Si una persona, que se ha quedado sin vivienda o sin trabajo, sale a la calle y monta la tienda en el parque y se encadena a una farola, le confiscan la tienda, le dan un par de leches y le ponen a disposición judicial por alteración del orden público, aunque no hay exhibido ningún letrero o dicho nada. Si una persona hace lo mismo, pero le acompañan sus amigos y familiares, en número de cincuenta personas, exhibiendo un cartel que diga "trabajo y vivienda, derechos fundamentales", pues recibirá la visita de las fuerzas del orden y tal vez hasta alguien saque una foto del evento, por supuesto, no detendrán a los cincuenta y se esperará a que la autoridad busque una solución, que suele ser prometer para no cumplir. Si esa persona de la tienda y la farola se hace acompañar por cinco mil personas y se grita, se exhiben pancartas tales como "políticos, ladrones, tocadnos los cojones; vivienda, trabajo, idos al carajo" y otras lindezas, pues seguramente será noticia, habrá comentarios en prensa, radio, televisión, debates políticos, etc. Y hasta es posible que se le silencie al de la farola ofreciéndole un carguito o un papelito en los medios bien pagado, para que se vaya apañando. Si se hace seguir por cincuenta mil personas, por quinientas mil, por cinco millones, entonces intentarán comprar su silencio o matarlo. Esta es la historia de Jesús de Nazaret, ni más ni menos.
Lo mismo ocurre con la marihuana, igual que sucede en la vida. En nuestra vida real hay muchas más de quinientas mil personas y seguramente más de cinco millones, en España, que carecen de vivienda y empleo dignos, PERO... están separados, inconexos, cada uno a su bola, protestando individualmente cada uno con su tienda de campaña y su farola, asentados en diferentes parques de diferentes y alejados lugares el uno del otro. Esto es lo que sucede en la vida real. No creo que haya huevos estatales para mirar hacia otro lado si hay una manifestación delante del Congreso en favor de la legalización de la marihuana y a ella acuden quinientas mil personas... amenazando con votar al partido que les prometa por la madre que les parió legalizar la marihuana en cuanto lleguen al poder. Esa es nuestra fuerza: la unión.
(Joé vaya sueño más raro que he tenido, soñaba con que estaba escribiendo estas cosas en el foro. Tengo que ir al médico, aún tengo sueños idealistas, esto no puede ser).
Termino: yo soy de otro país, en el sentido de que suelo leer los prospectos y las instrucciones, si bien tengo la española tendencia (algún gen español que anda dentro de mí) de investigar por mi cuenta y de que me den las cosas hechas. Seguramente por eso tiene tanto éxito la televisión en España, porque la información la dan lista para ser asimilada por el cerebro. En España se habla mucho y se escucha poco, generalmente se otorga la razón a quien más grita o más chulo se pone, y, sobre todo, a quien ocupa la mayor parte del tiempo hablando y sin dejar hablar a los demás, es probable que sea un vestigio de la "devotio ibérica" que tantos problemas causó a los conquistadores cartagineses y romanos (cada persona un jefe, si muere el jefe, surgen mil jefes, si mueren mil, un millón). Hace treinta años tener marihuana de cosecha propia marcaba y daba una categoría, pero, por experiencia, os digo que los que fumaban de la mía luego me criticaron ante sus novias, ante la gente, diciendo que era un drogadicto que me dedicaba a drogar a los demás. Esta es la realidad de la vida. Aprendí hace años que lo mejor es fumarse la propia cosecha y no dar al que no cultiva, salvo alguna excepción que siempre las hay. El mundo se divide entre los que se arriesgan y los que no. Yo cultivé, cultivo y cultivaré mientras pueda porque me ha gustado cultivar, fumar y compartir con todo quisque. Hoy, muchos años después, me sigue gustando cultivar, fumar y compartir... pero sólo con quien cultiva, es decir, en intercambio. Paso de dar nada a quien no cultiva, ya me criticaron bastante y eso, en una ciudad pequeña y siendo persona muy conocida, pues te hunde. Los difamadores se unieron en contra del cultivador generoso, no les deseo nada malo y no es sino un mal recuerdo, pero esto que os digo lo hago como advertencia: no regaléis marihuana, no la valoran los no cultivadores y os criticarán, salvo alguna excepción que siempre la hay.
Así que no sé si es muy guay cultivar para los demás, hay mucha hipocresía, ya lo veréis a lo largo de la vida, mucha gente que te sonríe y luego habla mal de ti, como si fueras un gilipollas drogadicto.