La marihuana ha sido utilizada como afrodisíaco durante miles de años, aunque, irónicamente, también se ha utilizado para disminuir el deseo sexual. Textos sagrados antiguos revelan cómo el consumo de marihuana para aumentar el placer sexual, pero la investigación moderna nos enseña una lección igualmente importante: los efectos de la marihuana están determinadas por la personalidad, la fisiología, la intención, el medio ambiente y la cultura del usuario.
El uso sexual del cannabis, que trascendía el hedonismo y la medicina, se erigió en tradición esotérica budista e hindú, conocida como el Tantra; una religión mística que prescribe ejercicios físicos y mentales, combinados con la meditación y el yoga. Estas prácticas están destinadas a ayudar a escapar a los sufrimientos y alcanzar la iluminación y la perfección, conocido como Nirvana.
En Marruecos, Egipto, Líbano y otros puntos del Medio Oriente y el África del Norte, hubo usos del cannabis para fines sexuales incluso hasta inicios del siglo XX. Allí, la hierba generalmente se encontraba en una forma particularmente potente llamada “kif”. Las esposas y concubinas se abastecían de “kif” con los sirvientes de la casa, utilizándolo cuando los hombres no estaban cerca en sus frecuentes fantasías eróticas y juegos. La marihuana tenía la reputación de permitir a las mujeres volverse sexualmente desinhibida, una ventaja especialmente importante en culturas donde fueron sistemáticamente oprimidas.