contra los del Barcelona, de los del Betis contra los del Sevilla...
Hay que aportar datos, que son objetivos, no basta con decir, hay que demostrar, hay que convencer y no vencer, hay que informar al otro y no reprenderle, porque si no se quiere convencer no va a haber manera de conseguirlo.
Veamos: ¿Hay movimientos ya en el siglo XV contra el rey Juan II de Aragón y en favor del príncipe Carlos, Príncipe de Viana y hermanastro de Fernando el Católico? Esta sublevación es la de febrero de 1461 y estaba motivada por el descontento que los catalanes tenían contra el nuevo rey, sucesor de Alfonso V El Magnánimo en 1458. Lo curioso es que el levantamiento de los catalanes contra su propio rey encuentra un aliado, no sólo el propio Carlos que lucha contra su padre y que carece de trono y de ejército, sólo de partidarios, casi todos navarros, sino del propio rey de Castilla Enrique IV.
Juan II buscó su aliado en el rey de Francia Luis XI, firmando un pacto de alianza en Sauveterre y enfrentando a dos antiguos aliados: Francia y Castilla.
Se acordó que fuese el rey francés el que arbitrara la situación (Carlos el Príncipe de Viana había muerto ya en el año 1462) y en el año 1463 Luis XI realiza el arbitraje en Bayona, claúsulas que no fueron cumplidas por Juan II ya que no le interesaba cumplirlas y no tenía a nadie que le obligase a hacerlo. El acuerdo de Bayona consistía en que los castellanos dejaban de ayudar a catalanes y navarros contrarios a Juan II, dejando a los disidentes como vulgarmente se dice "con el culo al aire".
La historia del despegue catalán comenzaría probablemente muchos años antes en Epila (año 1348) cuando Pedro IV El Ceremonioso aplastó a la aristocracia aragonesa, que había obtenido años antes sustanciosos privilegios de los monarcas (Privilegio General otorgado por Pedro III el Grande) sobre las conquistas realizadas en el Mediterráneo desde las "Vísperas Sicilianas" por los aragoneses, apoyados por el rey de Francia y por el Papado en Caltabellota (1302), confirmando la presencia de una rama aragonesa en Sicilia, Baleares (1343), recayendo finalmente Sicilia en la corona de Aragón en 1397 con Martín el Humano, junto con la presencia de los almogávares en los ducados de Atenas y Neopatria.
¿Qué pasó en Epila? Al aplastar la corona a los señores aragoneses, que gozaban de los privilegios de las nuevas conquistas, estos privilegios o derechos, según se mire, pasaron a los catalanes. Barcelona, Tortosa, Valencia, Gerona, Tarragona, tienen sus "Consulados del Mar", tribunales para la resolución de los conflictos mercantiles del tráfico marítimo iniciadoa partir de la liberalización del Mediterráneo por las Cruzadas, comercio de barcos pequeños con mercancías de esclavos, telas, especias, etc. Los dos grandes primeros puertos del Mediterráneo son Barcelona y Valencia, en la península ibérica, y los de Venecia, Nápoles y Pisa, entre otros, en el resto del Mediterráneo occidental. Estos consulados del mar se extenderán más tarde a Burgos, Bilbao y Sevilla, más adelante a Lima, Buenos Aires, etc.
Conocemos el primer texto escrito sobre unos artículos (apenas dos páginas) del Fuero de Tortosa, del siglo XIII, conocido también como Código de Tortosa y su contenido como "Costums de la Mar"; estos fueros los daba el rey de Aragón y posteriormente se regularon con mayor amplitud las normas de carácter marítimo, elaborándose en el siglo XIV la colección de leyes y costumbres del Mediterráneo en el "Llibre del Consolat de Mar", normas que serán aplicadas hasta el siglo XVIII en todo el Mediterráneo, distinguiéndose en su contenido, por los estudiosos (vid. Valls Taberner) hasta tres redacciones distintas.
En dura competencia con Génova, los comerciantes catalanes comenzaron a disfrutar de los beneficios de la derrota de los aragoneses en Epila, manteniendo un activo comercio con Cerdeña, Sicilia, Berbería y Egipto, yendo viento en popa el comercio y la situación social en Cataluña hasta finales del siglo XIV.
A finales del siglo XIV cambia la situación como consecuencia de la aparición de la peste negra en Cataluña, la aparición de los apuros financieros y las primeras inquietudes que muestran los payeses de remensa.
No olvidar que el feudalismo en la península ibérica muestra su cara más amarga probablemente en Cataluña, por ejemplo en Navarra o en el País Vasco desconozco situaciones de feudalismo. Los payeses de remensa son un ejemplo y sólo se daba esa situación en Cataluña.
Sabemos que la dinastía reinante en el Reino de Aragón hasta el siglo XIV desaparece, se extingue, siendo sustituida, a partir del Compromiso de Caspe (1412) por la dinastía de Trastámara, reinante en Castilla.
Su primer rey es Fernando de Antequera, le sustituye Alfonso V (que conquista Nápoles en 1443), pero en tiempos de Juan II estalla la guerra civil y su escenario es Cataluña, arruinándose el Principado, provocando la intervención de Luis XI de Francia, etc.
El desencadenante fue un conjunto de problemas muy complejos, de orden político y de orden social.
En el campo, los payeses de remensa luchaban por sacudirse en la segunda mitad del siglo XV el yugo señorial que los oprimía; en las ciudades los artesanos y los gremios pretendían acabar con el monopolio del gobierno municipal detentado por el patriciado, las oligarquías urbanas. Según se ha dicho, la disputa de Juan II con su hijo Carlos de Navarra, Príncipe de Viana, fue la señal para la sublevación de los catalanes (1461), ante lo que el monarca retrocedió (capitulación de Villafranca del Panadés de 1462). Poco tiempo después el conflicto resurgió tras la muerte del Príncipe de Viana (legítimo sucesor de Juan II en la Corona de Aragón y que tenía que haber gobernado Navarra tras la muerte de su madre, Blanca de Navarra, siendo impedido esto por Juan II, que no quiso ceder la corona de Navarra a su hijo Carlos), esta muerte del Príncipe Carlos privaba de esta bandera o excusa a los sublevados catalanes, pero hubo nuevos aliados para los sublevados a partir del año 1462: la burguesía catalana, que se oponía al rey en lo que entendía como autoritarismo monárquico.
La guerra civil en Cataluña duró diez años (1462-1472), con suerte muy variada: al rey le apoyaban el clero y la nobleza, e incluso los campesinos; la Generalidad, órgano representativo de los sublevados, destronó a Juan II y ofreció la corona a Enrique IV de Castilla y al condestable Pedro de Portugal. Tras la capitulación de Barcelona (1472) la concordia renació y el matrimonio del príncipe Fernando, hijo de Juan II y fruto de su segundo matrimonio con Juana Enríquez, hija del condestable de Castilla, abría nuevas perspectivas para el futuro. El descubrimiento de América, las pingües ganancias y posibles beneficios que los nuevos mundos ofrecían a gallegos, asturianos, cántabros, vascos, navarros, aragoneses, catalanes, valencianos, andaluces, extremeños, baleares, canarios, murcianos, riojanos, manchegos, castellanos y madrileños, no invitaba a bajarse de carro de la España de Carlos I, de Felipe II, III, IV, sólo cuando los beneficios ya van siendo más improbables, surge otra vez, en el siglo XVII la marcha de los segadores, sus consecuencias nefastas para los tercios españoles en la batalla de Rocroix, etc.
Pero muy descontentos con los Austrias no estarían en Cataluña cuando, en la Guerra de Sucesión, se apuntan a la defensa de los derechos del Archiduque Carlos y frente a los defensores de los derechos a la sucesión del candidato Felipe de Borbón, a la que nos apuntamos navarros y vascos, siendo la consecuencia de la derrota de los partidarios de Carlos la promulgación por Felipe V de los Decretos de Nueva Planta (Decreto de 29 de junio de 1707, tras la batalla de Almansa). (Decreto de 3 de abril de 1711, después de la batalla de Brihuega). (Decretos de 1715 a 1718). (Decreto de 1716, tras el tratado de Utrech, dado para Barcelona).
Bibliografía: José Mª Broca (Historia del Derecho de Cataluña, Barcelona 1918), Guido Mor (En torno a la formación del texto de los Usatrici Barchinonae, 1957), Jaime Gortchs (Consuetudines Civitatis Dertusae, Reus, Jur. de Cataluña, 1936), Ferrán Valls Taberner (Obras Selectas, Barcelona 1954), José Mª Pons Goñi (Constituciones de Cataluña, 1953), Valls Taberner (Les consuetuds i franqueses de Barcelona en 1284 o recognoverum proceres y Els Usatges i consuetuds de Girona, en Obras Selectas 2), Arcadio García Sainz (Les Consuetudines ilerdenses y los Fueros de Valencia, 1965), entre muchos otros (Pons, García, Dualde, Font Ríus, peset Reig, Marqués Segarra, Pérez Puchal, Pebet, Historia Económica Mundial y de España de la Facultad de Ciencias Económicas de la Uned, Tema XX, por Francisco Simón Segura, 1984; Lecciones de Historia del Derecho Español por Sánchez Bella, 1975, páginas 78 y siguientes; Gran Historia Universal, Tomo XIII, Capítulo 17, por García de Cortazar (Universidad de Santander) y Valdeón (Universidad de Valladolid), Historia de Navarra, entre muchos otros.
En resumen: menos hablar y más demostrar, para buen entendedor se deduce lo que pasó en Cataluña en 1714, doy los datos, es cuestión de estudiarse los Decretos de 1707 a 1716, de leer más y discutir menos.
Amos, digo yo que no debemos ser tan ibérico-latinos y actuar más en lugar de discutir tanto sin dar datos.